No había calor, ni latidos del corazón, ni respiración, ni ninguna influencia externa de su entorno.
Aunque esto era indudablemente una "invencibilidad", su esencia no era invencible.
_Subaru: ¡Emilia, por aquí!
Subaru tomó la muñeca de Emilia y cruzó con ella los callejones destruidos. Ella mantuvo el ritmo de Subaru y luego se giró hacia atrás para atacar a Regulus con un carámbano.
Regulus, al verlos huir, se enojó cada vez más y los persiguió furiosamente.
_Regulus: ¡Incluso después de toda esa fanfarronería, ¿por qué diablos estás corriendo?! Llamar a alguien estúpido, proclamando que lo matarás… ¡¿Cuánto planeas burlarte de mí?! ¡¿Quién demonios te crees que eres?! ¡Cobarde!
Dado que sus habilidades físicas no eran superiores, la velocidad a la que Regulus los perseguía era poco diferente a la de los fugitivos. Más bien, podría decirse que era más lento que Subaru.
Sin embargo, como fue bendecido con su implacable composición, el incesante perseguidor los alcanzaría tarde o temprano.
_Emilia: ¡Subaru! ¡¿A dónde corremos?!
_Subaru: ¡Nuestro destino es la catedral! ¡Nuestro objetivo son… las esposas de Regulus! Dentro de—
Al oír la pregunta de Emilia, él respondió.
De repente, a la mitad de sus palabras, se dio cuenta que detrás—
_Regulus: — ¡Tú, deja de prestarle atención a cosas superfluas!
_Subaru: ¡¿Uwaaaaa?!
Al girar la cabeza, Regulus ya había aparecido frente a él, quien se preguntaba cómo había desaparecido sin dejar rastro la distancia que había existido hasta ahora entre ellos.
Forzando su distancia a tan sólo un solo paso, Regulus movió su mano hacia ellos, Subaru apenas apartó su cabeza del camino. Él sintió que su oponente ya le pisaba los talones, así que tomó a Emilia en sus brazos, se acercó a una pared cercana pisándola y avanzando en un solo movimiento.
_Emilia: Wa, wa, wa; eres increíble, Subaru.
_Subaru: ¡Emilia-tan, agárrate fuerte a mí!
Emilia, aturdida por las acrobacias de Subaru, le abrazó el cuello y envolvió sus piernas alrededor de la cintura de él, ubicándose en su espalda. Suave y fragante, Subaru se motivó. Pateando con fuerza el borde, avanzaban sobre las paredes medio destrozadas.
Su práctica en el parkour dio resultados. Ganando distancia de esta manera:
_Regulus: Ya he dicho que los esfuerzos de ustedes plebeyos son inútiles.
Diciendo eso, Regulus tocó la parte inferior de la pared que Subaru estaba pisando con la palma de su mano.
Se escuchó el sonido de la roca resquebrajándose la pared de piedra colapsó como si fuera tofu. La pared perdió su apoyo y se derrumbó. A Subaru, que estaba corriendo sobre el muro, obviamente le pasó lo mismo.
_Subaru: ¡Uwah!
Mientras caía, Subaru sacó su látigo y lo lanzó sin apuntar. La punta se enganchó a algo y él tiró con fuerza de su cuerpo hacia arriba.
Con un movimiento de su pie, dio una fuerte patada en el momento en que tocó la pared. Combinada con la fuerza de la reacción, la fuerza centrífuga generada por el látigo permitió que su cuerpo se moviera cada vez más lejos, logrando una asombrosa escalada con Emilia todavía sobre su espalda.
En una mirada más cercana, los dos se acercaban a un almacén que ya había perdido casi la mitad de su volumen.
Subaru se subió a un balcón que sobresalía del alero y se miró la palma.
_Subaru: ¡Wow, no esperaba lograr un escape por fuerza bruta!
_Emilia: ¡Subaru! ¡En resumen, ¿sólo tenemos que llegar a la catedral?! ¡¿En qué dirección está?!
Apartando la mirada de su palma abierta que le dolía débilmente, Subaru siguió la voz de Emilia para ver los alrededores. Afortunadamente, la altura del balcón permitió que, además de Regulus, todo se viera fácilmente.
Por allí, a lo lejos, podía ver la catedral que se derrumbó con el primer ataque de Reinhard. Por algún motivo, ahora se veía muy lejos.
_Subaru: ¡No! ¡Huimos en la dirección opuesta! ¿¡Ahora qué!?
_Emilia: ¿Está por ahí?
_Subaru: Está justo por ahí, ¿qué es lo que—?
_Emilia: ¡—Entonces viajemos así!
Al oír la respuesta de Subaru, Emilia aplaudió y se formó un puente desde el balcón.
El misterioso puente blanco-azulado comenzó desde el balcón y se conectaba hasta la catedral a través de los callejones, imitando un gran camino en el aire.
_Regulus: ¡¿Cómo?!
Mirando hacia el puente de hielo Regulus, que había decidido que los dos caerían, se sorprendió. Subaru se decidió, embarcándose en el intento de Emilia de resolver el problema con fuerza bruta, y pisó los escalones que conducían al puente de hielo.
Sin embargo, el villano interrumpió la fuga de los dos desde abajo.
_Regulus: ¡¡¿Creían que les dejaría escapar?!!
Regulus pasó por debajo del puente de hielo y arrojó contra él una piedra que recogió. El puente forjado se sacudió con fuerza por un solo golpe, y las grietas corrieron inmediatamente a través.
El puente se derrumbó en varios cristales de luz, aplastado por el terrible colapso. Después de verlo, Regulus se rio brutalmente.
Pero,
_Emilia: ¡Nos da igual que se rompa ese puente, porque usaremos este otro!
