— La pelea alcanzó su punto máximo con una severidad inimaginable.
Los dos hombres se enfrentaban, intercambiando puños directamente.
Los huesos duros se clavaban en la carne, los músculos estallaban, la sangre goteaba y, tras ello, les siguieron los gemidos de dolor y los desagradables jadeos de la respiración de ambos contrincantes, superponiéndose y grabándose a fuego en los oídos de quien observaba la miseria de esta torpe lucha a base de puñetazos.
_Emilia: ...Subaru.
Estando de pie ante la entrada de la Tumba, observándolo todo, Emilia se puso la mano sobre el pecho.
Sus ojos albergaban confusión, sus dedos vacilaban en busca de algo a lo que aferrarse. La presencia perpetuamente confiable en su pecho y su calor, aunque ella era consciente de su ausencia, todavía apretaba su corazón.
Dentro de la Tumba, Subaru le había dicho que la amaba, que la quería muchísimo, y que por eso creía en ella.
De hecho, una parte de ella se sintió salvada por esas palabras. Pero, por otro lado, había una ansiedad que se acrecentaba.
Sus verdaderos recuerdos estaban resurgiendo con cada segundo que pasaba.
Ella había creído que los falsos recuerdos mostraban dónde comenzó ella y, con esa creencia, llegó hasta este punto.
Cuando sus orígenes, su motivo para llegar tan lejos, cambiasen, ¿cómo la cambiaría eso a ella?
Sus verdaderos sentimientos se contradecían unos a otros, el malestar se arraigaba en lo más profundo de Emilia.
Subaru había gritado que, aunque Emilia cambiase, su amor por ella no cambiaría.
Ella no tenía ni un ápice de duda sobre los sentimientos de este muchacho, quien intentó luchar hasta el final por ella, había sido herido y había sufrido por ella. Él había demostrado sus sentimientos continuamente.
— En lo que ella no podía confiar era en sí misma.
Ella caminó por un sendero que tenía sus cimientos en un comienzo incorrecto y, aunque pensó que tenía a la vista el final de este sendero, se detuvo. Se preguntaba si estaba caminando en la dirección equivocada, dudando a pesar de ver el final.
Sus pies habían dejado de moverse.
¿Se le permitiría empezar a caminar de nuevo?
¿El sendero por el que caminaría sería un nuevo camino, o sería el mismo sendero por el que ahora transitaba?
_Emilia: —
Ella deambulaba en el laberinto de aquellas impenetrables preguntas sin respuesta.
Incluso ahora, incapaz de hablar y consciente de que no tenía ningún derecho a detenerlos, Emilia observaba a los dos hombres luchar.
Se alzó un grito, y la sangre salpicó por todo lo alto.
※ ※ ※ ※ ※
Un puñetazo cruzaba por el aire.
Los nudillos se le acercaban al rostro — a una velocidad deprimentemente lenta.
¡Tch!
No había necesidad de una evasión exagerada.
Él inclino la cabeza mínimamente, evadiendo el puño sin recibir ni siquiera un rasguño. Su oponente perdió la postura debido al movimiento de ese gran ataque, y allí, justo en el indefenso estómago del adversario, clavó la rodilla, hincándose en su vientre.
Su rodilla sintió sus costillas y débiles músculos, y el ataque se transmitió a las profundidades de esos órganos.
Aquella boca, que en múltiples ocasiones había expulsado líquidos, vomitó sangre de forma implacable.
_Ggauh, aug.
Esa persona se cubría su estómago, sus movimientos eran vacilantes, su rostro lucía completamente atroz. Con sus brazos levantados él golpeó su espalda encorvada justo después de su ataque frontal, para ahora revolver sus entrañas por detrás.
Su oponente se las había arreglado para resistir aquel rodillazo, pero no logró resistir el golpe por detrás y se derrumbó con facilidad. Él lo pateó para rotar su cuerpo caído hacia arriba, y luego continuó su ataque con repetidas patadas sobre el flanco izquierdo de la persona demolida.
Sus gritos repicaban.
Su respiración se aceleraba con vómito y sangre.
Los puños, el rodillazo, las patadas continuas. Con cada golpe, la sensación de que su piel y su carne se desgarraba, era transmitida hacia él.
Normalmente eso le alegraría, pero en este momento sólo sentía una increíble incomodidad.
