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Cinco. Día del Avatar y del Ānníng.

Me encontraba totalmente a gusto acostada en mi saco de dormir, cuando un estruendo me hizo levantarme. De repente nos vimos rodeados de maestros fuego montados en rinocerontes.

—Ríndanse están completamente rodeados. —dijo uno de los tipos.

Nos comenzaron a lanzar flechas con fuego, bombas y demás, así que corrimos a donde estaba Appa para irnos.

—¡Mis pergaminos! —grito Katara y se devolvió.

—¡Mi bastón! —grito Aang he hizo lo mismo.

Lo bueno es que yo había tomado mi bolso antes de subirme a Appa.

Una vez todos arriba de Appa, salimos volando.

—¡Olvide mi bumerang! —grito Sokka mirando hacia el campamento.

—Ya no hay tiempo. —dijo Katara.

—Tenemos tiempo para que traigan tu pergamino y su bastón pero no hay tiempo para mi bumerang. —se quejó.

—Exacto. —dijo Katara con una sonrisa.

Sokka se quejó de nuevo.

Después de dejar todas nuestras provisiones tuvimos que hace una parada en un puesto de viajeros.

Como Katara era la encargada del dinero fue la que se acercó al vendedor a pedir más cosas.

—Lamentamos lo de tu bumerang. —le dije a un triste Sokka que estaba sentado en el piso.

—Siento que acabo de perder una parte de mí. —dijo y se puso de pie. —Imagínate si perdieras tu flecha. —toco la frente de Aang. —O Lin dejara de tener sus ojos de diferente color, o Katara perdiera sus…trencitas. —

Katara lo abrazo.

—Tus cosas, chico cola de caballo. —dijo el vendedor dándole una canasta a Sokka.

—Solía ser el chico del bumerang. —dijo triste y se llevó la canasta.

Lo miramos triste.

—Buen día del Avatar y el Ānníng. —nos deseó el vendedor después de cerrar su puesto y comenzar a caminar.

—¿Día del Avatar y el Ānníng? —preguntamos Aang y yo al unisonó.

—¿Acaso no vienen por el festival? —pregunto antes de irse.

Terminamos yendo al dichoso festival.

Sería interesante ver como celebran a los Avatares y a los Ānníngs.

Al llegar al pueblo todo estaba muy alegre, todo estaba decorado con los colores del Reino Tierra, había música y comida por todas partes.

—Miren hicieron un Kyoshi y un Yu gigantes. —dijo Katara.

Corrimos hacia la plaza central para ver mejor.

—Y ahí vienen el Avatar Roku y la Ānníng Suyin. —dijo Sokka.

—Esto es genial. —dije viendo a Suyin.

—Si, es genial tener un festival en nuestro honor pero creo que hablo por Lin y por mí que es mejor ser apreciado. —dijo Aang.

Asentí dándole la razón.

—Y es bueno apreciar las frituras que puedes comer en el festival. —dijo Sokka dándole una gran mordida a su fritura.

—Chicos, ahí vienen. —

Fue raro verme de ese tamaño, era yo de quien sabe cuántos metros con un vestido de princesa, una tiara, mi collar y mis ojos de dos colores. La verdad les había quedado muy bien.

Al final de la fila de los Avatares y los Ānníngs llego un hombre corriendo con una antorcha.

Se estaba acercando cada vez más rápido, hasta que terminó por atravesar al Avatar Kyoshi prendiéndole fuego.

—¡Fuera el Avatar! —gritaban unos.

—¡Fuera el Ānníng! —gritaban otros.

Los miramos sorprendidos mientras me ponía mi capucha. No quería que me reconocieran.

El hombre de la antorcha se subió al techo de una de las casas y lanzo la antorcha justo en el ojo del Aang falso. Y justo cuando iban a prender mi versión gigante, Katara corrió y los apago con su agua control.

—¡Esa aguafiestas esta arruinando el día del Avatar! —grito uno de los ciudadanos.

De un salto Aang aterrizo en el hombro de su yo gigante.

—¡Esa aguafiestas es mi amiga! —grito quitándose su gorro.

