"La gente empezó a enfermarse realmente, más gente empezó a ingresar al reino, buscando ayuda, pero no hay mucho que pudiéramos hacer —finiquitó pensativo—. Madea había enfermado, también tenía la enfermedad del sueño, pero para no propagar la enfermedad al resto de nosotros, se había refugiado dentro de su santuario. No sabíamos cómo curar la enfermedad, lo único que podría curarla era la magia y la única persona que la tenía ya estaba enferma.
Ivan había escrito cartas a otros reinos, pidiéndoles que nos prestaran sus sanadores —dijo la joven—. Al escuchar la naturaleza de la enfermedad, la mayoría de ellos se negaron. Los otros reinos decidieron que ordenarían a sus sanadores o magos trabajar en una poción que podría curar a los enfermos. La mayoría de ellos fracasaron, por supuesto.
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