Estas acciones se repetían una y otra y otra y otra vez. ¿Qué sentido tenía?
Ya basta, maldita sea, ya basta. Ríndete ya.
Se burlaba de su oponente, mientras éste seguía tosiendo y escupiendo sangre.
Aún no lograba dejarlo inconsciente. Aunque le golpease la cabeza y patease el estómago, esa persona detestablemente no se rendiría.
Especialmente detestable, cuando se trataba de hacerle comprender la diferencia de fuerza entre ellos.
_Garfiel: ¡Desde luego eres un maldito bastardo sin cerebro, eh! ¡No tienes ni la más mínima posibilidad de ganar! ¡Tienes la espalda torcida! ¡Tus puñetazos son lentos! Te tambaleas por todas partes, ¡es una maldita tragedia!
_Subaru: ...Culpa mía.
_Garfiel: Aaaugh. ¡Maldito montón de mierda! ¿Sabes lo que se siente al tener que participar en este obstinado juego sin sentido que has creado? Vete a la mierda, vete a la mierda.
Garfiel le escupía insultos a Subaru, quien intentaba enderezarse respirando con dificultad.
Las manos de Subaru tocaron el suelo mientras luchaba por ponerse de pie. Al haber recibido puñetazos, su cara estaba hinchada, y la sangre que salía de su nariz cubría de rojo la parte inferior de su rostro. Algunos de sus dientes seguramente debían estar rotos o perdidos. No sería extraño que algunos de sus órganos internos o algunas costillas estuvieran rotos.
Con un dolor intenso que devastaba su cuerpo, él no debería ser capaz de permanecer consciente. Y aun así…
_Garfiel: ¡Cuál es la maldita razón de 'sto! ¡¿No me desafiaste porque pensaste que tenías esperanzas de ganar?! ¡Lo único que haces es mostrar lo exhausto y lo maltratado que 'stás, ni siquiera puedo mirar!... ¡Toma una maldita siesta!
_Subaru: —Ghguh!
Obstinación y terquedad. Esas palabras no podían describir la tenacidad que sentía Garfiel cuando volvía a brutalizar a Subaru.
Barrió las piernas de Subaru y apuntó con su pie al flanco de Subaru mientras caía.
La sangre brotó de la boca de Subaru cuando Garfiel pateó su cuerpo durante la caída, levantándolo brevemente, y luego golpeó con su codo el cuerpo suspendido para enviarlo de vuelta al suelo.
Su cuerpo golpeó y rebotó en la dura tierra, antes de yacer esparcido en el suelo.
Con los ojos en blanco y abiertos de par en par, exhaló como si se le escapara el aliento y esta vez sí que yacía inmóvil — Habiéndolo dejado inconsciente por fin, Garfiel dejó salir un largo suspiro.
_Subaru: Qué cojones estás, mirando como si esto ya, se hubiera terminado...
_Garfiel: —hk!
Los hombros de Garfiel subían y bajaban con su respiración irregular, y entonces la voz que escuchó desde el suelo hizo que sus ojos se abrieran de golpe.
El hombre al que seguramente había dejado inconsciente de alguna manera, vacilando, se las arreglaba para ponerse en pie.
_Garfiel: Debe ser una puta broma...
_Subaru: Sí... Esto no, es broma. Con lo golpeado, que estoy… no se… me ocurre… ninguna, anécdota divertida.
_Garfiel: Eso no es lo que —
_Subaru: —Hhhah!
Exhibiendo una tenacidad de pesadilla, Subaru escupió un fuerte aliento y movió su puño.
Naturalmente, no importaba cuán desesperado fuera el puñetazo. Desde la perspectiva de Garfiel, era equivalente a ser atacado por un niño. Su mano atrapó y desvió fácilmente el puño que se aproximaba y, como compensación, clavó la palma de su mano en el abdomen de Subaru.
El golpe penetró en un espacio entre sus órganos, ondulando para impactar sus fluidos internos — su estómago ya vacío se contrajo, y la sangre y bilis amarillenta fluyó hacia arriba.
_Subaru: Gugh, bhubh...
_Garfiel: Pasará lo mismo no importa cuántas veces lo intentes, cuántas malditas veces lo hagas—
Subaru sostuvo su estómago y se colapsó inmediatamente mientras Garfiel lo instaba una vez más a rendirse.
