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CAPÍTULO 41 UN REENCUENTRO INESPERADO

Perspectiva: Agis.

Mirusmari, Dominicus 19 de Iulius del 1575.

Mientras nos preparábamos para partir a la capital imperial, Camelia, Roser, Sylvia, Nona y Filis, estaban muy emocionadas, después de todo, es una de las ciudades más importantes del mundo; en cambio, Leonora y Petra no estaban tan entusiasmadas. Obviamente, antes de marcharnos de Leocadio, fue necesario resolver el asunto del alquiler de la mansión, informar al hospital, rechazar definitivamente la propuesta de Berilo, así como acordar la fecha, hora y lugar de reunión con el Terrateniente Salavert; como resultado, llegamos a Mirusmari en la noche del día sábado; lógicamente, acudimos a un hotel para descansar. Cabe resaltar que Aurora nos acompañó en todo momento, algo que me produce intranquilidad.

Hablando de Mirusmari, debo decir que es una ciudad enorme llena de edificios muy altos, con toda clase de Artefactos Mágicos, cientos de personas de todas las razas, y por supuesto, súper avanzada tecnológicamente; seriamente, cuando llegué por medio del Teletransportador, cortesía del Gremio de Aventureros, pensé que había viajado cientos de años en el futuro. A simple vista, se pueden observar trenes, grandes autopistas, pantallas interactivas, ventanas translucidas con anuncios publicitarios, entre muchas otras cosas; en definitiva, la capital imperial es la meca de la tecnología.

Como era de esperar, el lugar donde nos hospedamos, ofrece muchas comodidades y está lleno de Artefactos curiosos, como puertas automáticas, duchas con la capacidad de calentar y enfriar el agua al instante, también tiene un enorme televisor con 4 centímetros de grosor, en el que se pueden ver los típicos noticiarios, películas, entre otros programas de entretenimiento e información; cabe resaltar, que la programación es poco variada, pero al menos, no hay programas estúpidos o aburridos, pues cada canal ofrece conocimiento de manera muy divertida y fácil de entender, por lo que aprendí muchas cosas; sobra decir que es posible ver los canales en 3D y 2D con una nitidez asombrosa. Por supuesto, también existen otros utensilios como Aire Acondicionado, plancha para la ropa y el cabello, un minicomponente, entre otros elementos increíbles. En resumen, el estilo de vida de los habitantes de esta ciudad, es muy alto.

Actualmente me encuentro en mi carruaje, el cual es tirado por Bizkor. Debido a que la mayoría de mis chicas estaban encantadas y curiosas por los Artefactos Mágicos del hotel, solo me acompañan Leonora, que está sentada a mi lado, y Petra, quien conduce ahora mismo. A pesar de la gran tecnología de esta ciudad, el principal medio de transporte siguen siendo los vehículos tirados por animales; según Leonora, esto se debe a que los automóviles y similares, generan rechazo debido a que son "inventos" de Extranjeros; de igual forma, las personas aún no están listas para este gran cambio, agregando que existe una industria de carruajes bien desarrollada, por lo que, tomará muchos años realizar la transición sin causar un daño grave a la economía. Dicho esto, los carruajes no tienen nada que envidiarle a un automóvil, sin mencionar que deben ser mucho más fáciles de producir, mantener y reparar.

Al cabo de un tiempo considerable, por fin llegamos a nuestro destino, la mansión del Terrateniente Salavert, puesto que habíamos acordado reunirnos en este lugar. A primera vista, es una residencia muy grande y elegante, con un estilo medieval muy marcado, por lo que, podría decirse que parece un pequeño castillo; mientras nos acercamos a la entrada, se puede apreciar un bello jardín, compuesto de árboles y arbustos con flores de colores exóticos como azul, purpura y lavanda. Como es normal, un mayordomo bien vestido, se encuentra esperándonos, y sin demora, nos insta a entrar. El interior es pulcro y cautivador, con una decoración basada en artículos lujosos, como candelabros, pinturas, floreros, mesas, muebles, entre muchos otros.

Al observar tantos lujos, no puedo evitar pensar que los burgueses como el Terrateniente Salavert, no son tan diferentes de los nobles, en lo que a riqueza y estilo de vida se refiere. Reflexionando sobre esto, Alfa se rige bajo una monarquía, pero, debido al rápido desarrollo tecnológico, económico y social, la existencia de los burgueses, fue inevitable, por lo que ahora, ambos subsisten en una armonía relativa, ya que los nobles claramente tienen más poder político, económico y militar. Francamente, es extraño que este mundo funcione de esta manera, pero supongo que el empeño por continuar con la monarquía, es un claro rechazo a la democracia y todo lo relacionado con ella; también, he de suponer que los Reyes y Emperadores, no creen en esa forma de gobernar, no quieren perder su poder, o simplemente, han decidido no a pegarse demasiado a las ideas de la Tierra, después de todo, este es otro mundo, completamente diferente, lleno de magia, diversas razas y monstruos horripilantes.

A diferencia de los nobles, los burgueses no ostentan ningún tipo de reconocimiento por parte del gobernante de alguna nación, por tanto, tampoco gozan de los privilegios propios de la nobleza; sin embargo, esta clase social está compuesta de hombres que, debido a su astucia, fuerza, suerte e ingenio, han amasado grandes fortunas, creando organizaciones que, de una forma u otra, tienen un alto grado de influencia en la economía de un país; debido a esto, consiguen llegar a acuerdos con el Rey o Emperador, para "adueñarse" de tierras en las cuales asentar su negocio, aportando aún más ganancias monetarias al Reino o Imperio, produciendo empleo y desarrollando la industria. De esta manera, se establecen 4 grupos:

El Proletario: son personas que han adquirido conocimientos especializados en alguna materia, o poseen un poder considerable, los cuales, trabajan al servicio de un burgués, por un salario u otros beneficios que ambos concilien. Este grupo está constituido principalmente por Plebeyos o Campesinos, y los Siervos; también se encuentran los esclavos, aunque estos son denominados como Subproletarios, debido a su posición social. Técnicamente, no son burgueses, pero en la práctica, son la columna vertebral de este sistema, por llamarlo de alguna manera.

Pequeña Burguesía: está integrada por individuos que han logrado establecer un pequeño negocio, con la capacidad de generar empleo, producir ganancias para sí mismo y para el país, así como expandir el comercio en el territorio. Todos los miembros de este grupo, son Plebeyos o Campesinos, mejor llamados como Pequeños Comerciantes, entre los cuales, la mayoría no poseen conocimientos profundos sobre algún tema, simplemente, cuentan con el capital y audacia necesaria para crear una empresa.

