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Hermandad en las estrellas

La noche se extendía sobre la ciudad como un velo de seda negra, tachonado de puntos de luz que parecían conectarse en el cielo. En el garaje de una vivienda en el barrio San Miguel, las agujas del reloj avanzaban hacia las 9:45. Un joven de cabello negro estaba absorto en las letras de su libro.

-Alan, ya es casi hora -mencionó una voz femenina que captó la atención del joven.

-Gracias por el aviso, Ashley. No era necesario que te quedaras a acompañarme -respondió Alan, levantando la vista para encontrarse con los ojos verdes de la mujer frente a él.

-¿Y perderme el clímax de tu investigación? No, gracias. Además, deberías agradecerme, no regañarme -dijo Ashley, sonriendo dulcemente, con un carisma que parecía iluminar el ambiente.

Alan soltó una pequeña risa, dejando la pluma sobre la mesa mientras se levantaba de su silla.

-A veces parece que el tiempo no te ha alcanzado; tu actitud sigue siendo igual a la de cuando éramos niños, incluso con ese sarcasmo -comentó con una sonrisa.

Ashley se acercó a él, y al mirarlo a los ojos, quedó clara la diferencia de estatura, alcanzándole apenas al mentón.

-¿Sarcasmo? Eso me ofende, ¿sabes? -respondió con fingida indignación mientras tomaba el libro abierto de Alan, sin dejar de mirarlo.

-Además, tú también sigues siendo el mismo amante de las estrellas y sus escritos, que antes parecían jeroglíficos.

Soltó una sonrisa mientras se daba la vuelta, leyendo las últimas anotaciones del joven.

Alan la miró de espaldas y suspiró, aliviado, aunque con una sombra de preocupación.

-¿Jeroglíficos? -dijo, fingiendo sorpresa y ofensa-. Mira quién habla. Tu letra cuando éramos niños no llegaba ni a arte rupestre. Y mencioné el sarcasmo porque este aún no es el clímax de mi investigación; falta que lo acepten.

Su expresión cambió sutilmente, sus ojos reflejando una sombra de preocupación mientras su mente se sumergía en un mar de posibilidades. Miró los pies de Ashley, como si buscara en la tierra alguna respuesta que aún no podía encontrar.

Ashley notó el cambio en el tono de Alan y, girando ligeramente la cabeza, lo vio mirando al suelo. Se volvió completamente hacia él, provocando que él levantara la mirada.

-Bueno -dijo suavemente-, no entiendo del todo lo que hay aquí o por qué es tan importante. -Sonrió con dulzura, repasando con la vista las letras que llenaban el libro. Luego lo cerró con cuidado y lo sostuvo a la altura del pecho de Alan-. Pero lo que está escrito aquí ha sido plasmado una y otra vez, con la esperanza de mostrarle al mundo lo que tus ojos han visto y otros, como yo, aún no.

Alan tomó el libro con una mano, apoyándolo contra su pecho. Ante las palabras de Ashley, esbozó una sonrisa cálida.

-Sí, tienes razón -murmuró, suspirando aliviado mientras dejaba a un lado sus pensamientos inquietos.

-Vamos, astronauta, ¿ni un "gracias, Ashley" por la motivación personal? -dijo ella, fingiendo ofensa con una risa suave-. Sabes que te estoy dando motivación gratis, pero algún día, cuando sea toda una profesional, tendrás que pagarme.

-¿Motivadora personal? Vas a morirte de hambre, ¿sabes? -respondió Alan con sarcasmo, desviando un momento la mirada hacia la pared donde el reloj marcaba las 9:56.

-Ashley, ya es hora -añadió, colocando el libro sobre la mesa y tomando una cámara que colgó de su cuello.

Ashley se giró para mirar las paredes a su alrededor, observando los diferentes tableros con fotos del espacio, cada una marcada con fechas escritas debajo. Buscó el reloj en la pared y lo encontró colgando sobre una repisa llena de libros de astronomía y un telescopio.

-Es verdad -mencionó, sonriendo aliviada al encontrar el reloj.

Alan no dijo nada más. Salió del garaje y se dirigió apresuradamente hacia la puerta principal de la casa, atravesando la sala oscura y esquivando los muebles con prisa.

