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Comienza el juego de tres

🌹RITSU ZURUMI🌹

Cerré la puerta con delicadeza y unos segundos después me puse firme frente a la habitación. Apoye mis nos manos sobre la puerta y solté un largo suspiro al momento que cerraba mis ojos, acto seguido comencé a decir varias palabras indescifrables para oídos humanos.

—Hitenzü kenzaï miteitë

Un pequeño círculo de luz rodeo mis dos manos y se agrandó a gran velocidad hasta desaparecer por los límites de la puerta. Me separé de la puerta de la habitación de mis hijas y abrí los ojos, con una sonrisa victoriosa luego de terminar el hechizo de sueño que le había lanzado a mis hijas. No era la primera vez que lo hacía, ya que con mis esposas solíamos hacer mucho ruido cuando estamos en la cama, y más si les daba el afrodisiaco de mi cuerpo a ambas. Estaba segura de que con aquellos ruidos nuestras hijas se despertarían e indagarían el origen de los ruidos. Y aún eran muy jóvenes para explicárselos, prefería hablarles a detalle de los poderes de una succubo cuando Yuki o Sumi comenzaran a manifestarlos.

Aun recuerdo las veces que los vecinos venían a quejarse de los ruidos que hacíamos las tres en la noche, cuando vivíamos en la anterior casa que estaba pegada a otra. Esas eran situaciones complicadas de manejar, además de muy vergonzosas para mis dos esposas. Me di media vuelta y camine por el pasillo hasta bajar por las escaleras, cuando llegue al salón me sorprendí al no encontrar ni a Hyuna ni a Miyako allí.

—Cielos, les dije que no empezaran la fiesta sin mí.

Me di la vuelta y volví a subir las escaleras, esta vez caminando hacia mi habitación. Cuando abrí la puerta me encontré a Miyako desnuda y a Hyuna semidesnuda, las dos estaban recostadas en la cama. Ambas tenían una mano en la entrepierna de la otra, Miyako jadeaba y gemía por lo bajo mientras Hyuna estaba pegada a sus pechos.

—Les dije que no empezaran la fiesta sin mis chicas... —sonreí de forma traviesa y comencé a excitarme viendo aquella escena.

Me quité la blusa que traía puesta con cuidado, evitando dañar mis alas de succubo. Cuando me acerque a la cama mis esposas ya me habían visto y se acercaron a mí, notaba en sus rostros lo que querían de mí en ese momento.

—Ohhh chicas, las conozco muy bien, no hace falta que me lo pidan~ —dije con tono travieso y una sonrisa divertida.

De pronto un pequeño bulto comenzó a formarse en la zona de mi entrepierna, Hyuna y Miyako llevaron sus manos a mi falda y las dos colaboraron para bajar la prenda más rápido. Un gran miembro había saltado y rozado el rostro de ambas mujeres, sin dudarlo las dos se acercaron y comenzaron a lamerlo con deseo.

—Mmmh~ chicas...~ —comencé a jadear sintiendo las lenguas de ambas recorrer todo el contorno de mi miembro demoniaco.

Siempre me excitaba sentir las dos lenguas de mis esposas lamer al unísono, con una armonía perfecta. No tardaron nada en llenarme todo el miembro con su saliva y la primera en adelantarse fue la más hambrienta del grupo. Hyuna abrió su boca y se metió mi miembro casi hasta el fondo de su garganta, dejando un pequeño espacio para que Miyako chupara por el borde de mi miembro.

La cabeza de Hyuna rápidamente comenzó a subir y bajar, mi cuerpo cosquilleaba y mis jadeos aumentaron poco a poco. Mi esposa empezó con una intensa y agresiva mamada, como siempre lo hacía cuando no habíamos tenido relaciones sexuales por varios días, e incluso una semana a veces.

Cerré mis ojos y apreté mis labios sintiendo el placer que me provocaba la boca de Hyuna, lentamente baje ambas manos y las coloque en la cabeza de cada una de mis esposas. Hyuna era la que movía más rápido su cabeza, haciendo largos movimientos de arriba a abajo. Miyako por otro lado movía lentamente su cabeza de lado a lado, aprovechando el poco espacio de miembro que Hyuna le había dejado. Acaricie sus cabellos y comencé a soltar leves gemidos.

La lengua de Hyuna era maravillosa, envolvía lo más que podía el contorno de mi miembro y succionaba con fuerza dentro de su boca. Por la fuerza de su mamada llegué a presionar con un poco de fuerza su cabello. Luego de un momento ella se separó de mi cuerpo dando profundas respiraciones, se notaba que quería seguir chupando, pero se había quedado sin aire en sus pulmones.

Ese fue el momento donde Miyako aprovecho y tomo con su mano mi miembro, lo llevo a su boca y se lo metió para comenzar a chuparlo. Ellas no me dejaban descansar ni un segundo. La mamada de Miyako no fue tan intensa como la de Hyuna, ya que no estaba tan desesperada por el sexo como nuestra compañera, nosotras lo habíamos hecho esta tarde en la oficina. Aun así su boca y lengua me daban bastante placer como siempre.

