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Capítulo 9, En las Profundidades de la Oscuridad

El equipo, compuesto por Alex, Leo y Maya, se adentró en el laboratorio, sus pasos resonando en la estancia iluminada tenuemente. Las sombras danzaban en las esquinas, creando un ambiente de misterio y peligro inminente. Los secretos que buscaban estaban cerca, pero la atmósfera densa sugería que no serían fácilmente revelados.

Las paredes del laboratorio estaban llenas de estantes que contenían diversos instrumentos científicos y frascos de sustancias desconocidas. En el centro de la sala, una consola de control parpadeaba con datos en movimiento, la información fluyendo a través de las pantallas como un río digital.

Maya se acercó a la consola, sus dedos comenzando a moverse con una velocidad asombrosa mientras sus implantes de hackeo se conectaban con el sistema. Alex y Leo, con sus armas en mano, se posicionaron estratégicamente, sus ojos vigilando las entradas y su entorno, preparados para cualquier amenaza que pudiera surgir.

Mientras Maya trabajaba, Alex no podía evitar que su mente vagara hacia Adria y Lena, esperando que estuvieran seguras y ajenas a la violencia y la sangre que él estaba experimentando. Pero esos pensamientos fueron rápidamente reprimidos, su enfoque volviendo al presente, al peligro inminente que se cernía sobre ellos.

Después de varios minutos de tensión palpable, Maya suspiró, una mezcla de alivio y preocupación cruzando su rostro. "Tengo los datos," anunció, su voz apenas un susurro. "Pero también activé una alarma silenciosa. No tenemos mucho tiempo antes de que vengan por nosotros."

Alex asintió, su mandíbula apretada mientras se preparaba para la batalla que se avecinaba. "Tomemos la información y salgamos de aquí. No estamos aquí para luchar, estamos aquí para obtener respuestas."

Con los datos asegurados, el equipo se movió, retrayendo sus pasos a través del laberinto de pasillos, cada sombra ahora un posible enemigo, cada sonido un presagio de conflicto. Alex, con sus implantes zumbando suavemente, estaba en alerta máxima, su cuerpo y mente en perfecta sincronización mientras se movían hacia la salida.

No tardaron en encontrar resistencia. Un escuadrón de mercenarios, armados hasta los dientes y con armaduras que reflejaban la luz tenue del corredor, se les enfrentó, las armas zumbando mientras las balas comenzaban a volar.

Alex se movió con una velocidad sobrehumana, sus implantes potenciando cada movimiento mientras esquivaba las balas y se acercaba a los enemigos. Con un giro, desarmó a un mercenario, su puño potenciado estrellándose contra el casco del hombre con una fuerza brutal, enviándolo al suelo en un charco de su propia sangre.

Leo y Maya no estaban lejos, sus propias habilidades y entrenamiento permitiéndoles enfrentarse a los mercenarios con una eficiencia letal. La batalla fue feroz y brutal, cada movimiento, cada disparo, una danza de muerte en los confines de la instalación enemiga.

A medida que avanzaban, Alex podía sentir la carga de cada vida tomada, pero también sabía que era necesario. Era un mundo de sombras y sangre, y para proteger a aquellos que amaba, debía moverse a través de él, sin importar cuán oscuro se volviera.

La salida estaba a la vista, pero Alex sabía que la misión estaba lejos de terminar. Los secretos que habían descubierto, la información que habían adquirido, era solo el comienzo de algo mucho más grande, algo que los arrastraría aún más profundamente en el abismo.

Alex, Leo, y Maya, con sus cuerpos tensos y sus armas firmemente sujetas, se aproximaban a la salida de la instalación, los datos críticos almacenados de forma segura en el NeuroLinker de Maya. La atmósfera estaba cargada de una tensión palpable, cada sombra en el pasillo parecía moverse, cada sonido resonaba como un presagio de peligro inminente.

A medida que se acercaban a la salida, los implantes de Alex vibraron sutilmente, una advertencia de peligro que se cernía sobre ellos. Sus ojos se estrecharon, su cuerpo se movió casi instintivamente, lanzándose hacia Maya y empujándola hacia una cubierta cercana.

"¡Emboscada!" gritó, su voz tensa y alerta.

