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Capítulo 11.

Lidia movía sus manos y dedos a la distancia, dirigiendo de un lado a otro esa enorme figura alada hecha con el agua que emanaba de la aquapiedra, haciendo que diera piruetas por todos lados y volara por encima de los espectadores. Fue como si tuviese vida propia. Se elevó hasta la cúpula de cristal del techo, extendió sus alas por todo lo alto y las partículas de agua estallaron en dispersión, mojando tibiamente a todos en gotas de resplandor que parecían pequeños cristales de color azul que caían lentamente.

El público quedó maravillado e inmediatamente cayeron los aplausos y halagos hacia Lidia, quien permaneció absorta en medio del salón, mirando estupefacta con sus ojos brillosos como se desvanecían las partículas a su alrededor. Las aclamaciones continuaban, pero ella seguía perdida al contemplar lo que había logrado. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que todo mundo la estaba ovacionando con fuertes palmas para ella; hizo una reverencia a todos los presentes y se retiró de escena, regresando a su silla, viéndose cansada y a la vez aliviada. 

Rey Van Laar: 『 Muchas gracias por su reconocimiento hacia mi hija. Es grato saber que la demostración fuera de su agrado… Siguiendo con el itinerario de esta noche, le pediré a la banda de cuerdas que reanuden deleitándonos con su música para dar comienzo con el vals. Por supuesto, todos están invitados a pasar al centro y ser partícipes. Sin más preámbulos, empecemos. 』

Nuevamente, los comensales aplaudieron y la banda empezó a tocar su melodía para hacer llamado a todos los invitados a participar en el baile al centro descubierto del gran comedor. Una a una, las parejas empezaron a llenar el espacio y comenzaron a moverse por todos lados con movimientos tan suaves y sincronizados que pareciera que se emulaban unos a otros, tan precisos y exactos. 

Reina Mireia: 『 ¡Oh, Lidia! ¡Mi querida Lidia, estoy orgullosa de ti! 』

Lidia: 『 M−Madre, me estás apretando un poco fuerte. 』

La reina, quien estuvo prácticamente en segundo plano casi todo el tiempo, abrazó a su hija sentada de cansancio, para felicitarla por su logro individual. Contrario del rey, quien se mantenía igual de escéptico que siempre, monitoreando desde su trono a las parejas de la pista y a las demás personas que seguían sentadas en sus mesas, teniendo solo ojos para no perder de vista de lo que pasaba frente a él.

Joven de Tikalt: 『 Disculpe, su alteza… 』

Uno de los jóvenes invitados, uniformado con ese traje de gala color ultramarino lleno de medallas, se plantó frente a la reina y la princesa, reclinándose para hacer una reverencia y extendiendo su mano cubierta con un guante blanco, haciéndole una invitación a Lidia.

Joven de Tikalt: 『 ¿Me concedería esta pieza? 』

Lidia: 『 A−Ah, lo siento. No acostumbro a bailar. 』

Reina Mireia: 『 ¡¿Qué cosas dices, Lidia?! ¡Vamos! ¡Ve y diviértete un poco! 』

Dudosa de si realmente hacerlo o no mientras su madre la empujaba, Lidia terminó por aceptar la invitación de quien, seguramente, fuese uno de los pretendientes en lista de espera por ella. Tomó su mano de forma tibia y dejó su asiento al poco tiempo que tuvo para descansar. Fue llevada al epicentro del gran comedor para que inmediatamente se convirtiera en el centro de atención en medio de todos.

El joven militar empezó primero la rutina sin avisar: 1, 2, 3; 1, 2, 3; izquierda, derecha, izquierda, derecha; un paso al frente y otro atrás. A Lidia le costaba entrar en ritmo y seguirle los pasos al joven, quien se mostraba con una sonrisa de oreja a oreja, emocionado igual que un niño que estrena un juguete nuevo.

1, 2, 3; 1, 2, 3; la música sonaba y sonaba. Todos iban al compás de la sonata. Los hombres tomaron a su respectiva pareja de la cintura para impulsarlas levemente del suelo, dando un brinquito vistoso que extendía como rehiletes las largas faldas de las damas. Era como un campo de flores en plena primavera iluminadas por los cristalinos candelabros del techo que proyectaban una cálida luz anaranjada.

1, 2, 3; 1, 2, 3; la melodía se transformaba en un letargo para Lidia. No soportaba más tener de frente esa disgustosa sonrisa. Sin oportunidad de despegarse de su fuerte apretón de manos y cintura, lo único que le quedaba era soportar. Llegó la hora de los giros, las parejas se separaron, dieron dos giros en solitario y posaron de espaldas uno contra el otro. Por fin, Lidia tenía la gran chance de salir de la vista del chico, pero no sería ella quien tomase la iniciativa de escabullirse.

