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Re: zero arco 3, 4, 5.

Pueden seguir aquí después del cp25 Luego subiré el Arco 1 y Arco 2. A partir del CP 329 comienza el arco 5.

delta_zero_1153 · แฟนตาซี
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503 Chs

Los Grilletes del Amor. Parte 2

Su cuerpo no presentaba cambios provenientes del golpe de Reinhard.

Lejos de ser herido, ni siquiera había una arruga en la ropa.

_Reinhard: Ya veo, como dijo Subaru, eres alguien peculiar.

_Emilia: Hace un instante, mencionaron a un Arzobispo del Pecado, Subaru. ¿Es él?

Reinhard y Emilia hablaron mientras miraban a Regulus.

Escuchando esto, Regulus dirigió una mirada de disgusto a Emilia.

_Regulus: Sí, exacto. Soy el Arzobispo del Pecado del Culto de la Bruja, representando a Codicia, Regulus Corneas… Por cierto, no conocer siquiera la identidad de la pareja con la que estuviste a punto de casarte… es un problema que trasciende el no tener consciencia como esposa. ¡Insolente, inmoral, defectuosa! ¡En serio, tu deficiencia como mujer no conoce límites! 

_Emilia: Ni defectuosa ni nada de eso, ¿acaso no fuiste tú quien no me lo dijo? Insolente e inmoral también son disparates. Y si tú eres un Arzobispo del Pecado del Culto de la Bruja… Culto de la Bruja, Culto de la Bruja… ¿—?

Emilia, frente a los insultos del resentido Regulus, estaba a punto de contradecirle antes de repentinamente quedarse en silencio.

Llevándose la mano a la cabeza, sus cejas se levantaron como si se esforzara pensando.

_Emilia: Un Arzobispo del Pecado… del Culto de la Bruja… ¿Alguna vez nos hemos encontrado antes? 

_Regulus: ¿Qué? ¿Cómo podría saberlo? Aunque, ahora mismo, si estabas por decir que nuestro encuentro fue obra del destino, eso no sería más que una ridícula farsa. A pesar de tener un rostro de extraña dulzura, en espíritu eres una puta sin remedio. Alguien así me resulta… ¡Puaj!

_Subaru: Blablablabla cállate, idiota.

Apuntando al rostro del quejica Regulus, Subaru atacó con su látigo. Fruto de este golpe, el rostro de Regulus había quedado de lado. Regulus giró de nuevo la cabeza y gruñó con furia.

Para sorpresa de nadie, su rostro estaba ileso.

_Subaru: En serio, si no podemos resolver el misterio de su invencibilidad, no podremos asegurar la victoria.

_Reinhard: No le afecta ni los ataques de espada ni los de látigo. Ni siquiera le afecta la magia de Emilia-sama. Debe haber algún truco para derrotarlo. Subaru, espero que lo resuelvas. 

_Subaru: ¿Qué es lo que estás farfullando desde hace rat—? ¡¿—?! 

Reinhard palmeó rápidamente los hombros del confundido Subaru—y luego, desapareció.

En el siguiente instante, Reinhard impactó directamente en el cuerpo del villano, mandándolo a volar hacia atrás.

_Regulus: ¡Ngh, ¿qu—!? 

Con un grito, Regulus, quien no tuvo tiempo de estabilizarse, se estrelló contra una montaña de escombros, causando que los mismos colapsaran y se desintegraran.

_Reinhard: Yo seré su oponente. Subaru, quiero que resuelvas el misterio de su invencibilidad. Te conseguiré tiempo.

_Subaru: Bien, conseguir tiempo pinta bien… ¿pero no sería mejor vencerlo de una vez por todas?

_Reinhard: Si pudiera, ya lo habría hecho. Pon a salvo a estas mujeres. Si siguen aquí, acabarán envueltas en el campo de batalla.

_Emilia: Espera, Reinhard. Aunque probablemente no sea muy efectiva, usa esto.

