Había pasado una semana desde que nació Uriel y Viggo estaba en la habitación de Semiramis. Solo se pudo contener el primer día, pero después paso casi todos los días con su hija. Él estaba de pie delante de la cuna de la bebé, al lado de la cama de Semiramis. Uriel estaba llorando y Viggo hacia todo tipo de morisquetas para que ella estuviera feliz.
Al mismo tiempo, Semiramis y Rosewisse miraban a Viggo cinco metros por detrás de él. Semiramis vestía un quitón holgado de color blanco con bordes dorados mientras que Rosewisse llevaba un vestido largo de una pieza que se le apegaba a su figura. Ambas estaban cruzadas de brazos, viendo como Viggo estaba al borde de su ingenio y a punto de entrar en pánico.
Por su parte, Viggo al ver a la pequeña pelirroja llorando en su cuna, de repente recordó que el otro día cuando se puso a cantar, ella se calmó. Así que con su mejor voz comenzó a cantar una canción de alta mar:
tyo tyo tyo tingx
moo-sa loh-me-a (Musa del bosque)
peekee-lee meth-ees ego (tan colorido)
na-pe-si ke koree-fes (cuando canto contigo)
Semiramis desde la distancia negó con la cabeza llena de incredulidad de que Viggo le cantara tal canción a su hija. Al mismo tiempo, Rosewisse escucho el silencio de la niña y la poderosa voz de Viggo llenando la habitación y saliendo por la ventana al jardín. Ella sonrió complacida al escuchar el don tan peculiar de su novio. Sin embargo, cuando vio la reacción de Semiramis quedó confundida.
-¿Pasa algo malo?- preguntó Rosewisse
-La falta de sentido común- respondió Semiramis negando con la cabeza
-¿Es malo que le cante a la bebé?-
-No- respondió Semiramis mirándola con una sonrisa -pero una canción que habla de ninfas del bosque no es la más apropiada para una bebé-
-¿Ninfas del bosque? ¿Hadas?-
Semiramis asintió y empezó a caminar -sí, hadas del sexo que buscan a hombres y los retienen hasta que se olvidan de sus familias-
Rosewisse se quedó congelada y vio como Semiramis se acercaba a Viggo y lo regañaba. Ella avanzó detrás de ella y llegó junto a Viggo.
-Padre- dijo Semiramis en tono estricto -busca mejores canciones para tu hija o ya verás-
-Mujer, lo siento- dijo Viggo, él iba con el torso desnudo y la túnica roja que le cubría desde la cintura a las rodillas -es solo que no sabía que hacer-
-Bueno, existen canciones mejores y más decentes- añadió Semiramis, tomo a la bebé en brazos y la apego contra su pecho. Ella olfateo y supo que era momento de un cambió. Semiramis camino hasta la cama, puso un pañal blanco sobre la cama y recostó a la bebé con mucho cuidado. Viggo y Rosewisse la siguieron de cerca y vieron como Semiramis limpiaba a la bebé mientras le cantaba con voz suave y melodiosa digna de la que alguna vez, pudo ser la emperatriz de Persia:
Ego de'soptron een, o'pos aee vle'pis mi (si tan solo pudiera ser un espejo, para que siempre me miraras)
ego chito'n genimin, opos aee foris mae (si yo pudiera ser túnica, para que siempre me vistierais)
i'dor thelo gene'sthe, opos se chro'ta looso (si pudiera ser agua, para lavar tu piel)
Rosewisse al lado de Viggo vio a Semiramis poner una expresión tan suave que la hacía ver diferente de la mujer difícil de carácter que conoció hace algunos meses. Rosewisse miró a Viggo y lo vio sonreír con una dulzura inigualable. Ella le preguntó -¿De qué trata esa canción?-
-Habla de una persona que lo quisiera ser todo para la otra- dijo Viggo con voz calmada y manteniendo la sonrisa -desde ser el calzado que protege los pies hasta la ropa que la cuida del frio. Normalmente la cantan las mujeres, pero no creo que este mal cantársela a tu hija. Yo también quisiera ser todo de Uriel, protegerla de todo y que nunca le pasara nada-
Rosewisse asintió y continúo escuchando a Semiramis cantar con voz melodiosa hasta que termino de cambiar a Uriel. Entonces ambas se acomodaron en la cama, Semiramis saco su pecho y le dio de comer a la bebé mientras la pequeña movía su boca y miraba con grandes ojos azules a su padre y Rosewisse, quienes estaban de pie al lado de la cama.
