webnovel

Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · แฟนตาซี
Not enough ratings
67 Chs

Pyro

Llovía fuego. Tanto Raidha como yo estábamos completamente parados en medio de tal tormenta. Ya de por sí la jungla era calurosa, pero al agregar esas llamas simplemente se volvió literalmente un infierno. Ninguno de los dos nos atrevíamos a mover ni un solo músculo. No, quizás sería más correcto decir que nos habíamos olvidado de cómo hacerlo.

Las enormes ráfagas de fuego y bolas ardientes no paraban de caer. No obstante, el fuego en sí mismo no parecía querer hacer daño a nadie, ni a nosotros ni a esos monos. Más bien era como si su único propósito fuera hacer huir a los animales sin causar heridas a ninguno de los dos bandos. Lo estaba consiguiendo a la perfección.

Cuando por fin el último mono se había largado las llamas dejaron de caer, dejando paso a un espectáculo aterrador al igual que fascinante. Por encima nuestros, el pájaro hecho de fuego iluminaba el lugar como si del mismo sol se tratara. Ascuas doradas se escapaban de su pequeño cuerpo llameante, creando pequeñas luces por allí donde pasaba. De su cola salían cinco largas plumas que danzaban libremente entre ellas. Un animal magnífico, eso era lo único que podía pensar al verlo.

—¡Waaaaau! —apenas logró vocalizar la princesa.

—Sí, opino exactamente eso... Ni yo mismo lo podría haber dicho mejor...

Ese era el auténtico pájaro capaz de renacer de sus cenizas que siempre había imaginado. Bueno, no era exactamente como lo esperaba, pero a pesar de ser tan pequeño seguía siendo impresionante y su poder abrumador.

—Vamos, Raidha.

Nos acercamos un poco a él, pero el calor que desprendía era tan grande que hasta necesité cubrirme la cara con mi mano para mitigarlo un poco. Dándose cuenta de eso, ese chiquitín apagó sus llamas.

La majestuosidad que tenía desapareció junto a ellas, dejando simplemente a un pequeño y exótico pájaro que ya nos era conocido. Extendí mi brazo un poco y él tranquilamente aterrizó encima.

—¡Es el mismo pájaro que liberaste en el pueblo! –gritó Raidha al verlo.

—A buenas horas te das cuenta —le respondí mientras le golpeaba en la frente con un dedo.

—Supongo que tendremos que darte las gracias por esto —me dirigí de nuevo hacia el pájaro.

—Sí, es una suerte que llegaras justo en este momento. ¡Gracias por ayudar!

[Vosotros también me ayudasteis, es lo mínimo que podía hacer.]

—Realmente podemos hablar con normalidad. La verdad, se me hace un poco extraño —reí con ironía.

[Sí, estoy feliz de poder hablar con alguien.]

—¿Nunca pudiste hablar con otra gente? —preguntó Raidha.

[Nadie.]

—Normal, nosotros somos los raros.

-Tú sin duda lo eres.

—Sí, sobre todo yo, quien habla consigo mismo… —murmuré—. Como sea, es una suerte que pasaras por aquí.

[Con todos esos gritos imaginé que alguien estaría en problemas.]

—Esos malditos monos…

[Esos tipos son terriblemente territoriales. Atacan sin dudar a cualquier cosa que entra en su territorio. Por su culpa este lugar siempre está en llamas.]

Raidha y yo reímos irónicamente a la vez. Sin duda, si esos monos atacaban a cualquier cosa que entrara en su territorio… bueno, era fácil imaginar el resultado al encontrarse con un pyropú.

«Para ser un pájaro parece bastante inteligente. Cuesta creer que sea un pyropú. A pesar de…»

—Una cosa, acabas de mostrar un poder increíble. Me da la sensación que tu fuego es más que suficiente como para derretir el metal. ¿No hubieras podido escapar de esa jaula con facilidad?

[¡Ah! No se me ocurrió.]

«Rectifico… puede que sea inteligente, pero sigue teniendo un cerebro de pájaro…»

[Pero eso habría sido peligroso. Estaba demasiado asustado y no hubiera podido controlar bien las llamas. Podría haber dañado a la gente innecesariamente durante el escape.]

En eso podía tener razón. No obstante, me parecía un motivo bastante estúpido para no escapar directamente.

—Bueno, supongo que ya no importa… De todos modos, ¿qué eres? Me cuesta creer que seas lo mismo que eso —dije señalando a un pyropú que acababa de caer tontamente de un árbol.

Él se quedó callado mientras miraba al pájaro tonto levantarse e irse dando saltitos como un idiota.

