Aunque solo era un matrimonio por conveniencia, Amelie Ashford era la esposa perfecta en todos los aspectos. Era inteligente, obediente y bien respetada. Era amable con todos y devota de su esposo. Y estaba perfectamente contenta de pasar el resto de su vida así, aunque constantemente la acosaran con la idea de quedar embarazada. Eso fue hasta que su esposo entró en su casa con una amante a su lado y eventualmente exigió el divorcio. —Muy bien —dijo Amelie con calma—, te divorciaré. Los ojos de Ricardo brillaron al escuchar a su esposa pronunciar esas palabras. Sin embargo, para su sorpresa, ella no había terminado. —Pero no te sorprendas cuando recibas una invitación a mi próxima boda. Para sorpresa de todos, Amelie de hecho se casó de nuevo, ¡y con un hombre más joven y, como resultó, más rico! Y se aseguró de que su exmarido se diera cuenta de lo que significaba perder el apoyo de una mujer como ella. _____ —Me criaron para ser la esposa perfecta de la clase alta, educada para sobresalir y permanecer alerta. Todo lo que sabía era cómo fingir una sonrisa, leer y trabajar duro para asegurarme de que nadie se atreviera a menospreciar a mi familia. Pero al final, eso fue exactamente lo que me hizo aburrida y sosa. Entonces, ¿por qué cuando mi marido decidió divorciarme, Liam se enamoró de mí en su lugar? Importante: FL no es una Mary Sue. El divorcio ocurre en la segunda parte de la novela así que cuídate la presión arterial.
Amelie entró en su habitación de hotel vacía e inmediatamente se encontró envuelta en la oscura tranquilidad de la noche, que velaba el espacio con su misterio reconfortante.
Decidió no encender las luces; sus ojos ya estaban cansados del resplandor artificial del día. Lo que anhelaba eran unos momentos de soledad tranquila, un breve respiro de las horas ocupadas preparando los papeles para el viaje de Brittany a Francia.
Al apoyar la cabeza en la almohada, una agradable pesadez cubrió su cuerpo como una acogedora manta de lana. Estaba a punto de dormirse cuando de repente, recordó algo importante.
—Debía llamar a Lizzy esta noche. Dios, casi me quedo dormida —murmuró Amelie.
Amelie sacó su teléfono del bolso y tocó el mensajero que usaba para chatear con su mejor amiga. Pasó un tiempo revisando los últimos mensajes que le había enviado, todos sin respuesta; todos ignorados.
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