Qin Yan lanzó una mirada fría a la tarjeta en la mano de Qin Muran y sus labios se curvaron.
—Parece que sí tienes bastantes ahorros privados. ¿Qin Yicheng sabe de ello? —preguntó.
Qin Yan no se molestaba en llamar a Qin Yicheng su padre. Una persona tan cobarde no merecía ser su papá.
La expresión de Qin Muran vaciló. Solo había pensado en aplastar a esta perra, y no había pensado en esto.
¿Entonces Qin Yan había dicho tanto antes solo para emboscarla en este momento?
Al pensar en esto, sus preocupaciones se disiparon de repente.
—Es el dinero que he ahorrado todos estos años. Usaré mi propio dinero para ser filial con papá. Creo que él estará feliz —dijo Qin Muran.
Qin Yan alzó una ceja pero no hizo comentarios.
—Sé tan filial como quieras —respondió.
Qin Muran la estudió y reflexionó durante un rato. Sus labios se alzaron y formaron una sonrisa fría.
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