Mientras tanto.
La guerra había comenzado.
En cuestión de segundos el patio escolar se llenó de ángeles caídos y humanos que atacaban con enorme ferocidad al grupo Gremory y Sitri.
El peerage de Sona se estaba ocupando de los ángeles caídos junto a Koneko, quien utilizaba su fuerza física para derrotar a todos los posibles.
Asia estaba en la vanguardia cuidando de Irina y Xenovia, que todavía no se recuperaban de las heridas que sufrieron tras ser emboscadas.
-¡Ise, ¿cuántas veces más puedes transferir tu poder?! -preguntó Rias bajando a su altura junto a Akeno, ellas se encargaban de los Cerberus.
Mientras tanto, Issei estaba en la vanguardia usando la otra función del Boosted Gear, que era transferir sus poderes en base su resistencia.
Aunque Issei no estaba tan conforme por no participar en la batalla, sabía que era necesario y que su ayuda beneficiaría a Rias y Akeno.
-¡Tres o cuatro veces más Buchou! -respondió Issei, había entrenado bastante últimamente por lo que se hizo más resistente y podía resistir.
-¡Bien! ¡Transfiérelos al máximo! ¡No podemos desperdiciar esta gran oportunidad! -habló Rias mirando al castaño, quien asintió seriamente.
[¡Transfer!]
Issei nuevamente activó la Boosted Gear aumentando los poderes de Rias y Akeno, quienes se miraron y asintieron a la vez.
Volaron hasta pararse frente a uno de los tres Cerberus, cuya cabeza central abrió sus fauces listo para liberar una enorme ráfaga de fuego.
-¡Akeno, ¿estás lista para el ataque?! -preguntó Rias mirando a su amiga mientras un denso aura carmesí le envolvia y deformaba su entorno.
Era el poder de la destrucción.
-¡Sí! ¡Trueno resuena! -gritó Akeno, salvo que a diferencia de Rias estaba cubierta por una capa de rayos que se revoloteaban en sus manos.
"¡AAHH!"
Rias lanzó su brutal poder de la destrucción y Akeno sus poderosos rayos, los dos ataques se combinaron y cargaron hacia el Cerberus.
Viendo la magnitud del ataque las otras dos cabezas de Cerberus dispararon bolas de fuego, pero no fueron suficientes para defenderse.
¡BOOOOOM!
Una gran explosión se produjo al instante y Cerberus terminó recibiendo el poderoso ataque que le hizo desaparecer de la faz de la tierra.
-¡Sí! ¡Bien hecho Buchou y Akeno-senpai! -exclamó Issei sumamente contento, al igual que Asia- "Seguro que ganaremos esta guerra"
Rias y Akeno se miraron con una sonrisa. Pero sin embargo, los otros dos Cerberus se pararon frente a ellas, aparentemente muy molestos.
Y manifestaron su molestia disparando seis bolas de fuego desde sus cabezas, tan cerca estaban que sería imposible esquivarlos.
-¡Cuidado! -Rias se puso delante de Akeno y en espacio de un segundo creó una barrera mágica para contener el ataque de los tres Cerberus.
PAM.
Las ráfagas de fuego chocaron con fuerza contra la barrera y la hicieron pedazos, pero al menos se logró contener la arremetida.
-Rias... -murmuró Akeno percatarse de que aunque bloqueó el ataque Rias no salió ilesa, tenía buena parte de su ropa hecha jirones.
-Esta vez... no voy a huir de los problemas... los afrontaré para protegerlos a ustedes, mis siervos -dijo Rias con una pequeña sonrisa en su rostro.
Nunca fue capaz de solucionar los problemas de sus siervos: lo de Akeno y su padre, Kiba y su pasado, así como Koneko y su hermana...
Fue una mala líder para todos ellos, por eso ahora se esforzaría para protegerles con su vida.
Akeno escuchó aquello sorprendida y sonrió, antes de ayudar a la princesa a bajar a tierra.
-¡¿Buchou estás bien?! -preguntó Issei con suma preocupación viendo cómo la pelirroja descendía junto a Akeno hasta pararse a su lado y Asia.
-Sí... sólo que necesito un leve respiro, son demasiados enemigos -contestó Rias con una pequeña sonrisa- Si tan solo Goku-san est...
