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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · อะนิเมะ&มังงะ
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935 Chs

Mundo Shinobi - PGM - 187

Akane, Sakumo, Tatsumaru y sus dos jóvenes ayudantes avanzaron hacia la costa Sureste de la nación del Fuego. Eran las siete de la tarde, el cielo estaba despejado con algunas nubes ocasionales. Al salir de un denso bosque se encontraron con unos largos pastizales que antecedían a una playa. Se agacharon y caminaron a hurtadillas por los pastizales hasta detenerse cinco metros antes de la arena. Desde esa posición vieron un pueblo de cuarenta casas. Solo la casa en el centro del pueblo destacaba sobre las otras con murallas y una gran construcción. El resto de las casas eran pequeñas, de construcción tradicional, pero en lugar de tener tejas talladas en piedra, tenían largos tablones de maderas sujetados con piedras.

Por otro lado, en las calles no andaban civiles, solo shinobis y todos en estado de alerta. Unos apostados cada diez metros mientras otros viajaban de extremo a extremo buscando algún enemigo.

La casa en el centro del pueblo tenía tres pisos con un balcón que rodeaba todo el tercer piso mientras el tejado superior era de doble pendiente y tejas negras. De murallas blancas y puertas correderas con cuadritos de papel. En el balcón del tercer piso habían apostado un shinobi en cada esquina, todos armados con arcos, flechas y katanas.

-Debemos esperar a la noche- dijo Tatsumaru -la cantidad de shinobis y la visibilidad de las calles nos expondría-

Akane frunció el ceño, pero asintió de todos modos. Sakumo solo se quedó mirando el pueblo con total calma y pensando en cómo poder atacarlo.

-Tres grupos- dijo Sakumo -uno que llame la atención, otro que aniquile a los enemigos que sean vulnerables y otro que se infiltre en la mansión. Dijiste que no expondrías a tus hermanos ¿verdad?- miró a Tatsumaru semi oculto entre los altos pastizales y continuo -en ese caso te dejo la distracción, has mucho ruido y llama la atención de todos. No te preocupes, Akane te seguirá de cerca y matará a los shinobis que queden desprotegidos hasta acabar con todos-

-¿Y tú qué harás?- preguntó Akane

-Yo me infiltrare en la mansión y buscare a Tsunade, Nawaki y su madre. Soy un pariente, así que será fácil que confíen en mí y me sigan-

Akane asintió con un gesto lento, algo disconforme con el plan, pero lo aceptó. Después de todo, ella era Uchiha y por la opinión que tenía la madre de los niños, sería un poco difícil que confiaran en ella. Sakumo sonrió, le acaricio la mano y se dedicó a mirar al pueblo.

-En ese caso, voy a ir a preparar mis cosas- añadió Tatsumaru

-Más vale que no escapes o te perseguiré hasta la muerte- dijo Akane con desconfianza

-Tienes habilidad, señorita, pero no es a ti a quien tememos- respondió Tatsumaru con seriedad y empezó a retroceder junto con sus dos jóvenes ayudantes.

Una vez que Akane y Sakumo quedaron solos se relajaron. La brisa del mar mecía los altos pastizales mientras se escuchaba el sonido de los grillos. El sol empezó a bajar en el horizonte y los shinobis en el pueblo comenzaron a clavar antorchas en la arena. Poco a poco la luz del día se fue disolviendo hasta que cayó la noche. El sonido del oleaje se volvió fuerte y el cielo estrellado.

Solo entonces, Tatsumaru volvió junto a Sakumo y Akane quienes aún seguían vigilando el pueblo en la playa. Por la cantidad de antorchas que rondaban las calles y techos, parecía que la cantidad de shinobis había aumentado.

-Estoy listo- dijo Tatsumaru mientras se arrastraba por el pasto

-Nosotros igual, has lo tuyo y una vez que escuche a los shinobis moverse de su posición, entraré a la mansión- respondió Sakumo sin dejar de mirar la mansión -ya te lo dije, pero lo repito; tú y tus hermanos llaman la atención de los guardias, los apartan del pueblo y Akane los mata ¿entendido?-

-Entendido- respondió Tatsumaru y avanzó hacia el sector derecho de los pastizales para atacar una esquina del pueblo mientras sus dos jóvenes ayudantes los seguían.

