Rosalía
—Rosalía —Ethan susurró.
Abrí los ojos ante su voz, su rostro a solo pulgadas del mío. El sueño que había tenido se desintegró y retrocedió a los recovecos más lejanos de mi mente, el silencio tranquilo del sueño interrumpido por ruido de fondo; papeles susurrando y los pasos de alguien desconocido pasando.
—Maeve despertó. Está bien. Troy está con los niños.
—¿Los niños? Oh— Me senté erguida, esperando sentir dolor, pero no sentí… nada. Me volví hacia Ethan lentamente, la piel erizada.
Él sonrió, lágrimas brotando en sus ojos. —Todos están bien. Incluso el pequeño. Él es–es perfecto, cariño. Quiero decir— Ethan parecía que iba a llorar. Se atragantaba con las palabras.
Lo atraje hacia mí, mi mano en la nuca mientras se arrodillaba entre mis rodillas. Se desmoronó en mis brazos, y dejé que mis propias lágrimas cayeran sobre su cabello.
Oh, Diosa. Estaban bien. Había funcionado. Tenía mis poderes de nuevo.
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