Burguesía Media: los integrantes de este grupo, también llamados Comerciantes, son personas con cierto grado de conocimiento en alguna materia, y un gran capital, los cuales, han conseguido que su pequeño negocio, crezca y produzca mayores beneficios, o lograron mucho éxito debido a la invención de un nuevo producto, mejor servicio, mayor calidad, entre otros factores. Adicionalmente, gracias a su notable influencia en el mercado y la industria, tienen la capacidad de adquirir pequeñas porciones de tierras, donde los nobles no han alcanzado el desarrollo económico, militar y social, y por ende, deciden "venderlo".

Alta Burguesía: mayormente conocidos como Terratenientes, son Plebeyos o Campesinos con un enorme capital, poseedores de una organización bastante grande, que generalmente es el eje principal en el que se sustenta una determinada industria, y por tanto, tienen una influencia considerable en la economía de un país. Debido a su vasta fortuna, inteligencia y conocimiento sobre la política y economía, se les permite adquirir extensas porciones de tierra, para que desarrollen su actividad económica, y administren el territorio a su manera, siempre y cuando sigan los lineamientos del gobernante de la nación.

Dicho esto, un Terrateniente tiene casi el mismo poder que un Barón, o tal vez un Vizconde, sin embargo, no tiene derecho a comandar tropas, solamente posee el poder para aceptar o rechazar ciertas operaciones militares en su territorio, así como intervenir de manera moderada en las decisiones del Estado. En términos generales, un Burgués bien podría ser parte de la nobleza, sin embargo, las motivaciones de estos individuos son netamente económicas, por lo que no tienen ningún tipo de lealtad al gobernante, ni están realmente interesados en el desarrollo de un país, simplemente, desean que su fortuna incremente aún más; por esta razón, un burgués rara vez se convierte en noble, puesto que solo piensa en su beneficio, y también porque, al hacerlo, su empresa pasaría a ser propiedad de la nación.

Incidentalmente, los territorios administrados por burgueses, no son realmente suyos, sencillamente, el noble o gobernante, se los entrega en concesión, o en alquiler, de manera indefinida o temporal; por supuesto, deben pagar una increíble cantidad de dinero y recursos al Estado cada año, así como cumplir con ciertas ordenes sin falta, de lo contrario, el Cuerpo de Caballeros Estatales, fácilmente puede expropiar sus pertenencias, sin ningún tipo de indemnización. La razón de que las cosas se realicen de esta manera, se debe a que, en el pasado, muchos burgueses abandonaron la nación, justo cuando estaba enfrentando una situación difícil en la guerra contra los monstruos, causando graves problemas en su recuperación, o en el peor de los casos, una crisis económica.

Mientras caminamos por los pasillos, noto las miradas de diversas mujeres, cada una hermosa a su manera; en esta situación, no puedo evitar preguntarme cuál de ellas será mi futura esposa. Como un hombre, debo admitir que estas damas son muy seductoras, pero todavía no estoy convencido de esto; tengo la débil esperanza de que el Terrateniente Salavert se retracte a último momento, o que ocurra algo que cancele este compromiso, después de todo, mi vida se va a complicar aún más con otra mujer a mi lado, sin mencionar que acabo de perder a alguien muy importante para mí, por lo que esta situación me produce mucha incomodidad. Al cabo de varios minutos, llegamos a un estudio con estantes llenos de libros, un fino escritorio, muebles elegantes, y sofisticadas mesitas; naturalmente, el Terrateniente Salavert se encuentra sentado en un sofá, bebiendo lo que presumiblemente podría ser café.

- Por fin conozco al hombre del año, el Señor Agis Jardiel; y por supuesto, a sus hermosas damas. Soy Nerón Salavert, es un placer. – se pone de pie, mientras pronuncia esas palabras y se acerca para saludarme con un apretón de manos.

- Es un gusto conocerlo Terrateniente Salavert. – lo digo con cortesía y estrecho su mano.

- Encantada de encontrarnos, Señor Salavert. – Leonora habla con tono educado.

- Me siento honrada de conocer al Terrateniente Salavert. – Petra se muestra muy respetuosa.

- Me alegro de escuchar eso… – lo dice con una sonrisa de satisfacción – adelante, tomen asiento. – nos sentamos en otro sofá – ¿Desean café?

- Si, por favor. – acepto su ofrecimiento.

- Yo también, gracias. – responde Leonora.

- Beberé un poco, gracias, Terrateniente Salavert. – habla Petra con amabilidad.

- No es nada, pero pueden llamarme Señor Salavert, o por mi nombre, Señor Nerón. – habla con sencillez.

- Está bien, Señor Salavert. – respondo por mis chicas.

El mayordomo se acerca y sirve 3 tasas, luego, se queda de pie al lado del Terrateniente. Hablando de este burgués en cuestión, es un humano no tan joven de piel morena, cabello corto de color verde, ojos azules, aspecto promedio, con una estatura de 1,70 aproximadamente, viste una camisa blanca y pantalones negros; en resumen, es un hombre con porte elegante. Mientras cada quien le agrega las cucharaditas de azúcar al café, se produce un silencio algo incómodo; por tanto, tomo la palabra para romper el hielo.

- Lamento nuestra tardanza, no sabía que el tráfico de esta ciudad fuera tan alto. – lo digo con vergüenza.

- No se preocupe, lo importante es que por fin nos reunimos; – se muestra emocionado – la verdad, no esperaba que al leer una carta de mi amigo Vidal, hablara tan bien sobre usted, él rara vez lo hace. – sonríe – Y cuando leí sobre su increíble hazaña en el periódico, me quedé asombrado. Francamente, el Señor Jardiel es un hombre extraordinario.

- Gracias por sus halagos, pero ahora mismo no me encuentro muy bien que digamos; ya no soy extraordinario. – hablo con tristeza y modestia.

- Estoy enterado de su situación, – se muestra serio – pero no debe sentirse deprimido; la humanidad no puede perder a un hombre tan poderoso como usted, le aseguro que pronto encontrarán el modo de romper su maldición; el Señor Jardiel no debe infravalorarse, pues su fuerza no es algo que se pueda ignorar ni desechar.

- Tendré en mente las palabras del Señor Salavert. – respondo en tono cordial.

El Terrateniente, mis chicas y yo, charlamos durante un tiempo considerable sobre temas variados, desde relatar mi pelea contra ese monstruo, hasta temas triviales sobre si en verdad los Gelum son la raza más poderosa del mundo, o en su lugar, deberían serlo los Marinus, ya que al parecer, Nerón Salavert considera que las sirenas son varias veces más fuertes que una mujer de hielo promedio. Posteriormente, el burgués deja a un lado las conversaciones triviales, y parece que por fin decide hablar sobre el motivo principal de esta reunión, mi compromiso con su hija, ya que su semblante es muy serio.

- Muy bien, creo que ya socializamos bastante, y puedo inferir que el Señor Jardiel no solo es un hombre poderoso, sino que también honorable, inteligente, talentoso, afectuoso y de mente abierta; en resumen, es una persona que acepta la realidad justo como es. – lo dice mientras me mira a los ojos con rostro digno – Creo que es la persona indicada para mi hija, aunque, parece que no está interesado en el dinero, por lo que dudo que usted desee apoyarme en mi negocio.

