PUNTO DE VISTA DE IVÁN
A la mañana siguiente, nos despertamos y continuamos nuestro viaje. Ninguno de nosotros había conseguido un sueño profundo. No importaba si Kiran y Rollin habían decidido hacer guardia durante el resto de la noche. Esa era simplemente la regla; el sueño no era un lujo que pudiéramos permitirnos.
La oscuridad que todavía se aferraba al horizonte no era rival para el frío que mordía nuestros huesos. Mis músculos dolían por la tensión de una noche inquieta, pero el agotamiento no era suficiente para frenarme.
Volvimos a levantarnos al primer rayo del amanecer, empacando nuestros suministros y montando nuestros caballos. Cada uno de nosotros se movía con una eficiencia practicada, cada movimiento un reflejo de años vividos en esta vida.
El camino por delante era accidentado, el terreno implacable. Podía sentir la tensión en el aire cuando nos pusimos en marcha, una sensación de urgencia que nos mantenía alerta.
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