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Orario ha perdido a sus campeones 2.230

El collar que le dio Kiara a Viggo había recuperado su poder y como ejemplo de eso, la piedra que colgaba de una cadena alrededor del cuello de Viggo había vuelto a ser azul.

Viggo y Rosewisse estaban en la habitación de los bebes junto a la nodriza y Mikoto, la esposa de Kain. Viggo tenía a Uriel de cabello rojo contra su pecho mientras le acariciaba la espalda para que botara las flatulencias. Por otro lado, Rosewisse tenía a Bell en sus brazos mientras este último dormía después de haber comido, una vez más.

Uriel soltó un eructo que fue audible por todos. Viggo soltó una risita y dijo —me preguntó si cuando esté más grande podremos hacer concurso de eructos. Lo más probable es que me gane—

Rosewisse continúo sujetando a Bell con su mano derecha, pero llevo su mano izquierda a la boca para taparse la boca y reírse lo más bajo posible —no digas tonterías, Viggo— dijo ella con una hermosa sonrisa mientras sus largos cabellos de plata enmarcaban su rostro.

—Lo digo de verdad, sus eructos son de los mejores que he escuchado. Bueno, a menos que seas marinero, entonces esos sí que son eructos—

—No lo sé, tonto, nunca he conocido a un marinero de los que hablas—

—Ooooh, un viejo lobo de mar que pasa la mitad del tiempo borracho, pero con los sentidos tan agudos que podría conducir un barco hasta el puerto sin estrellarlo, incluso si no ve más de dos palmos por delante de su nariz. Son gente divertida si no te importa el fuerte aroma a licor—

—Suena como gente interesante—

—Son gente interesante, pasan la mayor parte de su tiempo embarcándose de aquí para allá. Algunos tienen un espíritu guerrero y buscan morir en altamar, peleando con escudo y espada contra los piratas. Otros solo quieren volver a su patria para darle una última mirada a su gente y morir. Es una vida sencilla, llena de idas y venidas, pero muchos de ellos no se arrepienten, incluso si eso les hizo perder a su familia—

—Eso…— dijo Rosewisse en voz baja mientras su sonrisa se desvanecía —suena triste—

—Es la vida que ellos eligieron o la que pudieron elegir. No los culpo. Ellos no se lo cuestionan y yo no soy quién para cuestionarlos— respondió Viggo y justo en ese momento, Uriel soltó otro eructo. Viggo soltó una risita y dijo —ves, Uriel también lo confirma, ella tampoco lo cuestiona—

—Idiota— dijo Rosewisse soltando otra risita y renovando su hermosa sonrisa

En ese momento la puerta fue tocada dos veces desde el exterior y Viggo respondió —pase—. Al instante siguiente entro Kiara acompañada de Hephaestus, madre de Viggo, vestida con su usual blusa blanca y pantalones negros con botas hasta las rodillas. Después de ella entro Alfia, quien llevaba una máscara de plata con un cabello tan blanco como el de Bell. Era el cambio que había elegido ella mientras buscaba cumplir con su rol.

Kiara, vestida como monja, camino hasta Viggo y se detuvo delante de él sin prestar mucha atención a los demás. Le dio un pequeño beso en los labios y después miró a Rosewisse, la nodriza y Mikoto —buenos días— dijo

—Buenos días— respondieron los otros

Por otro lado, Viggo miró a su madre, quien se comprometió a cuidar de Uriel durante el día. Todos sus trabajos para las grandes familias o más bien, las que quedaban en Orario, se habían pospuesto.

—Uriel, la abuela vino a verte, ven acá— dijo Hephaestus con una amable sonrisa hasta detenerse delante de Viggo. Este último sonrió, divertido de como su madre también era una abuela loca igual que su padre.

—Vamos, Uriel, ve con la abuela— dijo Viggo, le tendió a la bebé y ella soltó un último eructo antes de que Hephaestus la tomara en brazos y se riera de sus acciones.

—Semejante recibimiento— dijo Hephaestus con una sonrisa encantada mientras apoyaba a Uriel contra su pecho.

