Nacida de Muggles |Tom Riddle| [HP] ✔︎ {1}

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| CAPÍTULO UNO. |

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Era una fresca mañana de otoño, sentada frente a la ventana se encontraba una pequeña niña de largo cabello negro. Miraba atentamente la ventana observando como las hojas de los árboles comenzaban a secarse y caerse.

La puerta se abrió de golpe dejando ver a su madre quien se dirigía a toda prisa a su armario y comenzaba a sacar ropa. En su cara, había una sonrisa de emoción.

—¿Que sucede madre?— le pregunto confusa la niña

—Hija fuiste elegida para estudiar en un colegio— sonrió confundido aún más a la pequeña

¿Un colegio? ¿Qué tiene eso de especial? Ya estaba en uno de los mejores colegios de Inglaterra.

—Pero madre, ya estoy en un colegio— le dijo la pelinegra mirándola

Su confusión crecía cada vez más al igual que su curiosidad.

—¿Qué tenía ese colegio de especial?— se preguntaba.

—Mi pequeña Ailén, es un colegio de magia— le respondió con una sonrisa mientras cerraba su maleta

—¿Magia?— preguntó incrédula —Eso no existe madre— río levemente ante las locuras que decía la mujer frente a ella

Muchas veces creía que ella no podría ser hija de dos personas tan... ¿Como decirlo sin ofender? Ignorantes

Antes de que pudiera decir algo más, fue tomada del brazo y arrastrada hasta la sala donde un hombre barbudo se encontraba hablando con su padre.

Estos le sonrieron levemente al verla bajar a lado de su madre.

—Hija, el es Albus Dumbledore. Subdirector de Hogwarts; la escuela a la que asistirás— presentó su padre Marcus

—Un gusto Ailén— le sonrió el hombre de larga barba

Esta simplemente sonrió, un tanto forzada. Algo en ella le gritaba a todo pulmón que no confiara en él.

—Un gusto señor... Dumbledore— habló con un semblante serio —¿Es verdad lo que mi madre dijo?— preguntó conteniendo la risa, se sentía estúpida por lo que iba a preguntar —¿Su escuela se especializa en la... magia?— volvió a preguntar

Sí, se sentía estúpida.

Era claro que la magia no existía, solo existía la ciencia.

—Así es señorita Rodríguez— le respondió con una sonrisa de orgullo

La niña lo miró incrédula.

—Pruébelo— agregó con seriedad, retando le con la mirada

El hombre la miró, una diminuta mueca se formó en sus labios. Mientras sacaba su varita y comenzaba a hacer que todo a su alrededor levitara.

—Acepta— susurró una voz femenina cerca de su oído

La chica suspiró. Aquella voz siempre la guiaba y ahora tendría que ir a aquella escuela. ¿Por qué la voz deseaba ir?

—¿Y bien?— Dumbledore le miró esperando una respuesta de la pelinegra

—Acepto ir a su Colegio de magia— respondió odiándose a si misma

—La magia no existe, solo existe la ciencia—. Se repetía mentalmente tratando de aceptar que estaba en lo correcto. Pero al parecer no; la magia existía y ahora ella iría a una escuela para aprenderla. ¡Que fantástico! ¿No?

—¿Cuándo empiezo?— le preguntó sintiendo algo de curiosidad

—¿Te parece bien si nos vamos ya?— le miró con una sonrisa amable —Hay alguien más al que debo visitar— agregó tratando de convencer a la chica

Sin más remedio Ailén tomó su maleta y se despidió de sus padres.

—No confíes en él— volvió a hablar la voz susurrándole al oído

La chica confundida tomó la mano del hombre, en un abrir y cerrar de ojos se encontraban frente a un terrorífico orfanato. La pelinegra sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

Ambos entraron al orfanato siendo atendidos por lo que aprecia era la encargada del lugar.

Esta los guió hasta la habitación de un niño, dándole advertencias a Dumbledore. Pero este no hacia caso, parecía como si ya las había escuchado antes.