-¡Ey, espera, no hay prisa! -exclamó Ashley, levantando la voz mientras lo veía salir con entusiasmo, su cámara colgando de su cuello. Lo siguió hasta la sala y luego afuera, donde Alan ya estaba mirando al cielo nocturno. Sus ojos marrones reflejaban un profundo entusiasmo y atención, como si estuviera completamente sumergido en la vasta oscuridad del cielo.

Ashley se acercó lentamente, observando el cielo estrellado junto a él.

-Bien, ¿y cuál de todas es? -preguntó, mirando de reojo al joven.

-De hecho, es la más lejana entre ellas, pero la más brillante -respondió Alan, sonriendo ante el paisaje frente a él. Levantó su mano y señaló una sola estrella que destacaba con un brillo inusual.

-¿Y no vas a decirme más sobre ella? -insistió Ashley, refiriéndose a la estrella que Alan observaba con tanto entusiasmo.

-Hay mucho que contar. La he observado desde hace mucho tiempo -dijo Alan, sonriendo y suspirando aliviado.

-15 de mayo de 2005 -mencionó Alan, pero al mismo tiempo, Ashley lo susurró también, dejando claro que esta no era la primera vez que él le contaba aquella historia.

Alan escuchó su susurro y la miró de reojo, notando cómo ella observaba con atención la estrella que él había señalado. Luego, volviendo su mirada hacia la estrella, continuó:

-Era un niño aburrido en mi azotea. No siempre tenía mucho que hacer, y a diferencia de otros niños de mi edad, los juegos no eran suficiente entretenimiento. Sin embargo, las estrellas... -Alan levantó las manos, abriéndolas a sus costados como si quisiera abarcar todo el cielo-. Las estrellas parecían hablarme, como si se comunicaran con nosotros a través de figuras.

Sonrió mientras bajaba los brazos.

-Nunca estuve más seguro de eso que en aquella noche de 2005, cuando la vi por primera vez. La estrella más brillante, que solo se deja ver una vez al año en nuestro cielo. Claro, hay otras dos, pero esta es la más bella del triángulo. Cuando la descubrí, me sentí tan emocionado. Y cuando encontré a otra estrella en su mismo trayecto diagonal, que brillaba casi igual de fuerte, supe que eran como gemelas: Ying, que brilla más fuerte en la oscuridad, y Yang, su hermana, que se funde mejor con ella. Y no olvidemos a Tirán, el planeta brillante. Tal vez su luz no es como la de una estrella, pero es el tercer punto que completa el Ataúd Triangular.

Alan hizo un gesto con los dedos para señalar la forma del triángulo en el cielo, enfatizando su explicación.

-Y estamos justo en el centro de ese triángulo -concluyó el joven, tomando su cámara con ambas manos mientras enfocaba a Yang, la estrella más brillante.

-Entonces, ¿cada año en diferente fecha te dedicas a estudiarlas por separado? ¿Y esta noche es para Yang, no? -preguntó la joven, ya familiarizada con la historia de Alan y su amor por estas estrellas.

-Sí, sabes la historia, pero aún así me pides que te la cuente -comentó Alan, esbozando una sonrisa antes de levantar su cámara y ponerla a la altura de su rostro, asegurándose de capturar una buena foto de su amada Yang.

-Eso será un secreto. Para después de que presentes tu investigación -mencionó la mujer, llevando un dedo a sus labios en señal de silencio o secreto.

-Sí, siempre dices lo mismo -respondió el joven, sonriendo aliviado mientras cruzaba una mirada con ella.

Ashley bajó su mano y soltó una risa ante el comentario de Alan.

-Bueno, también podría preguntarte por qué haces esa pregunta si ya conoces mi respuesta, ¿no? Pero no es momento de hablar sobre eso ahora -respondió la joven, moviendo sus manos hacia el cielo, invitando al joven a continuar con su fotografía.

Alan tomó la fotografía, asegurándose de enfocar correctamente a Yang. Luego, soltó la cámara, dejándola colgar de su cuello, y extrajo la foto que la cámara soltó, sosteniéndola entre sus dedos.

-Bien, todos los anexos de mi hipótesis están completos -mencionó el joven, sonriendo mientras observaba la foto.

Al levantar la mirada, sus ojos se encontraron con los de Ashley, que lo miraba con una mezcla de orgullo y dulzura.