—¡Es el mismísimo Avatar! ¡¿Lo ven?! —grito el señor que estaba nuestro lado.

—¡Nos matara a todos con sus increíbles poderes de Avatar! —grito alguien.

—¡¿Qué?! ¡Aang nunca haría eso! —grite corriendo hasta quedar a los pies de la estatua de Aang y me quite la capucha.

—¡Es la Ānníng! ¡Ha venido a ayudarle al Avatar a destruirnos! —

—No, no lo haremos. —dijo preocupado Aang.

Pero todos los ciudadanos se asustaron y comenzaron a temblar del miedo.

—Les sugiero que se vallan. —dijo el mismo señor que estaba a un lado de nosotros. era el único vestido diferente. —El Avatar y el Ānníng no son bienvenidos aquí. —

—¿Por qué no? Aang y Lin ayudan a las personas. —dijo Katara.

—Es cierto. —dijo Aang bajando de su estatua, tomando mi mano y caminando hacia ellos. —Estamos de su lado. —

—Eso es difícil de creer si considero lo que hicieron en su vida pasada. Fue la Avatar Kyoshi con ayuda del Ānníng Yu quienes asesinaron a nuestro glorioso líder Chin "El grande" —

—¿Ustedes creen que asesinamos a alguien? —pregunte incrédula.

—¡Éramos una gran sociedad antes de que mataran a nuestro líder! —dijo un hombre la verdad muy feo. —¡Mírennos ahora! —

—Ni Aang ni Lin harían algo tan horrible. —dijo Katara. —Ningún Avatar o Ānníng lo haría y no es justo que ustedes estén cuestionando su honor. —

—¡Te diremos lo que pensamos sobre su honor! —grito uno de los ciudadanos, se dio la vuelta he hizo como si se tirara un gas.

—Que maduro. —le dije rodando los ojos.

—¡Fuera! ¡Fuera! —gritaron repetidamente.

—Denos una oportunidad de limpiar nuestro nombre. —pidió Aang.

—Aang no creo que sea buena idea. —le susurre.

—Todo saldrá bien. —susurro con una sonrisa. —Solo déjalo en mis manos. —

—La única forma de probar su inocencia es someterse a un juicio. —dijo el líder de la aldea.

—Con gusto nos someteremos a un juicio. —contesto Aang.

—Esto no va a terminar bien. —suspire.

—Tendrán que acatar todas nuestras reglas, eso incluye pagar una fianza. —

—No hay problema. —dijo Aang decidido.

Si hubo problema.

—¿Cómo iba a saber que no aceptaban dinero de la tribu del agua? —escuche la voz de Aang.

Resulta que como había dicho Aang no aceptaban dinero de la Tribu del Agua, así que como no teníamos con que pagar terminamos encerrados cada uno en una celda, ya que hombres y mujeres no comparte me toco en la celda de alado así que solo podía escuchar su voz y ver a los hermanos.

—No les agradan a estas personas pero ¿Que importa? —dijo Sokka que le decía a Aang. —Hay una nación de maestros fuego que los odian, ahora tenemos que sacarlos de aquí. —

—No podemos. —dijo Aang.

—Claro que sí. —dije. —Solo hay que usar un poco de aire, un poco de agua y listo estaremos afuera. La verdad no me importa que no nos quieran estas personas, ellas se lo pierden. —

—Exacto. —dijo Sokka. —Solo tienen que... —mire como comenzaba a hacer movimientos extraños. —Se deslizan y escapamos de aquí. —

—Lo que trata de decir es que se suponen que tienen que salvar al mundo y no pueden hacerlo atrapados aquí. —dijo Katara.

—Tampoco puedo dejar que piensen que soy un asesino y mucho menos de Lin. —dijo Aang. —Tienen que ayudarnos a probar nuestras inocencia. —

—¿Cómo lo haremos? El crimen se cometió hace más de trecientos años. —dijo Sokka.

—Algo me dice que tú, Sokka, eres un buen detective. —alago Aang.