Sosteniendo una espada de hielo limpiamente encantada con magia, Emilia le pidió a Reinhard que se detuviera un momento.

_Emilia: Me concentré muuucho para hacer esta espada; debería ser más duradera que la última.

_Reinhard: Lo agradezco.

Aceptando la espada de hielo ofrecida, Reinhard inclinó el cuerpo en señal de profunda gratitud.

Luego se giró y saltó lejos de las ruinas de la catedral hacia Regulus. En un solo paso, desapareció de la vista de Subaru, recorriendo una distancia absurda.

Inmediatamente después de su desaparición, una onda de choque impactó en la piel de Subaru.

Mientras era envuelto por esa sensación, se giró para mirar a Emilia.

_Subaru: ¡Emilia-tan! Por el momento, ayudemos a llevar a estas mujeres a un lugar seguro para evitar que acaben envueltas en la batalla de Reinhard. Todas tienen que irse… por cierto, ¿todas están casadas con Regulus? 

Tanto ahora como antes, la homogeneidad de las mujeres protegidas por la muralla de hielo se sentía anormal.

Ser las esposas de Regulus las hacía miembros del Culto de la Bruja. A simple vista, había más o menos cincuenta. Si atacaran a la vez, ¿cómo podría Subaru combatirlas sin la ayuda de Beatrice? Sólo ahora había comenzado a preocuparse por eso.

Sin embargo, Emilia agitó su cabeza, negando esa preocupación de Subaru.

_Emilia: Descuida. Aunque son sus esposas, creo que muchas de ellas probablemente están aquí a la fuerza y bajo presión. Así que no te preocupes.

_Subaru: Ya veo. Me lo imaginaba. Si fueran una amenaza, Reinhard no las habría ignorad—gah, ¡cuidado! ¡Justo ahora unos escombros volaron hacia nosotros! ¡Qué peligroso!

Fuera de la catedral, Reinhard y Regulus estaban teniendo una batalla que superaba los límites de la humanidad.

Los escombros y fragmentos de piedra fueron propulsados debido a múltiples impactos, surcando el aire como balas. Si uno pasara justo al lado de su oreja, quizás sufriría daños.

Pese a que Reinhard tenía una absoluta ventaja ofensiva, en tanto la naturaleza del poder de Regulus siguiera siendo un misterio, esta ventaja se desvanecía poco a poco. Subaru tenía que idear una contramedida antes de que el villano pudiera sobrepasarlo.

_Emilia: Ey, ¿te encuentras bien? ¿No tienes heridas? 

Mientras Subaru reflexionaba, Emilia había comenzado a sacudir por los hombros a la mujer rubia.

Esa era la misma mujer que Subaru había rescatado hace un momento con su látigo. A juzgar por su ubicación delante del altar, su estatus parecía diferente al de las demás mujeres. Como siempre, la expresión en su rostro no mostraba ni rastro de entusiasmo.

Alzando la vista para ver a Emilia, la mujer sacudió su cabeza lentamente.

_Número 184: Yo… nosotras tenemos que permanecer aquí. Si quieres huir, por favor cuídate.

_Emilia: ¿Permanecer? ¿Por qué? ¿Tus pies están lesionados? En ese caso te curaré de inmediato. Esta pared por sí sola no es suficiente para mantenerte a salvo. ¡Apresúrate, tenemos que irnos! 

_Número 184: Por favor, permite que me rehúse. Sólo tú puedes irte de este lugar. 

_Emilia: ¡¿Por qué?! ¡Quedarte aquí hará que te veas envuelta en la pelea! Regulus atacará indiscriminadamente todo lo que le sea necesario, sin importar tu presencia. Si no huyen—

_Número 184: —Honorable Esposo no dio instrucciones de irnos.

La persuasión desesperada de Emilia fue interrumpida por la terriblemente fría voz de la mujer, transmitiendo sentimientos igualmente desprovistos de calidez.

