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Capitulo 29 La torre Caida

Piso 10

Después de que Marck estuviera muy gravemente herido gracias a su nueva habilidad de "regeneración", fue salvado de la muerte, pero surgió un problema: Marck no despertaba.

"Han pasado cinco meses desde que Marck quedó inconsciente", pensó Elizabet,

Observando a Marck postrado en una cama en una habitación lujosa que parecía sacada de un palacio. Los muebles finamente tallados y la decoración costosa daban la impresión de estar dentro de una mansión noble.

A su lado, tanto Elizabet como Meliza estaban preocupadas. Aunque Meliza había conocido a Marck recientemente, él la había advertido sobre la amenaza que acechaba en el piso 9 durante la aparición de Boro.

"Disculpa, ¿sabes si alguien puede despertar a Marck?", preguntó Meliza, con un tono ansioso.

"No, no en estos momentos", respondió Elizabet con pesar.

"Aunque Marck está físicamente bien, no ha despertado en estos cinco meses. Y la prueba del piso 10 comienza en una semana", reflexionó Elizabet, preocupada por el futuro.

La prueba del piso 10 se acercaba rápidamente, pero antes de eso, Marck y Elizabet tenían planeado explorar una mazmorra en ese mismo piso, una tarea que solo Elizabet podría realizar.

Pero Marck, inerte como si estuviera sumido en un profundo coma, dejó a Elizabet sin otra opción que adentrarse en la mazmorra por su cuenta.

Un susurro de movimiento resonó en la habitación cuando Elizabet se puso de pie, su determinación brillando en sus ojos.

"¿A dónde vas?", preguntó Meliza con curiosidad, deteniendo brevemente a Elizabet en su camino.

"Volveré en cinco días. Si Marck despierta, cuídalo bien y no hagas nada fuera de lo común mientras no esté", respondió Elizabet con firmeza, manteniendo su mirada fija en Meliza.

"¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Soy una princesa de las tres grandes familias imperiales!" exclamó Meliza con indignación. "Y no insinúes que soy una pervertida."

"Nunca dije que fueras una pervertida", replicó Elizabet con una sonrisa burlona, antes de desaparecer por las puertas.

Con un ligero suspiro, Elizabet abrió las enormes puertas que conducían al pasillo principal, donde se encontraba una decoración opulenta y retratos históricos que adornaban las paredes. Con paso decidido, caminó por el pasillo hasta llegar a unas escaleras dobles.

"Oh, Elizabet, ¿a dónde vas ahora?", preguntó una voz detrás de ella.

"Iré a un lugar lejano por cinco días. Nos vemos luego", respondió Elizabet, sin detenerse.

"Siempre es así", murmuró la voz con resignación cuando Elizabet desapareció de la vista.

***

A lo lejos, se divisaban imponentes montañas, un vasto campo se extendía ante ella, y en el centro se alzaba una torre majestuosa, aunque ahora en ruinas, testigo del paso del tiempo y el abandono que había sufrido.

Unas escaleras descendían, como si condujeran a las profundidades de un sótano olvidado. Elizabet avanzaba con paso seguro, enfrentándose a la oscuridad que la rodeaba. Al llegar al final de las escaleras, se encontró frente a una imponente puerta de tres metros de altura. Con determinación, empujó la puerta, abriéndola de par en par.

[Has entrado a una mazmorra]

[Has entrado en la Torre Caída, grado de la mazmorra: SSS]

"Si Marck viniera solo, aunque sea fuerte actualmente, aún así le sería muy complicado limpiar esta mazmorra", reflexionó Elizabet mientras avanzaba por el pasillo oscuro.

"Pero ahora que lo pienso, ¿en qué nivel esta el?"

Un sonido repentino rompió el silencio, y frente a Elizabet se desplegó un pasillo adornado con estatuas de magos. Cerca de cincuenta figuras de magos, cada uno sosteniendo un bastón o una varita mágica, decoraban las paredes. Algunas de estas estatuas representaban a magos espada, una combinación de habilidades mágicas y destreza con la espada. Elizabet las ignoró por completo y continuó su camino.

