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Orario ha perdido a sus campeones 2.229

—Vamos, camina— dijo Viggo, colocando su mano en la espalda de Alfia y empujándola para que caminara hasta la casa de Bishamon.

Alfia continuaba vistiendo su túnica y capucha negra. Ella sintió el empujón de Viggo, dio dos pasos hacia adelante casi perdiendo el equilibrio, pero lo recupero, continúo caminando y miró de soslayo a Viggo. Sus ojos de diferentes colores lo miraban con si viera a un monstruo. Hace solo unas horas ella estaba conversando con el dios Erebus y Zald, pero ahora ambos estaban muertos. Viggo entro a la iglesia y los mato en un solo movimiento. El dios genero un gran escándalo porque formo un pilar de luz que llevo su alma al cielo, pero Zald murió sin más, decapitado. Solo quedaba ella, quien, con miedo en su corazón al enfrentarse a un asesino tan terrible, tuvo que elegir entre servir a Viggo o morir en ese mismo instante.

En estos momentos eran las doce de la noche, los aventureros se acercaban a la región de Dedalus para ayudar a apagar el fuego que se había extendido porque alguien había incendiado un edificio abandonado.

—Vamos— dijo Viggo con voz gruesa y firme —muévete—

—Sí, sí, ya me muevo— dijo Alfia muerta de miedo, llamo la atención de algunos aventureros que pasaban cerca, pero Viggo les dio una sola mirada y ellos miraron hacia otro lado.

Viggo continúo dirigiendo a Alfia a la casa de Bishamon. Por fuera se veía serio e inamovible, pero por dentro estaba nervioso, sin saber si lo que había hecho era lo correcto. Kiara le había advertido que no abusara del poder de ver en el futuro, eso lo llenaba de estrés y de la pregunta si estaba haciendo lo correcto ¿Está haciendo lo correcto?

Viggo vio a Alfia en su túnica negra avanzando por las calles mientras se decía que estaba haciendo lo correcto. Ella iba a morir solo para que unos pocos aventureros fueran catalogados como héroes y después murieran miserablemente. Si la vida de Alfia iba a terminar de forma tan lamentable y sin sentido, lo mejor que podía hacer era vivir por Bell.

Una vez que Viggo llego a la casa de Bishamon, llamo varias veces y cuando la diosa abrió la puerta, se mostró llevando una bata purpura.

—Viggo, creo que es un poco tarde— dijo la diosa con voz sensual

Viggo sonrió, tomo a Alfia del brazo y la acerco —traje a tu aventurera— dijo

—Eso…—dijo Bishamon quedando congelada por un momento y miró a la mujer con la capucha. Hermoso rostro, ojos de diferentes colores y mirada llena de susto —que conveniente que sea una mujer hermosa—

—Nunca tan hermosa como tú— respondió Viggo con una sonrisa seductora. Bishamon se ruborizo y después frunció el ceño, segura que solo lo decía por decir. Ella camino enojada hasta la puerta y la abrió.

Viggo condujo a Alfia y le dijo —vamos, adelante, este será tu nuevo hogar—

Alfia miró a Viggo y después miró a la diosa, ninguno parecía preocupado por ella o la situación en la que se encontraba. Ella camino por delante mientras Bishamon cerraba la puerta y Viggo la seguía a unos metros de distancia.

Una vez dentro de la casa, fueron a la biblioteca y se sentaron en los sillones. Viggo soltó un suspiro, apoyo su espalda en el respaldo y miró al techo. Alfia se sentó con las rodillas juntas y las manos entrelazadas sobre su regazo mientras mantenía la cabeza gacha. Bishamon los miró a ambos, notando que Viggo tenía algunas manchas de sangre.

—Viggo ¿Te heriste en algún lado?— preguntó Bishamon

Viggo agacho la mirada, vio que tenía algunas salpicaduras por su cuerpo, miró a Bishamon con una sonrisa y negó con la cabeza —no, no es mi sangre, no tienes de que preocuparte. Más importante aún, aquí tienes a tu maga, será una interesante adición para la familia—

—Nadie dijo que yo iba a ser una aventurera, no para que los sucios dioses sigan jugando con nuestras vidas y perjudicando a la humanidad— dijo Alfia en un tono de voz duro, ya más recuperada y en control. Viggo y la masacre de Zald y el dios Erebus la habían encontrado desprevenida, pero ahora podía reaccionar.

