—Ekidna, golpéalo hasta casi matarlo, pero ten cuidado con los genitales. Los necesito intactos —Glemos chasqueó los dedos como si estuviera dando órdenes a un perro.
¡Maldita sea mi boca grande! pensó Morok mientras el Fomor se lanzaba contra él.
Su ojo amarillo la envolvía con un rayo de relámpago dorado, su ojo azul producía una niebla que drenaba la energía del mundo y sellaba sus conjuros, mientras que su ojo rojo la envolvía en llamas que hacían que cada uno de sus golpes quemara tanto su cuerpo como su mana.
Tifos había golpeado a Morok con fuerza, pero él no era un Despertado y sus dos alas solo tenían un número limitado de plumas para cada elemento. Ekidna tenía seis alas, cada una amplificando un elemento específico y generando una salida mucho mayor.
Se desmayó antes del cuarto golpe, pero ella siguió golpeando a Morok hasta que Glemos la detuvo.
—¿Qué pasa con la mujer? —Ekidna preguntó mientras limpiaba su vestido de la sangre.
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