La noche helada sólo estaba iluminada por la brillante luna llena que pendía baja en el cielo. El viento aullaba y azotaba los árboles, haciendo que las ramas crujieran y se balancearan en la oscuridad.
Las carpas del circo parecían no poder sostenerse ante el constante azote que venía del norte.
El aire estaba helado y sólo se oía el susurro de las hojas y el crujido de las hojas bajo los pies. Producto de pocos, que aún tenían obligaciones.
Las sombras proyectadas por los árboles y los edificios parecían retorcerse a la luz de la luna, aumentando la sensación de soledad que impregnaba la escena.
El circo rodeado por pendientes que proyectaban luces pálidas, ocaso de risas y alegrías; perecía ante la imagen de soledad.
A medida que avanzaba la noche, la luna seguía saliendo, arrojando un brillo espeluznante sobre el paisaje. El viento no daba señales de amainar, y la oscuridad parecía volverse aún más opresiva.
"¿Por qué las tormentas son tan imprevistas? Deberían llevar un cartel...". Soltó un hombre, vestido con harapos y con la nariz roja, se frotaba las palmas.
Las sombras se hacían más profundas, adquiriendo vida propia, y el silencio sólo se rompía por el rugir ocasional del viento.
Un aura etérea envolvía al mundo, esperando que algún acontecimiento desconocido rompiera el hechizo de soledad y desolación que había caído sobre él.
A pesar de lo sombrío de la escena, la noche tenía una belleza innegable. La luz de la luna proyectaba un resplandor plateado sobre el poblado y natural, haciéndolo parecer casi etéreo.
Las sombras, aunque amenazadoras, añadían misterio a la escena, y el aullido del viento creaba una melodía inquietante que parecía resonar a través de los kilometros lejanos.
La soledad que impregnaba la escena era casi palpable, pero también parecía un recordatorio de la belleza y la fragilidad de la vida.
"Buenas noches, espero no incomodar... Necesito de su servicio". Dijo un hombre con la voz entrecortada.
Kansis quién se encontraba barajando, fue tomado de imprevisto. Casi cayó de su asiento, pero rápidamente se recompuso.
"Día y noche, es indiferente ante el gran plan del destino... Ahora, querido cliente, dígame de qué servicio precisa". Kansis dijo, su voz hipnótica.
"Fortuna... Quiero averiguar mí fortuna". Dijo con un largo suspiro que fue proseguido por un fuerte toser.
Kansis lo observó con pequeño desprecio. Era barbudo y presentaba leves signos de calvicie. Aunque su ropa denotaba un estatus considerable, olía mal y estaba descuidado.
Decidió ignorar estos puntos negativos de su apariencia para concentrarse en entregar su servicio.
"¿Cuál es la razón para que te mantenga en este estado?". Kansis comentó con una sonrisa.
"Qué... ¿Qué? Qui-quién eres... Acaso... acaso".
Antes que Kansis intentará remediar sus palabras, el hombre cambió su actitud en un giro de 180°.
"¿Tienes agua?". Preguntó.
Kansis le sirvió con un simple vaso de agua, el cual el hombre bebió con avivés.
"Gracias, buen hombre. Lo siento por lo anterior, lo necesitaba... Respecto a tu pregunta, supongo que es personal, ¿sabes?".
"Por cierto, me llamó Kale". Kale terminó de forma maltrecha.
"Tu estado de ánimo es extraño, por eso abordaremos el servicio con meditación". Kansis dijo con honestidad.
Aunque reconocía que tenía que mediar sus palabras con responsabilidad, su respuesta fue natural.
"Claro, claro... Sólo dime que hacer". Kale dijo.
"Permíteme el control y sólo sigue mis palabras". Kansis dijo con una respiración baja.
Kale simplemente atinó a asentir con desconfianza.
"Relaja tus hombros, respiración constante y prolongada... Relaja tu cuerpo en general... Calma tus pensamientos... Llama a la serenidad". Kansis repetía constantemente, su voz como una ilusión desbordante.