-¡No! ¡Yo también puedo ser de ayuda! -chilló Issei alzando su puño, ya se había cansado de estar parado mientras todos combatían.
Sona estaba conteniendo a varios caídos con su magia de agua mientras que su reina Tsubaki había desplegado su Mirror Alice para pelear.
Flush.
-¡AH! -Tsubaki gritó de dolor cuando la lanza sacra de un ángel caído rasgó su pierna pero antes de que fuese a más alguien apareció.
Woooshh~
De repente el caído fue incinerado por unas llamas carmesíes, fue Suzaku quien apareció al lado de Tsubaki para ayudarla a defenderse.
-¿Te encuentras bien? -inquirió Suzaku mirando a la heterocrómica, quien asintió parándose con dificultades debido a la herida en su pierna.
-S-sí, sólo hirió mi pierna -Tsubaki respondió y los ojos de Suzaku se abrieron al ver la sangre que derramaba sin detenerse aquella herida.
-Lo mejor será que te lleve con Asia-san para que te sane cuanto antes -señaló Suzaku con severidad pues si no la herida empeoraría.
Tsubaki trató de refutar pero asintió.
Suzaku entrecerró sus ojos y desplegó varios talismanes shintoistas concentrando su poder espiritual, un aura carmesí envolvió su cuerpo.
-Encantamiento divino: loto del ave bermellón carmesí -Suzaku liberó al fin su equipo místico y entonces una luz resplandeció en el lugar.
Tras unos segundos, su apariencia quedó a la vista. Un traje rojo de Mikō la cubría pero lo más destacado eran las alas rojas en su espalda.
"Increíble"- Tsubaki sintió admiración por lo hermosa y bella que se veía Suzaku en estos momentos- "Por algo es prometida de Goku"
-Es hora de irnos -Suzaku tomó la mano de Tsubaki, quien liberó sus alas y ambas comenzaron a volar hacia donde Asia.
Hacia donde estaba Issei.
Rias entendía que Issei quería ayudar, y hasta cierro punto era entendible teniendo en cuenta la situación tan desfavorable que padecían.
Xenovia escuchó atentamente aquello y con esfuerzo se levantó, realizando un canto sacro y creando un círculo mágico a su derecha.
"Ten"
Issei se sorprendió al ver que Xenovia había liberado una espada desde otra dimensión. Era una espada azul marino con bordes de oro.
-¿Q-qué es esta espada? -preguntó Issei sintiendo el aura tiránica que emanaba aquella espada. Se sentía muy indefenso ante ella.
-Durandal, la espada del paladín Roland y que ahora poseo... quiero que la uses Issei -declaró Xenovia dejando a todos en estado de shock.
-¡¿Qué?! ¿Por qué lo harías? -preguntó Irina perpleja, incluso ella era incapaz de entender las acciones que estaba realizando su amiga.
-Yo... ya... perdí mis ganas de pelear -musitó Xenovia bajando la cabeza, esto se remontaba a lo sucedido hace varias horas con Kokabiel.
En el momento que Kokabiel se apropió de su Excalibur, le reveló que Dios había muerto en la última guerra contra los demonios y los caídos.
Sí. Dios, Elohim, su razón de ser y pelear, había fallecido... sentía que su existencia estaba vacía, no veía un propósito claro en sus acciones.
¿Por qué arriesgaría su vida peleando?
¿Por qué razón estaba en este mundo?
Por suerte, Irina no sabía aquello; pues estuvo inconsciente. Por eso se mostraba extrañada por las palabras dichas por la exorcista peliazul.
-Xenovia... -susurró Irina preocupada.
Asia pareció adivinar la razón de sus palabras aunque no lo dijo. Rias y Akeno estaban atónitas, pero en ese entonces Issei se acercó a Xenovia.
-Xenovia-san... sé que no empezamos de la mejor manera, pero ya que has confiado en mí para blandir tu espada, permíteme cargar con tu voluntad de pelea -habló Issei con solemnidad.
Xenovia abrió sus ojos al oírle.
No pudo darle la espada a Irina por sus heridas, Asia no era peleadora y quien sí quería luchar era Issei. Por eso, dejó a un lado sus diferencias.
Y ahora, Issei hizo lo mismo.
-Bien, confiaré en ti... -Xenovia sonrió.
