—Cuídate, ¿okay? No dejes que ese niño te intimide de nuevo —dime si lo hizo, yo lo pondré en su lugar…
Los pasos de Cielo se detuvieron, escuchando todas las alarmas rojas en su cabeza. Giró la cabeza en dirección de la voz. Allí, no muy lejos de su punto de ventaja, había una mujer y un niño de la edad de Sebastián. Entrecerró los ojos mientras estudiaba el perfil de la mujer.
—Ah... cierto —Cielo balanceó su cabeza, reconociendo quién era la mujer.
Era esa mujer que la había abofeteado en la pastelería. La bruja necesitaba ser puesta en su lugar.
¿Cómo podría Cielo olvidarla?
Esa mujer fue la primera que alguna vez la tocó y pudo irse con su mano intacta. Personas como esa mujer hacían que Cielo recordara lo malvada que podía ser, pero ahora era una mujer cambiada.
Una nueva hoja.
La violencia no era la única manera de resolver las cosas. Aunque todavía creía que era la más fácil. Simplemente no era recomendable en esta nueva vida.
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