Sin poder soportar ver aquella asquerosa atrocidad, Garfiel apartó la mirada, chasqueando la lengua.
_Garfiel: ¡—!
Y más allá de su cara sonó el estruendo del puño de Subaru.
_Garfiel: ¡¿Qu?!
_Subaru: Garfiel, cabrón. ¿Quién te dio permiso para darme la espalda?
Brazo izquierdo adelante, brazo derecho atrás.
Viendo a Subaru preparado en posición de combate, sin que su voluntad de luchar hubiera disminuido en lo más mínimo, Garfiel sintió algo parecido a un escalofrío.
Él no consideró a Subaru una amenaza ni siquiera por un segundo.
Cualquiera podía ver que Subaru estaba lanzando amenazas vacías, la brecha de fuerza entre él y Garfiel era demasiado grande para que cualquier esfuerzo de su parte lo compensara.
Aunque Subaru siguiera lanzándole a Garfiel estos golpes temerarios, ya sea mil o un millón de veces, la irrefutable diferencia de fuerza significaba que Garfiel simplemente esquivaría cada intento.
Toda la lucha de Subaru, cada segundo, era inútil.
No importaba cuántas veces Garfiel lo golpease, patease, arrojase, ni cuánto dolor soportase; su sobre-estresado cuerpo nunca tocaría a Garfiel.
_Garfiel: ¡Hijo de puta, deja de joder!
_Subaru: ¿Haah?
Se enfrentaba a un oponente que no podía derrotar. Sin embargo, su arma era la terquedad.
Su espíritu no se doblegaría; sus sentimientos no vacilarían. Tal vez esa mentalidad debería llamarse fuerza, una fuerza no ligada a la carne.
Verle ponerse de pie después de caer una y otra vez tal vez sacudió el corazón de Garfiel hasta cierto punto.
Pero, si él esperaba que esta exhibición hiciera que Garfiel cambiara de opinión, eso constituía un insulto más allá de cualquier cosa.
Su espíritu no se quebraría, no se doblegaría. ¿Exactamente qué sentido tenían estos conceptos?
_Garfiel: ¿Realmente piensas que si sigues siendo testarudo, incluso sabiendo que no vas a ganar, mi asombroso ser finalmente detendrá mis puños? ¿Realmente crees que mi asombroso ser se hartará de golpearte y patearte, que reconoceré tu espíritu y me retiraré?... Que perderé cediendo ante mis emociones, ¿es eso lo que intentas decir?
_Subaru: —
_Garfiel: Maldita sea, no bromees. ¡Esta pelea entre tú y mi asombroso ser no es un puto juego! Me derrotarás o serás derrotado. ¡No hay otro final para esto!
Pisó con fuerza el suelo.
El poder de su Protección Divina de los Espíritus de Tierra lo llenaba, la tierra abastecía su cuerpo con una vitalidad desbordante.
Comparado con su estado al final de su lucha contra Ram y Otto en el bosque, en el que tuvo que forzar su devastado cuerpo para aventurarse hasta aquí, su carne ahora estaba en bastante mejor situación. Esta "pelea" con Subaru no lo estaba fatigando más. De hecho, para él, era como estar sentado en la sombra de un árbol descansando placenteramente.
¿Y cómo carajos sacudiría el corazón de Garfiel esta minúscula influencia de Subaru?
_Garfiel: ¡Maldita sea, tú lo dijiste! ¡Que enseñarías a mi increíble ser que soy débil, eso fue lo que dijiste! ¡Bueno, entonces qué carajos es esto! ¡Ja! ¡Débil! ¡¿Qué carajo estás enseñándome?! ¡El idiota sin cerebro que no tiene fuerzas y se ve forzado a rendirse, eres tú!
Garfiel recordaba cada sílaba de la declaración de Subaru previa a la batalla.
Era una completa burla. Totalmente absurdo. Cada centímetro de este hombre definía la palabra "fraudulento".
_Garfiel: ¡Y también Ram y ese tipo! ¡Ellos dos lucharon contra mi asombroso ser y al menos tuvieron agallas para intentarlo y ganar! Por eso mi asombroso ser luchó contra ellos con todo lo que tenía. Usaron sus cerebros para preparar planes, compensando lo que les faltaba usando su inteligencia... Ambos tuvieron las agallas suficientes para que mi asombroso ser los reconociera. ¡¿Pero qué hay de ti?!