- … – guardo silencio y sostengo su mirada.

Ahora mismo estoy a merced del Terrateniente Salavert. Al observar sus ojos con detenimiento, puedo notar que ya ha tomado una decisión, y tal parece que no podré escapar de este compromiso; si quisiera cancelarlo, hace tiempo que me hubiera pedido que me marchara, siendo directo y sin tanta charla. En verdad, por un momento, pensé que, las cosas resultarían de acuerdo a mis deseos, pero ese no es el caso en lo absoluto.

- Sin embargo, esto no se aplica a sus futuros descendientes, por lo que, espero que el Señor Jardiel tenga muchos hijos varones, y deseo que permita que al menos uno de ellos se interese en la pesca y los negocios. – habla con optimismo.

- Estoy agradecido, le aseguro que haré todo lo posible por responder a sus expectativas, y protegeré a su hija con toda mi fuerza. – lo digo con tono alegre y una sonrisa ensayada.

- No dudo de ello; ahora, me gustaría que conociera a su próxima esposa, pues ella está muy feliz por este compromiso. – lo dice al tiempo que realiza un ademán al mayordomo, el cual, se marcha – dentro de poco la verá, es una chica muy hermosa y encantadora. – muestra una pequeña sonrisa.

Luego de un corto tiempo de espera, el mayordomo abre la puerta del estudio con etiqueta, y la chica en cuestión, entra con movimientos que demuestran orgullo y complacencia.

- Estoy feliz de conocer al Señor Jardiel y a sus damas, mi nombre es Leta Salavert, me gustaría que me llamen Leta; aunque no lo parezca, soy de raza Marinus. – se presenta con educación y una amplia sonrisa.

- Es un placer conocerte; y no tienes que hablarme tan formal, puedes llamarme Agis y tratarme con normalidad; – me pongo de pie, y lo digo con un poco de nervios – en verdad, Leta es una chica muy hermosa.

- Gracias, jejejejejejeje. – habla con tono animado y ríe con alegría.

- Por fin te conozco, mi nombre es Cara Leonora Hellax, puedes llamarme Leonora, y soy una Gelum. – Leonora también se pone de pie y se presenta educadamente.

- Es un gusto verte, mi nombre es Petra Jardiel, y como vez, soy de raza Feérica; – el hada se levanta del sofá y se presenta de manera informal – creo que tú y yo nos vamos a llevar muy bien. – se muestra emocionada.

Leta es una mujer muy hermosa, de piel bronceada, con grandes pechos, un par de piernas muy atractivas, tiene una larga cabellera trenzada de color turquesa, ojos azules, y las uñas de sus manos están pintadas de rosa; en general, es una chica esbelta y con una estatura similar a la de su padre. Increíblemente, esta bella dama no viste ropas elegantes ni costosas, por el contrario, son sencillas y cubren lo mínimo necesario; básicamente, constan de lo que podría denominarse como un brassier o sostén deportivo de color negro, y un ceñido pantalón corto de tonalidad gris; adicionalmente, usa unas sandalias oscuras con un diseño muy simple. A primera vista, parece una de esas jóvenes bien dotadas que asisten al gimnasio; no obstante, lo que más llama la atención, son sus brazaletes y tobilleras metálicas, que brillan en un tono azulado, lo que le proporciona una apariencia un tanto misteriosa.

Para los estándares de los humanos y la mayoría de las otras razas, podría pensarse que Leta está en paños menores; sin embargo, desde la perspectiva de las sirenas, como se les llama coloquialmente, usar sostén, bragas o similares, junto a un par de sandalias o chanclas, es más que suficiente, e incluso muchas pensarían que eso sería demasiado, prefiriendo vestidos sencillos que dejan muy poco a la imaginación. Al igual que las hadas, los Marinus no gustan de usar ropa, debido a que permanecen desnudas la mayor parte de su vida, ya que en el fondo del mar no la necesitan para nada; esto se debe a que, en su forma original de sirenas, adquieren unas escamas extremadamente resistentes que protegen sus partes íntimas, además, pueden hacerlas aparecer y desaparecer a voluntad.

- Ya veo, Leonora y Petra, jejejejejeje… – ríe nuevamente – me alegra conocerlas. – se muestra muy contenta.

- Hija, siéntate para que hables con tu futuro esposo y lo conozcas mejor. – interviene el Terrateniente Salavert.

- Por supuesto, padre… – asiente y se sienta muy cerca de mí – aunque ya sé bastante sobre Agis, después de todo, hace un tiempo se convirtió en noticia mundial. – me mira con ojos apasionados.

- Jejejeje, si… aunque no todo lo que dice en los periódicos es verdad… – lo digo con un poco de vergüenza.

- Aun así, eres alguien increíble por derrotar a un monstruo Rango E; madre me dijo que ni siquiera un escuadrón completo de Marinus podría lograrlo. – lo dice con admiración.

- No fue nada sencillo, francamente, casi me mata… – lo digo con voz pesada.

- No digas eso, eres alguien increíble, desde hace meses quería conocerte, y cuando apareciste en el periódico, quería verte de inmediato; – lo dice con emoción – incluso pensé en visitarte cuando estuviste en el hospital, pero padre, madre e incluso mis hermanas me dijeron que era muy precipitado, así que tuve que contenerme. – se muestra un tanto decepcionada.

- Es una lástima, pero ahora estoy aquí, aunque me hubiera gustado encontrarnos cuando estuviera un poco mejor, en este momento me veo muy mal. – hablo con un poco de vergüenza.

- ¡No importa! Creo que Agis es un hombre muy apuesto y galante; tal vez no estés en tu mejor momento, pero sin duda te recuperarás muy pronto. – lo dice con seguridad.

- Gracias… – sonrío con modestia.

De esta manera, Leta y yo continuamos hablando durante varios minutos sobre muchas cosas, como su comida favorita, que le ha parecido la Capital Imperial, entre otros asuntos. El motivo por el que porta esos llamativos brazaletes y tobilleras metálicas, se debe a que aún no controla muy bien su poder de transformación, por lo que son necesarios para que mantenga su aspecto humano sin problemas; tal parece que esta es la primera vez que sale a la superficie por tanto tiempo, y aun no se acostumbra a ello. Por su parte, Leonora, Petra y el Terrateniente, no participaron mucho en la conversación; por lo visto, su intención es que nosotros dos empecemos a familiarizarnos, y hacernos a la idea de que a partir de ahora viviremos juntos; muy considerados de su parte, solo por decir algo.

