Mientras Kaizen se adentraba más en las entrañas del monstruo marino, su mente se llenó de pensamientos sobre El Ojo de Hermodr. Cautelosamente, sus pasos le llevaron cada vez más cerca del objetivo que tanto deseaba: la Espada del Rey.
El brillo de la hoja parecía intensificarse con cada paso, como si ella misma estuviera llamándolo. Una mezcla de anticipación y aprensión dominaba el corazón del Psíquico.
A medida que exploraba este extraño mundo hecho de carne, Kaizen se vio rodeado de reliquias y artefactos exóticos, cada objeto visto en las profundidades de este monstruo marino parecía contar una narrativa de vidas perdidas y secretos largamente olvidados.
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