Mi humor ese día era diferente, me sentía feliz mientras caminaba junto con Edward a la cafetería, y algo me decía que no era la única que podía sentir la libertad tan próxima.
Había una atmosfera de libertad que embriagaba a todos en la escuela, teníamos la libertad tan cercana que casi podíamos tocarla. Había señales en todas partes. Las paredes estaban llenas de posters y los botes de basura estaban repletos de folletos que te recordaban comprar el anuario y tarjetas de graduación, los plazos para poder comprar las togas, sombreros y borlas. También había anuncios sobre el baile del fin de ese año. El gran baile era el fin de semana siguiente al cual con Alice habíamos considerado si ir o no.
—¿Ya enviaron sus tarjetas? —pregunto Angela en cuanto Edward y yo nos sentamos en la mesa.
Alice ya se encontraba ahí sentada junto a Angela y Ben.
—Le dije a mi abuela si iba poder venir pero dijo que no podía, así que con eso descarte a mi familia de corea no creo que ninguno pueda venir desde tan lejos, y mi padre me dijo que le mandara la tarjeta a unos tíos que tengo en Los Angeles así que ya todo está en orden. —conteste.
—Que mal que tu familia no pueda venir a verlos. —dijo Angela apenada. —¿Y tú Alice? —
—Ya está todo en orden. —
—Qué suerte. —resoplo Angela. —Mi madre tiene miles de primos y espera que escriba una por una. Me voy a quedar sin mano. —
—Yo puedo ayudarte. Si es que no te importa mi letra. —ofrecí.
Pude ver como Edward sonreía satisfecho de que hiciera planes que no incluyera hombres lobos, y eso hizo que con más razón quisiera ir a ver a Jacob, él no iba a decirme que hacer.
—Eres increíble. Puedo ir a tu casa cuando quieras. —dijo Angela agradecida.
—La verdad preferiría que fuera en la tuya, para celebrar que mi padre ya me levanto el castigo. —le dije con una sonrisa.
—¿Enserio? Pensé que había dicho que duraría toda tu vida. —
—Que te puedo decir soy un angelito que no rompe ningún plato. —dije haciendo cara de niña buena y poniendo mis manos en mi barbilla.
—Deberíamos salir para celebrar. —dijo Angela entusiasmada.
—¿Y que podríamos hacer? —dijo Alice con el rostro iluminado.
—Lo que sea que esté pasando por tu cabeza, Alice, dudo que tenga la suficiente libertad como para hacerlo. —le dije.
—Libertad es libertad, ¿No? —contesto Alice.
—Si, pero mi libertad tiene su límite. —
Alice hizo una mueca disgustada y le hice un corazoncito con los dedos para que no se sintiera mal.
—Entonces ¿Qué haremos? —pregunto Alice.
—Nada, hay que esperarnos unos días, de todas formas estamos a tres semanas. —conteste.
—Entonces lo celebraremos el fin de semana. —finalizo Alice con entusiasmo.
—Está bien. —dije.
Desde ahí empezamos con Angela y Alice a charlar evaluando a las diferentes partes que iríamos una vez que pasaran unos días, al poco rato Ben dejo de lado sus comics y se unió a la plática.
Estábamos hablando de la posibilidad de ir a Port Angeles y a Hoquiam, cuando empecé a sentir una mirada que perforaba mi nuca. Con disimulo miré hacia atrás escaneando el lugar, buscando a la persona que me miraba, cuando mi mirada se posó en la puerta de la cafetería pude ver a Isabella mirándome con tanto rencor, envidia y enojo.
Se había salvado de mi la maldita ya que cuando le dije a mis padres lo que me había hecho ellos se pusieron como locos, rápidamente mi padre llamo a su amigo Charlie para avisarle que tomaría cartas en el asunto, mi padre tenía planeado demandar a Isabella por intento de homicidio o algo por el estilo, pero su amigo le rogo que no lo hiciera que después de que se acabara el año la mandaría a Florida con su madre y que ahí le darían la ayuda que necesitaba, mi padre acepto por su amigo, además de que yo le dije que aceptara ya que Charlie era una persona muy amable y agradable. Además yo sabía cuidarme y que no había posibilidad de que Isabella me tomara desprevenida de nuevo.