Los "TechGuard", una unidad de elite de operativos cibernéticamente mejorados, esperaban en las sombras, sus armaduras oscuras apenas visibles en la penumbra del corredor. Eran conocidos por su brutalidad y eficiencia, y para Alex y su equipo, representaban una amenaza significativa.

Las balas comenzaron a llover, zumbando a través del aire con una letal precisión. Leo, un paso detrás en su reacción, recibió varios impactos, uno en su pierna y otro en su brazo, cayendo al suelo con un gruñido de dolor. La sangre comenzó a manchar su ropa, pero sus ojos ardían con una feroz determinación.

Alex, con sus implantes potenciando sus sentidos y reflejos, devolvió el fuego, sus balas encontrando su objetivo en los TechGuard. Uno tras otro, cayeron, pero eran persistentes, avanzando con una fría y calculada determinación.

Maya, recuperándose rápidamente, se unió a la refriega, sus disparos preciso y letales, mientras que su otra mano se movía rápidamente sobre su NeuroLinker, intentando interferir con los sistemas de los TechGuard.

Alex se movió hacia Leo, sus ojos encontrándose por un momento. "¡Mantente con vida, amigo!" gritó Alex, antes de volver su atención a los enemigos que se aproximaban.

Con un rugido de furia y adrenalina, Alex se lanzó hacia los TechGuard, su cuerpo mejorado moviéndose con una velocidad y fuerza sobrehumanas. Cada golpe era un torbellino de poder, cada disparo una promesa de muerte. Los TechGuard, a pesar de su entrenamiento y mejoras, comenzaron a retroceder, superados por la furia y la habilidad de Alex.

Mientras tanto, Maya logró desactivar a varios de los TechGuard, sus cuerpos cayendo al suelo, inertes, mientras sus sistemas se apagaban. Pero la batalla estaba lejos de terminar. Más TechGuard se movían hacia ellos, sus armas zumbando mientras las balas volaban.

Alex, con su corazón palpitando en su pecho y la sangre de los enemigos salpicando su rostro, sabía que la lucha sería hasta el final. Cada movimiento, cada disparo, cada segundo, era vital.

En la distancia, los sonidos de refuerzos aproximándose resonaban, una ominosa sinfonía de lo que estaba por venir. Alex, Leo, y Maya, cada uno luchando con su propia mezcla de desesperación y determinación, se preparaban para enfrentar la tormenta que se avecinaba.

El sonido de los disparos y los gritos de los TechGuard resonaban en los pasillos metálicos mientras Alex, Maya y Leo, con sus cuerpos golpeados y sus respiraciones agitadas, se abrían paso a través de la instalación en un intento desesperado de escapar. Leo, apoyándose pesadamente en Alex, dejaba un rastro de sangre detrás de él, su rostro pálido y sudoroso mostrando el precio del enfrentamiento.

Maya, con su mirada fija y decidida, lideraba el camino, sus dedos danzando sobre su NeuroLinker, buscando rutas de escape y desactivando trampas y alarmas en su camino. Los pasillos, una vez llenos de actividad y vida, ahora eran un campo de batalla, con los cuerpos de los TechGuard y los restos de sus armaduras esparcidos por el suelo.

Encontraron un pequeño cuarto de almacenamiento, apenas más que un armario, y se refugiaron dentro, la puerta cerrándose con un clic suave detrás de ellos. La oscuridad era casi total, rota solo por la suave luz del NeuroLinker de Maya y los sonidos amortiguados de la batalla que aún se libraba en la distancia.

Alex apoyó a Leo contra la pared, sus ojos encontrándose en un silencioso entendimiento. Leo, a pesar del dolor evidente, asintió, su mano temblorosa sacando un pequeño kit de primeros auxilios de su equipo. Alex tomó el kit, sus manos trabajando con una eficiencia calmada para aplicar un torniquete improvisado y una gasa antibacteriana sobre las heridas de Leo, deteniendo el sangrado y estabilizando su condición por el momento.

Maya, mientras tanto, insertó un dispositivo de almacenamiento en su NeuroLinker, sus ojos vidriosos mientras transfería los datos críticos que habían recuperado. La información, vital para la Corporación Ryūjin, era un testimonio de los horrores y secretos que habían descubierto en la instalación enemiga.

Alex, con su mano firmemente apoyada en el hombro de Leo, habló con voz baja y firme. "Vamos a sacarte de aquí, Leo. Aguanta."

