webnovel

Alma Negra

John "Alma Negra" Un alma inocente y pura, había sido lentamente corrompida por la maldad. Sus ojos iban perdiendo el brillo y en su corazón se iba formando un caparazón, un escudo tan fuerte para evitar a toda costa una traición. Un águila enjaulado y condenado a no sentir, el negocio y la codicia eran su motivo de existir. La oscuridad se convirtió en su mejor amigo, las mentiras y verdades en su abrigo; la frialdad e inteligencia para el negocio, el cuchillo y arma para el enemigo. Un supuesto enemigo tiene que ejecutar, pero el destino le sorprende y lo hace dudar; haciendo que su vida de un giro inesperado, y quizás, esa persona logre mostrarle el camino indicado; y se convierta en su luz, en medio de esa oscuridad, porque detrás de él puede quedar aún algo de humanidad.

NATALIADIAZ · Hiện thực
Không đủ số lượng người đọc
194 Chs

16

El tiempo seguía pasando; entre más buscaba sobre ellos, más verdades salían a la luz y más intrigado quedaba con Juliana. No podía sacarla de mi cabeza. Tenía un supuesto romance con su hermanastro y eso llamó mi atención.

Por otro lado, estuve investigando y limpiando el área donde había sido supuestamente el accidente del Sr. Keller y, fue cuando lo vi en la escena. Trató de huir, pero a base de amenazas, decidió quedarse. Planeaba acabar con él en ese momento, pero me pidió algo que me hizo tomarlo en consideración, y por otro lado, era algo que me ayudaría a acercarme a Juliana.

Me pidió que me casara con ella, no tenía intención de casarme con mi hermana, pero fue la forma que vi de conocerla. Quedó también en pagar hasta el último centavo en tres meses.

Oculté su secreto y me comprometí en casarme con su hija. Él tendría una oportunidad de seguir respirando y yo de lograr lo que quería. Si iba directo a conocerla, mi padre lo sabría y no le va agradar que eche sus planes a perder.

Me hice su aliado a conveniencia. Cuando se dignó a aparecer frente a su familia, fue cuando me acerque más a él. El día que me presentó a Juliana en la empresa, ella me miró con desprecio. Ni siquiera me conocía y, al escuchar mi nombre fue como darle una razón para odiarme, no entendía la razón detrás de eso; pensé que quizá fue porque sabía algo de mi o algo parecido. Me trató muy mal y eso me hizo sentir algo por ella, quizá no un sentimiento de hermano a una hermana. No podía verla como una hermana en ese momento, pero algo me atrajo a ella. De alguna manera, ella me recordaba a la persona que era antes; a pesar de ser tan distintos.

—Ya no puedo esperar más. Que firme los papeles él y sus hijos, o de lo contrario, quiero que los mates a todos. ¡Ya mi paciencia se acabó! — me gritó mi padre molesto.

—Está bien, papá. ¿Cuándo quieres el trabajo?

—Hoy mismo. A él lo quiero muerto.

—Cuenta con eso— las órdenes eran claras para mi.

La insistencia del teléfono me hizo responder.

Llamada telefónica:

—¿Qué sucede, tesoro?— le pregunté a Grace.

—No lo soporto más. Yo necesito que la mates, John. Ella quiere quedarse con todo lo que me pertenece y, es un dolor de cabeza lidiar con ella. Por otra parte, mis hijos están de parte de ellas también y mi esposo. ¿Puedes creerlo?— se escuchaba muy alterada.

Sus gritos de vieja histérica, me colman la paciencia. Odio tener que escuchar como me ordena como si fuera su maldito esclavo. No veo la hora de deshacerme de ella.

—Hoy mismo voy a complacerte, querida. Vas a acompañarme a buscarlos.

En la tarde la busqué y seguí al Sr. Keller; casualmente lo vi entrar a la casa de Juliana y mi madre biológica. Era el peor sitio en el tendría que actuar. No quería que ella me conociera así, pero las órdenes son órdenes. Solo espero que no sea necia y ponga de su parte, no quiero matarla; al menos no todavía.

Me bajé con Grace y uno de mis hombres; Grace tenía un arma y le ordené no usarla a no ser necesario y, que me encargaría yo mismo del asunto.

Toqué la puerta y, cuando la abrieron, Grace la empujó para entrar a la fuerza.

—Así los quería ver, reunidos como una linda familia— comentó Grace riendo, y apuntando el arma hacia Keller.

—¿Qué haces aquí, John? — preguntó Keller.

—¿Así que éste era tu amante? — preguntó Juliana.

¿Ella cómo sabe eso?

—Sabes demasiado, gorda— dijo Grace.

—¿Cómo pudiste, John? Después de todo lo que hice por ti, ¿Cómo me traicionas así?

—Nadie te manda a idiota. Tu no pudiste ni siquiera cumplir con la parte del trato que acordamos y no soporto que me hagan esperar.