Y así fue como los hermanos terminaron buscando pistas que nos ayudaran a Aang y a mí a salir de este lugar.

—¡Lin, ¿Estas bien?! —me pregunto Aang.

—¡Si, solo aburrida! —grite.

—Aquí todos estamos aburridos, blanquita. —escuche una voz a mis espaldas.

Grite asustada. Pensé que estaba sola.

—¡¿Estas bien?! ¡¿Por qué gritaste?! —pregunto Aang.

—¡Si, solo me sorprendí! —sonreí viendo a las dos mujeres que había ahí.

Eran dos mujeres delgadas, una tenía un lado de su cabeza afeitada, tenía el pelo café y tenía ojos verdes. La otra tenía el pelo corto negro, tenía los ojos dorados y tenía un tatuaje en el cuello.

—Eh…hola. —dije.

—Me gusta tu pelo, blanquita. —me dijo la mujer rapada.

—G-gracias. —dije nerviosa. —Una pregunta, ¿Por qué blanquita? —

—Tu pelo, duh. —dijo la del tatuaje.

—Oh cierto. Eh…mi nombre es Lin. —dije presentándome.

—Yo soy Xia. —dijo la mujer rapada. —Y ella es Kumiko. —

—Mucho gusto. —dije.

—Ven acércate no mordemos, a menos que nos provoquen. —se rio Kumiko.

Sonreí y me senté a un lado de ellas.

—¿Por qué estás aquí, Blanquita? Porque déjame decirte que te miras muy fi-fi como para meterte en problemas. —

—Una de mis vidas pasadas mato al líder de este pueblo. —dije.

—Puras escusas para encarcelar gente, ¿Cómo te van a meter aquí por tu vida pasada? Eso es una estupidez. —dijo Xia.

—Es que yo soy la…—Xia me interrumpió.

—Si sabemos quién eres, tus ojos son inconfundibles. Eres la Ānníng. —

—¿Pero porque no escapas con tus poderes de Ānníng? —pregunto Kumiko.

—Mi novio quiere probar nuestra inocencia. —dije sonrojada.

Era la primera vez que le decía así.

—Con que novio he…—preguntaron al unisonó con una sonrisa.

—Si. —sonreí como boba. —Mi novio es el Avatar Aang. —

—¿Entonces sí es cierto eso de las almas gemelas? —pregunto Kumiko con una sonrisa.

Asentí.

—¿Y ustedes poque están aquí? —pregunte cambiando de tema.

—Golpee al alcalde Tong por engreído y superficial. —sonrió orgullosa Xia.

—Wow, la verdad es que si cae mal. —dije. —Y tú, Kumiko. —

—Hice un trato con un comerciante del pueblo, y al momento del intercambio no quiso pagar así que lo amenacé y le di un día para darme el dinero, cuando fui al siguiente día me tendió una trampa y me metieron a la cárcel. —

—¿Qué era lo iban a intercambiar? —pregunte.

—Solo digamos que no era nada legal. —sonrió de lado.

Al anochecer y después de una charla muy amena con Xia y Kumiko, los hermanos por fin regresaron.

—Honorable alcalde, preparamos una defensa muy sólida para el Avatar y la Ānníng, hicimos una investigación y tenemos evidencia muy significativa. —dijo Katara.

—¿Evidencia? —pregunto pomposo y burlón. —Así no es cómo funciona nuestra corte. —

—Pero como probaremos nuestra inocencia. —pregunto Aang.

—Muy simple, yo cuento lo que paso, luego cuentas lo que paso y al último yo decido quien tiene razón. —sonrió burlón y engreído. Lo miramos sorprendido. —La llamamos nuestra justicia porque la hacemos nosotros. —se fue riendo como estúpido.

—¡Pues que estúpido! —le grite cuando se fue. —¿Ya nos podemos escapar? —le pregunte a Aang.

—Hay que esperar al juicio. —dijo Aang.

Rodé los ojos y me fui a acostar con las chicas.

Al siguiente día nos encontrábamos escuchando la estúpida historia del alcalde en la explanada que tenía el pueblo para los juicios.

