A medida que se alejaban del aeropuerto, ya no podía ver ninguna casa. Parecía que Alex realmente la llevaba a un lugar aislado.
Después de más de una hora de viaje, el coche se detuvo frente a otra mansión aparentemente antigua.
Era otra mansión de tres pisos, muy parecida a la mansión en la que vivía Alex, pero esta parecía más una casa de cuento de hadas cobrando vida, especialmente en este entorno cubierto de nieve. Paredes de piedra formaban la base de los muros, con muros de madera que componían la segunda capa. Las ventanas de madera en forma de A estaban delineadas con luces, distinguiendo claramente sus contornos. El brillo de las luces combinado con la nieve le daba a la casa un tipo de resplandor que la hacía parecer misteriosa.
—Las luces están encendidas —murmuró mientras miraba hacia arriba, curiosa, ya que el hombre le había dicho que iban a algún lugar donde no había nadie más que ellos.
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