-Alan, pasado mañana será la presentación de tu trabajo, y desde este momento quería decirte que te deseo mucha suerte. Veo todo tu entusiasmo reflejado en estas estrellas y en tu investigación, y quiero que sepas que yo...

Antes de que pudiera terminar de hablar, un ruido a sus espaldas interrumpió el momento. Alguien estaba saliendo del interior de la casa.

-Chicos, la puerta no se puede quedar abierta. Conocen las reglas -mencionó una mujer adulta de ojos azules y cabello castaño, sonriéndole a ambos jóvenes.

Alan miró detrás de Ashley y, al ver a su madre, olvidó por completo lo que estaban hablando.

-Lo siento, ma, fue la emoción del momento -dijo Alan, sonriendo dulcemente a su madre.

-¿Valió la pena, entonces? -preguntó la madre con una sonrisa cálida.

El joven levantó la foto, mostrándosela a su madre. Ashley se dio la vuelta y sonrió a la mujer, avanzando un paso hacia ella. Abrió los brazos, y los tres se fundieron en un abrazo cálido y breve, llenos de una felicidad compartida.

-Siempre vale la pena cuando se trata de las estrellas, mamá -murmuró Alan, aún sosteniendo la foto en una mano.

La madre de Alan se separó ligeramente y miró a los dos jóvenes con afecto.

-Me alegra verlos tan entusiasmados. Ahora, entren. La noche está fresca y no quiero que se enfríen.

-Sí, mamá -respondió Alan, asintiendo mientras guardaba la foto en el bolsillo de su chaqueta.

Ashley sonrió, mirándolo de reojo, y luego se volvió hacia la puerta.

-Vamos, astronauta, o la noche fue mucho para ti?.-dijo en un tono juguetón, mientras entraba de nuevo a la casa.

Alan la siguió, cerrando la puerta detrás de ellos. Mientras avanzaban hacia el interior, sintió una mezcla de nerviosismo y emoción por lo que se avecinaba. Sabía que su investigación estaba casi lista, pero la verdadera prueba sería la presentación, el momento en que tendría que convencer a otros de la importancia de lo que había descubierto.

Sin embargo, con la confianza y apoyo de Ashley y su madre, sintió que tenía la fuerza necesaria para enfrentarlo.

Ya en la sala, se dirigieron hacia la cocina, donde la luz cálida de las lámparas iluminaba el espacio. La madre de Alan les sirvió un par de tazas de té caliente, y los tres se sentaron en la mesa.

-¿Estás listo para pasado mañana? -preguntó la madre, observando a Alan con atención.

Alan asintió mientras tomaba un sorbo de su té.

-Creo que sí. He hecho todo lo posible para que mi investigación sea sólida. Ahora solo queda esperar.

-Y no olvides que estaré allí, apoyándote -añadió Ashley, sonriendo con dulzura mientras soplaba su taza.

-Gracias a ambas. Significa mucho para mí tenerlas a mi lado en este momento,es decir, Madre y tú Ashley mi mejor amiga desde la infancia, estuvieron desde el inicio de la estructuración y desarrollo de mi hipótesis, y ahora están aquí cuando el cohete de ideas va a despegar.-respondió Alan, sintiendo el calor del momento no solo en la bebida, sino en el ambiente acogedor que compartían.

Ambas mujeres se miraron y sonrieron ante aquel Joven y su comentario de agradecimiento.

-Asi es, el Cohete tiene que despegar, pensar que en unos días probablemente estarás respondiendo en entrevistas todo el dia.- menciono Ashley mostrandose contenta por el trabajo y esfuerzo de Alan, su mejor amigo de infancia.

La conversación continuó aquella noche el reloj seguía marcando la hora y el ambiente estaba lleno de risas y recuerdos compartidos.

Para Alan, ese instante era un recordatorio de lo afortunado que era al tener personas que creían en él, que lo acompañaban en su travesía entre las estrellas y las páginas de sus escritos. Con ese pensamiento, se sintió preparado para lo que vendría, listo para mostrarle al mundo las maravillas que había descubierto.

El sol se filtraba por la ventana de la sala, atravesando las finas cortinas rojas y bañando la habitación con una suave luz dorada. Los ojos verdes de la mujer comenzaron a abrirse lentamente, como si estuvieran despertando de un sueño profundo. El viento susurraba entre las hojas de los árboles, y a lo lejos se podía oír el murmullo de las calles, un eco distante de la ciudad que apenas llegaba a sus oídos.