Leo, con su voz apenas un susurro, respondió, "No me dejes atrás, Alex. No después de todo esto."

Alex asintió, su mirada dura y decidida. "Nunca."

Maya, con la transferencia de datos completa, extrajo el dispositivo de almacenamiento, su mirada encontrándose con la de Alex. "Está hecho," dijo simplemente, la gravedad de sus palabras colgando en el aire.

Con Leo apenas consciente pero estabilizado, y los datos seguros, el trío se preparó para moverse una vez más. Sabían que el camino hacia la salida estaría plagado de peligros, pero estaban decididos a sobrevivir, a llevar la verdad a la luz del día.

Alex, con Leo apoyado en él, y Maya, con el precioso cargamento de datos, salieron del pequeño cuarto, sus armas listas y sus espíritus indomables. Cada paso era un esfuerzo, cada respiración un recordatorio de su mortalidad. Pero no se detendrían. No podían.

La lucha por la verdad, por la justicia, estaba lejos de terminar. Y mientras se movían a través de la oscuridad hacia la incierta seguridad, la determinación ardía en sus ojos, una llama inextinguible en la oscuridad del desespero.

El sonido de las botas contra el metal resonaba en los pasillos mientras Alex, Maya y un gravemente herido Leo, se abrían paso hacia la salida de la instalación. Los pasillos, que una vez fueron un hervidero de actividad, ahora estaban silenciosos, salvo por los distantes ecos de los enfrentamientos y las alarmas resonando en las profundidades de la estructura.

Con Leo apoyándose pesadamente en Alex, y Maya vigilando sus espaldas, el equipo avanzó, cada paso un recordatorio del infierno que acababan de atravesar. Los cuerpos de los TechGuard yacen en su camino, un testimonio mudo de la batalla que se libró.

Finalmente, la luz de la salida se vislumbró a lo lejos, un faro de esperanza en la oscuridad opresiva. Alex, con el peso de Leo sobre él, apretó los dientes, su determinación ardiente mientras se acercaban a la libertad.

Cuando emergieron al exterior, el aire fresco golpeó sus rostros, un cruel contraste con el caos que dejaron atrás. Sin perder tiempo, Alex activó su comunicador, solicitando evacuación inmediata y asistencia médica para Leo.

Un vehículo de la Corporación Ryūjin llegó rápidamente, sus luces bañando la escena en una luz blanca y estéril. Los médicos, con sus rostros ocultos detrás de máscaras médicas, se apresuraron a atender a Leo, mientras que un agente, con la insignia de Ryūjin claramente visible, se acercó a Alex y Maya.

Alex, con su rostro marcado por la fatiga y la sangre seca, extendió su mano, el dispositivo de almacenamiento con los datos críticos descansando en su palma. El agente lo tomó, su expresión inmutable detrás de sus gafas oscuras.

"La información que necesitan está ahí," dijo Alex, su voz ronca y cansada. "Asegúrate de que llegue a las manos correctas."

El agente asintió, girándose para marcharse, pero Alex lo agarró del brazo, su agarre firme a pesar del agotamiento. "Y asegúrate de que esto cambie algo," añadió, su mirada penetrante en la del agente. "No permitas que nuestras pérdidas sean en vano."

El agente sostuvo la mirada de Alex por un momento antes de asentir, soltándose del agarre y retirándose al vehículo que lo esperaba.

Alex y Maya, dejando atrás la instalación y los horrores que contenía, se unieron a Leo en el vehículo médico, observando cómo la estructura se desvanecía en la distancia mientras se dirigían de vuelta a la seguridad relativa de la Corporación Ryūjin.

En la corporación, la información fue recibida con manos ansiosas y ojos ávidos, los datos revelando secretos y verdades que podrían cambiar el curso de su lucha. Alex, sin embargo, se encontró desinteresado en las repercusiones inmediatas, su mente ocupada con el bienestar de Leo y las sombras de los que habían perdido.

En una habitación tranquila, con las luces de la ciudad de ÓrbitaCentra brillando en la distancia, Alex se sentó solo, sus pensamientos un torbellino de emociones conflictivas y recuerdos no deseados. La batalla había sido ganada, pero a un costo, y el futuro, aunque incierto, estaba irrevocablemente alterado por las acciones y sacrificios del día.