-Viggo- dijo Semiramis levantando la mirada -necesito que tú y Rosewisse salgan de la habitación o esta niña no se quedará dormida nunca-
-Lo entiendo, amor- dijo Viggo, se agacho, beso a Semiramis en los labios y después beso la frente de la pequeña pelirroja. Rosewisse se agacho y le dio un pequeño beso en la frente a Uriel, después miró a Semiramis y movió su mano en señal de despedida. Semiramis sonrió y asintió.
Viggo y Rosewisse llegaron a la puerta, pero justo alguien toco a la puerta. Viggo abrió la puerta y encontró a Ester del lado del pasillo. La anciana sirviente vestía con el vestido negro y delantal blanco.
Viggo llevó su dedo índice a la boca para indicarle que guardara silencio. Ester asintió, dio un paso al lado y Viggo salió. Rosewisse paso al último, pero como siempre, tuvo que caminar de lado para que ella junto a sus alas blancas pudieran pasar. Viggo cerró la puerta después de que Rosewisse salió al pasillo y miró a Ester.
-Señor- dijo Ester con un tono de voz respetuoso -su hermano Tatsumi lo espera en la biblioteca-
-Entiendo, voy a ir de inmediato- respondió Viggo
La anciana asintió, se dio la vuelta y camino hacia las escaleras del segundo piso.
Viggo miró a Rosewisse y le preguntó -¿Vamos?-
-Yo voy a la biblioteca sí o sí, quiero empezar a ordenar todos esos pergaminos que obtuviste y empezar a trazar lugares de interés en Midgar- respondió Rosewisse
-Entiendo, en ese caso, vamos- dijo Viggo caminando por delante -¿Para que habrá venido Tatsu? Si quería ver a Uriel va a ser un problema, ahora debe estar durmiendo o lo más cercano a eso-
Rosewisse camino detrás de Viggo, lo alcanzó y le tomo la mano. De esa manera caminaron juntos hasta la escalera del segundo piso, bajaron al primer piso y se dirigieron a la biblioteca.
Una vez que llegaron a la biblioteca vieron los estantes apoyados contra las paredes. La larga mesa de estudios de color caoba del lado derecho de la habitación con más de diez sillas a su alrededor. En el centro de la habitación un juego de sillón de color burdeos y una mesita de centro en medio. Tatsumi estaba sentado en un sillón de tres cuerpos y mirando en dirección a la puerta. Así que cuando vio a Viggo y Rosewisse entrar, se levantó e hizo una pequeña reverencia. Cosa que no hacía falta para Viggo, pero para Tatsumi, Rosewisse todavía era una extraña y debían mantenerse las formalidades.
Viggo y Rosewisse llegaron delante de Tatsumi, vestido ropa de aventurero, coraza y guanteletes negros hecho por Hephaestus. Además de portar ambas katanas que le regalo su padre del lado izquierdo de la cintura.
-¿Cómo estás, Tatsu?- preguntó Viggo con tranquilidad
-Buenos días, ¿Tatsumi-san?- preguntó Rosewisse con algunas dudas en su mirada
-Sí, eso es lo correcto- respondió Tatsumi.
Rosewisse hizo una pequeña reverencia y Tatsumi se la respondió. Rosewisse enderezo la espalda, miró a Viggo y le dijo -yo voy a estar en la mesa, viendo los pergaminos que trajiste de Midgar-
-Entiendo, gracias- respondió Viggo, le dio un pequeño beso en los labios. Ella se sonrojo y sonrió. Después se dio la vuelta y camino a la mesa.
Viggo miró a Tatsumi, tendió su mano para que él se sentara y así lo hizo. Viggo se sentó en el sillón del frente y los dos se miraron a la cara.
