Durante unos instantes Raidha no fue capaz de entender qué acababa de pasar. Apenas fueron un par de segundos, pero a Raidha le pareció una eternidad. Sus ojos quedaron fijos en el objeto que sobresalía del pecho de Drayd, haciendo que el suyo propio empezara a doler al simplemente verlo.
«Imposible, esto no puede estar pasando.»
Una ilusión, eso tenía que ser. Raidha no podía creerlo, no quería creerlo. A pesar de tenerlo justo delante de sus propios ojos, le parecía una visión completamente irreal. Sin embargo, después de ver como Mirthia sacaba bruscamente la espada y a Drayd desplomarse como un peso muerto contra el suelo tuvo que aceptarlo, Mirthia había apuñalado a Drayd a traición.
Raidha se olvidó de hasta como respirar mientras observaba con una visión borrosa el charco rojo que rápidamente se extendía debajo de Drayd. Sin duda era una herida grave, no, probablemente mortal, puesto que todo apuntaba que le había atravesado el corazón.
—No… no… no… Imposible… mentira, esto tiene que ser mentira…
Raidha apenas pudo obligar sus piernas a moverse hacia Drayd y lentamente darle la vuelta para comprobar su estado. Raidha acercó su mano al rostro de Drayd, finalmente confirmando sus temores. Drayd no tenía rastro alguno de vida, incluso su respiración se había detenido.
—¡Drayd, abre los ojos! ¡Drayd! ¡Drayd! ¡Drayd! ¡No, no, no! ¡Drayd! Por favor, reacciona… No te mueras… No me dejes sola…
En ese momento el corazón que se rompió fue el de Raidha. No pudo contener más sus lágrimas, tampoco lo intentó. Gota tras gota se fue derramando sobre la cara de Drayd, mojando su rostro que ni siquiera mostraba señal de dolor alguno. Parecía estar simplemente durmiendo plácidamente.
—No te mueras…
Raidha estaba completamente bloqueada. No sabía qué hacer. Su mente estaba completamente en blanco, repitiendo una y otra vez la misma frase sin parar.
—No te mueras… No te mueras…
Raidha siguió llorando y suplicando, probablemente esperando un absurdo milagro.
—No quiero estar sola, no puedo hacer nada sola. Sin ti… no sé que voy a hacer… ¡No te mueras!
Mirthia se acercó lentamente por la espalda de Raidha y se la quedó mirando fijamente. Raidha lo notó, pero no se giró a mirarla. Apretó sus puños alrededor de la camisa de Drayd y cerró los ojos antes de dejar salir un susurro lleno de dolor.
—¿También me apuñalarás por la espalda?
Mirthia se quedó observando a Raidha fijamente en silencio. Su mirada era tan afilada como la espada ensangrentada en su mano. No obstante, esa mirada asesina no duró mucho. Mirthia cerró los ojos y lentamente envainó la espada antes de dejar salir un suspiro abatido.
—Tu no tienes la culpa, miau.
Mirthia se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección contraria. Raidha apretó aún más fuerte sus puños alrededor de la camiseta de Drayd y se mordió el labio con frustración. Esas palabras se sintieron peor que una auténtica puñalada por la espalda.
—No, todo es mi culpa.
Las fuerzas empezaron a abandonar el cuerpo de Raidha, hasta el punto en el que ni se podía mantener de rodillas. Raidha se dejó caer lentamente encima del pecho de Drayd, apretando sus ropas con lo que le quedaba de fuerza y hundiendo su rostro en su pecho tanto como le fue posible, ahogando su llanto en él.
Bum-bump… Bum-bump… Bum-bump…
En medio de ese silencio que se había formado, un extraño sonido alcanzó los oídos de Raidha.
—¡¿EH?!
Raidha se levantó de golpe, sin terminar de entender lo que acababa de escuchar.
—¿Acaso es…?
Puso su oreja encima del pecho de Drayd. Bum-bump, el sonido la alcanzó de nuevo. Era débil, extremadamente débil y parecía estar luchando desesperadamente en cada latido para no detenerse por completo, pero sin duda su corazón seguía latiendo.
—¡Sigue vivo!
El grito de Raidha resonó por el lugar. Al escucharla, Mirthia se detuvo y se giró hacia Raidha.