Entre mi padre y Charlie habían hecho un acuerdo por escrito que Isabella tendría que hacer servicio comunitario por lo que resta del año e iba a quedar marcado en su expediente.
Además le querían dar una orden de restricción pero no se podía porque íbamos en la misma escuela, así que lo que hicieron fue hablar con el director para que le cambiara las horas que tenía conmigo, así ya no tendría que topármela. Solo me la topaba en la cafetería y en la salida pero nunca iba sola así que nunca le hacía caso.
—¿Alice? ¡Alice! —
La voz de Angela hizo que desviara la vista de Isabella y mirara a Alice.
Angela sacudía su mano frente a la cara de Alice, inexpresiva y seria. Yo ya conocía esa expresión, la mirada ida me dijo que estaba viendo algo muy distinto a lo que pasaba aquí en la cafetería.
Entonces Edward rio, tan natural y relajado. Angela y Ben lo miraron, pero mis ojos preocupados estaban en Alice, que se sobresaltó de pronto, como si alguien le hubiera dado una patada debajo de la mesa.
—¿Aprovechaste para echarte una pequeña siesta, Alice? —se burló Edward.
Alice reacciono.
—Lo siento, supongo que me quede medio dormida. —
—Bueno eso es mejor que enfrentar dos horas más de clase. —dijo Ben.
Alice se sumergió de nuevo en la conversación, mucho más animada, pero en un momento su mirada se volvió a ir, pero se recuperó rápido y me sonrió entusiasmada, cosa que me hizo verla de forma confusa.
Después de un rato se me había antojado un jugo así que me levante, cosa que hizo que Edward me mirara interrogativo.
—Tengo ganas de un jugo voy por algo a la máquina expendedora. —conteste.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunto.
—Deja que vaya sola, Edward, no se va a perder, además quiero hablar de algo contigo ven. —dijo Alice, me dio un guiño y jalo a Edward hacia una esquina.
La mire confundida mientras lo jalaba.
Camine hasta la máquina expendedora que estaba totalmente alejada de nuestra mesa, compre mi juguito de mango y cuando iba caminando de regreso alguien me hablo.
—Ya estarás contenta, ¿Verdad? —era Isabella y se miraba enojada.
—¿De qué o qué? —le dije aburrida de tener que lidiar con ella de nuevo y rodé los ojos.
—De que Charlie me mande a Florida con mi madre, yo sé que eso querías porque tienes miedo de que te quite a Edward. —
—Estas bien loca, quiero que te vayas de mi vida porque intentaste matarme. —le dije obvia. —Da gracias que me cae bien Charlie y no quise que pasara por algo tan malo, como un juicio. —
Comencé a caminar pero me jalo del pelo haciendo que se me callera mi jugo y se rompiera ya que el envase era de vidrio. Todos nos miraban.
—Hiciste… que se me cayera mi jugo… y era el último, ahora me quedare con las ganas. —le dije enojada entre dientes y volteé lentamente a verla totalmente enojada.
Ella tenía una sonrisa tonta.
—Ups, fue un accidente. —
—Accidente tu nacimiento, perra. —dije y le di una cachetada con todas mis fuerzas, ya le tenía ganas.
Camino hacia mí pero como era tan tonta y torpe se tropezó cayendo a mis pies, pero no perdió el tiempo y me jalo de un tobillo haciendo que yo también callera de nalgas.
Intento gatear hacia mí, pero yo nada lenta la patee en el hombro haciendo que se callera hacia atrás y terminara con la espalda en el piso, me subí sobre ella y comencé a golpearla, ella me agarro del pelo y comenzó a jalarlo intentando alejarme de ella. Me rasguño la mejilla mientras me intentaba dar una cachetada yo en ningún momento deje de golpearla en la cara.
—¡Córtate las uñas, gata! —grite mientras le daba otro puñetazo en la mejilla.