Su penetrante y clara mirada se dirigió a los ojos amatistas de Emilia.

_Número 184: No escuchar al Honorable Esposo lo hará enojar. Si eso sucede, sólo hay un único resultado posible.

_Emilia: Eso… no…

Al igual que Emilia, Subaru no sabía qué decir ante eso.

Estaría mal considerarla rebelde, ya que no poseía voluntad. Y también estaría mal considerarla obstinada, ya que no poseía convicción.

Sus declaraciones y actitud únicamente albergaban una resignación que ya nunca desaparecería.

Ella— o más bien, ellas, todas ellas, se habían rendido hace mucho tiempo.

Esos corazones, destruidos por Regulus, ya no podían considerar otra cosa que no fuera él.

Esa era una increíble brutalidad, la cual ya no necesitaba palabras o acciones.

_Subaru: El oponente de Regulus es el Santo de la Espada, Reinhard. Sé que él te aterra, pero Reinhard no tendrá ningún problema en matarlo. Así que, no te quedes aquí. No hace falta poner en peligro sus vidas. 

_Número 184: No importa quién sea el oponente. ¿Santo de la Espada? Por favor, no me hagas reír. ¿Cómo podría alguien hacerle frente al Honorable Esposo… Regulus Corneas?

La mujer desestimó todas las afirmaciones de Subaru con nada más que desprecio.

Esa era su primera vez en mostrar una emoción genuina.

El despectivo rechazo de un adulto ante la ignorante ilusión de un niño.

—Sólo entonces, Subaru comprendió la verdadera naturaleza de esa distorsionada relación.

Las esposas de Regulus Corneas tenían absoluta fe en la fuerza de su esposo.

Incluso el saber que su oponente era el Santo de la Espada, Reinhard no significaba nada para el grillete de la maldición que nadie podía deshacer.

Aquel abrumador poder, aquel poder sin igual que poseía Regulus mantenía un firme agarre en el corazón de sus esposas.

Las esposas confiaban en su esposo, y éste no soltaría su agarre sobre los corazones de las esposas. En cierto modo, ese era el estado ideal de una relación.

Pero esa superficie serena daba lugar a distorsiones internas.

_Subaru: Mierda…

Subaru llegó a la dolorosa conclusión de que meras palabras no las moverían.

La opinión de la mujer que tenía delante de sus ojos reflejaba lo que creían las demás mujeres que había aquí. La falta de discordia y silencio muerto eran prueba de ello.

La única manera de forzarlas a irse era dejándolas inconscientes a todas y moverlas una a una; pero nadie de los presentes podía permitírselo.

_Subaru: —¡Reinhard! ¡Cambio de planes! ¡Empieza la Operación I! 

Descartando la idea de persuadir a las mujeres, Subaru escaló a lo más alto del derruido altar y llamó a Reinhard, quien se encontraba desafiando la ley de gravedad mientras corría por la pared de un edificio de la ciudad bajo el cielo nocturno que empezaba a caer. Desde esa distancia, él miró a Subaru.

" Reinhard: ¿Operación I? Subaru, ¿has puesto a salvo a las mujeres? "

_Subaru: ¡¿—?! ¡¿Qué demonios?! ¡Oye, ¿desde dónde oigo tu voz?!

" Reinhard: Ésta es la Protección Divina de la Telepatía, la cual puede enviar mi voz a aquellos amigos en mi campo visual. "

_Subaru: ¡¿Podrías dejar de ser un superhumano?! 

Incluso para Subaru, que apenas podía ser considerado un combatiente, lo que hacía Reinhard superaba la comprensión humana.

Corriendo y pateando desde una pared, Reinhard surcó el aire y giró rápidamente.

Justo antes de aterrizar, dejó que su ropa se esparciera, reduciendo el impulso, y una de sus esbeltas piernas hizo una patada en el aire, creando una cuchilla de viento hacia el suelo.