De repente, un crujido resonó en la oscuridad, y una de las estatuas movió su varita mágica, apuntando directamente hacia donde estaba Elizabet.

"¡Ja! ¡Atacando por la espalda!", exclamó Elizabet con un destello de diversión en sus ojos.

Con un simple movimiento de su mano, Elizabet desató una poderosa onda de viento que destrozó al mago de la varita en un instante. Tan pronto como la estatua fue reducida a escombros, las demás figuras de magos, tanto las de bastón como las de varita, comenzaron a moverse, listas para el enfrentamiento.

Un sonido sordo llenó el aire cuando los magos de bastón chocaron sus bastones contra el suelo, creando múltiples círculos mágicos que rodeaban a Elizabet. Mientras tanto, los magos de varita apuntaron hacia ella, haciendo brillar una luz desde las puntas de sus varitas, preparando un ataque coordinado.

Los ataques de los magos de varita se intensificaron, formando esferas de energía y algunas incluso tomando la forma de flechas mágicas.

"Jajaja, para ser magos de piedra, se organizan muy bien", bromeó Elizabet con una sonrisa burlona. "Veamos qué tanto aguantan".

[Has activado "Caminata desterrada"]

Al activar su habilidad, "Caminata Desterrada", el suelo bajo los magos comenzó a distorsionarse. Uno por uno, los magos cayeron y desaparecieron, y los círculos mágicos que los rodeaban se desvanecieron en el aire.

"Eso es todo, ni siquiera tuvieron la oportunidad de atacar", comentó Elizabet con satisfacción.

De repente, los magos espada se lanzaron hacia ella con una velocidad sorprendente.

Con un sonido de impacto, Elizabet desenvainó su espada, cortando las espadas de los magos con facilidad, como si estuviera cortando mantequilla.

"Aunque sean magos de grado SSS, tienen un buen nivel de combate", reflexionó Elizabet mientras enfrentaba a sus oponentes. A pesar de su gran poder actual, era evidente que los enemigos de grado SSS no eran rival para ella, pero si fueran de grado Calamidad, la historia sería diferente.

Una vez despejado el pasillo, Elizabet avanzó a través de una puerta que la llevaba a una sala enorme, que parecía ser la sala del jefe.

"¿Por qué esta es la sala del jefe? Debería haber más salas antes de llegar al jefe", se preguntó Elizabet, desconcertada por la disposición de la mazmorra.

Aunque no entendía el motivo de la sala, el jefe de la mazmorra apareció repentinamente a través de una cortina de polvo morado.

"Ese debe ser el jefe", pensó Elizabet, preparándose para el enfrentamiento.

Rápidamente, Elizabet agarró su espada y con un solo balanceo, sin moverse de su posición, generó una poderosa onda de viento que cortó un área de más de 500 metros, destruyendo la sala del jefe en un instante.

"¡Qué aburrido!", exclamó Elizabet con desdén mientras observaba los escombros esparcidos por la sala.

[Has despejado la mazmorra]

[Ahora elige una recompensa]

- Poción del sueño profundo

- Bastón del jefe mago

- Capa de mago divino

Se presentaron tres opciones de recompensa, pero solo podía elegir una. Aunque a Elizabet no le importaban mucho estas recompensas, al ver la poción del sueño profundo, una idea surgió rápidamente en su mente.

"Podría despertar a Marck con esta poción", pensó Elizabet.

Sin dudarlo, eligió la primera opción y salió rápidamente de la mazmorra. Sin embargo, algo extraño sucedió: el tiempo parecía pasar más rápido de lo habitual.

Después de salir de la mazmorra, Elizabet reflexionó sobre el tiempo que había pasado dentro. Parecía que haber explorado esa mazmorra había consumido dos días de su tiempo, y ahora solo le quedaba regresar.

Elizabet, quien ya había invertido un día entero en llegar a la mazmorra, sumado a los dos días dentro y otro día de regreso, se dio cuenta de que solo había pasado cuatro días en total en su viaje. Había previsto que le tomaría cinco días completar la expedición, pero resultó ser más rápido de lo que había imaginado.

