—Está mintiendo. Solo es una impostora sedienta de poder que ha venido a perturbar nuestra manada —argumentaba Raymond, interponiéndose entre mí y el resto de la manada.
—Puedo demostrar que soy la verdadera Ciana —dije, levantando el relicario de la manada sobre mi cabeza. Me aparté de Raymond para que toda la manada pudiera verme.
Todos contuvieron el aliento al darse cuenta de que tenía la pluma. Era más que un simple relicario de la manada. Esta pluma era un símbolo de verdad y justicia. Cualquiera que hablara una mentira mientras sostenía la pluma sería castigado por la Diosa Luna.
Él no se atrevería a atacarme mientras sostuviera la pluma. Era un relicario sagrado de la manada y ni siquiera Raymond pensaría en ponerla en peligro.
—No escuchéis a esta perra. Ella es responsable de que mi hijo fuera brutalmente atacado, varias veces. Probablemente fue enviada aquí como espía del Príncipe Oscuro para que pueda aniquilarnos a todos cuando le plazca —argumentó Raymond.
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