—Nadie puede sobrevivir a una herida así, miau.
Mirthia se dio de nuevo la vuelta, pero en lugar de irse directamente se quedó parada en el lugar, observando a Raidha de reojo con una mirada que parecía contener un poco de compasión. No obstante, Raidha ni siquiera la escuchó. Su cabeza en ese momento era un caos que no tenía tiempo de prestar atención a nada más que a Drayd.
«Piensa Raidha, piensa, ¿qué puedes hacer?»
La herida era más que suficiente para sin duda matar a cualquiera, mas no a Drayd, cuyo poder le permitía seguir luchando por aferrarse a la vida. No obstante, no estaba respirando y la sangre seguía derramándose a través de la herida abierta con cada minúsculo latido.
«Cura rápido, pero a este ritmo no tardará en morir por la pérdida de sangre o por no poder respirar. Si por lo menos consigo mantenerlo vivo hasta que se cure… ¡Solo hay una cosa que pueda hacer!»
Por suerte, la oscuridad era versátil. Raidha no podía usarla para curar, pero podía taponar la herida para evitar que la sangre siguiera saliendo. Cuidadosamente, Raidha dejó su energía oscura entrar por la herida y la solidificó para bloquear el sangrado. No obstante, no era suficiente.
«¿Qué debería hacer ahora?»
El sudor se derramaba por la frente de Raidha mientras se rompía la cabeza por encontrar una solución, pero no le quedaba tiempo. Sin pensar en nada más, sacudió su cabeza e inspiró profundamente antes de poner sus labios encima de los de Drayd.
«No te mueras.»
Gentilmente transfirió el aire boca a boca.
«No te mueras.»
Una vez.
«No te mueras.»
Dos veces.
«No te mueras.»
Inspirar y expirar, una y otra vez.
—¡No te mueras!
Raidha no paró a descansar ni por un segundo. Es imposible saber cuánto tiempo pasó, pero al final…
—Cof, cof, cof.
Drayd empezó a toser.
—¿Vive? ¡Vive! ¡Está vivo! Gracias, gracias, gracias por este estúpido poder que conseguiste.
Drayd siguió tosiendo bruscamente durante unos segundos. no era un sonido agradable, pero demostraba que podía volver a respirar por sí mismo. Raidha finalmente colapsó sobre la hierba, dejando salir un agotado suspiro de alivio.
—¡¿Miau?!
Pero la tranquilidad no duró. Raidha había olvidado que Mirthia seguía ahí. Ambas se miraron la una a la otra directamente a los ojos. Unos ojos completamente rojos contra unos ojos enrojecidos por la mezcla entre dolor y furia.
—¿Cómo? ¿Por qué? Tú, miau…
Mirthia lentamente volvió a desenvainar su espada. En ese momento, los engranajes en la cabeza de Raidha por fin empezaron a funcionar de nuevo. Raidha se levantó y se puso a medio camino entre Mirthia y Drayd.
—¡Suficiente! Mirthia, por favor, aléjate de él. No dejaré que le pongas un dedo encima de nuevo.
—¿No me dejarás, miau?
Mirthia apretó la empuñadura de su espada y empezó a caminar hacia Raidha.
—¿Una simple niña indefensa pretende pelear conmigo, meow? —respondió Mirthia con un tono de burla.
—No quiero pelear contigo… —murmuró Raidha al verla acercarse.
—¡Pues aparta, miau!
Mirthia levantó su espada y cortó hacia Raidha con todas sus fuerzas. No hubo tiempo para más palabras. Raidha liberó su poder oscuro para crear una espada de la nada y bloqueó el ataque sin dar un paso atrás. Mirthia pareció sorprendida al ver que su ataque había sido facilmente detenido.
—No, y no creas que soy una niña indefensa.
Ambas chicas se quedaron mirando fijamente a la otra. Sus miradas fueron suficiente para comunicarse.
—No me darás otra opción, ¿verdad? —volvió a murmurar Raidha.
La respuesta de la gata fue simplemente atacar. Ambas se enzarzaron en una pelea cuerpo a cuerpo. Ataque a ataque, bloqueo a bloqueo, Raidha fue alejando lentamente a Mirthia de Drayd hasta que consideró que ningún ataque le podría alcanzar.
