—El niño ya salió del jardín zen… —alguien habla en un cuarto oscuro, repleto de tecnología y experimentos construidos con diferentes materiales. Incluso, hay un robot hecho con una papelera.
—¿Totalmente seguro?
Delante de ambos sujetos hay una gran pantalla que ilumina de azul el resto del laboratorio, reposan planos pegados en las paredes mientras muestran dibujos anatómicos de plantas y humanos señalando algunos de sus huesos y músculos, Es caótico y desorganizado pero de algún modo consigue tener su encanto. Ah, y también hay un cerebro al lado de los teclados del escritorio.
—Sí, estoy totalmente seguro… El primer Zombie ya se levantó de su tumba.
—Interesante…
Un hombre extremadamente cabezón permanece sentado frente a la gran pantalla, se encuentra monitoreando la casa de tejado rojo, ¿Que está buscando exactamente allí? ¿Y por qué está observando la piscina del patio trasero?
—Va a recibir entrenamiento de la mejor planta del jardín, él junto a otro grupo de plantas —le dice alguien al hombre sentado—, ¿Cree que pueda ser tan poderoso como su padre?
—No lo dudo ni un segundo, debemos estar preparados.
El cabezón del monitor agarra el cerebro que tiene en el escritorio y lo observa con deseo, como si quisiera devorarlo. Le da vueltas y lo acaricia con sus dedos, realmente siente apetito por él. De un solo mordisco lo devora como si se tratara de una hamburguesa, el cerebro desaparece mientras el hombre mastica con elegancia.
—¿Dave? —pregunta el Maestro Melonpulta, Dave reclina la silla para observarlo—, ¿Por qué comes un cerebro?
—¡Si quieres derrotar a los Zombies debes pensar como ellos! así que… ¡Hice un cerebro de gominola! ¡Está dulce! ¿Quieres probar?
—¡No! digo… no, gracias —Melonpulta se contrae—. ¿Y por qué tienes una máscara del doctor zombie?
—Yo… eh, we wobbu wabby afrawrio.
Melonpulta tuerce los ojos.
—Dave, Guisante empezará a entrenar, voy a encargarme de que sepa bien a lo que se enfrenta.
—"Va a recibir entrenamiento de la mejor planta del jardín" —repite el loco, burlándose mientras se quita la máscara y coloca su sartén—, ¿Eso piensas de tí?
—Yo reparto la mejor leña de todo el jardín —asegura—, No me estoy echando ningún farol: saca cuentas tú mismo.
Ahora es Dave quien tuerce los ojos.
—¡Pero eso no es lo que importa! —grita la planta—. No habían llegado zombies hace mucho tiempo y hoy volvió a salir uno de su ataúd, la tormenta ha vuelto. ¿La avenida del peligro volverá a ser peligrosa?
—Si no, pues no se llamaría avenida del peligro.
—¿Le diremos que es un Clorofil?
Dave se detiene y su sonrisa desaparece, saca otra gomita de cerebro de donde sea que la tuvo guardada y se la come, mastica mientras piensa en una respuesta inteligente.
—No, nadie puede saber que es un Clorofil, aún no… ¿Y ese girasol? ¿Suny? ¿Vas a entrenarla?
—Por supuesto que sí. Sabes el tipo de planta en la que se puede convertir, sabes lo que haría su familia. Si podemos salvarla, ¿Por qué no hacerlo?
—Ella tampoco debe saberlo entonces —asegura el loco.
—¿Por qué?
Los cerebros de gominola del hombre con la sartén en la cabeza vienen en diferentes colores; algunos rojos y otros naranjas. Le dice al maestro que su decisión fue tomada gracias a que el siguiente cerebro en masticar fue uno naranja.
—No se como lo haces, Dave. Pero tus decisiones tomadas al azar siempre han funcionado.
—Es la magia de los gnomos —responde el humano poniendo sus ojos bizcos.
—¿Okey…? —Melonpulta no tiene ni una gota de idea sobre lo que el loco está diciendo—. Supongo que el entrenamiento debe iniciar.