Aunque él no sabía los detalles exactos de cómo funcionaba, Otto había usado su Protección Divina para poner el bosque de su lado, y acorralar a Garfiel. Sus métodos para llevar a Garfiel a esa última explosión de increíble magia demostraron que había utilizado toda su vitalidad e intelecto, su espíritu de lucha era tan grande que Garfiel, con gusto, lo elogiaría como el summum de lo que los débiles podían hacer.
La ofensiva de Ram, que empezó con su ataque sorpresa, aunque le confirió una agonía equivalente a la traición, fue una lucha perfectamente digna de Ram.
Sin piedad, sin contenerse, una batalla entre personas de fuerza genuina.
Ambos habían hecho sus esfuerzos más desesperados mientras luchaban contra Garfiel, y tenían toda la intención de lograr la victoria.
Sus métodos merecían estima y respeto. Tanto es así, que Garfiel tuvo que reconocerlos como gloriosos enemigos.
_Garfiel: Comparado con ellos, eres el summum de la obscenidad. Caes y caes y te sigues levantando... ¿Qué carajos? No importa cuánto te golpeen, tu espíritu no cederá... ¿Qué carajo dice eso? Incluso diciendo que tus esperanzas de ganar son básicamente ninguna, nunca huirás de la pelea... ¡¿Qué carajo es tan encomiable?!
_Subaru: —
_Garfiel: ¿Crees que estoy impresionado? Que estés empapado de sangre, con las piernas temblorosas, que ni siquiera puedas abrir bien los ojos, y que aún te levantes después de caer, ¿eso va a sacudir mis sentimientos y voy a retirarme? Te voy a convertir en un maldito pedazo de carne picada... ¿Cuánto más te vas a burlar de mi asombroso ser y de aquellos que han actuado por tu bien?
La mayor indignación que Garfiel ha sentido en toda su vida ardía ahora dentro de su pecho.
La lucha había sido profanada. Él había sido insultado. Y no sólo eso, sino que los métodos de este hombre intentaban contaminar la nobleza y la decidida voluntad de aquellos cuyas luchas Garfiel había reconocido.
_Garfiel: Vete a dormir una puta siesta y deja de joderme de una condenada vez. Maldito asqueroso y miserable montón de un montón de un montón de mierda. Lo mejor que puedes hacer es aceptar que has perdido y acurrucarte en tu cama, imbécil.
_Subaru: ...
Todavía en su postura de lucha, Subaru se bañó con los múltiples insultos que Garfiel le lanzó.
Su cabeza se tambaleaba inestablemente, con sus ojos casi hinchados, pero de alguna manera se las arregló para capturar la imagen de Garfiel.
Su voluntad de luchar no mostraba signos de disminuir, lo que precisamente convertía su terrible estado en una molestia.
Si todas estas palabras, golpes y puñetazos no lograban doblegar su espíritu, entonces, ¿qué tenía que hacer para quebrarlo?
Si el dolor no lo lograba, entonces sólo quedaba una solución.
_Garfiel: ¿Qué tal si intentas decírselo de una puta vez, eh?
Girándose, Garfiel se dirigió a Emilia, quien observaba la lucha desde la entrada de la tumba.
Sus hombros temblaron ligeramente cuando la conversación se dirigió repentinamente a ella. Ese despliegue de debilidad hizo que Garfiel chasqueara su lengua en irritación.
_Garfiel: ¡No puedes soportar verlo! ¡Díselo de una puta vez! No está escuchando lo que mi asombroso ser dice. Pero si la chica que ama le dijera lo desagradable y patético que se ve, que sus esfuerzos no están logrando nada, que es una mierda inofensiva…
_Emilia: …Yo-yo,
_Garfiel: ¡¿Qué?! ¿Estás diciendo que no puedes hacerlo? ¿Te parece acaso que todavía tiene alguna esperanza de ganar?
¿O te gusta ver esto? ¿Mirar al tipo que te ama ser apaleado y destrozado por tu bien hace que te sientas amada? ¡¿Me estás jodiendo?!
_Emilia: —¡hk!
Emilia se quedó pasmada, con los ojos bien abiertos, mientras tal desprecio recaía sobre ella.