_Regulus: ¿Qu—?
Brillantes fragmentos de hielo se dispersaron por todos lados, mientras Subaru se deslizaba hacia adelante en una estructura de hielo creada por Emilia.
Usando la pendiente del puente como plataforma de lanzamiento, como si de un salto de esquí se tratara, Emilia y Subaru pasaron por encima del canal de agua y la calle de un solo salto, y se dirigieron a la catedral dejando atrás a Regulus.
_Subaru: ¡Emilia-tan, te has vuelto muy ingeniosa!
_Emilia: Tal vez me llevaste por mal camino, Subaru.
_Subaru: ¡Esa declaración no debe ser utilizada como respuesta a los elogios!
Aunque Regulus tenía un medio de ataque de largo alcance, sólo podía tocar lo que estaba al alcance de sus brazos.
Subaru y Emilia se mantuvieron bien alejados de su silueta delirando de rabia. Mirando cómo se estaban acercando a la catedral, los ojos de Subaru se entrecerraron.
_Emilia: ¿Qué debemos hacer cuando nos encontramos con las mujeres en la catedral?
_Subaru: No sé si han sido amenazadas o si realmente lo admiran, pero…
Ante la pregunta de Emilia, Subaru se llevó la mano a la barbilla, deteniéndose a mitad de su frase.
Lo que surgió en su mente fueron las mujeres, conmocionadas por las acciones de Regulus en la catedral. Subaru rezó por que el miedo que había visto entonces fuera genuino.
Pero, si hubiera sido una actuación—
_Subaru: No sólo la mente, sino que incluso sus corazones podrían haber sido robados. —Sus corazones en el sentido literal.
La altura de los carámbanos disminuía al acercarse a la catedral, mientras una ráfaga de viento soplaba contra sus rostros.
Detrás, Regulus estaba persiguiéndolos. Era incierto si Reinhard estaba a salvo. Las posibilidades de victoria eran escasas, pero el problema aun persistía.
¿Todos los demás estaban bien?
Claramente, él no tenía margen para reflexionar sobre estas cuestiones, pero no podía evitar pensar en ellas.
☆☆☆☆
Frente a la torre de control controlada por Glotonería, había comenzado la batalla entre Julius, Ricardo y Alphard.
_Julius: El Clausel.
Con el poder de los cuasiespíritus de seis colores, un resplandor de color arco iris emanaba de la punta de la espada del caballero.
Lo que se desplegó fue un golpe apuntando directamente a la muerte de su oponente sin contemplaciones.
"Clausel" era una técnica mágica del mismo tipo que "Clarista" que había logrado dañar incluso el cuerpo de Petelgeuse; sin embargo, a diferencia de "Clarista", cuya destructiva luz brillante envuelve a la propia espada, "Clausel" era un ataque de largo alcance.
La impresión de los Arzobispos del Pecado aún era fuerte en la mente de Julius gracias a Petelgeuse.
La sensación que tuvo Julius al luchar contra el chiflado, el Arzobispo del Pecado de la Pereza, un gran pecador y alguien que había generado gran sufrimiento al mundo durante mucho tiempo, era completamente diferente de la situación actual. Es decir, que la lucha contra el enemigo actual era completamente diferente.
Julius Euclius, quien había obtenido el título de El más caballero de los Caballeros, a menudo malinterpretaba a la gente debido a su comportamiento, pero él creía que todas las personas eran, en el fondo, de naturaleza buena.
Él pensaba que había un motivo para todo comportamiento humano, que las fechorías eran debidas al ambiente que los rodeaba en vez de a ellos mismos. Para ser un humanista, era un punto de vista demasiado compasivo.
Por eso, para Julius, el Arzobispo del Pecado llamado Petelgeuse Romanee Conti, y sus autoconscientes marionetas —los Cultistas— eran demasiado abrumadores.
Alguien que no podía entender eso, que no tenía en cuenta el trabajo duro y los esfuerzos de los demás, se convertiría inevitablemente en un enemigo para él.
Para Julius, lo peor que le hizo el Culto de la Bruja fue dañar su caballerosidad.
No había trucos ocultos, ni había cartas de triunfo guardadas para el final.
Desde el principio, Julius no dudó en matar a esos demonios.
Una técnica extraordinaria que manejaba simultáneamente los seis atributos de la magia con la ayuda de seis cuasiespíritus.
No se permitía ni el más mínimo desajuste de poder mágico. Sólo podía lograrse con el vínculo de los cuasiespíritus y gracias a los esfuerzos y el talento del genio usuario de artes espirituales llamado Julius.
Esto no era exactamente lo mismo que lo que Roswaal L. Mathers podía hacer, quien estaba en la cima de la magia. Esto había sido creado por Julius y era exclusivo de Julius.
A primera vista, la magia no daba demasiado miedo, pero el oponente era desintegrado sin siquiera tener la oportunidad de pensar qué lo atacó.
Julius tenía una creencia en su pecho: que debía priorizar el destruir al enemigo en lugar de investigar la incompatibilidad entre ellos.
La luz destructiva extremadamente brillante destrozó el adoquinado y se acercó hacia los brazos de una pequeña silueta.
Largo cabello castaño oscuro, sucios harapos, dagas opacas, todo fue tragado por el brillo de la luz arco iris.
_Roy: Seguramente esto es algo que nii-sama no esperaba, tienes la debilidad de apartar tus ojos de lo que no quieres ver, ¿verdad?
_Ricardo: ¡¿Qué?!
La voz murmurante de Alphard sonó mientras descendía hacia el suelo. El blasfemo, con su larga lengua colgando fuera, pateó el suelo con una postura lo suficientemente baja como para casi decir que estaba tumbado sobre el adoquinado.