Se llevó una mano al cabello, tratando de domar los mechones rebeldes que caían sobre su rostro. A pesar de la pereza que sentía, el aroma de algo cocinándose en la cocina comenzó a despertar sus sentidos. Podía distinguir el aroma familiar de huevos friéndose y algo más, quizás tostadas recién hechas.Con un suspiro resignado, la mujer se levantó de la cama, sus pies descalzos tocando el suelo frío que la hizo estremecer ligeramente. Se estiró despacio, dejando que su cuerpo se acostumbrara al movimiento antes de dar los primeros pasos hacia la cocina.Mientras se acercaba, el sonido del aceite en la sartén se hacía más nítido, acompañado por el tintineo de platos y cubiertos. Al asomarse por la puerta, vio al Joven de espaldas, concentrado en preparar el desayuno. Llevaba una camisa blanca y un pantalón Casimir negro destacando su vestimenta formal, sus movimientos eran meticulosos, y un sonrisa adornaba su rostro.

-Buenos días -murmuró ella con voz suave, aún ronca por el sueño.

El hombre se giró ligeramente, esbozando una sonrisa cálida que se reflejaba en sus ojos

-Buenos días, dormilona -respondió él-. Pensé que nunca te despertarías.¿Tan cómodo era la cama de habitación de Huéspedes?.

-Porque la pregunta ? Acaso pretendes hurtar mi colchón está noche?- menciono la mujer sonriendo

El hombre soltó una pequeña sonrisa aliviada entonces menciono

-No me tientes. Espero que tengas hambre.

Ella sonrió en respuesta, acercándose a él, entonces observo la cocina disfrutando del calor y el aroma que emanaba de la cocina

-Veamos si eres tan bueno en la cocina como con las estrellas. -dijo en un tono juguetón.

El hombre soltó una pequeña risa y giró la cabeza para mirarla.

-Bueno, en ese caso, prepárate. Hoy tenemos un festín: huevos, tostadas, y un poco de fruta fresca. Nada mejor para empezar el día no crees?.

La mujer tomó asiento en la pequeña mesa de la cocina, observando cómo él terminaba de preparar todo con la misma dedicación de siempre.

-Imagino que tú Madre tuvo que entrar temprano está vez . -Menciono la joven

-Pues si, mañana estará presente en mi exposición, así que tomara doble turno hoy. Y yo me encargaré de la Casa y otros asuntos.-Dijo mientras colocaba fresas en un plato hondo transparente procediendo a lavarlas en lo que un huevo se freia con tocino en el sartén.

-Vaya la señora Smith es una mujer muy dedicada, aunque la entiendo trabajar de diseñadora de modas debe ser muy lindo. -Menciono la Mujer sonriente aún observando la espalda del joven de pies a cabeza notando su formal vestimenta.

-Y adónde irás, o no me digas que piensas realizar comprar y quehaceres con esa vestimenta.-Pregunto la mujer confundida.

-En realidad, tengo una entrevista para una beca de investigación en la universidad -respondió Alan mientras colocaba las fresas en un tazón y las llevaba a la mesa-. Después de eso, tengo que pasar por la tienda para comprar algunas cosas que mamá necesita.

Ashley lo miró sorprendida, sus ojos verdes centelleando con curiosidad.

-¿Una entrevista? ¿Y no me habías dicho nada? -dijo con un tono de reproche, aunque su sonrisa suavizaba sus palabras.

Alan se encogió de hombros, sirviendo las tostadas y los huevos en un plato.

-Quería esperar a tener buenas noticias antes de decírtelo. No quería ilusionarte sin estar seguro.-Tomo tazas de café y sirvió una para la Mujer y para si mismo.

Ashley se rió, negando con la cabeza.

-Tonto. Sabes que siempre estoy ilusionada con lo que haces, incluso cuando no sale como esperas.

Alan se detuvo un momento, mirándola con gratitud. Asintió leve mente

-Gracias, Ash. Realmente significa mucho para mí saber que estás aquí, animándome.

Ashley sonrió, tomando una de las fresas del tazón.

-¿Qué clase de amiga sería si no lo hiciera? -dijo antes de morder la fresa, disfrutando de su dulzura.