Las despiadadas declaraciones de Garfiel atravesaban como cuchillas a esa Emilia que les observaba.
Si los puños de Garfiel no detendrían a Subaru, entonces las palabras de Emilia eran la única opción.
Si su cuerpo era destrozado por Garfiel, y su corazón destrozado por Emilia, seguramente Subaru terminaría rindiéndose.
Durante el transcurso de la pelea, la cara de Emilia se retorció numerosas veces de dolor al ver cómo golpeaban a Subaru.
A diferencia de Subaru y su misteriosa resolución, el corazón de Emilia aún no se había fortalecido para nada. Ella seguía siendo la misma chica que fracasó en la Prueba, llorando justo después.
Garfiel no tenía intención de criticarla por eso.
Ser abrumado por la Prueba, por tu pasado, era natural. ¿Quién podría ignorar el recuerdo de su mayor arrepentimiento?
El concepto de poder superar tu pasado, tus arrepentimientos, era una mierda.
Subaru había confundido los ideales realistas con las fantasías inalcanzables. Estaba loco.
Este muchacho, que persistentemente estaba de pie ante él, perseguía perseverantemente todas las fantasías y exigía que los demás hicieran lo mismo. Estaba legítimamente loco.
Era de la misma raza que Roswaal, un imbécil cuya visión se centraba en una sola cosa y nada más.
_Garfiel: ¡Detenlo de una puta vez y termina con esto! ¡Tanto tú como mi asombroso ser sólo estamos bailando al compás de la mierda de esa bruja! Y eso es lo único que está pasando.
_Emilia: Yo—
La espalda de Emilia se enderezó como si la hubiera golpeado un rayo, con sus ojos abriéndose completamente.
Sus cautivadores ojos estaban humedecidos con sus lágrimas mientras miraba a Subaru. Sus labios temblaron, con la mirada de Garfiel aun fija en ella, mientras se disponía a pedirle a Subaru que se detuviera.
Todo habrá terminado entonces.
Pero—
_Subaru: Emilia.
_Emilia: —
Antes de que ella pudiera hablar, fue Subaru quien le habló.
Ella cerró la boca mientras se enfocaba atentamente en la débil voz de Subaru. Frenéticamente, para no perderse nada de lo que quería decirle.
Hacia ella, Subaru solo pronunció una única cosa.
_Subaru: ...Mírame.
Nada más.
Dicho con una frágil voz, casi como si se susurrara a sí mismo.
Pero Emilia lo escuchó, lo miró asombrada, y después de varios segundos de vacilación—
_Emilia: —Sí.
—Se llevó ambas manos al pecho y asintió con la cabeza.
_Garfiel: ¡¿...Hah!?
Enfrentado ante dicho intercambio y sin entender nada, Garfiel gritó confundido.
Sus ojos se abrieron en furia, solo para que Subaru le apuntase con el dedo.
_Subaru: ...Puede que te hayas estado quejando por un buen rato hasta ahora, pero te equivocas, Garfiel.
_Garfiel: ¿Qué mierda?
_Subaru: Tal vez para ti, parezco un idiota dándolo todo a pesar de no tener ninguna oportunidad de ganar... pero no estoy bromeando. He aprendido endemoniadamente bien lo que significa meterme conscientemente en peleas que no puedo ganar, con todo el dolor que he sufrido gracias a ti. Y nunca lo volveré a hacer.
La cara de Subaru se encontraba desastrosamente hinchada, pero, aun así, se las arregló para fruncir el ceño.
Esos hechos, a los que Subaru se estaba refiriendo, no eran algo que Garfiel pudiera saber, pero aparentemente, se relacionaban con algunos recuerdos suyos abrumadoramente detestados.
Pero incluso si no sabía de qué estaba hablando, había algo en lo que dijo que Garfiel no podía dejar pasar.
_Garfiel: Jodidamente ridículo. Ya ni siquiera se trata de ideales o de fantasías… sino que simplemente ya no puedes ver lo que tienes frente a ti. ¡Deja de desafiar oponentes que no puedes derrotar! ¡¿Qué mierda es todo esto, eh?! ¡¿Qué mierda es todo esto?!
Subaru: ¿Acaso no es obvio, estúpido? Todavía... no he abandonado la lucha ni por un momento.