Todos habían comenzado a rodearnos para mirar la pelea. Nadie intento separarme de ella me imagino que nadie quería recibir por accidente uno de los golpes que le estaba soltando a la sosa de Isabella.
Solo se escuchaban los chillidos de Isabella y los grito de:
—¡pelea, pelea! —
De repente sentí como alguien me jalaba del brazo mientras yo intentaba soltarme para seguir golpeándola.
—¡Suéltame deja que le rompa la cara a la estúpida! —grite y patalee.
Luego sentí que la persona que me separo de Isabella me abrazaba a su pecho de manera protectora, de inmediato supe que era Edward.
—¡Nunca, escúchame Isabella, nunca vuelvas a acercarte a Elina en tu vida! —grito totalmente enojado.
Como pude voltee a ver a Isabella estaba a punto de llorar, y sonreí. Le había roto la nariz ya que la tenía chueca y le salía sangre, ya se le había empezado a hinchar un ojo y otras cosas más que no pude ver ya que Edward me saco de la cafetería.
Edward me soltó cuando estuvimos en el pasillo que estaba desierto.
—Me hubieras dejado terminar con ella, ya me la debía. —dije caminando de un lado a otro para que se me pasara el enojo.
—Ya cariño cálmate. —dijo Edward tomándome de los hombros. —Déjame ver como quedaste. —
Resople y lo mire para que me mirara.
—Bueno, no tienes nada, solo un pequeño rasguño en la mejilla y el pelo echo una maraña. —dijo mientras me acomodaba el pelo.
—Lo bueno es que ella quedo peor. —dije con satisfacción.
—Peleas bien. —dijo con una sonrisa.
—Ya se la tenía guardada. —
A lo lejos vi que venía mi hermano y su novia Katie.
—Elina, Katie me dijo lo que paso ¿Estas bien? —
—Estoy completamente bien, hubieras visto como deje a Isabella. —
—Yo la mire, quedo con la nariz chueca y la cara roja. —dijo Katie
—¿Qué paso después de que me quitaron de encima de ella? —pregunte.
—Mike intento ayudarla, pero ella lo empujo y luego salió directo al estacionamiento. —dijo Katie.
—Bueno espero no volver a verla. —dije.
En eso viene Alice totalmente contenta.
—Buen derechazo. —casi salto de la alegría.
—Alice. —advirtió Edward.
—Déjala, Edward, sabe reconocer lo bueno. —dije arrogante. —Saben que es lo malo de esto. —
—¿Qué te va a regañar Omma? —dijo Eric.
—¿Qué te darán detención? —dijo Katie.
—¿Qué tus zapatos se mancharon de jugo? —dijo Alice mirando las gotas de jugo en mis tenis blancos.
—No, nada de eso. —dije haciendo una mueca. —Lo malo de esto es que mi juguito se rompió. —dije cruzándome de brazos y haciendo un puchero.
—No te preocupes, Elina, yo te comprare todos los jugos que quieras. —dijo Edward dándome un beso en la cabeza.
Aplaudí contenta.
Después de ahí, la secretaria del director me dijo que este me llamaba. No me castigaron ni nada lo único que me dieron fue una advertencia, creo que ser una estudiante ejemplar tiene sus ventajas.
Al regresar a casa, Alice y Edward solo hablaban de la pelea y de cómo la visión de Alice se había tratado de esta. Pero yo estaba segura de que la visión de la pelea había sido la segunda, y que ellos me ocultaban de lo que trataba la primera visión, pero estaba totalmente cansada como para preguntar, los brazos me comenzaban a doler por el esfuerzo.
Edward dejo a Alice al inicio del camino que llevaba a la casa Cullen para después manejar hacia mi casa. Una vez estacionados en la entrada, bajamos y entramos a la casa.
Fui directamente a mi cuarto con Edward detrás de mí. Me tire prácticamente a mi cama totalmente cansada.
Edward me abrazo y comenzó a acariciar mi cabello para relajarme. De un momento a otro comenzó a dejar besos por mi frente, luego mi nariz, mejillas para después besarme en los labios.
Ese era el primer beso que nos dábamos después de meses desde que lo había "Castigado", tenía que ser memorable.