[No solían ser de este modo. Antes ellos eran diferentes, tanto físicamente como mentalmente.]

—Como creí, algo les pasó… Y ese templo…

[Ya visteis la capacidad de revivir que tenemos. Algunas personas creían poder ese poder, con lo que empezaron a buscar maneras de hacerse con él. Nos cazaron y utilizaron como material de experimentación. Nos mataban una y otra vez en ritos extraños en un inútil intento de conseguir el poder para escapar de la muerte y con cada muerte se fueron degradando poco a poco, hasta terminar como simples cascarones vacíos movidos simplemente por instinto.]

—Pues no es un gran instinto que digamos… En lugar de intentar sobrevivir parece que quieran morir una y otra vez.

[Al seguir muriendo sin sentido continúan empeorando.]

—¿A ti no te persiguieron? —le preguntó Raidha.

El pequeño pájaro se quedó en silencio durante unos segundos y aunque normalmente es prácticamente imposible ver las emociones de un pájaro sentí que su rostro se entristecía.

[No, también me persiguieron. A pesar de lo que parecen ahora, ellos solían ser bastante grandes. Yo siempre he sido muy pequeño en comparación. Me era bastante más fácil escapar y esconderme entre la jungla. Además, los demás siempre me protegieron.]

—Con el poder que mostraste… ¿Cómo permitieron que les cazaran hasta tales extremos?

—Es cierto. Yo mismo no me atrevería a acercarme con simplemente encenderse en llamas.

[Sus llamas no eran tan fuertes y yo… prefiero evitar usar mis llamas. Una vez en la que casi me atrapan terminé incinerando media jungla.]

«Es una broma, ¿verdad?»

[Además, ellos nunca quisieron hacerle daño a nadie. A pesar de todo lo que pasó me pidieron que no hiciera daño a nadie.]

—Ya veo… bueno, es una suerte que al menos estuvieras dispuesto a hacer daño a esos monos por nosotros…

—No es lo mismo atacar a un animal que atacar personas —Raidha replicó en lo que parecía ser un intento de reconfortar al pájaro.

—Raidha, él es un animal… y la gente de aquí también es medio animal.

[No quiero hacer daño a nadie, pero si es necesario para ayudar un amigo no dudaré.]

Su mirada parecía llena de determinación al decir eso.

-Escuchar las tonterías de un pájaro es la mayor estupidez del

día.

—Probablemente la mayor estupidez del día sea escucharte a ti —murmuré.

-Idiota, ¿dónde están sus amigos? Dice que no dudará en hacer daño por un amigo, pero no parece que haya ayudado a ninguno.

—Supongo que no…

Probablemente se sentía bastante culpable de no haber ayudado a sus amigos en su momento… y ahora ya era demasiado tarde.

—Entonces todos tus amigos terminaron así, ¿verdad? —le pregunté.

El pequeño pájaro asintió en silencio.

—¿Vives en solitario en esta jungla?

Asintió de nuevo con una clara expresión de soledad.

—¿Y no hay más personas alrededor a las que puedas acercarte?

[La mayoría de personas de aquí únicamente me ven como un animal más o me quieren cazar por un motivo u otro. Además ni siquiera nos entendemos.]

—Ya veo…

Se me hacía un poco surrealista estar hablando con un animal como un igual, pero usando un pensamiento racional, los humanos no dejan de ser animales. Entonces, ¿dónde quedaba la línea que separaba a una persona de un animal. ¿Un animal con una inteligencia igual a la de un humano podría considerarse una persona?

Había tenido ese problema desde que llegué a este mundo. Pude llegar a considerar como personas a los demás habitantes gracias a que básicamente eran humanos con características de animales, pero si en lugar de ser más similares a un humano hubiera sido al revés, ¿pensaría igual?

«Según parece, para Raidha, una persona es un ser humanoide. Para este pájaro, cualquiera con un mínimo de inteligencia parece caer dentro de esa categoría. Mi colega… no sé ni siquiera considera a nadie una persona.»

Y por mi parte no tenía claro a qué considerar una persona. Probablemente, teniendo en cuenta las distintas especies que me podría llegar a encontrar tanto en este mundo como en los demás, ese sería un tema a tener muy en cuenta a partir de ahora.

—Bueno, creo que es hora de retomar nuestro camino. Necesitamos salir de esta jungla lo más rápido posible… o al menos salir del territorio de estos tipos.

[Entiendo. Os puedo acompañar hasta que estéis seguros. Una vez fuera de su territorio no creo que vuelvan a daros problemas.]