Tal vez su consciencia había recuperado su claridad a medida que hablaba, ya que la fuerza había comenzado a regresar a la voz de Subaru mientras hacía tal afirmación.
Esta vitalidad infundada dejó sin palabras a Garfiel debido a la rabia que le hizo sentir.
_Subaru: Mientras pueda seguir manteniéndome de pie, significa que todavía no he abandonado la pelea… y el único momento en que no seguiré manteniéndome de pie, solo ocurrirá cuando muera.
_Garfiel: …
_Subaru: Y debido a que te acobardas en los momentos decisivos, no puedes matarme... lo que significa que no puedes detenerme. Puede que sólo sea poco a poco, pero me estoy acercando a mi victoria. Mi victoria es definitiva.
_Garfiel: ¡Jodido imbécil! ¡Esto no se trata de si puedo matarte o no! ¡Pero qué carajos! ¡Apenas puedes moverte! ¡¿Cómo mierda planeas vencer a mi asombroso ser?!
Con su cuerpo herido de pies a cabeza, tan desgastado como la apariencia de un estropajo viejo, cualquier palabra que saliera de su boca parecían simples amenazas vacías.
Las declaraciones de Subaru no eran más que extravagantes palabrerías. Las palabras "No puedes detenerme a menos que me mates" sólo expresaban su propia voluntad. E incluso si lo que decía era realmente en serio, ¿acaso intentaba decir que mientras no le matara seguiría luchando hasta que, eventualmente, lograra darle un golpe mortal a Garfiel?
Eso no pasaría, y necesitaría cantidades increíbles de tiempo y milagros para que ocurriera.
_Garfiel: ¡Si mi asombroso ser te rompe las extremidades, ya no podrás hacer nada y todo habrá terminado! ¡Que estés consciente o los deseos que tengas de ganar, no tienen nada que ver con esto!
Garfiel rugió completamente furioso.
Sus pies absorbían la vitalidad del suelo, su cuerpo, una vez fatigado, ya había recuperado la mitad de sus fuerzas. Esto constituía un poder más que suficiente para mutilar a Natsuki Subaru.
Impulsándose con sus pies sobre la tierra, salió disparado hacia Subaru.
Enfrentado a ese Garfiel que se aproximaba, Subaru lanzó su puño como si estuviera feliz con este giro de los acontecimientos. Pero no era más que una estupidez. Lento. Inequívocamente insuficiente. Lo esquivó fácilmente, golpeándolo en el abdomen, para luego darle con la rodilla en la barbilla, sosteniéndolo mientras retrocedía y arrojándolo contra el suelo a toda velocidad. Se acercó y continuó golpeando su cuerpo caído con el talón de su pie, arrancando dos, tres gritos de agonía.
Una despiadada serie de ataques. Y con esto—
_Subaru: ¿…Crees que se ha acabado?
_Garfiel: ¡¡—!! ¡Hijo de…! ¡¿Qué carajos ES ESTO?!
Supuestamente habiendo recibido heridas corporales aún más graves, Subaru se puso de pie.
Al presenciarlo, un sentimiento desconocido y arcano comenzó a cubrir el corazón de Garfiel.
¿No podía derrotarlo? ¿No podía ganar? No, eso no era lo que le causaba ansiedad.
Era la sospecha de que tal vez, tal y como dijo este hombre, la mera acumulación de daños físicos no lograría detenerlo.
_Garfiel: ¡¿Qué puto sentido tiene arriesgar tu vida por esto?! Digamos que, de algún modo, lograras derrotar a mi asombroso ser… ¡¿De verdad crees que esta semibruja podrá superar la prueba?! ¡¿De verdad piensas que eso es lo que va a ocurrir, eh?! 』
_Subaru: …
_Garfiel: ¡Como si pudieran ocurrir milagros como esos! ¡Como si esa mierda conveniente pudiera pasar! ¡Una probabilidad de una en un millón, de una en mil millones! ¡Incluso si lograras vencerme, eso no va a cambiar nada en esa mujer! ¡Y es lo mismo para cualquiera! Cuando tienes un pasado de mierda y sin arreglo... ¡Cuando ves cómo se formaron tus arrepentimientos, no puedes hacer nada al respecto! ¿Por qué no lo entiendes?
_Subaru: ¡¡Deberías hacerte a ti mismo esa pregunta!!
_Garfiel: ¡¿—?!