Alan tomó asiento frente a ella, observándola con una sonrisa afirmó;

-Prometo que, si obtengo esta beca, te llevaré a algún lugar especial para celebrarlo.

-Me parece justo -respondió Ashley, levantando su taza de café como si brindara-. Pero no me sorprendas demasiado, astronauta, o podrías quedarte sin ideas para nuestro próximo viaje de celebración por tu investigación

-Lo tendré en cuenta -dijo Alan, levantando su taza también y chocándola suavemente con la de Ashley.

-Espera, a todo esto no estarás pretendiendo dejarme a cargo de los quehaceres?- Pregunto la Mujer mirando al joven con una expresión confundida pero sonriente

-De echo, todos los quehaceres ya los hice, como eres distraída supongo que no has revisado la hora, ¿Cierto?.- Menciono el Joven levantando su mano para mostrarle a la mujer el reloj de su muñeca.

-Ya son 8:30!? .-Menciono la joven sorprendida.

Sí, señorita dormilona, ya es 8:30. Así que no tienes de qué preocuparte, todos los quehaceres están hechos -dijo Alan con una sonrisa traviesa mientras tomaba otro sorbo de su café.

-Estás realmente preparado para todo, ¿eh? -comentó, dejando la fresa a un lado y tomando su taza de café.

-Ya sabes cómo soy, no me gusta dejar nada al azar -respondió Alan, encogiéndose de hombros-. Además, quería asegurarme de que pudieras disfrutar de una mañana tranquila antes de mi entrevista.

-Vaya, te estás luciendo hoy, Alan. Si sigues así, tendré que dejar que prepares el desayuno todos los días -bromeó Ashley, guiñándole un ojo.

Alan soltó una risa ligera y negó con la cabeza.

-Tampoco te acostumbres. Esto es solo una excepción especial.

-Lo sé, lo sé -dijo Ashley, sonriendo con ternura mientras observaba al joven-. Pero te agradezco el detalle. Eres un gran amigo, Alan.

-Y tú también, Ashley. Siempre has estado ahí para mí, en los momentos buenos y en los difíciles. No sé qué haría sin ti -respondió Alan, mirándola con sinceridad.

Ashley sintió un calor en su pecho al escuchar esas palabras, pero no quiso mostrarse demasiado sentimental, así que respondió con su característico tono juguetón.

-Bueno, alguien tiene que mantenerte con los pies en la tierra mientras exploras las estrellas, ¿no? -dijo, llevándose otra fresa a la boca.

Alan rió de nuevo y asintió, sabiendo que las palabras de Ashley siempre venían con un toque de verdad y humor. Terminó su desayuno y miró el reloj nuevamente.

-Bueno, creo que es hora de que me ponga en marcha. No quiero llegar tarde a la entrevista Imagino que regresaras a casa así que asegúrate de asegurar la puerta, y dale mis saludos al señor y señora Moon-dijo, levantándose de la mesa.

Ashley también se levantó, tomando su taza de café y siguiéndolo hacia la puerta de entrada.

-Tranquilo, cerraré todo con llave después de arreglarme, y tu saludo llegara bien.Buena suerte, Alan. Sé que lo harás increíble -dijo, dándole un suave empujón en el brazo como gesto de ánimo

-Gracias, Ash. Te veo luego, y te contaré cómo fue todo -respondió Alan, sonriendo antes de salir por la puerta.

Mientras lo veía alejarse, Ashley sintió una mezcla de orgullo y algo más, un sentimiento que había estado creciendo en su interior, pero que aún no estaba lista para enfrentar. Por ahora, decidió dejarlo en segundo plano, centrándose en el hecho de que su mejor amigo estaba a punto de dar un gran paso hacia su futuro.

Suponemos conocer la Tierra.

El Hogar donde nacemos y vivimos. Sin embargo, vivimos más en eternas preguntas que en claras respuestas.

La anomalías son claras, existen lugares dentro de este mundo que talvez no conocemos tanto como suponemos.

Y aunque vivimos conformes con saber que este planeta al que llamamos Hogar es suficiente para nosotros, olvidamos por completo que la mayor parte de la materia de la Tierra alguna vez formó parte del infinito Universo dejando la interrogante

¿De dónde vinimos?.

Esta Historia solo es la pieza del inmenso rompecabezas de la Realidad.

-Alan Smith

Carlos_Tipancreators' thoughts