"Recoge tus pensamientos en uno, la nada... La nada... La nada... La nada..."
De repente, un sonido vibratorio se extendió por la sala. Interrumpiendo el silencio, se desbordó de la capa, concentrándose en la figura de Kale.
'Con el control, no hay barrera'. Kansis cantó mentalmente.
La consciencia de Kansis fue rápidamente atraída. Cayendo en un vórtice sin fin, el mareo fue su síntoma más leve.
Su cabeza daba vueltas, sin dirección ni orientación, atrapado en un espacio frío y desolado, su mente se agitaba con pensamientos de engullimiento y confusión.
El aire apestaba a agua podrida y las paredes parecían cerrarse sobre él a cada instante. Al mirar a su alrededor, observó signos de lucha, abolladuras y arañazos en las paredes.
Un arma ensangrentada reposaba en el suelo. Un hacha de mango corto.
Su cabeza daba vueltas y sus pasos eran discordantes. Sus extremidades estaban frias y su boca reseca.
El pánico se apoderó de él, pero no fue síntoma de solución.
Su mente estaba extremadamente confundida, y al darse cuenta de que estaba atrapado en una escena extraña, su primer pensamiento fue huir.
Los signos de lucha eran evidentes y el arma ensangrentada parecía confirmar sus peores temores. Pero, ¿por qué estaba aquí? ¿Y cómo había llegado hasta aquí?
Mientras se arrastraba entre las paredes con extrema dificultad, intentaba reconstruir los acontecimientos que le habían conducido a aquel lugar.
Pero notó algo extraño. El agua que antes rebosaba y se pudría goteaba ahora lentamente del techo, como si hubiera sido removida recientemente. Y las abolladuras y arañazos de las paredes parecían seguir un patrón, casi como si trataran de transmitir un mensaje.
Con una creciente sensación de inquietud, Kansis se dio cuenta de que no estaba solo en aquel espacio. Raciocinio impulsado por su inquietud y desconcierto.
Había alguien más aquí, alguien que había dejado esas señales y que ahora le observaba. Pero, ¿quién? ¿Y qué quería?
Mientras se arrastraba sin fuerzas a través de las paredes cubiertas por sangre, Kansis no podía evitar la sensación de estar atrapado en una pesadilla.
El espacio frío y desolado parecía cerrarse sobre él, y las señales de lucha y derramamiento de sangre parecían burlarse de él. Pero sabía que tenía que seguir buscando la verdad, por difícil que fuera.
Finalmente a través de su determinación, que impulsaba su figura débil que se arrastraba entre la mugre lamentablemente; descubrió una puerta oculta que conducía a un mundo fuera del espacio ilusorio.
Y al atravesarla, se dio cuenta de que la pesadilla había terminado. El cuarto frío y oscuro había llegado a su fin.
Pero los recuerdos lo perseguían hasta la realidad. Con la respiración entrecortada, salió cojeando de su carpa hasta el exterior.
Sus pulmones daban el esfuerzo hasta el extremo, tomando grandes bocados de aire. Como un pozo sin fin, no podían sustentar su necesidad.
Hasta que de repente recibió un sólido puñetazo en su mejilla derecha que lo derrumbó instantáneamente. La hierba beso al hematoma de su rostro, la tierra ensuciando sus ropas.
Dio una vuelta entera en el suelo, sin fuerzas quiso observar a su agresor. Pero únicamente vio como una figura se retiraba a la lejanía.
Como una bestia huía sin orientación, usualmente cayendo por sus movimientos en desacuerdo.
Kansis únicamente logró contener su pecho con sus manos. Su respiración se le dificultaba, al punto de poder ignorar el dolor del golpe.
'Ojala que esté puto loco golpeé el culo de ese hijo de puta'. Kansis pensó deseando el mal a su "Empleador".