—No, en realidad tenías razón. Estoy subestimando mi posición y tal vez volviéndome complaciente y contenta. Aunque lo que pasó es algo que no deseaba, fue parte de su elección sobre la que no tengo control. Hoy aprendí una lección valiosa y lo que dijiste antes fue un gran recordatorio —dijo.
Uh…
—Cielo abrió y cerró la boca, ojos fijos en la mirada de Dominic. —¿Vamos... a discutir de nuevo? —murmuró sin aliento.
—Jaja. No me gusta discutir contigo —Dominic frunció el ceño, deslizando su brazo sobre el respaldo mientras su otra mano buscaba la suya—. No peleemos, Cielo. Lo siento.
—Yo... también lo siento —sus ojos se suavizaron al sentir cómo se levantaba el peso paralizante de su corazón. Se acercó a él, deslizando sus brazos entre su torso y brazos para abrazarlo—. Dios. Tu tratamiento silencioso da miedo.
Una risa corta se escapó de sus labios, relajando su cuerpo contra el sofá para que ella pudiera abrazarlo cómodamente.
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