—No creas que no me he dado cuenta de lo que pretendes. Como quieras, realmente no tenía nada en tu contra, ¡pero si tanto insistes primero me encargaré de ti, miau!
En ese momento empezó la verdadera pelea. Los golpes de Mirthia empezaron a golpear con más fuerza. Todos sus ataques ni se podían comparar con los anteriores. Eran más veloces y contenían más poder en cada uno. No había duda, no había sido Raidha quien la había alejado de Drayd, Mirthia se había dejado alejar. Quizás quería un uno contra uno o quizás fue simple bondad. Fuera lo que fuera, Raidha estaba agradecida por ello.
Raidha realmente no era una princesa indefensa. Todos los días la obligaban a practicar durante horas. Sabía perfectamente defenderse a sí misma si era necesario. Aún así, carecía de experiencia real, mientras que Mirthia era una veterana. Por mucho que se esforzara, poco a poco Raidha estaba siendo arrinconada. Un despiste fue suficiente para que Mirthia le arrancara la espada de las manos y no perdió ni un momento en lanzar un ataque contra la desarmada Raidha.
—Soltar tu arma es lo mismo que pedir que te maten, miau.
No obstante, la especialidad de Raidha no era la esgrima, sino la magia. Antes de que la espada pudiera alcanzarla, Raidha creó una barrera de energía y la desvió antes de rápidamente tomar distancia.
—Nunca solté mi arma.
Raidha abrió la mano y fácilmente creó otra espada de energía oscura.
—Miaaaau, qué magia más molesta.
—Después de todo la aprendí de mi molesta maestra.
—Admito que no esperaba que pudieras usar magia con tal facilidad, miau.
—Mi magia es un poco distinta a la normal. En realidad, es probable que siquiera se pueda llamar magia como tal. Básicamente porque lo que estoy haciendo es manipular directamente el maná, con la diferencia de que puedo arremolinar la energía oscura a su alrededor y darle la forma que yo quiera. Para usar magia de verdad sigo necesitando ayudarme de algunos hechizos como la mayoría. Aún no soy tan buena como para lanzarlos sin concentrarme.
—Nunca escuché nada parecido, miau.
—¡Ventajas de mi especie!
Habiendo conseguido alejarse lo suficiente, Raidha empezó a lanzar proyectiles de energía oscura contra Mirthia, que con agilidad felina se las apañó para bloquearlos o esquivarlos mientras acortaba la distancia. Mirthia era muy rápida, y no tardó en alcanzar a Raidha. Otro tajo vertical fue dirigido directamente hacia Raidha, pero siendo un ataque tan obvio no había forma de que Raidha no pudiera bloquearlo fácilmente simplemente levantando su espada.
—De todos modos sigue sin ser suficiente para un enfrentamiento real, miau.
Una rápida patada empujó a Raidha hacia atrás, haciéndola caer de espaldas contra el suelo. Un seguido de ataques empezaron a descender sobre ella. Raidha esquivó como pudo, rodando o bloqueando con magia. Consiguió ponerse de nuevo de pie, pero el resultado siguió siendo el mismo. Por cada tajo de la espada que conseguía evitar, le alcanzaba un puñetazo o una patada. Los golpes no cesaban, erradicando cualquier oportunidad para contraatacar. Mirthia la tenía completamente acorralada.
—No sabes pelear con la espada. Tu magia es molesta, pero tampoco es la gran cosa. Por un momento espere más de ti, pero al final realmente eres una niña indefensa que parece temer luchar, miau.
Raidha apretó su puño alrededor de la espada de energía oscura, llena de frustración.
—Es verdad, no sé luchar, no quiero luchar. Simplemente aprendí a defenderme porque me obligaron. Nunca quise tener un combate real… y mucho menos a muerte… A pesar de todo, últimamente las peleas me persiguen dondequiera que voy… Así que, ¿podrías dejar de intentar matar a Drayd? De verdad, no quiero pelear más.
—No te preocupes, no vas a tener que pelear nunca más, miau.
—Ya veo.
El agarre de Raidha alrededor de su espada se aflojo un poco.