-¿Qué te trae por aquí? Si viniste a ver a Uriel, estas perdiendo tu tiempo. Ella debe estar dormida- dijo Viggo
-No, nii-sama- respondió Tatsumi -la verdad es que venía a verte a ti, por lo que me dijiste el otro día. Sobre conversar-
-Oooh, entiendo- respondió Viggo asintiendo, miró a Rosewisse quien tomo la bolsa de cuero en su cintura y la dejo boca abajo mientras caían los pergaminos. Después miró a Tatsumi y le dijo -ven, acompáñame a una habitación más pequeña, donde solo seamos los dos-
Tatsumi asintió, Viggo se levantó y Tatsumi hizo lo mismo. Ambas salieron de la biblioteca y avanzaron por el pasillo con vistas al patio cubierto de pasto. Ellos pasaron por a lado de dos puertas y solo se detuvieron en la tercera. Viggo golpeo la puerta varias veces, pero como nadie respondió, pensó que no había nadie. Al abrir la puerta, se dio cuenta que así era. Era una pequeña habitación de diez metros por diez metros. Alfombrada de punta a punta, con las ventanas abiertas y las cortinas ondeando con la brisa de la mañana. En el centro de la habitación solo había dos sillones individuales y una mesita de centro. Viggo invitó a Tatsumi, cerró la puerta y ambos tomaron asiento.
-¿De qué te gustaría hablar?- preguntó Viggo tendiendo la mano derecha y mostrando su palma, como si le diera la oportunidad a Tatsumi de hablar.
Tatsumi tomo una profunda respiración e hizo una mueca incomoda al pensar en lo que iba a decir, pero de todos modos miró a Viggo y preguntó -¿Crees que debería irme de viaje?-
-Eso es un poco inesperado viniendo de ti- respondió Viggo con una sonrisa divertida -explícate mejor-
-Verás, me siento estancado, sin capacidad para mejorar- respondió Tatsumi -no me siento a gusto en casa, ni estando con Flora. Ya ni siquiera me dan ganas de ir al calabozo-
-¿Por qué? ¿Alguien te puso mala cara?- preguntó Viggo
-No, es solo que, no me siento feliz en casa-
-¿Y por qué? Tienes que ser sincero en esto y decirme porque te molesta-
-Bueno, tú estás casado y ya tienes un hijo. Flora se piensa casar…-
-FLORA SE PIENSA CASAR- grito Viggo poniéndose de pie
Tatsumi se hundió en el sillón, preocupado de la reacción de su hermano y como su grito sonó más como un rugido -yo, bueno, eso…- dijo
Viggo lo quedó mirando de pie y frunciendo el ceño -Habla- dijo
-No te puedo decir, solo fue un desliz de lengua, Flora dijo que vendría hoy a hablar contigo-
-Mmm- respondió Viggo, que sonó más a un gruñido. Se sentó y asintió. Soltó un suspiro y miró a su hermano, de cabello negro y ojos rasgados. Tenía los ojos azules de un Dragonroad, pero su actitud era débil, demasiado dependiente de otros. Al igual que Viggo y Flora, pronto iba a cumplir la mayoría de edad, no era bueno que siempre este a la sombra de otros.
-Escucha Tatsu- dijo Viggo con un tono de voz serio -yo creo que lo mejor para ti es irte de Orario, viajar a otro lugar y buscar algo que quieras hacer. No es bueno que vivas a la sombra de otros. Si es cierto lo que dijiste, Flora se va a casar y no sería bueno, ni se vería bien, que andes a su cola como si no tuvieras amigos. Tienes amigos ¿Cierto?-
-Bueno, tú, Ottar y otras dos personas que veo de vez en cuando-
-Yo y Ottar no contamos- dijo Viggo -debes tener otros amigos, personas en las que confíes. Además, tienes que buscar tu propio valor, lograr algo por ti y para ti ¿Qué quieres hacer a futuro?-
-Yo, no lo sé-
Viggo vio la expresión afligida de su hermano y le dijo -no tienes que sentirte mal, yo todavía no sé lo que quiero hacer, pero me estoy moviendo en esa dirección. Así que te aconsejo que hagas lo mismo. Piénsalo así, tienes una herencia cultural que solo has conocido a través de tu madre. Por qué no viajas a esa tierra y aprendes nuevas cosas. A lo mejor un nuevo estilo de utilizar tus katanas, algo diferente a lo que te ha enseñado papá y tía Mikoto. A lo mejor, en ese viaje, consigues algo o por lo menos un indicio de lo que quieres hacer-
-¿Tú crees?- preguntó Tatsumi con una mirada cargada de duda
-Yo creo- respondió Viggo -en mis viajes aprendí mucho, espero que para ti también sea enriquecedor-