- Muy bien… – interviene el Terrateniente – parece que el Señor Jardiel y mi hija se llevan bastante bien, ¿no creen? – lo dice mientras observa a Leonora y Petra, las cuales asienten en respuesta – creo que sería mejor dejarlos a solas para que se sientan más cómodos, ¿les parece bien? – el par de chicas asienten nuevamente – excelente, señoritas Leonora y Petra, ¿Pueden acompañarme por un momento? Quiero mostrarles mi humilde hogar.

- Por supuesto. – ambas responden al mismo tiempo, mientras se ponen de pie.

Así, el burgués y mis chicas se despiden sin pensarlo demasiado, luego, se marchan rápidamente; debo reconocer que nos están dando "nuestro espacio", y parece que Leonora ya reconoce a Leta como mi esposa; sin embargo, por situaciones como estas, es que todavía no consigo acostumbrarme del todo al sentido común de este mundo; pero, que se puede hacer, así son las cosas en Alfa. Como resultado, Leta y yo nos quedamos solos, no obstante, justo ahora hay un silencio muy incómodo, peor que hace un rato con el Terrateniente; sumado a esto, la sirena se queda mirándome con ojos llenos de deseo, y una sonrisa de oreja a oreja; en verdad, no entiendo el motivo de este comportamiento.

Francamente, no sé mucho sobre los Marinus, puesto que hay muy pocos en las ciudades, sin mencionar que son idénticos a los humanos; básicamente, la única forma de reconocerlos, es por su poca ropa. Aunque en la escuela básica, había una compañera de esta raza en mi clase, nunca cruzamos palabras, y lo cierto es que jamás indagué demasiado sobre el actuar de las sirenas, sus costumbres y esas cosas; hasta ahora, solo estoy enterado por parte de Leonora, que las mujeres de esta especie son conocidas por ser muy pervertidas, mucho más dependientes que cualquier otra raza, y que pueden llegar a ser bastante agresivas si se lo proponen.

- Agis, ¿puedo sentarme a tu lado? – Leta me pregunta con timidez.

- Si… – respondo un poco nervioso – adelante.

Rápidamente la sirena se sienta a mi lado, después, me toma del brazo y lo presiona contra sus enormes pechos; naturalmente, esto hace que mis nervios se incrementen aún más. Aunque ya estoy acostumbrado a estas tácticas seductoras, no puedo evitar sentirme inquieto, ya que nunca me había pasado al conocer a una mujer por primera vez; ni siquiera con Petra y Roser, pues ellas se mostraron menos agresivas al principio. Supongo que a esto se refería Leonora cuando me dijo que las Marinus son muy pervertidas.

- Leta… ¿no crees que te estás precipitando un poco? – le pregunto con sutileza.

- Agis, ¿yo te gusto? – ignora mi pregunta y cambia el tema.

- Por supuesto, la belleza de Leta me dejó asombrado. – respondo rápidamente, y con la mayor sinceridad posible.

- ¿Te enamoraste de mí al verme por primera vez? – me cuestiona nuevamente, mientras me mira a los ojos con un rostro lleno de esperanza.

- … – guardo silencio por un momento mientras la observo con aspecto serio – Para ser honesto, no sentí nada parecido a amor, pero como dije, me quedé asombrado por tu belleza.

- Ya veo… – realiza una pequeña sonrisa de decepción – pensé que habíamos sentido lo mismo… – hace una pausa – sabes, yo me enamoré de ti desde el momento en que te vi; tal vez pienses que estoy exagerando, pero las sirenas tenemos un sentido especial para estas cosas, así que estoy segura de mis sentimientos. No sé cómo explicarlo, solo puedo decirte que, cuando entré por la puerta y nuestras miradas se cruzaron, experimenté una corriente de energía que recorrió todo mi cuerpo, y entonces supe de inmediato que tú eres el hombre de mi vida.

- Vaya… – me muestro un poco sonrojado – no sé cómo responder a eso, solo puedo decirte que me siento muy afortunado y conmovido.

- No te preocupes, sé muy bien que eso no le ocurre a los humanos frecuentemente, pero en mi raza esto es normal; solo quería que lo supieras. – lo dice con una mirada cautivadora – Además, quiero ser honesta contigo, no podemos empezar nuestro matrimonio con secretos, ¿verdad? – habla en tono juguetón.

- Tienes razón, yo no quiero engañarte ni causar malentendidos, por eso es que te he respondido con franqueza. – lo digo con tono casual.

- Eso me hace feliz… – sonríe con satisfacción – también tengo que decirte que, desde antes que aparecieras en los periódicos, mi padre me mostró una foto tuya, y me habló mucho sobre ti; sinceramente, desde el principio me gustaste mucho. Creo que a partir de ahora, mi amor por ti solo va a incrementar. – se recuesta sobre mi hombro.

- Ya veo... Debo admitir que, si me hubieran hablado sobre ti con anterioridad, nuestro primer encuentro sería diferente; pero el Duque Ferrer solo me dijo que eras una chica joven y hermosa, por lo que no pude hacerme ninguna idea; además, en ese momento estaba retomando mis actividades como aventurero, y después de eso, estuve realizando muchas misiones, así que no tuve la oportunidad de pensar en qué clase de mujer sería mi próxima esposa; perdóname si he roto tus ilusiones. – hablo en tono de disculpa.

- Eso ya no importa, porque de ahora en adelante, me asegurare de que te enamores de mí… – luego de pronunciar estas palabras, súbitamente me besa en la boca con mucha pasión.

- Leta… – la miro con los ojos abiertos de asombro.

- Agis, – sonríe con exaltación – aunque todavía no soy tu esposa oficialmente, yo soy tuya, – me tumba en el sofá – puedes tocarme, besarme y hacerme lo que tú quieras… – lo dice mientras toma mi mano derecha, y la pone en sus grandes pechos, luego, me besa una vez más.

- Leta, creo que este no es el momento para esto, estamos en el estudio de tu padre. – lo digo con voz nerviosa.

- Lo sé, es solo que yo no soy buena conteniéndome; quiero que me toques y me beses; así que solo hagamos eso por un rato, ¿sí? – habla con tono de súplica.

- Está bien… – accedo sin dudar.

Aunque esta situación me parece insólita, creo que ningún hombre heterosexual común y corriente, podría negarse a semejante proposición por parte de una mujer tan hermosa como lo es Leta, dejando a un lado el hecho de que no es humana. La sirena y yo nos besamos y acariciamos durante varios minutos; debo decir que esta chica es demasiado rápida y directa. Aunque nos conocimos hace poco, una pequeña charla sobre nuestros sentimientos, fue más que suficiente para que ella se abalanzara sobre mí; debo suponer que las Marinus no se andan con rodeos cuando se trata de relaciones amorosas, y se saltan todo el proceso de cortejo para llegar a la acción; o simplemente, esta es la forma en la que expresan su amor.

