—Veo que ya te has preparado.
Lina se giró justo a tiempo para ver a Kaden. Se le cortó la respiración. Él estaba solo con una toalla colgando peligrosamente baja. Observó su cuerpo poderoso, esculpido como el de los dioses. Su abdomen estaba tenso y había líneas profundas que llevaban debajo de la toalla.
—¿Te unirás a mí? —preguntó Lina sin vergüenza, aunque él ya estaba desnudo.
—No, planeo quedarme aquí de pie sin ropa —bromeó Kaden.
Lina le lanzó una mirada fulminante. Kaden soltó una risa suave. Su garganta se tensó. El sonido le hizo cosquillas en el estómago. Era cálido como el terciopelo. Antes de que pudiera pestañear, su rostro estaba cerca del de ella. Capturó su boca en un beso, su mano deslizándose detrás de su cabeza.
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