—Déjame ayudarte, mamá— dijo Viggo, tomo el pañal y se lo puso para que la bebé no le manchara la blusa

—Gracias, hijo— dijo Hephaestus —¿Ya se van?—

—Sí, mamá, ya nos vamos—

—No te preocupes, hijo, yo cuido de Uriel, ustedes vayan, cuida de Rosewisse—

—Gracias mamá— respondió Viggo, miró al resto y se despidió de todos, solo Alfia lo ignoro. Viggo, Rosewisse y Kiara salieron de la habitación y caminaron por los pasillos blancos con los ventanales a la izquierda y los muebles con barniz natural a la derecha con los jarrones con flores de colores. Ellos caminaron hasta el centro del tercer piso, donde había un espacio con una amplia alfombra de más de cuarenta metros cuadrados. Sobre la alfombra había una mesita baja cuadrada y cojines. También había ficus de gran estatura en las cuatro esquinas. El techo era una amplia cúpula que por fuera de la mansión era azul, pero por dentro estaba blanca.

—¿Todavía no encuentras una idea para pintar?— preguntó Kiara

—Sí, Semiramis me sigue reclamando que el techo no puede permanecer así para siempre— respondió Viggo con una sonrisa —pero no encuentro buenas ideas que me inspiren a pintarlo. Es mucho espacio, podría pintar fácilmente cuarenta o cincuenta cuadros diferentes. En ese caso, como tomar todas esas ideas y fusionarlo para que tengan coherencia y armonice con la idea principal—

Kiara, Rosewisse y Viggo llegaron frente a la mesa y se sentaron en los cojines.

—Bueno— dijo Kiara —por ahora concéntrate en lo que tienes entre manos, ya habrá tiempo para pensar en un gran proyecto de pintura—

—Sí— respondió Viggo —qué me tienes—

Kiara hizo un ademan con la mano e hizo aparecer encima de la mesa cuatro cajas con veinte frascos en su interior. Todos pigmentos de diferentes mundos que ayudaran a Viggo a desarrollar las pinturas que después tomara Hera y modificara para darle la ventaja de la que hablaron la otra vez. Después de darle vueltas al asunto, Viggo pensó que ciento veinte días de aislamiento le parecía aterrador, pero con la dirección que estaba tomando Orario y el mundo, era necesario.

Viggo paso su mano por encima de las tres cajas y las guardo dentro de su anillo en la mano derecha.

—¿Cómo estás tú, Rosewisse?— preguntó Kiara

—Bien, muchas gracias por preguntar— respondió la mujer alada del cabello de plata y hermosos ojos azules.

—Me alegro, yo los llevare a Midgar en lugar de Xiao porque él me está ayudando con Viggo ¿Espero que no te moleste?—

—No, al contrario, se lo agradezco mucho. Esto es por Viggo, pero también por mí. No me he olvidado de nuestra reina, las otras valkirias y mi propósito. Ya lo hablé con Viggo y dependiendo de cómo salgan las cosas, viajare a Vanaheim y me separare de Viggo por un tiempo—

Viggo soltó un suspiro que las dos pudieron escuchar. Rosewisse le dio una mirada de disculpa mientras gesticulaba una mueca de incomodidad. Ella amaba mucho a Viggo, pero quería proteger Vanaheim si el ragnarok se había adelantado como decían los sueños de su madre. Sin embargo, hasta estar cien por ciento segura, no daría tal paso. Ella no quería perder a Viggo ni la vida que habían hecho aquí. La llegada de Bell solo había solidificado su determinación, pero todavía quedaba esa pisca de duda.

—Ok, no es momento de discutir. Veamos como proceden las cosas y veamos lo que podemos hacer— dijo Kiara —no puedo ayudar a Viggo directamente, pero puedo interferir un poco con tu destino. Si tengo la posibilidad, te ayudare—

—Gracias, Kiara— dijo Rosewisse con una gran sonrisa. Ella miró a Viggo llena de esperanzas y él ladeo la cabeza en un gesto que decía "no hay nada que hacerle". Después de hablar de esto, Kiara le dio algunos consejos a Viggo para que se los comunicara a la diosa Hera para que cuando ella modificara las tres pinturas, lo hiciera lo mejor posible.