Por lo general los besos no duraban demasiado, así que me sorprendió cuando sus dedos se entrelazaron dentro de mi pelo, manteniéndome cerca de él. Mientras yo lo abrazaba del cuello, una de sus manos se deslizo por mi muslo hasta llegar a mi rodilla para después jalar mi pierna para que quedara encima de su cadera.
Puse una de mis manos en su barbilla y delinee la línea de su mandíbula muy lentamente con un dedo al mismo tiempo que delineaba su labio inferior con mi lengua haciendo que se estremeciera.
Se separo de mi rostro y se rio entre dientes, con un sonido bajo y ronco. Tenía los ojos negros de excitación.
—Hay, Elina. —suspiro.
—Te diría que lo siento pero sería mentira. —admití mientras le daba un beso en la nariz.
—Y me debería importar el hecho de que no estés arrepentida, pero yo tampoco me arrepiento. —
De repente me acorde de los regalos que la familia Cullen me había dado y que ahora acumulaban polvo en mi armario.
Me solté del agarre de Edward y caminé hacia mi armario para tomar los regalos. Regresé a la cama y me senté aun lado de Edward. Él también se sentó.
—No disfrutaste de tus regalos el año pasado. —dijo con voz contrariada. —¿Ya viste que están a punto de caducar? —pregunto enseñándome un papel.
Era el regalo que me habían dado Carlisle y Esme, era un vale por boletos de avión para que pudiera visitar a mi abuelita en Seúl.
—Había olvidado completamente que me habían regalado esto. —dije sincera.
El me miraba entre alegre y positivo cosa que se me hizo extraña.
—Bueno, todavía nos queda tiempo. Ya que te liberaron y tenemos fin de semana extendido, ¿Por qué no celebramos así tu libertad? —
—¿Yendo a Corea? ¿Qué hay del baile? Alice quería que fuera. —dije.
—Estaríamos visitando a tu abuelita, tu padre no se enojará y a Alice no le importará que faltes. —
Lo mire fijamente analizando la situación.
—{¿Adónde quieres llegar con todo esto, Edward?} —pensé.
—¿Entonces? ¿Nos vamos a ver a tu abuela o no? —
—Mi padre no me dejara. —
—No creo que tu madre lo permita. —
Lo pensé por un momento, a mi padre no le gustaría la idea, y no porque fuera a visitar a mi abuelita sino porque Edward iría conmigo. Pero la idea de visitarla era muy tentadora, habían pasado ya casi tres años desde la última vez que la vi.
Pero no quería que mi padre se enojara conmigo.
Suspire.
—No podemos ir este fin de semana. —dije.
—¿Por qué no? —
—No quiero que mi Appa se enoje conmigo. —
Alzo las cejas.
—Este fin de semana me parece perfecto. —susurro.
Negué.
—No puedo aprovecharme cuando apenas me acaban de quitar el castigo. —
—¿Entonces vas a desperdiciar los boletos? Sabes no hemos salido mucho, esta salida seria perfecta. —insistió.
Lo mire con sospecha. Ha estado muy insistente sobre irnos este fin de semana.
—Tú puedes salir a donde quieras. —le dije.
—El mundo exterior no se me antoja sin ti. —solté un risita de burla. —Estoy hablando enserio. —dijo.
—Entonces, nos tomaremos el mundo exterior de poco a poco, ¿Esta bien? Como ir a Port Angeles a ver una película así como una cita. —dije sonriéndole.
El suspiro.
—Bueno, hablaremos de este más tarde. —dije.
—No hay nada de qué hablar. —dijo quitando los regalos de la cama para después jalarme y abrazarme quedando así mi rostro en su pecho.
—Está bien, cambiando de tema, ¿Qué fue lo que vio Alice en la cafetería? —pregunte.
Lo voltee a ver a la cara. Su rostro apenas se alteró y sus ojos se endurecieron.