A sus palabras les faltaba el impulso suficiente para ser un estallido de indignación. Y poseían demasiada emoción como para ser consideradas una apelación.
Las grietas formadas en las palabras carentes de lógica de Garfiel se fracturaron aún más bajo el grito de Natsuki Subaru.
_Subaru: ¡Deja de decidir todo por tu cuenta, Garfiel!
_Garfiel: Qué mierda estás…
_Subaru: Deja de decidir cuáles son los límites de Emilia. Ella no es tan débil.
Distante, de pie ante la tumba, Emilia tragó saliva.
_Subaru: Deja de ir jodidamente por ahí, decidiendo cuáles son mis límites. Nadie me dice cuándo retirarme, o cuándo abandonar todo y esconderme. Nunca me rendiré.
Escupiendo sangre, el brillo en los ojos de Subaru se hizo más fuerte.
Y,
_Subaru: Hijo de perra, tampoco vayas por ahí rindiéndote tan fácilmente. Puedes hacer mucho más. Hay más para ti... Eras tan solo un maldito niño, ni siquiera habías crecido del todo. ¡Aferrándote a una idea intratable que se te ocurrió cuando ni siquiera tenías vello púbico!
Subaru informó directamente a Garfiel que la creencia que él sostenía obstinadamente, el credo que había mantenido su corazón atado al Santuario, era imbécil.
_Garfiel: —
Garfiel abrió inmediatamente la boca para responder.
Pero parecía que algo se le había clavado en el pecho, impidiendo que el habla saliera de su garganta.
No podía decir nada. No salía nada.
Su cabeza se quedó en blanco. No es que pensara que Subaru tuviera razón. Era imposible que Garfiel pudiera estar equivocado. Ese yo que empezó a existir después de darse cuenta de que estaba equivocado, no estaba equivocado.
No podía estar equivocado.
Y, por lo tanto, a ese hombre que afirmaba que Garfiel estaba equivocado, no se le podía permitir que siguiera estando aquí.
_Garfiel: Hah... hahhh... ya entiendo…
_Subaru: …
_Garfiel: Necesito detenerte. No tengo ni idea de lo que estás diciendo. Pero me hace sentir enfermo. Y por eso, te detendré.
Debía detenerlo.
Y la manera de detenerlo era, sin duda, la misma que el hombre había declarado anteriormente.
—Mientras siguiera respirando, este hombre no podría ser detenido.
_Garfiel: Entonces... Yo, te mataré...
_Subaru: ¿Puedes?
_Garfiel: Vete a la mierda. —El método para hacerlo siempre estuvo aquí.
Si no se detendría a menos que lo matasen, Garfiel lo mataría y lo detendría.
Aquí y ahora, él tomaría la decisión.
—La elección de confiarse a la abominable y vil sangre de la bestia que dormía en su interior
_Garfiel: —Grrrrrrr!!
Se abrazó a sí mismo, con toda la sangre de su cuerpo hirviendo en un calor incendiario.
El infierno parecía sobrecalentar cada exhalación suya con rojo. Sus células se retorcían, sus músculos se hinchaban, su masa aumentando en tamaño.
Sus extremidades se volvieron gruesas como troncos, su abdomen hinchándose hasta romper su taparrabos. El pelo dorado brotando por todo su cuerpo mientras sus afilados colmillos maduraban instantáneamente en sables alargados.
De su cara sobresalió un hocico, y el mundo cambió de color junto con el alargado de sus pupilas.
Sus pensamientos se debilitaron. La mente del una vez presente Garfiel Tinsel fue ahogada.
La euforia de la transformación, y el sentimiento de sus instintos bestiales que expulsaban su racionalidad.
Cuando todo esté hecho y él regrese a la normalidad, lo único que quedaría ante él serían trozos de sangre desparramada. La visión final de Natsuki Subaru.
No había sido capaz de detenerlo antes de hacer esto.
No tenía intención de lamentarse, ni de arrepentirse por eso.
La culpa era de quienes carecían de fuerza.
Los débiles no podían quejarse de nada. Así eran las cosas.
Su conciencia se estaba desvaneciendo.
Sus instintos bestiales chillaban de júbilo, sus mandíbulas se abrían para devorar a su miserable presa.
—La estúpida visión del animal se ahogó bajo una erupción de niebla tan negra como la tinta.