Sakumo miró a Akane a los ojos y se acercó para darle un pequeño beso. Después se separó y le susurro -si nos traicionan, mátalos-

-Estas muy seguro de que sobreviviré si me tienden una trampa- respondió Akane de buen humor

Sakumo acercó sus labios a los ojos de Akane y ella cerró los parpados. Sakumo le beso uno ojo y después el otro y le respondió -estos hermosos ojos jamás perderán ante nadie ¿No fue esa tú promesa?-

-Sí- dijo Akane mostrando una gran sonrisa y le dio un beso en los labios -cuídate-

Entonces Akane se alejó y se fue en la misma dirección que Tatsumaru. Por otro lado, Sakumo miró hacia adelante y comenzó a calcular la distancia. El pasto solo duraba cinco metros por delante de él y después todo se convertía en arena. La distancia entre él y la primera casa del poblado eran cien metros, por lo cual debería estar seguro por donde atacar y a quien atacar. Si Tatsumaru hacia bien su trabajo, enviarían a los shinobis a reforzar la zona atacada, disminuyendo a la cantidad de shinobis en su camino.

Sakumo miró a la esquina derecha del poblado, donde había un shinobi entre dos antorchas. El parecía estar atento, moviendo su cabeza de lado a lado buscando alguna anomalía en los alrededores. Sin embargo, de repente un kunai le atravesó la frente y cayó de cara contra la arena.

-¡Ataque!- grito uno de los shinobis en las cercanías y fue corriendo a ver a su compañero. La mitad de los shinobis en los alrededores se movilizaron de inmediato mientras el shinobi revisaba a su compañero muerto. No obstante, cuando llegaron otros tres shinobis a la zona, entro mirando el cadáver y los alrededores como para adivinar de donde habían atacado, alguien lanzó otro kunai con un sello explosivo cerca del cadáver. Al instante siguiente el sello explotó generando un gran revuelo y dejando una polvareda de arena. Todos los shinobis en el poblado entraron en alerta, dejando a algunos en sus posiciones, pero enviando a la mayoría al lugar atacado.

Esa fue la señal de Sakumo, quien se deslizo en la noche y corrió a una gran velocidad. Avanzó hasta un shinobi que custodiaba la esquina izquierda del poblado y le cortó la cabeza antes de que siquiera hubiera visto a Sakumo. El resto de los guardias se enfocaban en mirar hacia afuera, buscando un posible atacante. Así que no se dieron cuenta cuando el shinobi cayó a la arena decapitado.

Sakumo se siguió moviendo, bordeando la ciudad por la izquierda y dejando un rastro de muerte a su paso. No obstante, nadie lo notó y continuo su avance hasta que llego a la mitad del pueblo. Entonces se adentró en las angostas calles hasta llegar a la muralla blanca que separaba a la gente común del noble que vivía en la mansión de tres pisos. Sakumo saltó a la muralla, se apoyó con las manos y asomo sus ojos. Entonces vio un jardín japones iluminado por lámparas de piedra y antorchas. Había dos shinobis vigilando los alrededores; uno estático de espaldas a la pared donde Sakumo se había subido y otro que rondaba por un camino hecho de pastelones de piedra.

Sakumo espero a que el shinobi estático con el que daba las rondas se encontraran en un punto y cuando eso paso. Espero a que el shinobi que hacia las rondas le diera la espalda al otro. Una vez que eso paso, Sakumo saltó por encima de la muralla, cayó al suelo, le cortó la cabeza al shinobi quieto y corrió a una gran velocidad.

El shinobi que hacia las rondas se dio la vuelta, pero solo pudo ver a un shinobi de cabello gris con una espada en la mano y de repente, todo se apagó.

Después de asegurarse que no hubiera nadie más en los alrededores, Sakumo camino hasta la esquina menos iluminada y se subió a la muralla. Desde ahí observo el resto del jardín separado por sectores. En el jardín de entrada había dos shinobi y en el jardín del fondo había cuatro shinobis apostados en la muralla del fondo y otros cuatro cuidando la entrada trasera de la mansión. Entre los dos grupos había un jardín de rocas con una arena cuidadosamente dibujada por un rastrillo. Por otro lado, en el pasillo del tercer piso de la mansión se veían tres shinobis, uno apostado en cada esquina.

