—Woooo, que bien os lo pasáis. No sabéis la envidia que siento al veros así.
Una dulce voz me hizo regresar a mis sentidos. Raidha, quien aún estaba tirada encima mío, al fin pareció reaccionar tras escuchar esa voz. Eché la vista un poco hacia arriba con la intención de ver el origen de la voz…
—Grandes… ¡Enormes!
Hablé sin pensar, pero fue inevitable. Justo encima de mi cabeza tenía a una chica con una gran… ¿Personalidad? Bueno, realmente no sabía sobre su personalidad, pero sí sobre… ¡Sus enormes pechos!
—Jeje, ¿me puedo unir a la fiesta?
—¡¿Ehhhhhhhhhh?!
Raidha salió disparada de encima mío, y tras ver que me había quedado embobado mirándola, tiró de mí para llevarme con ella. Calitia, Noné y Pyro también se unieron a toda prisa. Todas se pusieron en alerta contra esa chica.
—¿Quién eres y qué pretendes?
Calitia era la que parecía estar más a la defensiva. Escondía a Noné, quien se miraba a la chica con espanto, tras de ella.
Yo no podía entender qué era lo que la asustaba tanto de esa chica. Solo era una chica con… Enormes tetas… y bueno… tenía cuernos…
—Hoy, hoy ¿Por qué tan tímidas? Podríais hacer más como él.
—¡Drayd! ¡Mira hacia otra parte! —Raidha bruscamente tiró de mi cabeza.
—Ah… Sí…
Bajé un poco la mirada. Una figura delgada dentro de lo que parecía un traje de cuero negro y rojo. Tenía el cuerpo de una modelo… Una cadera ancha… Desde esa posición no alcanzaba a ver la parte trasera, con lo que me era imposible saber si de ahí salía algo parecido a una delgada cola con la punta en forma de corazón…
—¡Arriba, arriba! ¡Mira hacia arriba no hacia abajo!
Raidha me agarró del pelo desde la parte trasera de la cabeza y me la levantó.... Sus ojos de color negro se encontraron de frente con los míos y en su refinada cara se marcó una sonrisa coqueta.
—E… ¡Es un demonio! —Noné gritó de la nada.
Una figura esbelta, cara refinada, con largo cabello sedoso de un color entre el púrpura y el escarlata que se dejaba caer hasta pasadas sus caderas. Sin duda se trataba de una mujer terriblemente atractiva… si quitabas la parte de tener cuernos y un par de alas parecidas a las de un murciélago.
—Un demonio dice… ¡Una súcubo!
—Buuuu, que grosero llamarme súcubo. Solo soy una chica a quien le gusta pasarlo bien y disfrutar de los placeres de la vida.
Y ese comentario solo agregó solidez a mi deducción.
—Definitivamente una súcubo…
Hizo un puchero mientras cruzaba los brazos por delante, haciendo con eso que su par de balones rebotaran un par de veces, cosa que volvió a centrar mi atención en ellas.
—¡Para de mirarle las tetas! ¡¿Tan grandes te gustan?! —Raidha volvió a tirar de mi cabeza.
—No… En realidad no tanto… Pero es la reacción natural de un hombre sano ante tal poco común visión…
—¿También te tiras el día mirando las nuestras? —Volvió a tirar bruscamente de mi cabeza.
—¡Para ya! ¡Por supuesto que no!
Eché un vistazo rápido a las mujeres a mi alrededor… excepto a Noné a la que solo vi de reojo enfurruñarse mientras miraba hacia su propio pecho…
—No te preocupes, las tuyas son mejores —le dije a Raidha levantando el pulgar.
—Jajajaja, tienes las cosas claras. Sabes, también son de las que me gustan a mí.
Lo que parecía ser un un puñetazo directamente a mi cara fue interrumpido por la risa de esa extraña mujer que le hizo a Raidha el mismo gesto que yo.
Todos nos giramos hacia ella al momento. ¿Acababa de decir que le gustaban las tetas de Raidha o yo lo había escuchado mal?
—¿Qué… es lo que quieres decir con eso? —Raidha titubeó en sus palabras.
—Jooo, ¿no está claro? Tus tetas son perfectas, tienen el tamaño perfecto para la mano.
Empezó a caminar hacia Raidha abriendo y cerrando las manos. Quizás Calitia tenía algo de razón al pensar que era peligrosa.
—¡¿Ehhhhhhhhhhhhhhh?!
Raidha inmediatamente se escondió detrás de mí. Y hablando de mujeres peligrosas, Calitia finalmente apuntó con su espada al cuello de esa mujer.
—¡Sabía que eras peligrosa! ¡Ni se te ocurra dar un solo paso más o tu cabeza terminará por el suelo!
—Bueno, yo no creo que sea tan peligrosa… Por lo menos no en ese sentido…
—¡Pero Drayd, ¿no viste eso?!
—Sí… Es difícil no verlo…
—¡No me refiero a eso imbécil!
A veces no era capaz de entender a esta chica. Era capaz de enfrentarse a un dragón como si nada, pero es incapaz de enfrentarse a una mujer que simplemente le dice que tiene buenas tetas…
La chica retrocedió unos metros mientras agitaba velozmente las manos con una sonrisa.