—Vio a Jasper en un lugar extraño, en algún lugar del suroeste, cree ella, cerca de su… antigua familia, pero él no tenía intenciones de regresar. Eso la preocupo. —
—Oh. —
Eso era lógico de parte de Alice. No era mi asunto pero me preocupa ella, Jasper es su compañero del alma, su otra mitad. Y eso que su relación no funciona ni la mitad de bien que la de Emmett y Rosalie.
—¿Y porque no lo mencionaste? —pregunte.
—No me había percatado de que te habías dado cuenta. De cualquier manera, no importa mucho. —contesto.
Bueno en cierto modo me importaba, Alice era mi mejor amiga, si ella me hubiera dicho algo yo buscaría la manera de ayudarla.
Al poco rato bajamos para hacer las tareas pendientes que teníamos. Cuando terminé la tarea de cálculo me dispuse a hacer la comida para mi padre y Eric. Mi padre llegaría en poco tiempo, ya que últimamente ha llegado más temprano de lo normal. Y Eric como estaba en el periódico escolar y quería hacer créditos extras llegaba más o menos a la misma hora que mi padre.
Edward quiso ayudarme, haciendo caras por la comida cruda, ya que eso para él era repulsivo. Hice filete con pure de papa y algunas verdura, era su favorito.
Al rato llegaron a la casa, Eric de buen humor como siempre y mi padre sorpresivamente también, incluso fue amable con Edward.
Edward después de saludar a mi padre y a Eric se fue a la sala, prendiendo la televisión.
Les puse su plato enfrente a cada uno y me senté junto con ellos para comer.
—Esto estuvo excelente, Elina. —dijo mi padre satisfecho.
—Te has lucido. —dijo mi hermano.
—Me alegro de que les haya gustado. —les sonreí. —¿Y qué hicieron hoy? —
—Yo no hice demasiado, solo un artículo para el periódico escolar. —dijo Eric mientras se levantaba y dejaba su plato en el fregadero rápidamente. —Bueno, yo me tengo que ir, tengo una novia que atender. —sonrió enamorado y se fue.
—Lo hemos perdido. —dije burlona.
Mi padre me miro como: —Tu no digas nada estas igual. —
Le sonreí inocentemente.
—¿Y tú Appa que hiciste hoy? —pregunte.
—No mucho, hoy estuvo tranquilo. —dijo. —Estuve hablando con Billy. —
—Oh, ¿Enserio? ¿Y cómo ha estado? —
—Bien, solo le molestan un poco las articulaciones. —
—Oh, pobre. —
—Así es. Nos invitó a visitarlo este fin de semana. También ha invitado a los Clearwater, Charlie y los Uley. Es una especie de fiesta. —
—Oh estupendo. —dije.
Pero estaba segura de que Edward no iba a querer que fuera a una fiesta llena de licántropos. Me preguntaba si sería capaz de dejarme ir si mi familia iba conmigo y además la fiesta seria en la casa de Billy, que era humano, no correría peligro, y bueno, tampoco es como que le fuera a pedir permiso.
Me levanté y recogí los platos, los puse en el fregadero y comencé a lavarlos. Edward apareció silenciosamente a mi lado y tomo un trapo para comenzar a secar.
Mi padre dejo el tema de lado, aunque lo sacaría más al rato para decírselo a mi madre. Se levanto y camino hacia la sala para poder ver la televisión como hacia cada tarde.
—Señor Yorkie. —lo llamo Edward cuando estaba a punto de salir de la cocina.
Mi padre se detuvo.
—¿Sí? —
—¿Le dijo Elina que mis padres le regalaron en su cumpleaños unos boletos de avión para que pudiera ver a su abuela? —
Me quede paralizada por un momento y mi padre igual.
—¿Elina? —pregunto con asombro.
Me di media vuelta.
—Es cierto, se me había olvidado decirles. —
Mi padre miro con los ojos entre cerrados a Edward.
—No, nunca lo dijo. —
—Oh. —murmuro Edward.
—¿Hay alguna razón por la que hayas sacado el tema ahora? —pregunto mi padre con voz dura.
Edward se encogió los hombros.
—Están a punto de caducar. Creo que Esme no le sentaría bien que Elina no usara su regalo. —
Lo mire incrédula.
