—No sabía que tenías un lugar tan impresionante para vivir. Este lugar es bastante masivo para algo que no es un castillo —dijo Papá.
—Es la casa de la manada, que fue construida y mantenida por los Alfas de la manada —Artem miró por la ventana y se lo explicó.
—Parece que los Alfas se las arreglan bastante bien.
—Los miembros de la manada se supone que deben pagar cuotas al Alfa, pero aún no estoy exigiendo eso. Me va bastante bien por mi cuenta. Eso fue algo de lo que hablé con el Rey Alfa, y estuvo de acuerdo. Cuando las tensiones en la manada sean mejores, podremos restablecerlo, pero ya veremos —dijo Artem.
—Impresionante. Pareces un líder capaz, Artem. Estoy feliz de que mi hija te tenga —dijo Papá.
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