- Leta… – pronuncio su nombre mientras la alejo de mí con fuerza – ya es suficiente, tu padre y mis chicas podrían entrar en cualquier momento, podemos continuar después, ¿de acuerdo? – lo digo con afán.

- Está bien… – habla con reticencia, al tiempo que toma un poco de distancia para que me levante – lo retomaremos más tarde.

- Me alegro que lo entiendas, – acaricio su mejilla con delicadeza – te compensare más adelante.

- Más te vale. – me mira con recelo.

Leta y yo recuperamos la compostura, después, retomamos nuestra charla; y justo como pensaba, la sirena no tardó en explicarme que, debido a los efectos secundarios de sus cualidades raciales, las Marinus poseen un impulso sexual mucho más elevado que cualquier raza; y al igual que las Gelum, desarrollan una dependencia extremadamente alta por su marido, por lo que pierden la capacidad de satisfacerse a sí mismas, y no pueden estar con otro hombre; adicionalmente, esta dependencia incrementa a lo largo del tiempo, a tal punto que enloquecen rápidamente si no tienen contacto sexual frecuente. En el caso de Leta, desde hace varias semanas ha comenzado a experimentar los síntomas de la dependencia, por lo que se puede afirmar que las Marinus no necesitan conocer directamente a un hombre para someterse a él; sin duda, es una característica muy extraña.

Poco tiempo después, el Terrateniente y mis chicas llegaron. Tan pronto entraron, se percataron de los considerables avances en materia amorosa por parte de Leta; por su lado, a Leonora y Petra no parecía preocuparles, mientras que el burgués ni se inmutó, demostrando que conocía de antemano la situación de su hija. En resumen, mi matrimonio con esta sirena de piel bronceada, fue decidido desde el principio; nunca hubo la más mínima intención de rechazarlo ni posponerlo. Para confirmar mis sospechas, el Señor Salavert nos llevó personalmente al patio de su mansión, donde todo estaba preparado para realizar una "ceremonia nupcial", pues en este lugar se encontraban varios funcionarios del gobierno, con los Artefactos Mágicos necesarios para dicho procedimiento.

Como es de esperar, también estaban reunidas las esposas e hijas del Terrateniente; naturalmente, todas pertenecen a la raza Marinus, cada una más hermosa que la anterior. Obviamente, conocí a Sinrael, la madre de Leta; a primera vista, es una mujer extremadamente bella con una apariencia similar a su hija, pero con un físico más maduro, tiene una tonalidad de cabello más oscuro, es de ojos verdes, e increíblemente, usa un elegante vestido, un indicador de que, eventualmente, las sirenas pueden acostumbrarse a vestir ropa menos reveladora, una diferencia notable respecto a las hadas, las cuales son incorregibles en ese aspecto. Así mismo, tuve una pequeña charla con las hermanas de Leta, como también con las otras mujeres del burgués. Posteriormente, se inició con la "ceremonia de matrimonio".

En términos generales, no fue diferente a cuando me casé con Leonora o Camelia; no obstante, en esta ocasión, una sacerdotisa de la Iglesia de la Diosa del Mar, Mare, realizó un corto discurso sobre el amor y la vida, que conmovió a todas las mujeres del lugar, especialmente a Leonora. El resto del evento, fue de acuerdo a lo esperado, manifestamos nuestra intención de casarnos, realizamos el [Pacto] y actualizaron nuestras tarjetas de identificación; sorprendentemente, la reacción de Leta fue un tanto exagerada, pues saltaba de alegría, me abrazó, me besó y me dijo muchas veces que me amaba, algo que me dejó un poco desconcertado; por su parte, sus familiares aplaudieron y nos felicitaron repetidamente.

Luego de este corto evento, mis chicas, Leta incluida, y yo, nos reunimos nuevamente en el estudio con el Terrateniente para discutir lo concerniente a nuestro hospedaje, ya que en la Capital Imperial es muy difícil conseguir una casa, mansión o apartamento, agregando que son extremadamente costosos, al fin de cuentas, esta es una de las ciudades más importantes y concurridas del mundo; en consecuencia, acordamos que viviría en esta mansión todo el tiempo que desee, mientras encuentro el lugar indicado, pues Leonora, Camelia, y probablemente, Leta, son esa clase de mujeres que se vuelven irritables cuando viven en sitios económicos y pequeños.

◇◇◇

Mirusmari, Mercurak 29 de Iulius del 1575.

Ya han pasado 10 días desde que me casé con Leta, y vivo en la mansión del Terrateniente. Actualmente, los únicos que la habitamos, somos mis chicas y yo, puesto que el burgués se marchó hace 8 días, junto a todas sus esposas e hijas. Debo admitir que me considero afortunado por quedarme en este lugar tan lujoso, agregando que es completamente gratis. El tiempo que he pasado en este lugar, lo he dedicado a complacer a mis chicas, investigar un poco sobre maldiciones, y practicar la alquimia con la ayuda de Leta, quien no se ha separado de mi ni una sola vez; en tal situación, se decidió que ella se encargaría de prestarme su poder hasta que me recupere por completo.

Al principio, pensé que Leta tendría problemas para relacionarse con las demás, pero estaba muy equivocado, pues ha logrado ganarse el afecto de todas sin muchos problemas. Sylvia, Nona y Filis, se han interesado en conocerla, ya que su apariencia tan humana las impresionó bastante; sumado a que esta es la primera vez que conocen a una Marinus. Es el mismo caso con Petra y Roser, pero su interés radica en que las tres comparten su desagrado por usar mucha ropa. Por otro lado, Leonora y Camelia, la reconocen como la tercera esposa en la Jerarquía, y mantienen un trato similar al de un superior y su subordinado, por lo que solo es cuestión de tiempo para que tomen confianza. Finalmente, se encuentra Aurora; aunque no debería contar, pues considero que mi relación con ella es distante, no puedo simplemente ignorarla, pues esta chica viene a verme cada mañana sin falta, y solo se marcha hasta el anochecer; dicho esto, la vampira no logra llevarse bien con Leta, de hecho, parece que no le agradó desde el primer momento, algo que todavía no termino de entender.

En lo concerniente a mi recuperación, debo decir que va por buen camino. Justo como el Duque Ferrer había prometido, hizo todos los arreglos para que un curandero viniera a revisar mi condición hace unos días, y entregarme las medicinas. Aun cuando no son tan efectivas, con el paso del tiempo, he empezado a sentirme mejor; de hecho, mis heridas están prácticamente curadas, y lo que me parece más sorprendente, es el hecho de que no van a dejar ninguna cicatriz; supongo que, a pesar de todo, las medicinas no fueron tan inútiles. Similarmente, mi brazo también ha sanado casi completamente, sin embargo, el curandero me dijo que todavía tengo que usar la férula, para que sane bien. Estoy seguro de que, en unos pocos días, voy a estar al 100%, y comenzaré con mi entrenamiento para recobrar mi antigua condición física.

