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CAPITULO 3

Pasaron las semanas y este martes me levante animado. Feliz. Me centre en mi tesis de historia. La tenía que terminar para que me dieran el titulo para ejercer finalmente mi oficio. Te recordé a vos, que me regañabas siempre para que la terminara. En ese entonces tenía miedo porque sabía que ejercer mi profesión me iba a quitar tiempo para estar con vos. Siempre busque complacerte y me deje de lado a mí mismo. Estuve todo el día haciendo la tesis, mi única compañía eran el cenicero y un paquete de cigarros. Al caer la noche cené, pedí pizza y vi películas románticas como solíamos hacer los fines de semana. Lloré incansablemente, pues en las películas vi un vago reflejo de lo que era nuestra relación. Me dio curiosidad por ver lo que hacías, te observe por redes sociales. Estabas de fiesta con tus amigos. Me alegre por vos. Revise nuestras fotos y el llanto se profundizo aún más. Recuerdo que solía decirte que la melancolía era el sentimiento más poderoso que podía sentir una persona. El hecho de recordar memorias y la incapacidad de no poder revivirlas es devastador. Tome cerveza y fume más cigarrillos y finalmente me dormí, con los pómulos sudando con las lágrimas que caían de mis ojos.

 

Me desperté muy tarde, no me quise levantar de la cama, estaba increíblemente desganado. Batalle y me levante, comí un poco de sobras de la noche anterior y seguí trabajando en mi tesis. La logré terminar y me sentí orgulloso. Tenía ganas de hablarte y contarte para que me dijeras que también estabas orgullosa de mí, pero entendí que ya no estabas. De repente una nube de tristeza se posó arriba mío. Debería estar feliz por haber concluido con lo que más anhelaba, pero más bien estaba triste por no poder compartir ese logro con vos. Fumé aún más, y releí la tesis. Mas recuerdos afloraron, pues recordé lo mucho que te gustaba que te hable de historia y filosofía, te encantaba cuestionarte las cosas y aprender de nuestro pasado. La melancolía me invadió nuevamente, y no tuve más remedio que tomar y fumar hasta quedar inconsciente, no quería pensar ni mucho menos sentir.

Me levante temprano el día de hoy, me afeite, me puse mi mejor traje y fui a la facultad a presentar la tesis. Estuvimos horas deliberando y yo defendiendo mi tesis hasta que dieron por concluido el acto y aplausos recayeron sobre mi espalda. Me felicitaron y me dieron el título. Había concluido por fin mi pasión.

Llegaba el momento de encontrar trabajo, sabía que me quería dedicar a la enseñanza, pues ame enseñarte a vos y sé que amaría enseñarles a otras personas. Mis amigos me felicitaron y nos reunimos a tomar un café. Charlamos un poco de como estábamos y de cómo nos había tratado la vida. Yo me desahogué y les comenté que me había equivocado en terminar con vos y ellos asintieron apenados. No debería estar hablando de eso. Había logrado algo importante pero inclusive en ese momento de felicidad personal, pensaba en vos. Solamente en vos. Llegue a mi casa, y revise mi celular. Una notificación tuya, un mensaje diciéndome fríamente felicidades. Mi corazón volvió a latir. Sabía que estabas orgullosa de mí. Hablamos un poco de cómo estaba yendo nuestra vida y la conversación finalizo. Me sentí bien al saber que aun pensabas en mí. Esa noche pude dormir después de tanto tiempo, con una leve sonrisa en mi rostro. Después de todo, por fin habías regresado. Aunque frio fue tu regreso, fue un regreso al fin.

Un sueño lucido tuve esta vez, podía controlar lo que hacía y a pesar de que estos sueños no me agradaban del todo, pude soñar con vos, nos imaginé en un departamento en Ciudad de Buenos Aires, nosotros dos regando plantas, tomando café y fumando cigarrillos mientras acariciábamos a nuestro gato. A veces me sorprende la capacidad del ser humano para poder crear escenarios que posiblemente jamás sucederán, no al menos en esta vida. Me levante temprano pues tenía una entrevista de trabajo. Me ofrecieron ser profesor suplente en una secundaria. Me emocionaba la idea de empezar a enseñar, solo tenía 25 años y recién empezaba en las aventuras de la educación. Me di cuenta que la oferta era del colegio donde yo estudié en la secundaria, donde fue allí que te conocí. La nostalgia me invadió en ese momento. Iba a recordar todos los momentos que pasamos allí. Llegué a la entrevista, con mi directora antigua, seguía allí después de todos estos años, se mantenía en forma y la reconocí, y ella a mí también. - ¡¿usted fue alumno mío verdad, como te va Sebastián! Mira las vueltas que da la vida…-. 