Se detuvieron frente a una puerta de roble obscuro, la mujer tocó dos veces la puerta.

—Tom tienes visitas— anunció con una voz alta y firme —No creo que sea adecuado llevarlo— miró a Dumbledore —Es un fenómeno— agregó con indiferencia

La mujer se fue, y Dumbledore abrió la puerta encontrándose con un pelinegro niño sentado en la cama.

—Hola Tom— le sonrió Albus con amabilidad

Pero este no recibió más que una mirada seria del niño. Su paciencia se acababa con estos dos.

¿Cómo es que todos a su alrededor se creían el cuento del amable anciano y aquellos dos mocosos no?

La mirada de Tom pasó del anciano a la niña de su misma edad. Le causó curiosidad verla con un semblante neutro y los brazos cruzados.

—¿Quién es ella?— miró a Dumbledore

—Soy Ailén Rodríguez e iré a Hogwarts— se presentó no tan orgullosa de decir aquellas palabras -Como tú- terminó mirándolo

Su expresión se había suavizado un poco, pero aún permanecía seria.

—¿Ella irá a Hogwarts?— Preguntó Tom mirando incrédulo al anciano

—Si Tom— respondió el hombre barbudo —Ella posee magia, es una nacidos de Muggles— explicó —¿Ya estás listo?— le preguntó tratando de olvidar el tema

Después de que el pelinegro mirará a la pequeña Ailén con disgusto tomó sus cosas y ambos siguieron a Dumbledore.

Al salir del orfanato aparecieron en un lugar rodeado de gente extraña.

Los tres comenzaron a caminar por el lugar siguiendo a Dumbledore a todos lados, pasaron por un par de tiendas donde el hombre les compró sus útiles, los que necesitarían para comenzar las clases en Hogwarts. Mientras caminaban Dumbledore les explicaba las reglas de la escuela y que materias habían.

Al llegar a un bar/hotel Dumbledore les explicó que se quedarían ahí, pues al día siguiente vendría por ellos para llevarlos a la estación King Cross. Los dos pelinegros asintieron, tomaron sus maletas y subieron a la habitación que Dumbledore les había pagado.

Al llegar ambos se miraron a los ojos.

—¿Tú confías en Dumbledore?— preguntaron al mismo tiempo, sorprendiéndose

—No, no confío en el viejo— respondió Tom dirigiéndose a la cama para acostarse

—Yo tampoco confío en él— agregó Ailén con una mueca

Ambos se quedaron en silencio, la chica comenzó a sacar algunas de sus cosas para irse a bañar.

—Así que eres Muggle— le miró sonriente el pelinegro que se encontraba acostado en su cama

—Dumbledore dijo que soy una nacida de Muggles— le dice algo molesta mientras le miraba

—Ya, no te lo tomes muy enserió— río levemente

Se sentía extraño, jamás había sonreído o reído enfrente de alguien. Y ahora estaba haciéndolo frente a una chica a la cual apenas conocía.

Ailén sonrió mirándolo, tomó su ropa y se metió al baño de la habitación dejando al pelinegro confundido.

Miró al techo por unos segundos y luego se decidió por leer uno de los libros que Dumbledore les había comprado. Tomó el de la materia de pociones deleitándose con su contenido.

A los pocos minutos salió Ailén vestida con su pijama y su largo cabello suelto y húmedo. Enseguida él se metió al baño para bañarse y cambiarse.

Al salir se encontró con la chica que sostenía un cuaderno y un lápiz concentrada en lo que estaba escribiendo. O dibujando.

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Al día siguiente ambos pelinegros ya se encontraban en la estación King Cross, con sus boletos en mano. Dumbledore los había dejado ahí a su suerte, simplemente les dio la orden de encontrar la plataforma 9¾ y que llegarán a esta antes de las 11 pues el tren partía a esa hora.

—¿Como vamos a encontrar la plataforma?— le preguntó el pelinegro algo irritado

—Conociendo a los magos debe de haber un truco— agregó esta observando el boleto

—La plataforma 9. Muro 3— le susurró la voz de la mujer al oído

Supuso que aquella voz tenía razón. Aunque le resultó confuso su acertijo; por así decirlo.