—Vamos, vamos, relajaos un poco. Jooo, no tengo intención de haceros na… Daño alguno.
«Osea, "algo" sí quieres hacernos…»
—Además —su mirada se volvió afilada al girar su cabeza hacia Calitia—. Soy una persona ardiente en muchos sentidos.
Levantó su dedo, y una bola de fuego del tamaño de un balón de fútbol apareció encima de él. Todos nos la quedamos mirando sin reacción alguna. Nuestra actitud indiferente pareció no gustarle, ya que hizo un puchero y soltó un sonoro jum mientras giraba la cara.
—¿Tendré que asustaros un poco para que entendáis?
La bola de fuego se hizo algo más grande.
—Pyro…
[¿Sí?]
—Asústala un poco… Eso sí, intenta no dejarla muy crujiente.
[Vale.]
Pyro salió volando de mi hombro directo a la súcubo y empezó a volar en círculos a su alrededor.
—Wooo, este pajarito tan mono debería asustarme —se burló descaradamente ante mi comentario.
—Yo de ti correría —le respondí.
—¿Por qué tendría de…? ¡Ahhhhh! ¡Quema! ¡Quemaaaaaa!
Nos quedamos observando a la chica correr con Pyro siguiéndola y lanzando llamas detrás suyo. Tras unos minutos se cansó y volvió con nosotros jadeando… Gimiendo... ¡Por lo menos podría jadear normal!
—Jooo, si me van a quemar, prefiero que sea con cera encima de una cama y con ella a mi lado.
—¡¿Ves? te lo dije! ¡Es peligrosa! ¡Muy peligrosa! —Raidha volvió a gritar escondida detrás de mi.
—¡Vosotros si que sois peligrosos! ¡¿Quiénes sois?!
—¡Primero dinos quién eres tú y que quieres! —finalmente Calitia bajó su guardia y enfundó su espada.
—Yo soy Dánet. Hace un rato escuché un terrible estruendo y vi caer del cielo una enorme cantidad de polvo. Como me venía de paso hacia mi casa, vine a ver cuál había sido la causa. Al llegar me encontré esa cosa ahí muerta y luego caísteis vosotros del cielo.
Con esa cosa muerta ahí se refería al dragón estampado en el suelo que teníamos a unos pocos metros de distancia. Me acerqué a él y comprobé que estaba completamente muerto. A nuestro alrededor también estaban los restos de Nasibra.
«Las ruinas de una antigua ciudad histórica milenaria reducida a simples piedras y polvo. Ya nunca se podrá saber nada más de ella, y todo por nuestra culpa… Bueno, supongo que al menos ya obtuvimos todo lo que queríamos saber de ella.»
—Bien, ¿y vosotros?
—Raidha, una silphen.
—Calitia, una katryde. ¡Y ni se te ocurra hacer nada raro delante de mí si no quieres sentir el peso de mi espada!
—Yo… Noné.
—No tengo ni idea de qué queréis decir con silphen y katryde ¿Son un clan? Y… ¡Hey cabeza de moho, ¿que hay de ti?!
—¿Cabeza de moho?
—¡Si tú! El cabeza de moho con ojos azules ¡No hay nadie más por aquí!
«¿Se refiere a mí? Cabeza de moho… Ojos azules… Vale entiendo ¡¿Por qué nadie lo mencionó antes?!»
—Drayd… Humano… Y no me llames cabeza de moho. Ah sí, este es Pyro, un fénix.
—A él ya he tenido el ardiente placer de conocerlo.
«Y al otro no pienso presentarle… Total, ya que no dice nada, tampoco parece importarle... O igual entro en shock… Definitivamente no parece bueno lidiando con las mujeres.»
Antes de retirarme, aproveché para guardar el dragón dentro de mi pequeño mundo ante los asombrados ojos de Dánet y Noné. Nunca sabes si te valdrá para algo. En todos lados los dragones se usan para hacer cosas de nivel máximo. Probablemente sería lo mismo aquí… Probablemente… En un futuro… O quizás no, pero al menos tenía la esperanza de que se pudiera comer.
—¡Bien! Un placer conoceros, sobre todo a ti cariño— Dijo Dánet mirando a Raidha con una expresión que hasta a mí me ponía los pelos de punta — ¿Y de donde habéis salido? ¿Realmente caísteis del cielo?
—Sí… Estábamos investigando las ruinas de una ciudad cuando esa cosa nos atacó y… Por cosas que no vienen a cuento, todo se desplomó con nosotros encima —le resumí muy por encima.
—¡Wo, wo! Ahora que lo pienso, escuché alguna cosa sobre gente viviendo encima de las nubes, aunque nunca vi a nadie de allí. Sois las primeras personas del cielo que conozco ¡Que emoción!
—Bueno, solo ella es del cielo… —señalé con el pulgar a Noné.
—Esto… Hola…
Dánet se acercó a Noné con la mano en la barbilla y la inspeccionó a fondo. Mientras, esta temblaba como gelatina y se le escapaban las lágrimas.
—¡Pero que cosa tan mona!