Issei asintió y con un monumental esfuerzo tomó Durandal en sus manos, aunque le era casi imposible sostenerla. Apenas podía cargarla.
[Compañero, debes aumentar tu poder para ser capaz de usar esa espada... de lo contrario, jamás serás capaz de controlarla, ni siquiera un poco]
Issei oyó una voz en su cabeza, y creyó que se había vuelto loco. Cerró sus ojos, y vio a un enorme e imponente dragón rojo frente a él.
-¿Q-quién eres? -preguntó Issei temeroso.
-Soy el espíritu que reside en tu Sacred Gear, mi nombre es Ddraig Goch, soy el dragón galés -contestó el dragón dejando en shock a Issei.
Más bien, le dejó sin palabras.
No era capaz de procesar todo esto.
-No tenemos tiempo compañero, cada vez que quieras hablar conmigo estaré ahí... ahora regresa y haz lo que dije -declaró Ddraig.
Issei abrió sus ojos y miró su guantelete, que brillaba con fuerza. Esbozó una sonrisa recordando lo que dijo Ddraig y lo ejecutó.
[¡Boost! ¡Boost! ¡Boost! ¡Boost! ¡Boost!]
Issei multiplicó su poder y sintió el cambio en su cuerpo. Una vez que se sintió listo, blandió a Durandal y cargó hacia los dos Cerberus.
"Es hora de hacer valer mis entrenamiento... Buchou, Goku-san, Asia-san... demostraré que yo también pudo protegerles"- discurrió Issei.
Sí, él protegería a sus amigos.
-¡Aquí voy! -exclamó Issei poniendo toda su voluntad en este ataque improvisado por él- ¡Espada que corta los cielos - Durandal!
Flush.
Flush.
Flush.
Flush.
Los dos Cerberus fueron despedazados por el poderoso ataque realizado por Issei, incluso los ángeles caídos cercanos murieron al acto.
-Wow... ¡WOW! -Issei mismo se sorprendió.
-Él... fue capaz de usar Durandal hasta tal punto -murmuró Xenovia, y eso que nadie salvo ella fue capaz de lograrlo en cien años- Es increíble...
Rias también estaba muy asombrada por el poder que mostró Issei, se sintió orgullosa por el progreso que había hecho su querido peón.
"Ese chico... es una molestia enorme"- pensó Kokabiel luego de percatarse de las pérdidas que sufrió a causa de aquel ataque.
Para colmo, sus tropas perdían frente a los Gremory y los Sitri. Su plan de conquistar esta ciudad, se estaba yendo muy por la borda.
"¡Esto no puede terminar así!"- Kokabiel apretó sus puños y batiendo sus alas voló hacia Issei, que se encontraba de espaldas ante el caído.
-¡Cuidado Ise! -advirtió Asia atemorizada por la presencia de Kokabiel, pero fue tarde pues Issei no se dio la vuelta a tiempo y fue atacado.
Una lanza sacra iba a traspasar su abdomen.
Otra vez...
PAM.
La lanza de Kokabiel chocó contra una daga negra que le obligó a retroceder unos metros.
Alzando su vista vio que se trataba de un joven que vestía una sudadera negra con capucha y en sus manos sostenía una solitaria daga negra.
-¡¿Quién eres?! ¿Cómo te has atrevido a interrumpirme basura? -demandó Kokabiel encarando al chico, que retiró su capucha.
-¿No eres tú quien me estaba buscando... Kokabiel? -preguntó Goku con una sonrisa y todos se asombraron al verle presente.
-¡T-tú...! -intentó decir Kokabiel pero...
PAM.
Un fuerte puñetazo en la cara le hizo tragar aquellas palabras y salir despedido hacia atrás hasta chocarse con el edificio de la escuela.
"Ugh... rompí la escuela"- pensó Goku con una gota de sudor y se dirigió hacia donde estaban sus amigos, esperándole con una sonrisa.
-¡Goku-san! -Issei corrió hacia él sumamente contento- ¡¿Viste cómo derroté a esos perros?!
-Sí, y debo decir que fue asombroso... estoy orgulloso de ti amigo -contestó Goku con una sonrisa, realmente fue un ataque perfecto.
Issei sonrió felizmente.