—¿Y morir por una causa mayor?— preguntó Viggo en un tono despectivo, soltó un suspiro y le dijo —tú plan iba a fallar, ibas a morir y los aventureros que iban a ser héroes también. No nacerían más héroes para la humanidad, solo debilitarían más a Orario—

—¿Cómo lo sabes?— grito Alfia

Viggo se inclinó hacia adelante y activo su clarividencia para que sus ojos emitieran un brillo dorado —porque lo vi, por eso no temí en matar a tus amigos. Si iban a morir inútilmente, lo mejor era matarlos ahora y que no causaran más daños a Orario. A ti, solo te perdone la vida porque eres la tía de Bell, se agradecida—

—Tú ¿Quién te dice que lo voy a cuidar? ¿Qué lo voy a ayudar? ¿Solo porque cayo en las manos de un monstruo?—

—Tú querías ayudar a Orario y crear nuevos héroes. Bueno, ahora tienes la oportunidad de guiar a un verdadero héroe—

Alfia abrió los ojos amplios y se quedó sin palabras.

Viggo tomo una profunda respiración, apoyo su espalda en el respaldo del sillón y miró a Bishamon —ni una palabra a nadie de esto ¿Entendido?— dijo

—Sí, lo entiendo— dijo la diosa de larga cabellera rubia y ojos con un iris purpura —pero ¿Es real?—

Viggo asintió varias veces, miró a Alfia y le dijo —originalmente iba a conocer a Bell quince años en el futuro, después de que haya sido criado de manera estúpida por el dios Zeus. Eso lo iba a transformar en un muchacho de personalidad débil e influenciable. Entonces, cada vez que yo quisiera hacer algo, él se opondría porque el resto de las personas le dirían que, hacia lo correcto, que él estaba más calificado ¿Cómo si solo con las intenciones se pudiera llegar a ser un buen rey? Al final, yo me separaría de Orario, crearía mi propio reino y cuando Orario se enfrente a grandes problemas, volvería para ver los resultados. A pesar de que, en aquella época, Bell era un hombre, me echo la culpa a mí en un berrinche infantil, diciendo que yo no hice nada. Él era el rey de Orario, él debería haberla protegido. Al final, llegamos a un buen entendimiento y concordamos en trabajar juntos. Sin embargo, para esa época ya era muy tarde. Orario se enfrentará a un desafío mayor y él, junto a otros héroes, morirá—

Alfia miraba a Viggo, el muchacho pelirrojo, de ojos azules que la miraba con seriedad y tristeza, como si realmente hubiera visto lo que pasará.

—Nada de esto se trata de ti, Alfia, se trata de Bell. Yo, al igual que él, tengo un destino difícil, pero hay muchas personas ayudándome y guiando mi camino. Sin embargo, él no tiene a nadie, solo la terrible suerte con la que nació. Quiero ayudarlo, quiero guiarlo, no quiero que muera de forma miserable. Quiero que esté preparado para el desafío futuro, con la mejor crianza, con el mejor entrenamiento, con la mejor familia posible. Sin embargo, algún día él se va a dar cuenta de que no soy su padre real. Entonces, él buscara una conexión con alguien. Te pido que seas esa conexión con su pasado, con su madre, que hables con él y lo ayudes, le des consejos. Vamos, yo vi como anduviste detrás de Meteria mientras ella estuvo embarazada, te preocupaba su seguridad ¿Qué te impulsa a querer morir en vano? No es lógico, no es sano. Uno siempre busca la luz, la mejor vida posible, los alimentos más sabrosos, volverse fuerte, inteligente, sentirse bien, el placer ¿Qué te empujo a querer asociarte con aquel dios nefasto? ¿Evilus? Menuda estupidez ¿Siquiera sabias que tu plan iba a tener éxito? Me niego a pensar que un mago de nivel siete sea tan estúpido que siga un plan con cero posibilidades de éxito—

Alfia agacho la cabeza y dijo en voz baja —tú no lo entenderías, no sabes nada de mí y Meteria—

Viggo soltó un suspiro pensando que al final, decir todo esto y haber eliminado a esos otros dos, no tuvo ningún cambio de corazón en Alfia.

—Sin embargo— continuo Alfia —si lo que dices es verdad—

—Es verdad— dijo Viggo con el ceño fruncido y una mirada llena de determinación —es verdad, no mentiría con respecto a mi futuro y el destino de mi familia—

—Si es verdad, me quedare junto a Bell—

—Eso es genial— dijo Viggo con una gran sonrisa

—No sonrías, monstruo— dijo Alfia con desprecio —si él se convierte en héroe, necesitara tener alguien a su lado para que le aconseje bien. Que le indique claramente quien es un monstruo y quien no—

—No espero que me entiendas, pero te prohíbo que le digas en el corto plazo— dijo Viggo —a futuro puedes decirle lo que hice, no me arrepiento, pero mientras sea joven e influenciable, no debe saber. Si en algún momento traicionas está orden, acabare contigo, no te preocupes, antes de que realices tu traición, lo sabre y te matare sin que te des cuenta—

Alfia miró a Viggo, lleno de seriedad y determinación. Todo su cuerpo tirito gracias un escalofrío que recorrió toda su espalda. Como pensó, Viggo era un monstruo que mataría sin pensarlo dos veces.

