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Capitulo 20: Tiempo

En una mesa pequeña, tres hombres que normalmente no se mirarían están reunidos. Dos de ellos disfrutan de una variedad de platos elaborados con afecto, mientras que el más joven opta por abstenerse.

Sebastián, balancea la copa de vino mientras admira el escurridizo encanto de la persona inalcanzable.

Frente a Soichi, la copa de agua en reposo tergiversa la secuencia. La virtud característica del líquido translúcido permite que la imagen se desvirtúe, acrecentando la profundidad en la mirada de ese supuesto amigo hacia Lían.

Contemplando en silencio, las almendras grises se hallan envueltas en un humo asfixiante. La magnitud es tal que podría hacer estremecer el manto celeste. Aquel que siente su pecho oprimido de esta manera comprende la intensidad de las emociones que se desvelan en esa mirada.

Mantener una expresión indiferente en este momento es su mayor ventaja. El enmascaramiento se ha perfeccionado a lo largo de los años. Un método simple y definitivo.

¿Quién podría salir herido? No hay daños ni consecuencias.

Pero aun así.

Aun así.

Así.

¿Hace cuánto no es libre?

Durante años, se entregó a la tarea de erigir murallas contenedoras, quedando aprisionado bajo fuertes cadenas. Sin embargo, todo se desmoronó en un instante. Fue un desperdicio total; lo que se oculta ahí no es humano, y él lo sabe.

Soichi es como una diminuta y temerosa quimera, temblando e irradiando ira. Su cuerpo adopta la forma de una serpiente, enroscándose y retorciéndose por el dolor y la frustración. Sus ojos penetrantes anhelan la caza, envolver esas viscosas escamas y hundir los colmillos llenos de veneno en el estorbo que se atreve a cruzar su camino. Es un veneno amargo, destinado a hacer hervir la sangre de manera lenta y cruel. Una vez saciada, soltaría el cuerpo moribundo y desplegaría las alas, transformándose en un gentil cuervo. Solo para dirigirse hacia la pequeña criatura que reposa en el borde de la mesa y rodearla para que nadie la vea.

Así, sería solo suya.

Aunque tenga las intenciones de hacerlo, no sucederá.

La impotencia se aferra a su sien, causándole un terrible dolor de cabeza. Este joven tiene la habilidad de emplear palabras gentiles y poéticas para expresar el desconsuelo de aquellos que, como él, se sienten desplazados. Tal vez, crear un himno para los desafortunados.

"Sean insensatos quienes levantan la vista al cielo durante el día, el sol abrasador devorará sus pupilas. Oh, no osen taparlo con el dedo, solo revelarán su propia insignificancia. Él envolverá sin piedad vuestra aura con un toque sensual y vuestro cuerpo será abrazado por la calidez.

¡Malditos desafortunados que desconocen estas verdades!

Destino cruel. Vagan ilusos en soledad, sembrando deseos y delirios en el manto nocturno. ¿Cuán apremiante puede ser ese anhelo de ser amados? Caerán ingenuos ante los destellos del rocío. Inmersos en ese calor extraño y deseo ambiguo, solo perecerán ante su sombrío destino.

¡Malditos desafortunados que sueñan estas cosas!

Únicamente pueden admirar. ¿Quién aceptaría esa fría oscuridad? Son como bestias que se alimentan en la noche, aullando solitarias. No podrán susurrar dulces melodías. No podrán cubrir sus mejillas con sus garras frías. No podrán rozar los labios cálidos con su gélido sabor. Deberían simplemente consolarse observando. Esta es la única felicidad que lograrán. Porque no poseen nada y tampoco lo tendrán. Nadie los elegirá, nadie se quedará, nadie los necesitará.

¡Malditos desafortunados, nadie los amará!"

El joven estuvo así durante un largo periodo, divagando y dejando que el tiempo se desvaneciera. Permitiéndole abandonar la cabaña, subir a la lancha y bajar sin generar ningún caos.

Él en serio, detestaba a Sebastián.

◇◆◇

Bajo los primeros roces de la llovizna, Soichi permanece absorto admirando la nada. Tal vez la brecha del río, el pasto ondulante, las hojas que se elevan bajo el sutil viento. Algo parece captar su atención.

En su mente se desarrolla un singular análisis. No conoce a Lían y no lo conocerá. La imagen equivocada que creó, las malas interpretaciones, los conceptos errados hacia él. Hubiera sido bueno no caer en el rechazo inexplicable y las falsas conjeturas. Ver ese vínculo entre Lían y Sebastián lo hace caer en un pozo.

¿Cuánto perdió sin darse cuenta?

El hombre es consciente de que la salida no ha sido la mejor; observa al joven sumido en una mirada perdida.

—Te pido disculpas si la pasaste mal.

—No te preocupes, no es así.

—¿Te parece que recorramos un poco?

—Prefiero volver —contesta con una sonrisa compleja.

—Está bien.

La llovizna comienza a crispar sus facciones. Ambos caminan, buscando un alero para esperar un auto. Soichi lo mira con recelo y pregunta.

—¿Él y vos?

—No, somos solo amigos.

—Mmm...entiendo.

Decir que lo entienden es distinto a creerlo. La expresión de duda cae como cientos de dagas sobre el rostro del joven. A los ojos de Lían se ve tierno, a pesar de la impresión de inescrupulosidad que pueda dar, no puede evitar saltar de alegría. Su voz se suaviza al hablar.

—Sabes, muchas personas confunden la amistad que tengo con Sebastián. —Su mirada se vuelve cálida y coqueta—. Hace tiempo que siento interés por alguien.

Una inexplicable sensación de pérdida invade el corazón del joven al escuchar esas palabras.

—Espero... que sea... una buena persona —murmura con dificultad.

—Lo es.

—Deseo... que te vaya bien... con él.

—Ojalá que sí. Y a vos, ¿te interesa alguien?

Soichi baja la cabeza con vergüenza.

—No lo sé.

El hombre se sorprende e indaga un poco más.

—Parece más bien un "tal vez", ¿no?

—Yo... no lo sé.

—Quizás solo necesites tiempo para aclarar tus sentimientos.

La expresión de Soichi adquiere una profunda tristeza.

—Tiempo...

Por alguna razón, el silencio se mantiene perpetuo por el resto del viaje.

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