Respecto a mi maldición, la investigación no ha dado frutos todavía, pero el curandero me aseguró que él y un grupo de 10 expertos, están esforzándose al máximo para avanzar y encontrar la forma de romper el maleficio. Estar maldito es una de las peores cosas que le puede pasar a una persona en este mundo, sin embargo, gracias al apoyo de mis chicas, he logrado soportarlo, y con cada día que pasa, consigo sobrellevar los ataques de dolor de manera más calmada, pues ya no me retuerzo en agonía, y parece que ya no duele tanto como al principio; supongo que, en mi caso, el adagio popular: "lo que no te mata, te hace más fuerte", se aplica a la perfección. Obviamente, también estoy investigando por mi cuenta, y he desarrollado varias hipótesis sobre como deshacerme de este maleficio, al fin de cuentas, soy un mago de atributo Oscuridad, tengo un talento natural para las maldiciones; sin embargo, tampoco he logrado obtener ningún resultado, pero estoy seguro de que lo voy a conseguir, como lo hice con Petra y Roser en el pasado, solo necesito tiempo.

En este momento, me encuentro paseando por el centro de la ciudad, acompañado por todas mis chicas, e incluso Aurora también ha venido. En un principio, pensé que éramos demasiados para conocer esta enorme metrópoli, no obstante, parece que salir en grandes grupos es la norma, ya que la mayoría lo hace; por supuesto, dichas agrupaciones también están compuestas por un solo hombre y varias mujeres. Al ver eso, me siento un poco aliviado, pues me percato de que no soy el único que pasa por situaciones complicadas con más de media docena de damas; de hecho, algunos de esos hombres me saludan sacudiendo la mano ligeramente; básicamente, me están diciendo: "hola, no estás solo", o al menos, eso es lo que creo.

El centro de Mirusmari es, fácilmente, extraordinario; se pueden observar a cientos de personas caminando, incontables carruajes circulando, autobuses voladores, enormes hologramas, puestos de comidas exóticas, llamativos restaurantes, enormes edificios, entre otras cosas increíbles. Viendo esta escena tan inverosímil, solo puedo sentirme maravillado, olvidando por un momento todos mis problemas; en cierto modo, revive mi amor por este mundo mágico llamado Alfa. En contra posición, Leonora, Aurora, Leta, Petra y Roser, se muestran indiferentes, como si no fuera nada; las únicas que comparten aunque sea un poco mi pasión, son Camelia, Sylvia, Nona y Filis.

- Chicas, ¿en verdad no les parece maravillosa esta ciudad? – les pregunto con tono animado.

- Mi Amor, no sé qué le ves de especial a esta ciudad, así son todas las capitales del mundo, Glacies, Silvanigrum, Daimoniorum, Ortumagna, etcétera, etcétera; tal vez sea un poco más avanzada que el promedio, pero no es para tanto. – Leonora responde con voz casual.

- Querido, admito que es impresionante, pero creo que estás exagerando con tus reacciones. – agrega Camelia con timidez.

- Agis siempre se asombra por cosas muy simples. – interviene Petra – para mí, es solo una ciudad más.

- A mí solo me sorprende la variedad de razas, pero eso es todo. – habla Roser con tono informal.

- Nosotras igual; – habla Filis – nunca antes habíamos visto tantas razas en un solo lugar; por lo demás, es bastante parecida a Ortumagna, la capital de nuestro Reino, ¿verdad? – le pregunta a Nona y Sylvia.

- Si, – responde Sylvia – una vez fui con mi padre a Ortumagna, y es casi lo mismo, pero únicamente está llena de humanos. – lo dice con naturalidad.

- Es como un desfile de muchas razas, por lo demás, me siento como si estuviera en Fingorius. – asevera Nona con voz monótona.

- Tal vez el Señor Agis piense que es maravillosa, pero yo he vivido toda mi infancia en Daimoniorum, por lo que me parece un poco agobiante este tipo de escenario. – Aurora interviene con voz cansada.

- Si te impresionas solo por esto, entonces no imagino como reaccionarías si vieras Marbaseus, la capital de mi país, el Reino Profudum. – Leta lo dice con orgullo.

- Ustedes le quitan todo lo fantástico a las cosas. – me muestro decepcionado.

- Agis, es que parece como si estuvieras presenciando algo de otro mundo, y ese no es el caso. – Leta responde con honestidad.

- ¡Cierto! ¡Es verdad! – las demás hablan al mismo tiempo mientras asienten repetidamente.

- Jajajajaja… – me río con ironía – tal vez tengas razón, pero esta es mi primera vez en la Capital Imperial, no puedo evitarlo.

- Descuida, a mí me gusta esa parte de ti; – la sirena lo dice con una sonrisa cariñosa – y creo que a las demás también, ¿cierto? – le pregunta al resto.

- ¡Sí! – todas responden al unísono.

Aurora, mis chicas y yo, continuamos caminando y observando los alrededores con curiosidad; como es de esperar, aprovechamos la oportunidad para tomarnos fotos conmemorativas, gravar videos, comprar ropa y otros artículos, entre muchas cosas. En medio de nuestras compras, un delicioso aroma impregna mi nariz, como es lógico, busco su origen en las inmediaciones; segundos después, veo que proviene de un puesto de comida callejera, el cual es atendido por un hombre de la raza bestial con las típicas orejas y cola de animal. Observando con detenimiento, vende algún tipo de carne asada en brochetas; obviamente, no puede ser pollo, res o cerdo, pues dichos animales no existen en este mundo, debe ser de alguna bestia desconocida para mí, me pregunto a qué sabe, aunque, solo por su olor, debe ser muy sabrosa.

- Chicas, ¿no quieren comer algo de ese puesto? – señalo al vendedor de brochetas.

- Claro que no, – Leonora responde rápidamente – odio la comida chatarra; además, si me alimentara con eso, perdería todo mi esfuerzo en mantener mi figura. – lo dice con tono enojado.

- Agis, ese tipo de comida te hace engordar muy rápido; – interviene Sylvia – me costó mucho perder esos kilos demás, me arrepiento muchísimo de comer ese tipo de cosas, no gracias. – me rechaza rotundamente.

- Lo siento Agis, pero madre me dijo que tuviera cuidado con la comida callejera, no quiero engordar y que después ya no quieras estar conmigo. – Leta se muestra apenada.

- Querido, si quieres comer algo delicioso, puedes hacerlo cuando lleguemos a casa; ese tipo de alimentos podrían hacerte daño. – Camelia intenta persuadirme.

Literalmente, todas se negaron a mi propuesta; parece que su exuberante físico no solo proviene de sus genes mágicos de otro mundo, también se esfuerzan por mantener una buena dieta, y probablemente, se ejercitan frecuentemente sin que lo note. Es una pena que sean tan cerradas en ese aspecto, es decir, no van a engordar al instante solo por comer una brocheta; en fin, sin importar en donde te encuentres, las mujeres no van a cambiar su manera de pensar respecto a la comida rápida.

