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Ye Xin no era tonta. Ella podía, naturalmente, ver a través de las intenciones de estas personas. Sin embargo, no los rechazaría. Quería establecer una imagen accesible, y necesitaba exposición para aumentar su popularidad.
En ese momento, hubo un repentino alboroto desde atrás.
Alguien gritó —¡El Presidente Mu está aquí!
Todos se volvieron a mirar la alfombra roja, incluida Ye Xin.
El corazón de Ye Xin no pudo evitar saltar de alegría. ¿Por qué Mu Chen había decidido de repente asistir al festival de cine? Se recriminaba a sí misma por no investigar lo suficiente como para no estar al tanto de la asistencia de Mu Chen. Si hubiera sabido que él vendría, habría pensado una manera de caminar por la alfombra roja con él. ¿Había mejor publicidad que esa?
No. Ye Xin no podía dejar pasar esta oportunidad de oro por nada del mundo. Tenía que estar junto a él; tenía que ser fotografiada en el mismo marco que él.
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