-¡Volviste, volviste! -Rias saltó a abrazarle con fuerza y cariño, se sentía aliviada por la presencia de Goku. Con él, ganarían fijo.
Goku sonrió nerviosamente ante esto pero enseguida un par de ojos heterocrómicos se clavaron en su espalda de forma tétrica.
"Cof, cof"
Rias también notó la mirada de Tsubaki.
-Oh... claro... él es tuyo -susurró la pelirroja sumamente sonrojada y se apartó del chico.
Y sin perder tiempo, Tsubaki le abrazó.
-Te eché mucho de menos Goku... no vuelvas a abandonarme, ¿sí? -susurró Tsubaki con los ojos cerrados y el azabache acarició su cabello.
-Pronto volveremos a casa -declaró Goku con una sonrisa y sus ojos advirtieron una presencia conocida- ¿Suzaku-san? ¿Qué haces aquí?
Esto sí que era una sorpresa.
Suzaku se sonrojó, pero más que nada porque recordó su charla con Tsubaki y ahora que tenía enfrente a Goku, no podía evitar avergonzarse.
-Me encomendaron la misión de detener a Kokabiel... m-me alegro de verte -declaró ella.
-Y yo a ti, pero hablaremos más tarde... iré a acabar con esto -habló Goku con seriedad- Y no quiero que nadie más se meta, ¿entendieron?
Después de todo, Kokabiel vino por él.
Y además... estaba bastante molesto.
Y no quería que ninguno de ellos se lastimara, por eso se encargaría él solo de esta situación. Bueno, solo no... tenía consigo a sus sombras.
"¿Ese es Son Goku? Es tan... ¡imponente!"- exclamó Xenovia en su mente, ahora veía que Issei no exageró para nada... se quedó corto.
-Goku-san es siempre tan cool... pero sé que lo hará, ahora se ha vuelto mucho más fuerte tras entrenar -declaró Issei con una gran sonrisa.
Y no estaba equivocado.
Kokabiel se recompuso rápidamente y con una mueca desagradable en su rostro se paró encima de sus tropas restantes en el patio.
Unos cuatrocientos quedaban en pie.
-¡¡¡Todos vayan a por él YA!!! -vociferó Kokabiel señalando a Goku, no permitiría que ese mocoso no recibiera su castigo por haberle humillado.
Goku vio cómo cuatrocientos enemigos corrían hacia él dispuestos a acabar con su vida, y cerró sus ojos ónix apretando la daga del Monarca.
Lamentablemente... tendría que matarles.
Flush.
Flush.
Flush.
Flush.
Uno a uno fue atacándoles con su daga y acabando con sus vidas con una puñalada.
Los cadáveres comenzaron a llenar aquel sitio y el líquido carmesí de la vida se esparcía como un charco bajo los cuerpos que yacían sin vida.
El rostro del azabache no desprendía ninguna emoción, no quería que eso nublara su juicio a la hora de actuar. Había aprendido la lección.
Kokabiel no entendía lo que estaba pasando, ¡¿porqué sus cuatrocientos subordinados eran incapaces de ganar contra un humano?!
¡Un solo humano!
¿Cómo era posible?
"¿Qué?"- pensó Kokabiel desconcertado.
Notó que algo raro estaba sucediendo.
Los ángeles caídos que antes había matado Goku parecían levantarse... sólo que estaban envueltos ahora por un aura de sombras.
"Surge"
"Surge"
"Surge"
"Surge"
"Surge"
Más y más sombras de ángeles caídos siguieron alzándose hasta llegar a ser cien. Para confusión suya, lucharon contra quienes aún seguían vivos.
"¡Ahhh! ¿Qué hacen?"
"¡Paren, ¡¿por qué nos atacan?!"
"¡¡No entiendo nada aahhhh!!"
-¡¿Qué está sucediendo aquí?! -demandó Kokabiel sin entender porqué esos ángeles de sombras atacaban sin razón a sus tropas.
¡Se supone que estaban muertos!
Goku se detuvo entonces y los cien ángeles caídos de sombra se detuvieron detrás de él, arrodillándose ante su nuevo señor y rey.
-Tu ejército... ahora es mi ejército -habló Goku con una sonrisa dejando perplejo a Kokabiel ante aquellas palabras- Perdiste la batalla, Kokabiel.