- Bueno, ustedes se lo pierden, tendré que ir solo a comprar una. – lo digo intentando provocarlas.

- Tus simples artimañas no me harán romper mi dieta. – Leonora se mantiene firme – Leta, acompáñalo, tal vez necesite usar Unidades Mágicas.

- Sí. – responde con prontitud – vamos Agis. – me toma del brazo.

- De acuerdo… – me dejo llevar sin resistencia.

Mientras me disponía a comprar mi brocheta, puedo notar a un apuesto hombre de piel blanca, ojos verdes y cabello corto de color azul, que camina hacia el puesto con la misma intención; ¡es Bel Soler! Mi amigo de la escuela básica. Sin pensarlo dos veces, me acerco para hablarle con sentimientos de nostalgia.

- ¿Bel? ¿Bel Soler? – lo tomo del hombro y le pregunto para estar completamente seguro.

- ¿Sí? – me mira con rostro de desconcierto – ¿nos conocemos?

- Soy yo, Agis, Agis Jardiel. – le respondo con voz animada.

- ¿Agis? – me observa con detenimiento – no, te pareces a él, pero no lo eres.

- Soy yo, – sonrío con gracia – Leta, ayúdame, ¿quieres?

- Está bien… [Desactivar] – disipa un hechizo para que Bel pueda reconocerme.

Sorprendentemente, Leta es una Ilusionista, por lo que es mucho más hábil con hechizos ilusorios que Camelia, en consecuencia, es ella quien se encarga de modificar las facciones de mi rostro, así como "eliminar" las líneas negras en todo mi cuerpo; por supuesto, también hace lo mismo con Leonora, pues varios días atrás, la Princesa Gelum le reveló su verdadera identidad.

- ¡Agis! – me abraza amistosamente con alegría, obviamente, correspondo su abrazo – cuanto tiempo sin vernos, no esperaba verte en la Capital, creía que estabas en Leocadio, o en otra ciudad. – lo dice con rostro lleno de sorpresa y emoción.

- Vine aquí para resolver ciertos asuntos personales. – le respondo con voz casual.

- Vaya… – me mira con asombro – no esperaba que nos volviéramos a ver, ni mucho menos que te acordaras de mí.

- Como no iba a reconocer a mi amigo de la infancia, ¿he? – golpeo su hombro en señal de camaradería.

- Esto debe ser obra de los 6 Dioses. – sonríe con júbilo – y, ¿Quién es la hermosa doncella que te acompaña? – me pregunta mientras pica el ojo.

- Por supuesto que es mi esposa, ella es Leta Jardiel, y aunque no te lo creas, es una sirena, ¿Qué te parece? – señalo a mi chica con orgullo.

- Es un gusto conocerlo, Señor Soler, como lo acaba de mencionar mi esposo, soy Leta Jardiel, de raza Marinus, soy la tercera esposa de Agis. – se presenta con educación.

- Es un placer conocerte. – Bel responde con cortesía – ¡Jum! No perdiste el tiempo, ¿verdad? Así que es tu tercera esposa. – me habla con tono de broma.

- Jejejejeje – río con gracia – sí, podría decirse que soy un hombre afortunado.

- Y que lo digas, ya me has superado, yo solo tengo 2 esposas. – lo dice en tono casual.

- ¿En verdad? – me muestro impresionado – quisiera conocerlas; estoy seguro de que también deben ser muy hermosas.

- Jajajajajaja – se ríe sarcásticamente – aunque me duela decirlo, no están al nivel de la señorita Leta, pero puedo presentártelas en mi casa, vivo muy cerca de aquí, acabo de salir del trabajo, deben estar esperándome.

- Pero por supuesto, – asiento – además, quiero hablar más con mi amigo Bel, y este no es un buen lugar. – lo digo con voz animada.

- Agis, no podemos abandonar a las demás. – interviene Leta con voz vacilante.

- No te preocupes, dile a todas que vengan. – le respondo con tranquilidad.

- Está bien, voy a ir a decirle a Leonora. – Leta se retira.

- ¿Trajiste a más chicas? Solo te gusta presumir, ¿no? – nuevamente me habla en tono bromista.

- No… – respondo con modestia – Es que estábamos paseando por la ciudad.

- Ya veo, pero… – pone una expresión de estupefacción – no me digas que es ese grupo de allí. – señala a mis chicas.

- Mi Amor, Leta me dijo que iremos a la casa de un amigo tuyo. – Leonora interviene, y luego observa a Bel con ojos curiosos – Así que usted es el Señor Bel Soler; mucho gusto, soy Cara Leonora Hellax, pero me gusta que me llamen Leonora. – se presenta rápidamente.

- Igualmente, soy Bel Soler, Señorita Leonora. – responde cortésmente.

De esta forma, cada una de mis chicas se presentó ante Bel; obviamente, el hombre respondió con amabilidad y educación, sin embargo, en su rostro se podía notar un profundo asombro, parece que la cantidad y la belleza de mis mujeres, lo dejaron pasmado. Mientras nos dirigíamos a su hogar, Bel me dijo que trabaja como asistente en la clase de Alquimia en la prestigiosa Universidad Fusumtun, una de las mejores del mundo. Al llegar a su casa que, justo como pensaba, se trata de un apartamento situado en un conjunto de edificios; una chica de aspecto promedio, para los estándares de Alfa, de piel blanca, ojos negros, y cabello largo de color azul, nos abre la puerta. Como es normal, la mujer se sorprende al ver que su esposo llega acompañado por tantas personas; aun así, entramos y nos sentamos en los muebles de la sala.

- Bueno, bienvenido a mi humilde hogar… – habla con sencillez – ella es Charo, mi primera esposa. – señala a la mujer que nos abrió la puerta.

- Mi nombre es Agis Jardiel, mucho gusto. – me presento amablemente.

Naturalmente, mis chicas también saludaron, lo que dio lugar a otra tanda de presentaciones. Luego de esto, la segunda esposa de Bel salió de un cuarto a saludar; describiéndola con rapidez, se llama Agnes, y como Charo, es una humana bastante bella de piel blanca, cabello corto de color rojo y ojos negros. Posteriormente, Charo nos ofrece un poco de café y bocadillos, a lo que la mayoría de mis mujeres se negaron, mientras que yo acepté gustosamente. De esta forma, Bel y yo retomamos nuestra conversación.

- ¿Hace cuánto tiempo vives en Mirusmari? – pregunto con curiosidad.

- Llevo poco más de un año. – responde casualmente.

- Aunque me fui de Villa Limes hace años, todavía hablo con mis padres; una vez, les pregunté por ti, y me dijeron que te habías marchado hace mucho tiempo; fue una lástima que perdiéramos contacto. – lo digo con voz nostálgica.