—¿Qué dijo Xiao?— preguntó Kiara

—El abuelo dijo que hablaría con uno de sus amigos, un gran sujeto que vivía en el lejano Oriente, de donde proviene mi tía Mikoto— respondió Viggo —dijo que era un gran maestro. Bueno, también me aclaro que lo que mi padre y Hera querían para mí no era aprender el kung fu. Era buscar la iluminación, el equilibrio entre el mundo material y espiritual—

—En pocas palabras, cosas complicadas de mortales para alcanzar la sabiduría— dijo Kiara

—Sí, algo así—

—Bien, por lo menos Xiao está cumpliendo su parte— dijo Kiara —ok, a menos que les quede algo por hacer, levantémonos y viajemos—

Todos se pusieron en pie, se acercaron a Kiara y la tomaron de las manos.

—¿Listos?— preguntó Kiara

—Listos— respondieron Rosewisse y Viggo

Kiara asintió y sus existencias se desvanecieron de Orario para al instante siguiente, aparecer en un bosque oscuro donde la temperatura era varias decenas de grados más baja que en Orario. Rosewisse y Viggo sintieron de inmediato el cambio, la oscuridad del bosque, el frio de la nieve y la brisa proveniente del Lago de los Nueve Reinos.

—Hemos vuelto— dijo Viggo con una sonrisa mientras su aliento se convertía en vapor

—¿No está demasiado helado?— preguntó Rosewisse

—Sí, también lo vengo sintiendo hace tiempo. Algo está pasando en Midgar que el frio se está volviendo más intenso— dijo Viggo, miró a Kiara y le preguntó —¿Deberíamos estar en pleno verano?—

—Así es, esto debería ser pleno verano— respondió Kiara

Viggo hizo una mueca y añadió —parece que tu madre tenía razón Rosewisse. Algo altero el balance del mundo y acelero la llegada del ragnarok—

—El frio no es señal— dijo Rosewisse

—¿Cómo que no es señal?— preguntó Viggo dando vueltas sobre su eje, mirando el bosque oscuro y la nieve sobre la copa de los árboles —se supone que antes del ragnarok vendrán los tres inviernos más crudos que ha vivido Midgar—

—Sí, pero que haga un poco más de frio de lo usual no dice nada—

—No, es solo el preludio, todavía no llegan los tres inviernos—

Kiara soltó una risita que llamo la atención de Rosewisse y Viggo. Kiara dijo entre sonrisas —esos instintos, cada vez son más afilados, me pregunto si habrán sido influenciados por tu divinidad—

—¿Por qué lo dice?— preguntó Rosewisse preocupada, si lo que Viggo dijo era verdad, eso quiere decir que el ragnarok se acerca a grandes pasos y solo le quedan algunos años de preparación.

—No te puedo decir nada al respecto— dijo Kiara —lo siento, deben aprenderlo por su propia cuenta—

—Eso— dijo Rosewisse desanimada y soltando un suspiro —bueno, solo nos quedan unas pocas valkirias en Midgar para solucionar esto—

—Traten de investigar todo lo que puedan en Midgar— dijo Kiara —una vez que terminen aquí, deberán esperar dos inviernos para que el templo de Tyr emerja del centro del lago—

Rosewisse entendió que eso indicaba que los tres inviernos no serían en breve, eso quiere decir que los dos inviernos se sumarían a los otros tres inviernos del ragnarok. Les quedaba cinco años o un poco más-

—¿No hay una forma de hacer emerger el templo?— preguntó Rosewisse con la intención de ganar tiempo

—¿En serio quieres adelantar el ragnarok? ¿Estas preparada para lo que viene? ¿No crees que puedes estar mejor preparada para ese momento?—

Rosewisse se quedó en blanco ya que no esperaba ese tipo de respuesta. Entonces, el que emerja el templo de Tyr del centro del lago marcara un antes y un después en Midgar.

—Tranquilízate Rosewisse, puedes ganar tiempo de otra manera— dijo Kiara —a lo mejor, no sabiendo cosas de ante mano, pero si mejorando tus habilidades y asegurando lo que es importante para ti. Entonces, en ese momento cualquier desafío será afrontable—

—Entiendo, Kiara— respondió Rosewisse con expresión seria mientras sus alas blancas se agitaban —Viggo y yo nos prepararemos lo mejor posible. Entonces podremos soportar lo que viene y hasta el mismo ragnarok—

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