Lidia: 『 ¡Uuah−! 』

Joven de Tikalt: 『… ¿Eh?... ¿Princesa?... 』

Tan pronto vi una oportunidad, me lancé a tomar a Lidia y sacarla de entre la muchedumbre danzante, dejando plantado al pobre sujeto que ahora había perdido a su pareja. La llevé al balcón de la derecha del salón para apartarla de la vista de todos mientras seguían ocupados con su baile.

Lidia: 『 ¡Dios! ¿Pero qué crees qu−? 』

Shun: 『 Estabas tardando mucho. Mientras te divertías con ese tipo− 』

Lidia: 『 ¡No me estaba divirtiendo! 』

Quería jugar un poco con ella para que se distrajera del asunto mientras yo ajustaba la cuerda al balcón y estuviese firme. Sin embargo, terminó siendo un error mío el seguir insistiendo con mi actitud burlona.

Shun: 『 ¿Eso crees? Parecía que lo disfrutabas. Oh, ¿será que te gustan los tipos rubios como ese? 』

Lidia: 『 ¡Por supuesto que no! Y qué sentido tiene decir eso, tú también eres rubio. 』

Shun: 『 Castaño, en realidad. Mi pelo no es tan oxigenado como para ser de tu gusto… 』

Lidia guardó silencio por un momento y bajo la cabeza, poniendo una mirada sombría, apretando los labios y sus puños, su cuerpo temblaba con tal presión, advirtiendo de que algo estaba por estañar.

Lidia: 『 … Ya veo, solo me querías para seguir burlándote de mí. 』

Shun: 『 ¿De qué estás−? 』

Lidia: 『 Siempre eres así. 』

Shun: 『 ¿Eh? 』

Lidia: 『 Sabes que yo no tengo voz en este lugar, que solo soy vista como una niña que no puede elegir cómo vestirse o qué comer, que juega a la "escuelita" y a "la hora del té" una y otra vez; una niña que tiene que disimular ser una ejemplar hija de dos reyes que se la pasan todo el día con un montón de políticos y aristócratas, y que jamás le han prestado atención; una hija ignorada por sus padres, atrapada en este enorme castillo que no es más que una estúpida jaula hecha para mí, y lo peor es que ellos piensan que esto es suficiente para que crea que es exactamente igual a la realidad. Yo estoy confinada en este sitio… ¡Pero tú!... ¡¡Tú!!... 』

Lidia alzó de golpe su mirada, de sus ojos empezaron a brotar ligeras lágrimas que poco a poco fueron inundando sus ojos. Se acercó a mí y me golpeó en el pecho, dándome un empujón que me hizo retroceder un paso hacia atrás. Su tono de voz subió repentinamente y hacía sentir toda su ira e impotencia hacia mí.

Lidia: 『 ¡Tú siempre has sido libre de salir de aquí! ¡Paseándote por donde quieras y cuantas veces quieras, sin ninguna prohibición! ¡Tú eres capaz de actuar como se te antoje, pero yo… yo siempre tengo que estar derecha y mostrar una estúpida sonrisa fingida todo el tiempo! Y yo… yo… ¡¡¡YO ESTOY HARTA, DETESTO TENER QUE HACERLO, DETESTO QUE TÚ SI PUEDES SER TÚ MISMO Y YO SIGA SIENDO UNA TONTA MUÑECA…!!! *Sollozo*… ¡No es justo! ¡¿Por qué solo yo no puedo salir?!… ¡¡¿POR QUÉ TENGO QUE SEGUIR FINGIENDO?!! 』

Lidia se arrodilló contra el suelo y rompió en llanto. Por vez primera, la escuché expresarse con tal desesperación y enojo. Se contuvo hasta ese momento para restregarme todos sus sentimientos en mi cara. Toda esa impotencia acumulada durante varios años me golpeó de frente y me hizo ver lo solitaria que en verdad se sentía todo este tiempo, y fui tan ciego para no verlo. Creía que era el único que podía comprenderla, pero estaba rotundamente lejos de serlo.

Siempre me comporté como un payaso para intentar hacerla sentir un poco más despreocupada, que tuviera alguien con quien se sintiera más aliviada y se expresara como realmente es ella; la realidad es que provoque el efecto contrario. No la apoye como era debido. Fui un completo fracaso de amigo para ella. Pero no podía quedarme ahí parado y verla llorar sin hacer nada. Era hora de enmendar mi estúpido error. 