En menos de un segundo, abrazó a Noné metiendo su cara entre sus tetas… La pobre Noné no podía escapar del abrazo asfixiante.
—MmMMmm, nu pedo refpira.
—¡Suéltala demonio!
Calitia inmediatamente le arrancó a Noné de las manos.
—Buuuuuuu, no seas mala, solo quería achucharla. Como sea, ¿entonces vosotros no sois gente del cielo? Pero caísteis de allí, ¿cómo es eso?
—Por casualidad terminamos ahí… Y terminamos buscando las ruinas de una antigua ciudad… Por cierto… ¿No sabrás nada sobre unas ruinas de una antigua ciudad por aquí abajo? Supongo que no…
—¿Ruinas de una antigua ciudad dices? Mmmmmm veamos ¡Ah! ¿Te refieres a las viejas ruinas de Nasibra? Claro que sí, son famosas.
—¡¿Qué?! —los cuatro de nosotros gritamos a la vez.
—Wo, wo ¿Y esa reacción? No son la gran cosa. Son simples restos de una antigua ciudad abandonada. Hoy en día, ahí solo encontrarás gente que no tiene donde caer muerta. No es un lugar que valga la pena visitar.
—Pues nosotros queremos ir ¿Podrías decirnos dónde está?
—¿Por qué queréis ir allá?
—El lugar desde donde te decimos que caímos es la otra mitad de Nasibra… Y bueno, tenemos algo de curiosidad respecto a esa ciudad… ¿Acaso vosotros no le tenéis ningún aprecio a esa ciudad? —pregunté algo sorprendido ante sus palabras.
—¿Deberíamos? Solo son piedras en mal estado.
Bueno, sin duda, a diferencia del cielo, estas ruinas tenían que ser bastante fáciles de encontrar en el suelo. No obstante, ver a esa mujer hacía que mi curiosidad regresara a esa ciudad.
«Bueno, teniendo en cuenta lo poco que pudimos sacar de ese libro…»
El primer lugar que los colonos habitaron fue el suelo. Luego fueron al cielo. Después la ciudad se partió en dos y cayó.
«¿Son estos infernales los descendientes de los colonos que se quedaron en el suelo o celestiales que no pudieron regresar encima de las nubes?»
Echa un vistazo de reojo a Noné.
«La primera opción es la más probable. Eso explicaría las diferencias físicas tan notorias. Además según ese libro parece que se volvieron celestiales mientras la ciudad estaba entera.»
Si algunos celestiales cayeron junto a la ciudad, probablemente se las ingeniaron para llegar vivos al suelo e hicieron contacto con los infernales.
«Probablemente consiguieron encontrar alguna forma de subir de nuevo.»
Al regresar seguramente contaron las historias de su vida en el suelo, cosa que también explicaría por qué Noné les teme tanto a pesar de no haber visto a uno en su vida… Puras especulaciones mías, pero eso era lo más probable. Además que daba algo de esperanza a que la niña consiguiera regresar a su casa.
«Supongo que no hay otro remedio que pedir ayuda a esta loca…», suspiré hacia mis adentros.
Le contamos la historia entera a Dánet. Desde quienes éramos, hasta la historia de su propio mundo. Al principio creía que no se lo creería para nada… Pero mientras avanzaba la historia, sus ojos brillaban más y más.
—¡Aah! ¡Aah! ¡Aah! ¡Cuéntame más! ¡Oh sí, más!
—No hay más…
—Jooooo, venga, no me dejes a medias. Quiero más, ¡mucho más!
—Si no hay más, no hay más… Tenemos que seguir nuestra búsqueda si queremos respuestas…
—Nuuuuuuuu. Entonces, ¡dejadme venir con vosotros!
Me puso la cara a 5cm de la mía mientras babeaba.
—¡Ni hablar!
De un tirón en el pelo, Raidha la alejó de mí. Entonces, unos cuantos estómagos empezaron a escucharse y la cara de Dánet se deformó en una sonrisa maligna.
—Vaya, vaya. Si me dejáis venir con vosotros os puedo llevar a un buen lugar donde comer.
Todos empezamos a mirarnos entre nosotros escuchando los distintos estómagos sonar… Al final aceptamos.
—¡Hurraaaaaaaaaaa!
—¡WAAAAAAAAAAAAAA!
Y de la nada la nada Dánet hecho un salto directamente encima de la desprevenida Raidha.
—¡Noooooo! ¡Drayd ayudame!
Raidha intentaba huir del agarre de Dánet mientras Calitia se lo miraba intentando lo que parecía ser un patético intento de tapar los ojos de Noné, quien parecía no entender muy bien la situación. Pyro volaba feliz pasando de todo y yo… Bueno, yo no podía hacer nada más que suspirar ante la patética escena que tenía a mi espalda.
—Vamos Pyro, eres el único decente aquí.
Empecé a caminar dirección hacia nos había indicado Dánet.
—¡Lo sabía! ¡Son del tamaño de mi mano!
—¡Waaaaaaaa! ¡Drayd! ¡Drayd! ¡Draaaaaaaaayd! ¡NO ME IGNORES IMBÉCIL!