—¿Y qué esperas entonces? —pregunta Dave, poniéndose como loco— ¡QUE EMPIECE LA PACHANGA!
…
Guisante y Nuez suben a una repisa blanca justo detrás del cristal de una enorme ventana, son iluminados por la luna y el cielo nocturno de forma muy distinta a como sucedía en el jardín zen. Todo es diferente al jardín zen. Guisante está viviendo una completa utopía, casi cualquier cosa que se interpone en su camino es algo completamente nuevo y debe preguntarle a Nuez acerca de todo, algunas cosas las conoce por lo que escuchaba en su antiguo hogar pero observar una realidad diferente ha sido extraordinario. El pequeño observa el interior de la casa una y otra vez sin descanso, za y rápidamente se sintió cómodo, las plantas son libres aquí y hay muchas como el, no tan pequeñas pero si muchas. Allí afuera, después del cristal de la ventana, hay unas cuantas casas más, ¿Acaso cada una es un mundo entero? él no tiene idea, el mundo le sorprende a pesar de haberlo conocido únicamente en su imaginación. Por ejemplo, pensó que los automóviles eran mucho más pequeños de lo que realmente son, pero desde el interior de la casa se ven tan enormes como para aplastar a cinco plantas. Afuera en la oscuridad entrenan varias plantas con la doctora Humoseta, Guisante las observa pelear y disparar a blancos de práctica que ponen en el jardín, el hará eso mañana pero… La única vez que disparó fue un desastre ¿Y si decepciona a todos otra vez? ¿Por qué Suny si puede hacerlo bien? ¿si lo logra será respetado por todos como aquella melonpulta…? Será un día increíble, por supuesto que sí.
Pero otro pensamiento llega a su cabeza, Robin.
—¿Guisante? —pregunta Nuez, quien también intenta dormir. Ambos duermen al lado cada uno en su maceta—, ¿Estás bien?
—Si, es-estoy bien —responde, asustado.
—Te preocupa mañana, ¿verdad?
—Es que yo… yo no he disparado antes —miente.
—Oye, no te preocupes… Yo no disparo nada
—¿Qué?
—¡Si! ¿Qué esperabas? ¿Que dispare nueces? Todos tenemos distintas habilidades, estoy seguro de que tú tienes las tuyas.
Guisante no es capaz de creerlo, en el jardín zen no destacó en nada.
—¿Por qué me ayudas? —pregunta el pequeño.
—¿Y por qué no lo haría? Te vi agachado a un lado de la casa, en ese momento no tenía idea de que eras del jardín zen. Aquí todos nos apoyamos entre nosotros, las plantas no pelean entre sí. ¿Entiendes?
El lanzaguisantes asiente, sin embargo el recuerdo de aquella girasol invade su mente, la girasol que enfrentó con palabras al maestro del jardín ¿Acaso ella también cumple con supuesta regla?
…
Las cortinas bailan con un movimiento sutil y armonioso sobre el brillante suelo de mármol de aquel santuario de ensueño. La luna entra por los ventanales sin solicitar ningún tipo de permiso mientras Suny se sienta a un lado de la cama. La chica cuida con disciplina su horario de dormir pero hoy es un día excepto del resto.
La girasol mira a su alrededor antes de hacer chocar los pétalos con su tallo. El sello de concertina no ha aparecido nunca en su pecho a pesar de la presión que ejerce para que eso suceda. Tan elegante lugar, tan prestigiosa arquitectura... Tantas cosas que sus padres le han dado para que sea la mejor, pero según ellos aún no lo es.
—¿Hija?
Suny da un giro rápido levantándose del suelo, observa a su madre encerrada en el marco de su puerta, como el retrato de una importante flor.
—¿Qué pasa, mamá?
—¿Ese jardín va a servirte de algo, o no lo hará?