—Solo te pedí unos meses.

—Meses en que no lograste nada. Mi padre no puede esperar más por ti; el dinero que está envuelto en esa empresa no te pertenece, le pertenece a mi padre. Él es quien ha podido mantenerla a flote por todo este tiempo o se hubiera ido a la quiebra hace mucho. ¿Desapareciste para no cumplirle a mi padre o hubo alguna otra razón?

—Yo no desaparecí por eso. Trataron de matarme y, estoy seguro que fueron ustedes, querían deshacerse de mí para quedarse con todo.

—Nosotros no tuvimos nada que ver y lo sabes. Mi padre jamás fallaría. Si quiere salir de alguien se asegura de que se haga bien; así como me acaba de ordenar ahora. Yo no tenía planes de casarme con tu hija; lidiar con esa malcriada es una perdida de tiempo, es por eso que traje los papeles y, ahora que estamos reunidos, quiero que lo firmen los tres. Tu estarás dejando el control absoluto de la empresa a mi padre, y ustedes dos, estarán cediendo su parte. ¿Me estoy dejando entender?

—¡Jamás les cederé mi empresa!— gritó Keller.

—No creo que tengas mas opciones, ¿o si?— pregunté, y Grace caminó con el arma hacia donde el Sr. Keller.

—¿Qué crees que haces, Grace? —preguntó Keller asustado.

—¿Ahora solo soy Grace? Que fácil olvidas todo lo que hice por ti. Quiero que se arrodillen todos.

—No voy a arrodillarme ante a ti—respondió Keller.

—¿Prefieres que mate a tu adorada amante?— preguntó refiriéndose a Sofía.

—Cuidado con lo que haces, vieja —le dijo Juliana.

Es muy linda cuando se molesta. Tiene el mismo carácter que yo.

—Juliana, no digas una sola palabra más— dijo Owen, su actual pareja y hermanastro.

—¿Por qué no arreglas las cosas como se supone y tienes que utilizar un arma, vieja cobarde?— Juliana encaró a Grace.

Ella definitivamente es mi hermana.

—No tengo tiempo para perder con ustedes, entre más rápido termine, mejor— comentó Grace.

—¿Qué es lo que quieres conmigo?— preguntó Keller.

—Acabar contigo de una vez. ¿A qué no adivinas quién fue el culpable de tu accidente?— Grace sonrió malévola.

—¿Fuiste tu?— preguntó, a lo que Grace soltó una carcajada.

Vieja de mierda, eso jamás me lo dijo.

—Fueron órdenes mías, pero fue tu adorado hijo Alan; ese imbécil haría cualquier cosa por su madre.

—¡Eres una perra! — gritó Juliana—. ¿Cómo puedes hablar así de tu propio hijo? ¡Lo usaste, y lo engañaste! ¡Eres una vieja sucia!

Grace se acercó a Juliana y Owen se paró frente a ella.

—Nosotros firmaremos, pero déjanos en paz luego de eso; al menos a nosotros no nos importa la empresa.

—¿Crees que ahora que tengo la oportunidad de cobrárselas a esta cerda, voy a irme? Muévete o morirán los dos.

—No, no me voy a mover— respondió Owen.

—Grace, deja las tonterías. Nuestro objetivo es el viejo, no la hija— añadí, tratando de alejarla de ella.

—Ella también tiene que pagar.

—Te dije algo, Grace— insistí.

—No me quieras ordenar nada. El hecho de que seamos amantes, no te da derecho de mandarme— me dijo.

Grace le apuntó a Owen y Juliana la encaró.

—¿Me querías? Aquí estoy para ti, sucia. No te tengo miedo, solo eres una cobarde que no se puede defender si no tiene algo o alguien que la defienda. Yo no necesito un arma para partirte la madre.

Grace le apuntó a Juliana y, antes de que pudiera actuar, Owen se lanzó sobre ella para quitarle el arma y la tiró a otro lado. La empujó contra el sofá y le sujetó ambas manos.

—¡Suéltame, desgraciado!

—A mi mujer no le apuntas, estúpida. Te llevaré a la cárcel por todo lo que has hecho.

—¡John! — Grace me llamó y me acerqué.

—Suéltala, no quiero matarte — le pedí a Owen.

—¡Suéltala, Owen!—le pidió Juliana.

Grace se levantó y me abrazó.

—Mátalos, te lo pido.

Suspiré molesto, y saqué el arma de mi pantalón para apuntarles.

—¿Eso te haría feliz, querida?— le pregunté.

—Sí—Grace sonrió, y se giró hacia ellos.

—No me gusta que interfieran en mis planes y, mucho menos que me desobedezcan. Te lo dije, Grace— la empujé al suelo, y le disparé.

Todos se quedaron petrificados y guardé el arma en mi pantalón; luego me arreglé la corbata, sentía que me estaba asfixiando.