Sakumo en cuclillas sobre la muralla, miraba el panorama general y se preguntaba a cuáles era prudente matar y a cuáles no. Todos se veían de bajo nivel, como esos shinobis que llegaron a Konoha junto con Okita. Seguramente era el remanente que guardaron para sí como guardias personales. No obstante, conociendo la realidad de la habilidad de esos shinobis, Sakumo descarto ser sutil. Desenvaino su espada y se puso de pie. Después se echó a correr por la muralla, giro a la izquierda y siguió hasta acercarse a la mansión. Saltó al techo del segundo piso, escalo hasta el tercero y se movió agachado hasta llegar al primer shinobi que custodiaba una de las cuatro esquinas. Ni siquiera lo notó y Sakumo lo tomo por detrás, le tapó la boca y le clavo su espada corta por el cuello en diagonal. Entrando por el cuello, perforando los pulmones hasta llegar al corazón. El shinobi se agito un poco, pero a los pocos segundos cayó inerte. De esa manera, Sakumo se acercó a los otros vigilantes y los elimino. Después se fue por los dos shinobis en la entrada, pero no mato a los ocho del patio trasero. Para acabar con ellos, debería lanzarse a un combate directo y eso llamaría la atención de los que custodiaban el interior de la mansión. Así que Sakumo decidió entrar por una de las puertas correderas del tercer piso y mantenerse oculto.

Una vez a dentro de la mansión, vio que el tercer piso estaba vacío, como si lo ocuparan a modo de dojo de entrenamiento. El lugar estaba oscuro y la única luz que entraba era la de las linternas y antorchas externas que penetraba a través del papel de las puertas. No obstante, fue luz suficiente como para saber que había un shinobi sentado en posición de loto con una espada en su vaina sobre su regazo.

Sakumo, igual que un león, comenzó a bordear al shinobi que antecedía a la escalera que daba al segundo piso. El shinobi vestido de negro y una capucha que solo dejaba ver sus ojos, estaba en completa calma. Sakumo poco a poco se fue acercando hasta que el shinobi se vio perturbado y abrió los ojos.

-¿No vas a llamar a tus compañeros?- preguntó Sakumo rondando alrededor del shinobi como si buscara un punto ciego. Sakumo pensó que fue su mala suerte encontrar a este tipo, a lo mejor hubiera sido mejor idea eliminar a los otros ocho del patio trasero.

-Mucho gusto- dijo el shinobi con un tono cortes -Chuugi, de las espadas celestiales- tomo su espada con la izquierda y se puso de pie. Lo primero que miró, fue la espada en la mano derecha de Sakumo -¿Eres un compañero que también persigue el camino de la espada?-

Sakumo entrecerró los ojos sin saber que responder ante tal lenguaje cortes. Era como si él no lo viera como un enemigo -no sé a qué te refieres- respondió

-Bueno, es mejor que hablen nuestras espadas- respondió Chuugi, llevando su mano derecha a la empuñadura de su espada y corriendo a una gran velocidad.

Sakumo alcanzo a ver el brillo de la hoja al desenvainar, pero apenas pudo levantar su espada para defenderse. Sonó el tañido de las espadas, Sakumo frunció el ceño ante la presión, pero antes de hacer fuerza, prefirió desviar y al mismo tiempo retroceder tres pasos.

Chuugi no lo siguió atacando, solo se quedó de pie sosteniendo su espada y analizando a Sakumo. Este último lo quedó mirando y sacudiendo su muñeca para quitarse el entumecimiento. Después tomo su espada con ambas manos y la apuntó a Chuugi.

-Tienes un excelente maestro- dijo Chuugi admirado -puedo decir que tu técnica es sincera, llena de velocidad y precisión. Carece un poco de fuerza, pero debe ser por la edad. Sin embargo, creo que esto no es todo ¿cierto?-

Sakumo frunció el ceño al ser analizado de forma tan descarada y saltó hacia adelante. Lanzó un corte vertical, el cual Chuugi bloqueo hacia un lado. Sin embargo, Sakumo continúo lanzando cortes verticales uno detrás de otros, hasta que Chuugi lo desvió por completo y puso su pie para que Sakumo tropezará. No obstante, Sakumo saltó por encima del pie, cayó al suelo rodando y se reincorporo de inmediato. Chuugi aprovecho de lanzar un corte horizontal, el cual Sakumo detuvo con su espada, pero lo empujo hacia atrás, mandándolo a rodar varias veces hasta chocar con un pilar de madera.