—Todos amábamos a Chin "El grande" porque era muy grande. —luego nos apuntó a Aang y a mí. —Luego llegaron el Avatar y el Ānníng, y lo mataron. Eso fue lo que paso. —sonrió y se fue a asentar.

Era nuestro turno y Aang me había pedido ser el que hablara, lo pararía si no hablaba claro y conciso.

—Ahora los acusados presentaran su defensa. —nos dieron pie para comenzar.

—Pueden hacerlo, solo recuerden la evidencia. —nos susurró Sokka.

—Claro…la evidencia. —dijo Aang.

—{Ya se le olvido.} —pensé.

—Damas y caballeros voy a contarles lo que realmente paso y tengo pruebas de eso. —comenzó Aang. —Prueba número uno…ah…si…—se puso nervioso.

—¡Las huellas! —le susurro en un grito Sokka.

—Oh si, como ven tengo los pies muy grandes. —dijo apuntando a sus pies pequeños todos lo miraron raro. —Además…su templo…combina…con su estatua. —lo volvieron a mirar raro. —Pero yo estaba pintando el atardecer y ahí está la prueba… ¡Somos inocentes! —

—Eso es ridículo, su defensa no tiene ningún sentido. —dijo el alcalde.

—Entonces lo explicare yo. —dije dando un paso hacia al frente. —Primera evidencia: Kyoshi fue la única Avatar con los pies grandes y como pueden ver la huella que hay en el acantilado es pequeña, además de que es solo una y ustedes acusan también al Ānníng Yu. Segunda evidencia: Hoy es el día de Kyoshi, como el día del Avatar, justo a la hora que se le acusa a Kyoshi y a Yu de haber asesinado a Chin, ellos estaban en su isla celebrando su independencia y hay una pintura que lo comprueba. Tercera y última prueba: Usted dijo que la Avatar y el Ānníng salieron del templo y después mataron a Chin. ¿Verdad? —pregunte.

—Claro. —dijo.

—Y también dijo que levantaron la estatua después de su muerte en honor a él, ¿No? —

—Si. —

—Entonces como explica que la estatua y el templo están hechos de la misma piedra, eso solo significa que usted mintió en su historia y que el templo por donde supuestamente salieron Kyoshi y Yu fue hecho después y no antes como usted dijo. —

Sokka y Katara me vieron contentos y levantaron sus pulgares.

—Bueno, pues yo digo que todas tus evidencia son una patraña y no me importan. —dijo el alcalde para después reírse.

Lo mire indignada.

—Hijo de la…—Katara me tapo la boca.

—Déjenos buscar más evidencias. —pidió Katara.

—Como sea después de todo ya se cuál es el veredicto. —sonrió engreído.

Katara, Sokka, Aang y yo nos alejamos de ellos y comenzamos a dar ideas hasta que Katara dio una que podría funcionar.

Ahí nos tenían a Aang y a mi vestidos con la ropa antigua del Avatar Kyoshi y el Ānníng Yu. Obviamente me quedaba super grande la ropa del Ānníng y a Aang ni se diga. Lo único que si me dio un poco de gracia fue ver a Aang pintado.

—Alcalde Tong, solicito que la corte escuche un testimonio más. —pidió Katara.

—Ya les he dicho que nuestra justicia no funciona así, no se permiten testigos aquí. —dijo malhumorado.

—No son cualquier testigo. —dijo Katara. —Voy a llamar al Avatar Kyoshi y al Ānníng Yu en persona. —

Esa fue nuestra señal.

Aang y yo nos fuimos acercando con cuidado de no caernos.

Solo podía escuchar los murmullos incrédulos de las personas.

—¡Esto es una burla para la ley de Chin! —grito el alcalde.

—Por favor espere un momento más, el Avatar Kyoshi y el Ānníng Yu se presentarán. —

—Hola a todos les habla el Avatar Kyoshi. —dijo Aang simulando voz de mujer.

Tuve que poner mi mano en mi boca para no carcajearme.