-Todo bien directora-. Le respondí. Reímos y fue una entrevista muy cómoda, me dieron por fin el trabajo y mañana empiezo. Recorrí los pasillos donde hablábamos durante los recreos. Vi el escenario donde nos dimos nuestro primer beso, lo recuerdo como si fuese ayer, estabas temblando por un leve ataque de pánico, te abracé y te di un pequeño beso en la boca, que indico el inicio de aquella relación. Llegue a casa, les Conte la noticia a mis amigos y nos echamos a reír, nadie lo podía creer. Recordamos todos esos momentos que pasamos y un aire de nostalgia en el chat se hizo entrever, todos deseábamos volver a aquellos tiempos donde la vida era más sencilla y libre de responsabilidades, yo anhelaba volver para conocerte de nuevo y sentir esa sensación de caer en amor de nuevo con vos. Fue mágico. Indescriptible, una sensación que no carece de descripción, pero reboza de efectos en mi corazón. Cene como de costumbre sobras del día anterior, fume mi habitual cigarrillo y me acosté a dormir excitado por arrancar el día de mañana. Tenía muchas expectativas. Sentí ganas de contarte la noticia y lo hice. Hablamos durante un par de minutos, pero te noté decaída, triste, a través de la pantalla pude notar que no estabas del todo feliz, y un sentimiento de preocupación me inundo el alma y la conciencia. Te despedí y me quedé dormido con una sensación de preocupación. Algo andaba mal con vos. 

Me levante de buen humor, desayune un cigarro con una taza de café negro como siempre lo hacía y fui al trabajo. Me tocaba estar en el aula de 4to año, mis alumnos tenían entre 16 y 17 años. Era un colegio privado, estaba despreocupado pues no tenía que lidiar con situaciones que escapan de mis manos como profesor. Entre al aula. Silencio. Me pareció raro, a esa edad yo siempre estaba alborotado y hablando hasta por los codos. Hice mi presentación y conocí a mis alumnos. Me llamo la atención cuando uno de ellos se estaba presentando, era el típico gracioso de la clase, le pregunte que le gustaba hacer y el respondió que masturbarse era su actividad favorita. Me reí, fue un chiste inmaduro y fuera de tono, pero no estaba para hacer de policía, estaba para enseñar. Pregunte a la clase a quien le gustaba Historia. Nadie levanto la mano. Me reí, y empecé la clase. Tenía un método de enseñanza relajado, creo que es más importante dialogar y generar un vínculo con los alumnos para que de forma indirecta se genere gusto por la materia. Terminé mi clase y me fui a mi casa. Me encanto enseñarles un poco, aunque sea y me sentí completo al hacer lo que mejor sabía hacer. Al llegar a casa vi un mensaje de Noelia, mi antigua compañera de trabajo, hablamos un poco y me invito a tomar un café a la tarde. Acepté su propuesta y fui. Al llegar a la confitería estaba vestida con pantalones anchos y un buzo marrón, me gustaba su forma de vestir, alternativa, como si fuera moda de finales del siglo pasado. Noelia tenía ojos verdes, labios gruesos, rizos castaños caían sobre su cabeza y por sobre todo tenía unas pestañas extremadamente largas, postizas me parecían. La salude con un abrazo y nos sentamos a tomar el café. 

-escuche que tenías un trabajo nuevo, ¡¿en qué andas contarme dale?!-.

  -bueno Noe, me recibí por fin y empecé a trabajar en la secundaria en la que estudie, un poco nostálgico si te soy sincero, pero me gusta mucho, me apasiona que quieres que te diga...-

- ¡me alegro mucho por vos Seba! Yo sabía que ibas a terminar esa tesis e ibas a ser el mejor profe-.

Sus palabras retumbaron por mi cabeza, me di cuenta que ella gustaba de mi en cierto punto o me apreciaba. De todas maneras, me era un poco indiferente, yo no sentía lo mismo por ella. Hablamos un poco más y nos despedimos. Me invito a ir a su casa, pero no acepte, no quería relacionarme mucho con ella, pues durante la charla descubrí que no me agradaba del todo, se la pasaba contando chismes ajenos y hablando mal de otras personas. Ese tipo de personalidad no concuerda con mi estilo, pues no me gusta hablar mal a espaldas de gente que conozco. Llegue a casa y fume, me sentí vacío, pues entendí que era una posibilidad real la de no conectarme con alguien por el resto de mi vida y te extrañe. Te extrañe demasiado. Mis ojos lagrimearon mientras observaba por la ventana la luna, recordé que siempre te gustaba mirarla, y me mandabas fotos de ella cuando menos me lo esperaba, tenías una conexión con los astros que yo no comprendía pero que vos sentías. Cené y dormí.

