—Micheal Davis y Fernando Walter se dieron la mano para sellar el trato.
—Cuando Fernando Walter estrechó la mano con él, los otros competidores en la sala de conferencias derramaron lágrimas de envidia.
—Cualquiera que no fuera un tonto sabría que Fernando Walter era un genio.
—¡Fernando Walter estaba a punto de ascender!
—Esto...
—Sin embargo, este era el poder del dinero. ¡Nadie podía detenerlo!
—Fernando Walter no sabía que este acuerdo no tenía efecto legal alguno, porque Micheal Davis no cumplió su palabra.
—¡Como mínimo, no tenía voto en este asunto en absoluto!
—Emilia esperaba pacientemente en su oficina. Sin embargo, ya había pasado una hora y aún no había reacción. Era inevitable que se sintiera un poco ansiosa.
—Desde un punto de vista lógico, una vez que esas personas descubrieran la verdad, deberían estar buscándola, ¿no?
—«Cariño, tengo un mal presentimiento». —dijo Emilia.
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