«Siempre me creí intocable. Siempre pensé que las cosas irían como yo quisiera. Que podría arreglarlo todo de un modo u otro», Raidha se lamentó para sí misma recordando las palabras que Drayd le había repetido más de una vez. «Pero tú ya me lo has intentado hacer entender muchas veces sin que me parara a escucharte. "No puedes hacer nada"... Cada vez que te escuchaba decir palabras similares me enfadaba y tenía que usar todas mis fuerzas para controlarme. No todo sale como uno quiere, ¿verdad?»
Raidha suspiró y levantó la mirada hacia el cielo.
«En realidad ya lo sabía. Lo supe desde el primer momento en el que salí de Valdhoram. Sabía que no podía seguir pensando de esa manera… Tengo una estúpida manera de ver la vida. Realmente solo soy una chiquilla engreída de dieciséis años que lo ha tenido todo y no se ha dado cuenta de ello. El mundo real es realmente peligroso. De verdad lo siento, a partir de ahora intentaré hacerte algo de caso. Sin embargo, tampoco puedo cambiar mi mentalidad por completo, y mucho menos en un día. No me gusta ver a nadie morir, y justamente por eso… ¡seguiré intentando hacer lo que pueda hasta el final! ¡Hasta que me quede sin opciones!»
Mirthia empezó a acercarse a Raidha con toda la intención de terminar el combate de una vez, pero una vez se acercó lo suficiente para atacar, Raidha bajó su mirada, llena de determinación.
—¡Y te repito que no soy una niña indefensa!
Una onda de energía oscura se extendió alrededor de Raidha, golpeando a Mirthia y mandándola a volar varios metros atrás.
—¡¿Qué fue eso, miau?! —preguntó Mirthia mientras rápidamente se levantaba, dolorida.
—¡Esto lo aprendí de él! Bueno, ¡de eso que está en él! Lo siento Mirthia, no voy a volver a contenerme.
—Eso es un truco estúpido que no vale para nada, miau.
Mirthia volvió a cargar hacia Raidha sin perder ni un segundo, sin embargo, frenó en seco y saltó hacia atrás con todas sus fuerzas, creando incluso más distancia que antes.
—¿Qué le pasa a tus ojos, miau? —preguntó Mirthia.
Raidha no entendió por qué Mirthia se había puesto a la defensiva de golpe, pero era perfecto para ella. Necesitaba algo de tiempo para llevar a cabo lo que quería hacer. Debía aprovechar ese momento o no tendría otra oportunidad.
—Soy Raidha Siphil, una silphen. Toda mi especie, sin excepción, nace con afinidad total con la oscuridad. La mayoría de los silphen tienen talento con la magia y no es raro ver a alguno con una o dos afinidades extra a parte de la oscuridad. Yo en cambio parece que soy algo especial. Y no es por presumir, pero no solo tengo un talento con la magia que le llega a causar envidia a mi molesta maestra y puedo controlar todos los elementos, sino que también puedo usar una magia que ningún silphen ha visto jamás, hasta el punto que me obligaron a prometer que no se lo diría a nadie y mucho menos la usaría.
—¿Miau?
—Prepárate Mirthia, prepárate para ver una magia capaz de alterar la misma realidad. Te invito a un mundo distinto al que conoces, mi propio mundo. Déjame enseñarte mi sueño, o mejor dicho, ¡mi pesadilla!
Raidha inspiró profundamente y liberó todo su poder. Con decisión, empezó a recitar un hechizo que solamente había usado una vez, el mismo día que emocionada se lo enseñó a su padre, y el mismo día en el que su padre le hizo jurar que por nada en el mundo lo usaría nunca más pasara lo que pasase, como si fuera el pecado más horrible del mundo. Raidha nunca más había usado esa magia de nuevo, pero tampoco había olvidado cómo de increíble se sintió después de usarla. No obstante, la expresión de horror y preocupación de su padre dejaron tal mella en su mente que muchas noches no pudo dormir tranquila. Lo que al inicio fue como un sueño terminó siendo una pesadilla que la acompañó hasta la actualidad. Habiendo decidido desobedecer a su padre y usar esa magia de nuevo, las palabras aparecieron de forma natural en su mente.
—La realidad escucha mi orden y sucumbe ante mi poder. El tiempo no existe, el mundo se desvanece, solo mi voluntad permanece. Vive mi sueño, conoce mi anhelo...
Así como el nombre que decidió darle.
—¡Pesadilla infinita!