Shun: 『 Lidia, ¿recuerdas esa vez que te enfermaste cuando éramos niños? 』

Lidia: 『 … Sí, tenía la fiebre muy alta y estuve en cama una semana. Fue la época en que empezaste a subir a mi habitación. Siempre ibas a visitarme, aun después de que me curé, y cada vez que te descubrían, tu madre tenía que castigarte. 』

Shun: 『 Sí, es verdad…, pero valió la pena. Aun cuando decías que dejara de hacerlo. 』

Lidia: 『 Porque no quería que te siguieran castigando. Y de todas formas, tú seguías yendo todos los días. 』

Shun: 『 Sí, no me importaba lo que me pasara, con tal de verte… ¿Recuerdas lo que dije esa vez? 』

Lidia: 『 … "Donde quiera que estés, siempre iré a verte." 』

Shun: 『 Bueno, déjame cambiar un poco esas palabras… Quiero que sepas que sin importar lo agobiada, triste, molesta o sola que te sientas, en todo momento podrás contar conmigo; aunque tengas que insultarme o golpearme, no me importa… Si desquitarte conmigo te hace sentir mejor, entonces lo soportaré, cuantas veces sean necesarias… Siempre estaré ahí para ti. 』

Lidia: 『… No entiendo… ¿Por qué llegarías tan lejos por mí?... No he sido más que un estorbo para todos aquí, no soy capaz de hacer nada por mí misma, ni siquiera puedo hacer algo tan simple como arreglar mi cama, siempre dependo de las sirvientas y de tu madre, incluso pude hacer ese espectáculo gracias a tu ayuda. Si no existiera, les ahorraría mucho trabajo a todos los empleados del castillo, sería una boca menos que alimentar, menos ropa que lavar, una persona menos a quien despertar. Solo soy una carga para ustedes. Yo no valgo la pena en lo absoluto. 』

Shun: 『 Hmph, no seas tonta. Nunca has sido un estorbo, ni mucho menos una carga… Eres la única persona en el castillo que nos ha tratado con amabilidad, la única que nos ha sonreído y agradecido por nuestra labor. Tú sola has logrado que muchos de nosotros encontráramos un motivo para seguir adelante, aun después de todas las complicaciones que hemos tenido. Tú eres nuestra inspiración para esforzarnos por todos aquellos a quienes realmente apreciamos, por nuestros amigos, nuestras familias, y también por ti. El solo verte feliz, ver esa cálida sonrisa tuya… es suficiente para sentirnos felices también. Granjeros, jardineros, cocineros, lavanderas, sirvientes…, todos nosotros te debemos mucha de nuestra felicidad, aunque tú no lo veas… Para nosotros, eres alguien irreemplazable. Eres parte de nuestra familia… Por eso, te agradezco que durante todos estos años me hayas permitido ser parte de tu vida… Gracias. 』

Lidia: 『… Mmmmgh−¡¡¡BUAAAAAAAAH…!!! 』

De nueva cuenta rompió en llanto, esta vez con mucha más intensidad y un tremendo grito cargado de furia y desolación que se desprendían de su cuerpo. El nudo dentro de su corazón se fue desenredando de a poco mientras ella estrujaba fuertemente mi traje y derramaba sus lágrimas en frente de mí.

Estuvo así durante un buen rato hasta que se le terminaron las gotas y su respiración se fue calmando. Seco sus ojos y mejillas con sus manos y alzó su rostro. Pregunté si se sentía mejor, a lo que ella respondió con un: 『 Creo que sí 』.

Ahora que estaba calmada, podía concentrarme en sacarla de una vez por todas del castillo y así evitar que siguiera sufriendo. Si lograba desaparecerla durante el resto de la noche, podría arruinar las intenciones de sus pretendientes y hacer que se desinteresaran en Lidia, haciéndoles creer que fueron rechazados por ella. Sabotearía su desposo.

Sé que es un plan completamente tonto y loco, hecho al vapor y que me podía condenar directamente a la horca si me atrapaban, incluso conocía las pocas posibilidades de éxito que tenía. Pero rendirse no era opción. Desde ese momento, prometí ser su soporte y ayudarle en todo lo posible, y si eso implicaba desafiar a la misma realeza y sus leyes, lo haría de frente, sin importar las trabas que me pongan y el riesgo que conlleva. Decidí luchar por ella.

Shun: 『 Por cierto, no te he dado tu regalo de cumpleaños. 』

Lidia: 『 Shun, no estoy de humor− 』

Shun: 『 Ah, no te preocupes, esto es mucho mejor que todos esos regalos materialistas que te han dado hasta ahora. 』

La ayudé a levantarse y le mostré la cuerda atada al balcón. Lidia comprendió de lo que trataba, a lo que respondió con un suspiro y diciendo: 『 De verdad que nunca cambias. 』 Revisé la soga y me aseguré de que realmente estuviese fija para poder bajar. Lidia se sujetó a mi costado y me preparé para descender, con la dificultad de sostenerla de su cintura. Subimos a la barandilla de piedra para prepararnos a saltar.

Lidia: 『 Por cierto, ¿de dónde sacaste la cuerda? 』

Shun: 『 A−Ah, una larga historia… ¿Estás lista? 』

Lidia: 『 … Sí…, estoy lista. 』