En unos pocos minutos salimos de lo que parecía ser el territorio de esos monos.

[A partir de aquí deberíais estar bien. Aún queda mucha jungla por delante, pero con algo de cuidado no deberíais encontraros con nada peligroso.]

—Esperaba poder salir de aquí hoy mismo —murmuró Raidha.

[Probablemente tendréis que caminar unos cuantos días más antes de salir.]

—¡¿Ehhhhh?! Ya veo… Grácias por ayudarnos a llegar hasta aquí —Raidha contestó mientras me miraba con resentimiento.

—Sí, gracias por acompañarnos…

Raidha se despidió con la mano y empezamos a caminar, dejando atrás al pequeño pájaro mirando desde encima de una rama. Aún podía sentir sus ojos fijos en mi cogote incluso después de dar unos cuantos pasos.

—Si realmente estás solo en esta jungla… —me paré en el lugar —¿vendrías con nosotros? —me giré un poco hacia él.

No pude evitar que se formara una pequeña sonrisa en mi cara.

[¿Ir con vosotros?]

—¡Oye! —Raidha me golpeó en el hombro.

—Ya lo sé… —protesté ante el golpe de Raidha—. Nosotros… no somos de aquí exactamente. Seguirnos podría ser un problema para ti —respondí rascándome la cabeza entre dudas—. Pero si no hay nada que te ate aquí puedes venir con nosotros… La verdad, nos ayudaría bastante.

Viendo el estado de los de su especie y como lo trataban los habitantes de este mundo, podía entender bastante bien lo solo que se encontraba. Además, algo dentro de mi se sentía reacio a separarme de él. Por lo visto a pesar de haberlo visto dos veces contadas ya me había encariñado con el pequeño animal. No obstante, no es como si lo quisiera forzar a seguirnos.

—Veamos… si vienes con nosotros probablemente nunca podrás volver aquí… pero al menos tendrás un par de amigos que puedan entenderte.

Extendí mi mano hacia él, que se quedó en silencio observándola.

[¡Sí, vendré con vosotros!]

El pequeño pájaro echó a volar directamente hacia mí posándose encima de mi brazo extendido una vez más.

—¿Estás seguro de esto?

—¿Te parece mal, Raidha?

Raidha se quedó mirando fijamente al pájaro durante unos instantes, hasta que finalmente también sonrió.

—No, si a ti no te importa, a mí tampoco.

-¿Mi opinión no cuenta?

—No.

—¿Eh?

—No... No nada... Bueno, si vas a venir con nosotros tendremos que saber cómo llamarte. No creo que llamarte pájaro sea muy cómodo. ¿Tienes nombre?

[Nunca he tenido uno.]

—Entonces tendremos que darte uno.

Nunca se me dio bien dar nombres, pero tampoco podía ser para tanto.

—Que tal… ¿Pyro?

—Increíble, se te quemaron las neuronas pensando el nombre ¿verdad? —me criticó Raidha.

—Por lo menos tenía neuronas que quemar, no como cierta persona —contraataqué.

[Pyro... Mi nombre, Pyro…]

Se hizo un extraño silencio entre nosotros. Supuse que no le gusto el nombre, pero...

[¡Sí! ¡Sí! Pyro está bien. ¡Pyro será mi nombre! ¡Pyro es el nombre de Pyro! ¡Pyro!]

Prácticamente pude ver sus ojos iluminarse… literalmente… Su alegría fue tal que echó a volar y empezó a gritar su nombre por todas partes. Nunca pensé que alguien pudiera disfrutar tanto de que le pusieran un nombre.

—Cierto, no creo que nos hayamos presentado. A mi puedes llamarme Drayd y ella es Raidha. Bienvenido al grupo, Pyro.

Pyro aterrizó de nuevo en mi hombro y saltó directamente dentro de mi capucha. Tenía el tamaño justo para caber en ella, a excepción de las largas plumas de su cola que quedaron colgando detrás de mi espalda. Parecía un pájaro que estaba regresando a su nido. Al mismo tiempo, para mí se sentía

como si un familiar muy querido hubiera regresado a casa. Me hacía feliz que hubiera decidido venir con nosotros y deseaba que se quedara a nuestro lado para siempre.

«Quien sabe, quizás por fin he encontrado a alguien a quien de verdad poder llamar amigo.»

—Bien, vamos a salir de esta jungla de una maldita vez.

—¡Sí! —Pyro y Raidha gritaron a la vez.

Y así, con nuestro nuevo compañero haciendo de guía, retomamos el camino, dejando tras nosotros un ya no tan pequeño incendio... A nadie le importó lo más mínimo.