***

De vuelta en la mansión, donde Marck aún estaba dormido, Elizabet entró apresuradamente, dirigiéndose directamente a la habitación donde descansaba Marck.

"Oh, vaya, ya ha vuelto...", murmuró el hombre para sí misma, con la mente concentrada en la tarea que tenía por delante.

Su paso era tan rápido que apenas se detuvo a hablar con la persona que le abordaba en su camino.

"Hahahaha, parece que tiene prisa", observó la persona con una sonrisa divertida al verla pasar.

Una vez dentro de la habitación, Elizabet echó un rápido vistazo a su alrededor, notando la cercanía de Meliza al rostro de Marck.

"¿Tú qué crees que estás haciendo?", cuestionó Elizabet con un tono serio, su mirada clavada en Meliza.

Meliza, sorprendida por la repentina aparición de Elizabet, retrocedió un paso, con una expresión de sorpresa en su rostro.

"Me asustaste. Se suponía que volverías en cinco días", respondió Meliza, tratando de justificarse.

"Me apresuré porque pensé que alguien podría hacer algo sospechoso", replicó Elizabet, dejando claro su motivo para volver antes de lo planeado.

Después del breve intercambio entre Elizabet y Meliza, donde esta última se sonrojó al ser sorprendida, Elizabet se acercó a Marck con determinación. Con la poción en la mano, adquirida en la mazmorra, se preparó para intentar despertarlo.

"Espero que funcione", murmuró Elizabet con un deje de esperanza en su voz mientras vertía con cuidado la poción sobre los labios de Marck.

***

Un destello de luz y de repente, Marck se encontraba en un lugar extraño, un espacio en blanco con una sola figura humana: él mismo.

"Este lugar es del dios dragón blanco", resonó una voz misteriosa en la mente de Marck, recordándole su anterior visita a este enigmático sitio, cuando había abierto el libro del dios dragón blanco por primera vez.

Un sonido rompió el silencio, y una densa niebla comenzó a materializarse frente a Marck, ocultando todo a su alrededor en una neblina impenetrable. En medio de la bruma, una figura humanoide se manifestó, apenas visible entre las sombras. Marck abrió los ojos con asombro al distinguir la silueta entre la niebla.

La figura comenzó a acercarse lentamente, revelando poco a poco su forma. Aunque aún estaba envuelto en el misterio de la niebla, se percibía una presencia masculina, cuya identidad seguía siendo un enigma.

[Así que nos volvemos a ver] resonó la voz misteriosa en la mente de Marck, envuelta en un aura de intriga y anticipación.

Una voz potente, resonante como la de un hombre de 25 años, cortó el aire mientras la misteriosa figura avanzaba a través de la niebla. De repente, la densa bruma comenzó a dispersarse lentamente, revelando gradualmente la apariencia de la figura emergente.

El rostro del individuo misterioso se hizo más visible a medida que se alejaba la niebla, y Marck pronto reconoció quién era, a pesar de que la apariencia no coincidía exactamente con lo que esperaba. Sin embargo, en su interior, sabía con certeza la identidad de la figura que emergía de la neblina.

"E... ¿Eres el dios dragón blanco?", murmuró Marck, con una mezcla de asombro y reverencia, al darse cuenta de la verdad detrás de la presencia que tenía frente a él.

Marck, aunque impresionado por la presencia del ser ante él, se esforzó por mantener la compostura y mostrarse confiado. A pesar de la majestuosidad de la figura, intentó proyectar una sensación de familiaridad y respeto mutuo, como si estuviera frente a un viejo amigo en lugar de una entidad divina. Con una expresión serena pero respetuosa, Marck observó al ser ante él, buscando establecer un vínculo de confianza y camaradería en lugar de demostrar temor.

Aunque la magnitud del encuentro lo abrumaba, Marck se aferraba a la idea de que esta reunión era una oportunidad para forjar una conexión única y significativa con el dios dragón blanco.