—Sí, suficiente— dijo Bishamon dando dos palmadas al aire —ok, ok, todo esto es muy serio. Por favor, calmémonos un poco. Estamos discutiendo cosas que todavía no pasan, así que mejor conversemos de otras cosas—

Viggo y Alfia quedaron mirando a la diosa de cabello rubio y ojos purpura. Ella se veía amable, hermosa y joven. Tenía una sonrisa en los labios que los invitaba a tranquilizarse. Viggo soltó un suspiro mientras Alfia se cruzaba de piernas.

—Bien, Alfia es una maga, lo que viene muy bien a nuestra familia— dijo Bishamon

—Lo siento, en cierto sentido— dijo Viggo —no podrá participar de inmediato en la familia. Deberá pasar un tiempo, hacer una reintroducción a la sociedad y aclarar algunos malentendidos. Se supone que ella y otros aventureros deberían estar muertos—

Bishamon soltó un suspiro e hizo una amable sonrisa —no hay nada que hacerle— dijo —oh, pero podría ocupar una máscara por mientras y teñirse el cabello. Bueno, ya lo veremos— ella miró a Alfia, quien tenía una mirada fría —mucho gusto, Alfia, soy la diosa Bishamon y Viggo es el capitán de mi familia. Espero poder trabajar contigo de ahora en adelante—

Alfia soltó un suspiro, bajo su pierna derecha y cruzo la izquierda —ni siquiera sé porque los estoy tomando tan en serio— ella agacho la cabeza y murmuro —Zald, Erebus, perdónenme— ella levantó su rostro y miró a la diosa —estoy contando con usted, diosa Bishamon—

Viggo se levantó y dijo —yo me retiro—

—Espera Viggo— dijo Bishamon poniéndose de pie —no puedes ir a tu casa con esas manchas de sangre. Se pueden asustar—

Viggo se miró el cuerpo, eran dos líneas rojas sobre su pecho —no, esto no es nada— dijo

—Vamos, en la casa hay dos baños. Ocupa uno, te traeré algunas toallas—

Viggo miró a la diosa de mirada amable, hermosos ojos purpura y larga cabellera rubia. Hermosa y si una mujer hermosa te cuidaba con tanta amabilidad, no te podías negar —está bien— dijo —ocupare el baño del primer piso—

—Bien, ve a bañarte. Yo llevare a Alfia a su habitación y después te llevare las toallas—

Viggo asintió y salió de la biblioteca. El avanzó por un pasillo, vio el comedor con la puerta abierta, después la cocina, una habitación con la puerta cerrada y por último la puerta del baño. Por el silencio, parece que Siegfried y su hermana habían tomado habitaciones en el segundo piso.

Viggo entro al baño, se quitó la ropa y se metió a la ducha. Dio el agua y bajo el agua fría de una noche de verano, se bañó. Diez minutos después, cuando ya había disfrutado suficiente del agua, alguien entro al baño.

—Te traje toallas— dijo Bishamon

—Gracias— respondió Viggo cerrando la llave de la ducha y cortando el agua. Sin embargo, cuando se disponía a salir, vio la silueta difusa de alguien a través de la mampara. La puerta se abrió y una mujer de cuerpo esbelto y larga cabellera rubia, lo miró a los ojos. Era unos centímetros más baja que Viggo, ojos purpura y sonrisa dulce.

—Te molesta si te acompaño— dijo Bishamon

—Yo— dijo Viggo un poco impresionado —será mejor que no—

Bishamon dio un paso adelante, abrazó a Viggo y lo quedó mirando a los ojos —sé tú secreto, tienes que callar mi boca con algo— dijo

Viggo sonrió, negó con la cabeza y dijo —esto no es necesario, ya tengo esposas, será mejor que busques a otro—

Bishamon lo miró con tristeza y le dijo —sé que no entro en tu viste, no me miras como me miran otros, pero eso no quiere decir que no me vayas a mirar a futuro. Por ahora, solo nos conoceremos, nada más. No te perseguiré ni te molestare a tus esposas. Será solo cuando tú me quieras ver—

Viggo tomo una profunda respiración, lo pensó durante unos segundos, notando que los ojos de Bishamon se volvían acuosos mientras más él se demoraba en responder. Al final, no pudo decir que no, la invito a entrar a la ducha, cerró la mampara, dio el agua tibia y mientras caía el agua, se miraron a los ojos. Cabello rojo contra rubio. Ojos azules contra purpuras. Ella tenía un cuerpo esbelto que no podía competir con ninguna de las esposas de Viggo, ni siquiera contra las mellizas que eran las más jóvenes. Sin embargo, algo en su mirada y la ternura de su sonrisa guio a Viggo a besarla.

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