—Creo que sería buena idea que visites a tu abuela, Elina, hace mucho que no la vez. A ella le encantara. —dijo. —Aún me sorprende que no me hayas dicho. —
—Lo siento, se me había olvidado. —
—¿Se te olvido que tenías unos boletos de avión? —
—Si, lo siento. —me disculpe.
—Dijiste que están a punto de caducar, ¿Cuántos billetes le regalaron tus padres? —pregunto mi padre.
—Uno para ella…y otro para mí. —dijo Edward.
Mire rápidamente a Edward, que trataba de hacer, yo ya había dicho que no.
—¿Qué? —dijo mi padre sorprendido.
—Bueno, usted dijo que era una buena idea que la visitara. —dijo Edward.
—Si, pero no contigo. —dijo directo mi padre.
—Appa. —dije para que no se molestara.
—Elina, ¿Enserio quieres ir con él a corea? —
—Bueno, seria agradable que la abuela lo conociera. —dije.
Resoplo.
—Lo hablare con tu madre. —dijo. —Pero lo más probable es que diga que sí. —
—Está bien, gracias, Appa. —dije mientras caminaba hacia él y le daba un beso en la mejilla.
Mi padre me sonrió, miro a Edward serio y se fue a la sala a mirar la televisión.
Me voltee y mire a Edward seria.
—Vamos. —dije entre dientes.
—¿Vamos a salir? —pregunto Edward en voz baja.
—Si, quisiera tener una pequeña platica contigo. —dije.
Salimos y subimos a su auto.
—¿Qué fue todo eso? —pregunte molesta.
—Supuse que querías ver a tu abuela. Pensé que te alegrarías. —dijo.
—Claro que me alegro, pero esa no fue la manera de abordar el tema. —lo regañe. —Además estas decidiendo por mí y sabes que eso no me gusta para nada. —
El auto se quedó en silencio. Y yo mantuve mi mirada en el parabrisas.
—¿Esta repentina necesidad de ir a corea no tiene nada que ver con la fiesta de Billy este fin de semana? —dije rompiendo el silencio.
—En absoluto. No me importa si estás aquí o en la otra mitad del mundo, de todos modos no iras a esa fiesta. —
Aprete los dientes con frustración y lo mire enojada.
—Bueno, ¿Y qué quieres hacer esta noche? —dijo inocente.
—Me encantaría visitar a Esme, hace mucho que no la veo. —dije.
—Le va a encantar, sobre todo cuando sepa lo que vamos a hacer este fin de semana. —
Resople irritada.
—¿Sabes qué? Me estoy sintiendo totalmente manipulada y eso no me gusta. —dije.
—No te estoy manipulando, solo te protejo. —explico.
—Se que lo haces con las mejores intenciones del mundo pero así me siento y la verdad ya se me quitaron las ganas de salir. —dije mientras salía de su auto.
—Está bien vamos adentro. —dije mientras también bajaba.
—Sera mejor que no entres, además necesito un tiempo sola. —
—Pero, Elina… —dijo acercándose a mí.
—Nos vemos mañana. —dije y volví a entrar a mi casa.
Mi padre seguía viendo la televisión cuando entre.
—Elina, ¿Puedes venir? —me llamo mi padre.
Camine hacia la sala para luego sentarme en el sillón.
—¿Qué pasa? —dije.
—Mira, necesito decirte algo. —
Frunció el ceño, parecía totalmente incómodo.
Espere a que comenzara a hablar.
—¿Bueno…? —dije para que comenzara.
Suspiro.
—Está bien, este es el tema. —se levantó del sofá y comenzó a caminar de un lado a otro totalmente nervioso e incómodo. —Viendo que tú y Edward van en serio, quisiera platicarte sobre las responsabilidades que deben de tener, ya que eres aún muy joven…Bueno… ¿Por dónde comienzo? —murmuro lo último para sí mismo. —Bueno…cuando un hombre y una mujer se quier…—
—¡Appa, para por favor! —lo interrumpí rápidamente cuando vi a donde iba esta platica. —No la plática por favor. —suplique.
