Meng Yunhan acarició a Pequeño Huzi en la cabeza, su mirada se desplazó hacia la cama —Yun Hao, no sé si puedes oírme o no, pero necesitas despertarte pronto. No sé cuánto más puedo aguantar.
Ella era solo un ser humano, no una diosa. No se divorciaría de él, pero temía el día en que pudiera llegar a su límite. ¿Qué harían entonces?
—Pequeño Huzi todavía es muy joven. ¿Qué vamos a hacer si sigues durmiendo así? —Meng Yunhan sabía sobre los pacientes en estado vegetativo, pero no comprendía completamente su condición. Había oído que podían escuchar a otras personas hablar, así que intentó estimular a Yun Hao, instándolo a que despertara pronto.
Ella estaba haciendo su mejor esfuerzo, pero esperaba que él también se esforzara por despertar.
—Pequeño Huzi se parece mucho a ti. Mamá dijo que ustedes dos parecen hechos con el mismo molde. Tú eres nuestro árbol, no puedes caerte. ¡Por favor despierta! —Su voz ronca y quebrada resonó de nuevo en la habitación del hospital.
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