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Capitulo uno

"Nunca abandones a quien amas, porque si es un amor verdadero, valdrá la pena cada sacrificio-Nayra Reis"

En una aldea vive una familia que tiene seis hijos. Estos niños eran muy inteligentes y todo el mundo los conocía porque estaban muy bendecidos por Dios. Entre estos seis, había un chico que era muy revoltoso pero muy simpático y se llamaba Natanael. El 26 de enero cumplía ocho años y su familia organizó una gran fiesta e invitó a todos los vecinos del pueblo.

Al otro lado del barrio vive una niña, alta para su edad, de pelo largo y rizado y piel clara, una niña feliz conocida y querida por muchos a la que llaman Nayara. Tenía cinco años cuando se enteró de que la iban a invitar a la fiesta de cumpleaños más codiciada del pueblo y estaba súper emocionada por la ocasión, porque en esos eventos siempre había muchos niños con los que jugar, mucho que comer y, lo más importante, un niño de ojos verdes al que le encantaba mirar, pero nunca había tenido el valor de ir a hablarle porque era demasiado tímida. Ella llevaba un precioso vestido rosa de encaje, un fajín del mismo color y unas deportivas blancas, mientras que Nathaniel vestía un polo negro y unos pantalones cortos blancos.

***

El día de su cumpleaños, Natanael vio a una chica que consideraba muy diferente de las demás y decidió ir a hablar con ella.

Le dijo:

-Hola, me llamo Nathaniel, eres muy guapa.

Y la chica estaba avergonzada, pero dijo:

-Hola Natanael, mi nombre es Nayara- en ese momento ella esbozó una media sonrisa, a pesar de que siempre quiso que él viniera a hablarle, pero también un poco sorprendida, porque había muchos niños ahí y justo él vino a hablarle.

Nathan Nathaniel quedó encantado con la chica y la admiró durante toda la fiesta. Incluso la invitó a jugar con él, pero ella era muy tímida y se escondía detrás de su madre.

Al día siguiente, Nathaniel decide llamar a la tímida niña para que juegue con él y sus hermanos:

-Nayara, ven a jugar conmigo y mis hermanos, será divertido.

Y ella respondió:

-Déjalo para otro día Nathaniel.

Y entonces el chico empieza a tirar del pelo de Nayara y a agarrarle las gafas y ella se enfada y dice:

-Bien, jugaré contigo, pero por favor deja de hacerme esto.

El chico sonríe y empiezan a jugar. Desde ese día entablaron una gran amistad y poco a poco ella fue perdiendo su timidez.

***

-¿Quieres ir a la plaza conmigo? -pregunta Natanael a Nayara.

-Sí, pero ¿tus hermanos también van?

-Esta vez no. ¿Podemos ir los dos solos?

-¡Por supuesto! -responde llena de entusiasmo.

Nathaniel tiene once años y su amada ocho. Los dos van juntos a la plaza y pasan la tarde charlando y jugando con los juguetes. Quien mire a su alrededor puede ver su conexión, ese amor puro y sincero.

***

Pasan los años, crecen y al cabo de un tiempo Nathanael ya no ve a Nayara y se pone muy triste, porque empieza a darse cuenta de que la quiere mucho, pero ya no tienen contacto con ella. La busca por todo el pueblo y lo que recibe como respuesta es que se ha trasladado a un pueblo lejano. El chico se siente muy triste por haber perdido el contacto con ella, pero nunca pierde la esperanza de volver a encontrarla.

Nathanael hace nuevos amigos, conoce a otras chicas, pero ninguna de ellas le deja encantado como lo hizo Nayara. Y aunque este sentimiento crece cada día, se dice a sí mismo que no renunciará a ella.

***

Al cabo de unos meses conoce a una chica llamada Sueli y decide intentar abrir sus sentimientos, con la esperanza de ser feliz, pero no puede, porque ella se enamora de él. Pero Nathaniel no puede profundizar en sus sentimientos, porque sigue queriendo mucho a Nayara y decide romper la relación para que la chica no sufra.

-Espero que algún día pueda reencontrarme contigo mi princesa-dice mirando al cielo, esperando volver a ver a Nayara.

Mientras tanto, Nayara atraviesa momentos difíciles en su vida, pues sus padres han decidido separarse y ella y su madre deciden mudarse a un pueblo lejano llamado Miracema. El lugar está situado en la frontera de Minas y es poco conocido. La adolescente empieza a estudiar en un colegio público, crea nuevos lazos de amistad, pero no consigue adaptarse a su nueva vida, su salud se resiente bastante y desarrolla una enfermedad llamada Anorexia Crónica.

Su estado de salud empeora tanto que el médico les recomienda que regresen a su pueblo natal, porque su caso es emocional y puede que no haya cura y/o que la lleve a la muerte. Así que de nuevo Nayara y su madre regresan al pueblo. De vuelta a su ciudad natal, conoce a un chico llamado Bruno.

Se enamoran y deciden salir juntos, pero la relación dura poco debido a los prejuicios de la familia del chico y ella vuelve a quedarse sola. Durante el final, recibe todo el apoyo de sus amigos, que le dicen que todo irá bien y que encontrará a alguien digno de su amor.

En una de sus conversaciones con sus amigas, una de ellas recuerda cuando Nayara era pequeña y empiezan a hablar y se llama Manoel. Los dos estudiaban juntos cuando eran pequeños, pero no se hablaban porque él era del grupo de los desordenados. Se alegra de que alguien se acuerde de ella y su corazón se llena de esperanza y decide preguntarle si tiene noticias de un chico llamado Nathaniel.

El chico se da cuenta de su interés por el chico porque le brillan los ojos cuando habla de ese nombre, pero el chico está enamorado de Nayara y acaba mintiéndole diciendo que se mudó porque se enamoró de una chica de otra ciudad. Nayara se alegra de que el chico haya encontrado la felicidad, pero le echa de menos porque solían jugar cuando eran niños y siente como si tuviera el corazón roto. Por un breve momento incluso piensa que le gusta Nathanael, pero cree que es sólo algo de su mente.

Después de que Nayara y Manoel hablen de la vida y de lo que más le gusta hacer a ella, Manoel la mira profundamente a los ojos y la admira. Los dos permanecen en silencio durante mucho tiempo y, finalmente, después de buscar las palabras adecuadas para decirle a Nayara dice:

-Nayara, olvida a ese chico. Déjame hacerte feliz.

Y ella responde inmediatamente:

-Olvidar es imposible, pero intentaré seguir con mi vida sin él.