—Deberíamos buscar por los muro, quizá los magos tengan algo para ocultarlo— sugirió la pelinegra

Tom asintió siguiendo a la chica. Ya en el muro 9, ambos lograron ver a unas cuantas familias que atravesaban el muro con prisa.

—Bueno problema resuelto, ahí que apresurarnos antes de que el tiempo se acabé— le dice Ailén con una sonrisa

Ambos se acercaron al muro observándolo como la cosa más interesante del mundo

—Tu vas primero— le dice Tom mirándola

—Que caballeroso— comenta sarcástica la pelinegra

Apretó el volante de su carrito y comenzó a correr hacia el muro, atravesándolo. Abrió los ojos al no sentir el impacto sorprendiéndose de la estación llena de familias que se despedían de sus hijos, y un gran tren rojo con una placa que decía Hogwarts Express.

Enseguida llegó Tom quien comenzó a caminar hasta el tren, sin importarle que la pelinegra se quedará atrás. La chica reaccionó y comenzó a seguir al pelinegro, ambos entregaron sus maletas a los encargados y subieron al tren.

Al estar abordó, se separaron.

Por los pasillos caminaba Ailén quien miraba el tren con emoción y asombró.

—Hola— sonrió un chico frente a ella —¿Cómo te llamas preciosa?

—No confíes en él— la voz femenina volvió a hacerse presente

—No es de tu incumbencia— le respondió Ailén indiferente

El grupo de chicos río ante lo que dijo, acercándose peligrosamente a la pelinegra, esta retrocedió y comenzó a correr siendo seguida por los chicos.

Entró al primer compartimento que vio abierto, encontrándose a un grupo de chicos que detuvieron su platica, mirándola confundidos.

Alguien abrió la puerta asustando a la pelinegra, pero se trataba de un chico pelinegro quien le miraba con una leve sonrisa.

—Puedes quedarte aquí, sabemos que esos chicos te estaban siguiendo— le dijo el chico cerrando la puerta —Ellos ya se fueron, estarás bien aquí.

—Gracias— sonrió la pelinegra —Por cierto, me llamo Ailén Rodríguez— se presentó mirando al grupo de chicos

—Soy Orión Black— se presentó el pelinegro tomando asiento a lado de su rubio amigo —Ellos son Abraxas Malfoy— apuntó al rubio a su lado —Y Rodolphus Lastrange— presentó a sus amigos los cuales le sonrieron

—Un gusto— sonrió Ailén sentándose a lado del castaño Lastrange

—¿Nacida de Muggles?— le preguntó Malfoy con curiosidad en su miraba

—¿Disculpa?— le miró incrédula la pelinegra

—Que si eres nacida de Muggles— repitió el rubio con una leve risa burlona

—Si— respondió apenada

—Era de esperarse— río Orión —Ahora entiendo porque no los hechizaste.

—¿Tengo permitido hacer eso?— preguntó sorprendida Ailén

—Solo en defensa propia— respondió Abraxas

—¿Slytherin, Ravenclaw, Hufflepuff o Gryffindor?— preguntó con curiosidad —Son las casas de Hogwarts, ¿en cuál crees que vayas a quedar?— aclaró el Lastrange al ver la cara de confusión de la pelinegra

—¿Cuáles son las características de cada una?— preguntó curiosa

—En Slytherin habitan los ambiciosos, astutos e inteligentes. Que tienden a ser líderes— respondió Orión mirándola con una leve sonrisa amigable

—En Ravenclaw habitan los ingeniosos, inteligentes y sabios— agregó Malfoy

—En Hufflepuff habitan los leales, justos y trabajadores— responde el Lastrange

La puerta del compartimento fue abierta dejando ver a un castaño chico de ojos avellana

—Y en Gryffindor habitan los valientes y caballerosos— respondió este con una sonrisa de orgullo

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