- Si… – asiente – pero sucedió que justo después de que te fuiste, me ofrecieron un buen trabajo en el Pueblo Velcus, y estuve hay durante dos años, donde también conocí a Charo e ingresé a la escuela intermedia. Después, estuve de un lugar a otro durante varios meses, hasta que por fin conseguí mi empleo actual, y al poco tiempo, me casé con Agnes. – me explica su historia brevemente.

- Ya veo… – sonrío – me alegro que las cosas marcharan bien para ti.

Bel y yo continuamos hablando poniéndonos al día sobre el estado de nuestras familias, las aventuras y desdichas que hemos experimentado, lo ocurrido con Leila, las razones por las que vine a Mirusmari, la promesa que le hice a Katherine, mi situación actual, mi maldición, la relación de Bel con sus mujeres, como es la vida en la capital, que fue de nuestros compañeros de la escuela básica, entre muchas cosas más; en verdad, fue una charla muy agradable, y se podría decir que recuperamos nuestra antigua amistad. Por su parte, mis chicas no hablaron en ningún momento, y las esposas de Bel tampoco; parece que no tienen nada que decir, y también quieren darnos espacio. Luego de haber agotado casi todos los temas de conversación, solo tengo un asunto más que preguntarle.

- Bel, ya que llevas viviendo tanto tiempo en esta ciudad, seguro que has hablado con Katherine, ¿verdad? – pregunto inquisitivamente.

- ¡Jum! ¿me creerías si te dijera que no? – responde con ironía.

- No puede ser, – niego con la cabeza – aunque sea la Santa de la Curación, en algún momento debieron encontrarse y cruzar al menos un saludo. – expreso mis pensamientos.

- Pues no, eso no ha ocurrido ni una sola vez. – lo dice con total confianza – Claro, de vez en cuando la veo en algunas ceremonias de la Iglesia, pero a esa clase de eventos asisten muchas personas, por lo que no hay forma en la que me reconozca entre tanta gente. Además, cuando llegué a esta ciudad, lo primero que hice, fue intentar hablar con Katherine, pero es prácticamente imposible; hay una lista casi infinita de personas que desean reunirse con la Santa, desde burgueses hasta nobles, incluso nobles de otros países. – se muestra negativo.

- ¿Lo has intentado varias veces? – pregunto nuevamente.

- Por supuesto, los primeros meses fui a la Catedral muchas veces; incluso les dije a las monjas que yo la conozco desde niños, pero ellas no me creyeron y me respondieron que de ser así, ya me habría reunido con la Santa, porque me aseguraron que Katherine revisa la lista frecuentemente… – hace una pausa – Agis, ella se olvidó de nosotros, no vale la pena intentarlo, es una pérdida de tiempo. – lo dice con desilusión.

- Entiendo; pero, aun así, ¿no intentaste conseguirlo por otros medios? No sé, como por ejemplo, ¿hablar con sus padres? – propongo una alternativa.

- Ya lo hice, de hecho, de vez en cuando los visito, pero la Señorita Rosalis y el Señor Sérvio, me dicen que Katherine nunca habla con ellos y rara vez los visita; parece que no se llevan bien, y cuando les pregunto por eso, no me dicen nada. – habla con resignación.

- Ya veo… – me muestro pensativo.

- Agis, sé que quieres cumplir esa promesa que le hiciste, pero piénsalo, si aún se acuerda de nosotros, nos habría buscado, en especial a ti, que has aparecido en los periódicos, y eres reconocido como un gran aventurero. – habla con pesimismo.

- Aun así, voy a intentarlo, al menos, de esa forma tendría la conciencia tranquila y puedo cerrar el círculo. – lo digo con honestidad.

- Adelante; aunque, siendo tú, es probable que lo consigas, después de todo, eres muy famoso. Pero te aseguro que Katherine ya nos ha olvidado, es muy probable que te trate como un desconocido; también, creo que ella cambió mucho en estos años, la fama se le subió a la cabeza, espero que eso no te ocurra a ti. – Bel lo dice con franqueza.

- Claro que no, seguiré siendo el mismo de siempre; de hecho, vendré a visitarte de ahora en adelante, no debemos perder el contacto. – me muestro optimista – Leta, ¿podrías darle un Comunicador? – le hablo a la sirena.

- Si… – asiente – [Almacenamiento] – saca un Artefacto de Comunicación Portátil y se lo entrega a Bel.

- Agis, esto es muy costoso… – se muestra apenado.

- Está bien, no importa, úsalo como gustes, pero no lo pierdas, ¿de acuerdo? – lo digo con humildad.

- Gracias amigo… – lo dice con una sonrisa.

- No es nada… – también sonrío.

Después de pedirle la dirección de los padres de Katherine, nos despedimos de Bel y acordamos reunirnos nuevamente para ir a un bar, o realizar alguna salida en compañía de nuestras mujeres. Debo decir que es muy agradable reencontrarme con un viejo amigo; aunque no nos vemos desde hace 4 años, para mí se siente como si fueran muchos años más, y por encima de todo, me alegra ver que tiene una vida tranquila, cómoda y sencilla; francamente, lo envidio en ese sentido. De todos modos, estoy feliz de saber que ahora tengo a alguien con quien puedo hablar sobre cualquier tema sin escrúpulos; en verdad, desde hace un tiempo que estaba deseando poder desahogarme con alguien que no fuera una de mis chicas, esto sin contar que hay cosas que solo se pueden discutir entre hombres.

Al salir del apartamento de Bel, decidí ir a la Catedral Episcopal de la Diosa Fenicia que, por cierto, es un edificio magnífico, para solicitar una reunión con Katherine; desafortunadamente, las monjas solo me inscribieron en esa famosa lista, y me informaron que la Santa se encontraba en el Imperio Ageum realizando una importante labor, por lo que pasará un buen tiempo hasta que regrese a Caelum. Seguidamente, me dispuse a visitar a Rosalis y Sérvio, únicamente para ver cómo se encontraban y hablar un poco; por fortuna, ambos gozan de buena salud, y Rosalis no ha perdido su belleza a pesar de tantos años, en verdad, las mujeres de este mundo se conservan muy bien.

Como pasé tanto tiempo hablando con Bel, y después hice otras cosas, la tarde se acabó en un parpadeo, por lo que mis chicas se mostraron un poco decepcionadas, ya que esta fue la primera vez en mucho tiempo que teníamos lo más parecido a una cita; como resultado, no tuve más remedio que esforzarme al máximo para satisfacerlas en la cama, porque si, ahora puedo tener relaciones sexuales con mis mujeres sin problemas. De esta forma, mis chicas y yo tuvimos una noche turbulenta y llena de erotismo; naturalmente, quedé completamente agotado, al fin de cuentas, estar con 8 mujeres a la vez no es nada fácil.