—Esto es ridículo. —dijo el alcalde acercándose a nosotros. —Por el asesinato de Chin "El grande" esta corte los declara…—

De repente todo se volvió negro y así de rápido volví a mis cinco sentidos. Fue como un parpadeo, solo que ese parpadeo me dejo algo cansada.

Katara ayudo a Aang y Sokka a mí.

—¿Qué paso, chicos? —pregunte.

—Ah… acaban de confesar, lo siento. —dijo Katara.

—¿Qué? —pregunte cansada.

—Yo los declaro culpables. —sentencio el alcalde. —¡Que traigan la rueda de castigos! —

Todos los ciudadanos comenzaron a gritar de la alegría.

A los pocos minutos llegaron con una rueda con dibujos de diferentes castigos.

—Ahora los sentenciados giraran la rueda para determinar su castigo. —

—Dije que aceptaríamos sus reglas y lo hare. —dijo Aang caminando a un lado de la rueda.

—La verdad yo ni necesidad tengo de esta tontería pero que se le va a hacer. —dije y caminé a un lado de Aang.

Aang giro la rueda.

Todos los ciudadano comenzaron a gritar lo que preferían que nos pasara.

Entonces la rueda paro.

—Los acusados serán cocidos en aceite. —

Otra vez comenzaron a gritar de la alegría mientras que Katara, Sokka, Aang y yo teníamos expresiones preocupadas.

Y de la nada una bomba cayó cerca de nosotros.

Eran los tipos de los rinocerontes.

—¡Venimos a reclamar esta tierra en nombre de la Nación del Fuego! —dijo el líder. —¡Muéstrenme a su líder ahora para destronarlo! —

Uno de sus soldados corto la estatua de Chin a la mitad de un solo movimiento.

—Es ese de allá. —grito uno de los ciudadanos apuntando al alcalde.

El corrió como un cerdo gallina a esconderse detrás de la rueda.

—Ustedes Avatar y Ānníng hagan algo. —nos pidió.

—Huy eso no se va a poder. —dije burlona. —Ya sabe nuestra agenda está muy ocupada y nuestra siguiente cita es con una olla con aceite. —

El líder desesperado giro la rueda.

—Listo, servicio comunitario. —dijo. —Ahora hagan algo por esta comunidad y desháganse de esos rinocerontes. —

Sonreí burlona.

Aang y yo rápidamente salimos corriendo mientras de un salto no quitábamos las ropas del Avatar y del Ānníng para así poder pelear mejor.

El corrió hacia un lado y yo por otro.

Me acerque a unos barriles que estaban cerca tome el agua que tenían y cubrí mis brazos para que así parecieran un tipo de tentáculos. Fui corriendo hacia un tipo que estaba quemando las casas, envolví su pie con agua lo jale y lo saque volando al mismo tiempo que congelaba los pies del rinoceronte en el piso para que ya no hiciera más daño. Me reuní con Katara y juntas ayudamos a Sokka a librarse del tipo de las flechas.

Después de unos minutos ya no había más soldados ni rinocerontes.

Al anochecer hubo una celebración en nuestro honor por salvar al pueblo.

—¡A partir de hoy celebraremos un nuevo día del Avatar y del Ānníng! —dijo el alcalde. —¡Celebrando el día en el que el Avatar Aang y la Ānníng Lin nos salvaron de la invasión de la Nación del Fuego! —

—¿Qué es esto? —dijo Sokka mirando los muñequitos que representaban a Aang y a mí.

—Es la comida nueva del festival. —contesto el alcalde. —Ya no haremos comida frita para recordar como el Avatar Aang y la Ānníng Lin no fueron quemados en aceite.—

Todos festejaron y nos miraron para ver cómo nos comíamos esas cosas.

Mire un poco asqueada la masa cruda.

—Feliz día del Avatar y Ānníng a todos. —dijo Katara comiendo un muñequito crudo.

Yo tomé un poco de uno y me lo metí a la boca. No estaba tan mal solo estaba crudo y la consistencia era un poco asquerosa.

—Este es el peor pueblo en el que hemos estado. —dijo Sokka comiendo un muñequito.

—De acuerdo con Sokka. —dije.