Me desperté un poco enfermo, estaba con un poco de tos, lo deje pasar y desayune para ir al trabajo. Entre al aula y mis alumnos estaban un poco desganados. Habían tenido un examen en la hora anterior y les había ido mal a todos. Les dije que no se preocuparan y les di golosinas a todos para que se les subiera el ánimo, me aplaudieron y reímos un poco. No era común que un profesor les diera comida a los alumnos, pero para mí era indiferente, yo me considero una persona dulce y amable, y me encanta generar realizar acciones que tengan connotaciones positivas para las personas. Hablamos un poco del tema corriente de la clase, y en los últimos 10 minutos deje que hablaran entre sí para que se distendieran un poco. El chico gracioso, Pablo, un chico medianamente alto con pelo castaño y ojos negros como el café que tomaba por las mañanas, me incluyo en su grupo de amigos. Me pregunto cosas típicas, porque tenía tantos tatuajes, como era el colegio antes y esas cosas que uno puede charlar y responder. Me agradaba, y al, aunque no le gustaba decirlo, le gustaba la historia, estaba bastante activo en mis clases y le gustaba responder. Recorrí el colegio un poco más, fui a la parte de arriba, donde solíamos escondernos para besarnos en aquella época. Me acorde de la vez en la que no llegabas y me impacienté y me quise ir, hasta que vi llegar, lagrimeando porque habías desaprobado, te consolé, y me abrazaste. Fue uno de los días en lo que más sentí el calor de tu cuerpo. Volví a mi departamento. Jugué un rato con Félix, estaba inquieto porque no tenía alimento así que decidí ir a comprarle. Camino a la tienda de alimentos te vi, estabas caminando sola con bolsas de compras. Nos saludamos, y quise hablar con vos para contarte de todo, pero tu repentino ya me tengo que ir me freno de golpe y te despedí. Vi cómo te ibas una vez más. Llegue a casa y llore un rato con mi gatito. El me entendía, aunque parezca raro, porque me lamio con ternura inocente mi rostro y me lleno de consuelo. Fumé un par de cigarrillos y me acosté a dormir sin cenar, estaba muy agotado.

Un recuerdo nuestro se reprodujo en mi cabeza durante la noche. Recordé aquella noche que dormiste por primera vez en mi departamento, llegaste, comimos hamburguesas. Estabas vestida con un vestido primaveral, tus ojos negros resaltaban en la habitación, en aquel entonces tenías tu pelo de color castaño, recuerdo adormecer mi rostro en ese mar de color marrón, vimos películas infantiles como solíamos ver, y nos quedamos dormidos. Me desperté con un sabor amargo en la boca no por lo de anoche que solamente fumé y me acosté sin cenar, sino por ese recuerdo tan feliz que reflejaba un presente de amargura y nostalgia infinita en el que me encontraba. Un desayuno abundante y marche para el trabajo, apenas entre mis alumnos me preguntaron si traía comida. Extendí mi mano sobre mi portafolio y la levante rápidamente diciéndoles que no tenía nada. No quería que se acostumbren a que les traiga golosinas todos los días, pues me quedaría sin dinero. Fue una clase muy buena, estuvieron muy participativos y como siempre los 10 minutos antes de finalizar la clase me detuve a hablar con ellos, me preguntaron qué opinaba de una parejita que era del curso, les dije que no había nada más lindo que estar enamorado, y Pablo abrió su boca y me pregunto si alguna vez yo había estado enamorado de alguien. Le retruque preguntándole si él había estado en esa situación a lo que me respondió con un rotundo "No". Le dije así que no iba a entender mi respuesta. Se quedo decepcionado. Pero no quería hablar de algo que me dolía todavía. Después de todo para eso están los terapeutas. De camino a casa pase por el bodegón donde solíamos ir siempre. Llegue y me atendió la misma moza que nos atendía siempre. Ordene el menú del día, y tuvo el atrevimiento de preguntarme por vos. Le comenté que nos habíamos separado y se puso triste. Me comento que hacíamos una hermosa pareja. Yo reí y asentí. Aunque por dentro me deshice a pedazos, después de todo tenía razón, hacíamos una hermosa pareja y lo arruiné todo. Camino a casa fume varios cigarrillos y me cruce con Noelia, trate de evitarla, pero me reconoció y me invito a su departamento a hablar un poco y fumar, accedí. Vivía en una de las mejores zonas, lo cual me pareció raro porque teníamos el mismo sueldo, tomamos café, y se me lanzo encima. Yo la evité y le dije que no estaba interesada y se echó a llorar. No comprendí el porqué, hasta que me sentencio con un "estoy enamorada de vos desde hace tiempo", me incomode un poco, trate de consolarla y le dije que yo no la podía amar puesto que mi corazón se encontraba roto y le pertenecía a otra. La abracé y hablamos hasta que se tranquilizó y me decidí por irme a mi departamento. Camino a casa tuve un sentimiento de pena por ella, digo, ella no eligió enamorarse de mí y no merecía mi reacción fría. Pero por otro lado sentí que hice lo correcto evadiéndola, pues no iba a terminar sino más bien en una relación fría y carente de sentimientos. Llegue a casa, jugué con Félix, fume más cigarros y hable con mis amigos. Y finalmente pude dormirme con extraña normalidad.