—Bien, ahora que no hay nada que nos interrumpa, ¿podrían ser tan amables de firmar? No tengo órdenes de hacerles nada a ustedes, pero si no me dan opción, tendré que hacerlo— le ordené al empleado que me acompañaba a darles el documento y el bolígrafo.

—¡Yo no voy a firmar eso! —gritó Keller.

—¡No pongas a tu hija y nietos en riesgo, solo por la maldita empresa!— gritó Owen.

¿Nietos? ¿Acaso está embarazada?

—Yo no te tengo miedo, John. Si me matan, no podrán tener nada— gritó Keller riendo.

—Al contrario, puedo ganar mucho si estás muerto. La empresa está nombre de tus hijos; Alan ya firmó, solo faltan ellos dos, y están dispuestos a cooperar. Para todos moriste en ese accidente aéreo, por ende, si apareces muerto ahora, todo será de tus hijos y, si ellos ceden su parte, sería hasta más fácil para mi. Te estoy dando una oportunidad, pero no la estás considerando, y estoy corto de paciencia.

—Ya deja esto, Andrew. Te lo ruego. Haz lo que ellos dicen — le pidió Sofía.

Ni siquiera me conoce la Sofía. Claro, ¿Cómo va a hacerlo? Debería matarla también.

—Lo siento, Sofía, pero no puedo simplemente renunciar.

—Dijiste que querías estar con nosotras y dejarías esto, Andrew.

—Lo siento, yo simplemente no puedo. Me costó demasiado levantar esa empresa, para dejársela a ellos. Te amo demasiado, pero no puedo.

—Por favor, papá, solo firma. Puedes construir una nueva y empezar de cero— le dijo Juliana.

—No lo entienden, esa empresa es muy importante para mi.

—Más que tus hijos y mi mamá por lo que veo. No puedo creerlo, papá, me decepcionas cada vez más.

—Tú no puedes arriesgarte así y, menos, sin decirme dónde está mi hermano— le gritó Owen.

—Está muerto. ¿feliz?

—¿¡Qué!?

—Él sí fue a que lo atendiera un médico, pero todo salió mal. Me sentía tan culpable de lo que le ocurrió, que quise callar. Tu hermano no logró salir de la operación que le iban hacer, murió por la anestesia; al menos, fue una muerte sin dolor. Le hubiera esperado una miserable vida en ese sillón de ruedas.

—¡Te voy a matar!— Owen se lanzó sobre él y comenzó a golpearlo; estaba lleno de ira y, a pesar de lo que estaba haciendo, su rostro se llenó de lágrimas en un instante —. ¡Todo es tu maldita culpa! Todos estos años tenía la esperanza de verlo otra vez y por tu culpa ocurrió esto. Si no podías criarnos a los dos, ¿Para qué mierda nos adoptaste? ¡Te odio!

¿Qué demonios está pasando aquí? No entendía nada de lo que estaban hablando.

—¡Owen! — Juliana trató de separarlos, pero Owen no hacía caso a nada de lo que le decía.

—Separa a esos dos— le ordené al hombre que me acompañaba.

—No le hagas nada, por favor— me pidió Juliana.

Mi hombre los separó y aguantó a Owen, alejándolo de Keller. Juliana caminó hacia Owen y le hice seña a mi hombre para que lo soltara.

—Owen, tienes que calmarte. Sé como debes sentirte, pero tristemente ya no hay nada que se pueda hacer— Juliana lo abrazó —. Donde quiera que esté, él te esta cuidando, mi amor. No creo que quiera verte de esta forma.

Me irrita ver este escena de amor.

—Firmen, no tengo mucho tiempo. La policía debe estar en camino por el ruido — les dije.

—¡No lo hagan! —gritó Keller.

Juliana firmó el documento y Owen también.

—¿No vas a firmar? — le pregunté por última vez a Keller.

—No le hagan nada, por favor. Andrew, no hagas esto más difícil —pidió Sofía en llanto.

—Lo siento, Sofía.

No aguantaba más este drama del viejo y, le disparé sin pensarlo dos veces. Keller cayó de rodillas sujetando su abdomen, y Sofía corrió hacia él, arrodillándose en el suelo. Salía sangre de su boca y, toda su ropa y manos, estaban llenas de sangre.

—¿Por qué, Andrew? — Sofía estaba en llanto.

Juliana se arrodilló y lo abrazó.

—Perdónenme — fue lo último que dijo, antes de que su respiración agitada, dejara de escucharse.

—¡Eres un asesino!— me gritó Sofía.

—Gracias por su cooperación. Lamento que las cosas hayan tenido que terminar así. Es mejor que se mantengan lejos de esa empresa, no quiero lastimar a nadie más. Cabe mencionar que de buscar algún conflicto con nosotros, me veré en la obligación de regresar, y no me gustaría ensuciarme más las manos. Que tengan un lindo día. Permiso.

El hombre que me acompañaba cogió el documento y salimos de la casa.