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| CAPÍTULO VEINTISIETE. |
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Las semanas pasaban cada vez más rápido, James Potter empeoraba con cada hora que pasaba mientras Lily mejoraba. El pequeño Harry se encontraba al cuidado de los Malfoy, sabía que Narcissa cuidaría de él muy bien.
-Mi señora, ¿se encuentra bien?- preguntó preocupada Narcissa
Hace algunos días la pelinegra se encontraba mal, tenía náuseas y mareos. Eso preocupaba a las hermanas Black.
-Si- respondió la débil voz de la pelinegra -Solo son náuseas, debe ser por algo que comí- agregó insegura
-¿Esta segura mi señora?- preguntó Bellatrix no tan convencida
-Si- volvió a responder -Estoy bien- aseguró con una sonrisa -¿Dónde esta el pequeño Harry?-
-Él esta jugando con Draco- respondió la rubia con una sonrisa -Se llevan muy bien-
La pelinegra sonrió mientras caminaba hacia las escaleras con las hermanas Black atrás de ella.
-Iré a checar a Lily y James- informó Ailén al terminar de subir los escalones
Una idea atravesó su mente. ¿Podría ella estar embarazada?
Negó con la cabeza alejándo ese pensamiento de su mente. Por más que quisiera sabía que sería muy riesgoso traer a un bebé a un mundo llenó de guerra y pelinegro.
Al llegar a la habitación de los Potter se encontró a su sobrino el cual revisaba el estado de la pareja.
-Rodolphus, ¿cómo se encuentran?- preguntó la pelinegra con algo de esperanza en saber que ambos se salvarían
-Lily, podría despertar en cualquier momento- miró a su tía -Y James... Temo decir que esta apunto de morir- agregó con seriedad
Los días pasaron y el cuarto mes del año llegó más rápido de lo que se creía. Lamentablemente para los Mortifagos fue un mal inicio del mes, pues la muerte del patriarca Potter fue una sorpresa para todos.
James Potter había muerto el 2 de abril de 1981, los amigos más cercanos del Potter no podían dejar de llorar pues había perdido a un gran amigo por culpa de Albus Dumbledore.
Aunque no todo fue oscuridad, pues todos los Mortifagos se sentían tan felices por la noticia del embarazo de su señora.
Solo faltaba decirle a la persona más importante...
-¿Le dirá, mi señora?- preguntó Bellatrix con sorpresa
Recién acababa de escuchar la noticia, y se encontraba tan feliz y sorprendida.
-Así es- respondió Ailén -Él debe saberlo- agregó con una sonrisa
Cuando Tom recibió la noticia, se sintió tan feliz y preocupado al mismo tiempo. Tenía miedo de que Dumbledore se enterará y volviera a quitarle a su esposa y futuro hijo o hija.
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Ailén tenía alrededor de cuatro meses, su vientre ya era algo notorio, aún así no dejaba de hacer sus actividades como Mortifaga. Aunque su esposo y seguidores se lo habían pedido.
Ahora la pelinegra caminaba hacia la habitación donde la pelirroja, Lily Potter se encontraba aún en coma. Traía al pequeño Harry en brazos, al entrar se sentó en los pies de la cama dejando al castaño bebé en sus piernas.
-Lily, ¿cuándo despertarás?- preguntó sintiendo sus lágrimas salir de sus ojos -Harry te necesita...- abrazó al pequeño niño que jugaba en sus piernas -Perdóname también por no poder salvar a James... Yo...- sollozo -Te había prometido protección para ti y tu familia, y no lo pude cumplir-
Los sollozos de la pelinegra y el ruido de la máquina de oxígeno, era todo lo que se escuchaba en la habitación...
-No te culpes...- la débil voz de la pelirroja llamó la atención de Ailén
Esta volteó con sorpresa y miró a Lily la cual sonreía débilmente.
-¿Lily?- la miró con sorpresa -¡Lily!- exclamó con una sonrisa mientras secaba sus lágrimas -Estas despierta- agregó -Espera aquí, iré por Rodolphus-
Se levantó de la cama cargando al pequeño Harry, y acto seguido salió de la habitación en busca de su sobrino, Rodolphus Lastrange.
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En la habitación se encontraba la pelinegra, quien cargaba al pequeño Harry. Observaba con una sonrisa a la pelirroja Lily, la cual acababa de despertar de su coma; ella les explicó a Ailén y Rodolphus, lo que había pasado pasado con James y ella. Como un hombre les había ofrecido con trato donde uno entregaba su vida y magia al otro.
-James se sacrificó por mi- sonrió con tristeza Lily -¿Podría cargar a mi bebé?- miró a Ailén con una sonrisa
La pelinegra asintió mientras le entregaba al pequeño Harry.
-Lo hizo por amor- dijo Ailén mientras se hacia para atrás unos pasos -Es bueno, así Harry no crecerá solo-
La pelirroja sonrió mientras asentía. Ahora se sentía mucho más feliz al tener a su hijo en sus brazos. Sabiendo que no le pasaría nada.
Para todos fue una alegría que Lily Potter despertará de su coma. Por el momento las cosas iban bien, no se sabía mucho de Dumbledore o de sus seguidores.
El embarazo de Ailén era un secreto que solamente Mortifagos de confianza sabían. Y por ello se ocultó los cinco meses restantes para que nadie se enterará.
El día 17 de enero de 1982, nació una bella niña de cabellos negros y tez pálida. Parecía una pequeña muñeca de porcelana.
Los Mortifagos celebraban felices por el nacimiento de la primera hija de su Lord. Tom cargaba a su pequeña hija recién nacida con mucha felicidad, mientras su esposa se encontraba en la cama descansando después del parto.
-Oh mi pequeña Leta, serás la más astuta Slytherin que cualquiera pueda ver en el mundo mágico- sonrió el pelinegro mientras miraba a la criatura que dormía en sus brazos
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Leta Elizabeth Riddle Lastrange, la hija del señor Tenebroso. Pronto todos los Mortifagos la conocieron a su corta edad de tres años.
Cuando la pequeña niña pelinegra se escabullo de su niñera, Bellatrix. Para entrar a la reunión de su padre, ahí todos los Mortifagos que asistieron conocieron a tan encantadora niña.
Hermosa e inteligente. Leta Riddle, era una copia de su abuela.
-¡Mami!- exclamó corriendo a los brazos de su madre la cual apenas llegaba de su misión -¿Cómo fue la abuela Leta?- preguntó sorprendiendo a la pelinegra
-¿Cómo era tu abuela?- repitió la pelinegra -Bueno ella era linda, amable, inteligente, ambiciosa. Ella era una Slytherin, seguro la mejor que tuvo aquella casa de serpientes- respondió mientras cargando a su hija con una sonrisa
-¿Crees que cuando entre a Hogwarts quede en Slytherin?- preguntó con una mirada brillante
-Estoy segura de que si- respondió entrando a la oficina de Tom -Pero escúchame bien Leta- la niña le miró -No importa en que casa quedes, tu padre y yo te querremos siempre. Al igual que tus tíos- sonrió mirando a su esposo -¿Verdad amor?-
-Así es- se levantó de su escritorio para acercarse a su esposa e hija
Tomó a la pequeña Leta entre sus brazos y la elevó un momento, para después abrazarla. Sonriendo, al fin era feliz a lado de su familia.
Todo era simplemente precioso, tenía una esposa a la cual amaba mucho. Y una hija que deseaba proteger con su vida.
No quería que eso terminará, no quería que Dumbledore volviera a arrebatarle su felicidad. No otra vez.
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