Miyako siguió con su mamada, aumentando su ritmo más y más, de reojo miré a Hyuna como hacia un puchero, ya que su compañera no le dejaba espacio para ella. Mi esposa tomó los pechos de Miyako y se pegó a su cuello para besarla, eso hizo que Miyako soltara algunos jadeos y se separara de mi miembro. Hyuna aprovecho esto y se acercó a mi miembro, pero Miyako no se dejó vencer tan fácilmente.

En solo un momento ambas ya se encontraban compartiendo mi miembro y chupándolo, una de cada lado a la vez, subiendo y bajando, y terminando besándose con la punta entre sus bocas. Estaba respirando de manera agitada desde la mamada de Miyako, y ahora ya no podía aguantarlo. Solo aguante un par de segundos con las dos bocas de mis esposas y el miembro ya comenzó a correrse. El semen cayo en el rostro de ambas cubriendo sus labios y mejillas.

Respiraba agitada mientras un brillo cubría mi entrepierna haciendo desaparecer el miembro demoniaco, tanto Miyako como Hyuna se veían contentas cubiertas de ese líquido blanco y espeso que alguna vez las embarazo, no tardaron en comenzar a limpiarse sus rostros con sus lenguas hasta llegar a besarse, jugando con el semen dentro de sus bocas.

—Aaahh... lo siento... pero con ambas nunca puedo aguantar mucho... —les susurré entre jadeos viendo como se besaban de forma lujuriosa.

Cuando acabaron de jugar las dos dirigieron su mirada hacia mí, podía notar lo hambrientas que estaban y sus sonrisas me indicaban que estaban completamente excitadas. Ambas tomaron una de mis manos y me jalaron hacia la cama.

—Esa no es la única forma de obtener leche de ti amor~ —comento Hyuna con un tono cargado de lujuria.

—Vamos... tienes que alimentarnos, tus esposas tienen mucha hambre~ —agrego Miyako y las dos me recostaron boca arriba, quitándome el sostén.

Casi no lo había notado, pero desde que entre a la habitación mi cuerpo estaba produciendo ese afrodisiaco característico de las succubos, por eso mis esposas se encontraban tan excitadas y hambrientas en este momento, era difícil controlar mis instintos frente a ellas.

—¡¡Aaahhhgg!!~ ¡Mmmhhggg!~

Arquee mi espalda y comencé a gemir con fuerza cuando las dos pegaron sus bocas a mis pechos y comenzaron a succionar con demasiada fuerza desde el inicio.

Ellas querían de mi leche, no les importaba de donde fuera que saliera, y como mi miembro masculino había desaparecido optaron por sacar la leche de mis pechos.

Mis uñas se clavaron en las sabanas, mis gemidos iban en aumento mientras Hyuna y Miyako estaban pegadas a mis pechos chupando y succionando ambos con mucha fuerza. Estaba claro lo que querían, y yo no tenía motivos para negarles eso. Trate de apartar mis pensamientos y deje que la naturaleza actuara por sí mismo, unos segundos después mis pezones se humedecieron más de lo que estaban.

Mire de reojo hacia abajo, viendo ambas cabezas moverse inquietas sobre mis pechos, de sus labios caigan pequeñas gotas blancas y fue ese momento cuando sentí como mi leche materna salía de mis pechos, era una sensación demasiado placentera sabiendo que eran dos mujeres adultas las que me estaban exprimiendo. Mis garras de succubo se clavaron con más fuerza en las sabanas llegando a perforar el colchón, mis gemidos no paraban de salir de mi boca, y mi cola se movía emocionada de lado a lado.

Mi cuerpo de succubo reacciono por instinto a estas oleadas de placer, comencé a producir afrodisiaco en grandes cantidades lo que haría que Hyuna y Miyako se sintieran más desesperadas por complacerse sexualmente. Mis dos pechos seguían produciendo leche materna y rápidamente era succionado por la boca de ambas mujeres, ellas disfrutaban de saborear mi leche y yo me inundaba en placer disfrutando como exprimían mis pechos y dejaban severas marcas en mis pezones.

No contentas con mi leche ambas acercaron sus manos a mi vagina, sentí el roce de sus dedos sobre mi piel lo que causo una chispa placentera que recorrió todo mi cuerpo, sabía que yo sería la primera en correrse cuando estas dos mujeres metieron un par de dedos dentro mío y comenzaron a masturbarme de forma rápida y profunda.

Agradecía que no tuviéramos vecinos de los cuales preocuparnos, y haber puesto ese hechizo de sueño en las niñas, ya que está sería una noche demasiado larga y ruidosa, y se notaba que mis esposas no pararían por nada en el mundo hasta quedar completamente satisfechas.