—Elina, soy tu padre y tengo la responsabilidad. —
—Appa, para… Omma ya me dio la plática cuando tuve mi primer novio, no la necesito otra vez. —dije para que se callara y no comenzara de nuevo.
—Al menos dime que son responsables. —me suplico.
—Appa no te preocupes, no es lo que tú crees. Además Edward es un poco anticuado, no tienes que preocuparte. —
—Yo creo que sí, es hombre y un adulto joven, es cuando las hormonas están a todo lo que da. —dijo disgustado de decir eso ultimo. —Yo tuve esa edad yo sé lo que te digo. —
—Appa, no es que quiera decírtelo pero soy virgen y no pienso cambiarlo hasta que me case así que... —dije roja de la vergüenza.
Pareció creerme.
—¿Era todo? —pregunte.
—Un minuto, quería hablar sobre otro tema. —
Hice una mueca de incomodidad.
—No es nada vergonzoso. —aseguro. —¿Ya te arreglaste con Jacob? —
—Eh… no, todavía no. —dije desanimada.
—Creo que sería buena idea que hablaras pronto con él, Billy está muy preocupado. —
Entonces una idea se me vino a la cabeza, sería buena idea ir en este momento.
—¿Crees que sería buena idea ir en este momento? —pregunte.
—Claro que es buen momento, Elina, ve y tárdate todo lo que quieras. —dijo feliz de que fuera a La Push.
—Gracias, Appa. —dije dándole un beso en la mejilla.
Sali rápidamente, no sin antes tomar las llaves de mi auto y un abrigo. Una vez adentro del carro puse la llave en el contacto y la giré para que el motor se encendiera, pero en vez de escucharse el rugido del motor, se escuchó solo un clic. Lo volví a intentar pero solo para que el resultado fuera el mismo.
Entonces, por mi visión periférica pude ver que no me encontraba sola en el auto haciendo que diera un salto del susto.
Edward está sentado, muy quieto, solo sus manos se movían mientras daba vueltas un objeto negro.
—Me llamo Alice. —susurro. —Se puso nerviosa cuando tu futuro desapareció de repente hace unos minutos. —
Respire profundo para calmarme.
—Ya sabes que ella no puede ver a los licántropos. ¿Se te había olvidado? Cuando mesclas tu destino con el de ellos, tú también desapareces. Supongo que no tenías por qué saberlo, pero eso me pone un poco ansioso, Alice te vio desaparecer y no supo decirme si ya venias a casa o no. Tu futuro desapareció junto con ellos. Ignoramos porque pasa esto talvez sea una defensa innata. —dijo mientras le daba vuelta a la pieza de motor que tenía en los dedos. —Carlisle dice que es porque están rodeados de decisiones impredecibles. En el momento en el que cambian a su otra forma, es como si no existieran. El futuro no les afecta. —
No lo quise mirar solo lo escuché mientras mi mandíbula se iba apretando del enojo y mis nudillos se ponían blancos de tanto apretar mis puños.
—Arreglare tu coche a tiempo para ir a la escuela en el caso que quieras conducir tu misma. —aseguro después de unos segundos.
Saque la llave del contacto y baje sin siquiera dirigirle una sola mirada.
—Idiota. —dije.
Soltó un suspiro.
—Mantén la ventana cerrada si no quieres que entre esta noche. Lo entenderé. —susurro justo en el momento en el que cerré de un portazo.
Entre a la casa echa un furia.
—¿Pasa algo, Elina? —pregunto mi padre.
Inhale un poco para calmarme no quería desquitarme con él.
—El auto no encendió, Appa. —dije con calma.
—¿Quieres que lo revise cariño? —dijo.
—No, volveré a intentarlo mañana, Oye ¿Sabes dónde está Omma y Eric? —
—Tu madre ya viene en camino ya me aviso hace rato y Eric ya sabes con la novia en una cita. —
—Oh, está bien, buenas noches. —dije subí a mi cuarto.
Cuando mire la ventana el enojo volvió a mí, camine decidida a esta y la cerré de un movimiento brusco, suspire y me prepare para ir a dormirme.