La señora Aurora no cruza la habitación sin dejar de esperar una respuesta, su hija agacha la cabeza otra vez y analiza su reflejo impreso en el suelo de mármol. También ve una parte de su pasado: Ha entrenado desde la infancia bajo la exigencia de su familia, ha viajado a decenas de lugares al unísono de que sus padres intentarán formar a una girasol perfecta. Suny siempre destacó por un gran poder solar sobresaliente con respecto al resto de girasoles, pero aún así no tiene su sello y esta misma tarde no logró derribar a un simple cadáver andante.
—¿Qué fue lo que pasó realmente en ese jardín? —pregunta la menor, recordando a aquel zombie que salió de su tumba.
—Fue atacado hace mucho, pero eso no es preocupante.
—¿Qué hay de los zombies?
—Ya sabes que son como gatos callejeros —la madre asquea con su rostro—. Hasta tú podrías quitarles su cabeza de un soplido, ¿No?
Al parecer no.
—¿Conoces a ese maestro Melonpulta? —Suny cambia de tema.
—Es quizá la única planta que valga la pena en ese lugar.
Los Aurora no suelen dar cumplidos a nadie más, decir algo como eso es más que suficiente para exponerle a Suny que debería mostrar algo de respeto por el maestro. La sandía anciana decía algo parecido a… Parecido a que todos podemos cambiar. ¿A qué cosa se refería realmente?
—Sí. Ir a ese jardín va a ayudarme a ser una mejor girasol. Tampoco es que tenga muchas opciones.
—¿Estás segura?
—Si mamá, todos los días las plantas entrenan y mañana podré comenzar yo. —resulta un desbarajuste para los padres el pensar que su hija pueda aprender más en una simple casa que en una academia de renombre, pero ya lo han intentado por mucho tiempo…
La madre logra colocar una de sus hojas en el tallo de Suny. Probablemente la mayor muestra de afecto en mucho tiempo, antes de que ya no fueran tan felices.
—Hija… Si crees que es lo mejor, entonces hazlo —la señora Aurora se levanta y observa a su hija desde una mayor altura, con superioridad—. Espero que no nos decepciones otra vez.
…
El día comienza más pronto de lo que a las plantas diurnas les hubiera gustado, el sol se libera de cualquier nube que pueda aparecer en la atmósfera mientras Guisante observa todo a su alrededor con mucho asombro. Ese llamado cielo luce mucho más grande de lo que el pequeño veía desde las pobres ventanas del jardín zen, es tan enorme como un océano…
Guisante sigue a Nuez a todas partes y no parece que al fruto seco le moleste, ambos desayunan una rica tierra abonada preparada por las margaritas del jardín. ¿Por qué las margaritas? porque ellas se encargan de asistir al resto de plantas, cuidar del hogar y realizar todas las tareas que nadie más realiza.
—¿Por qué lo hacen todo? —pregunta el pequeño lanzaguisanes.
—Si te hace sentir mejor ellas deciden hacerlo. Conozco a un tipo, una margarita, es increíblemente bueno cocinando sopa, mejor que Colin —responde Nuez—. Aunque ya que lo recuerdo… El tipo está enamorado de otra margarita, aún no se lo dice.
—¿Enamorado? ¿Cómo es eso?
—Me gustaría decírtelo, pero la verdad tampoco sé lo que es.
Continúan juntos durante el resto de la mañana caminando alrededor de la casa, Guisante observa cosas que no había visto en el día anterior y se percata de muchos detalles que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Debajo de una enorme pantalla a la que llaman televisor hay una consola de videojuegos y un poster que dice "Garden Warfare" con una planta parecida a Robin en la imagen, Guisante se asusta y se aleja.
—¿Y donde queda el baño? —pregunta el pequeñín.
—Está en el segundo piso, te espero aquí si gustas —responde su amigo.
¿Subir solo al segundo piso? Claro, es una buena idea, ¿por qué no? Nuez considera a Guisante como un niño pequeño, aún no le pregunta su edad pero no cree que pueda tener mucha. Ahora que Nuez se encuentra solo mientras su compañero busca el baño, se da la oportunidad de ver al resto de plantas con las que convive, los demas lanzaguisantes son más grandes y con un tallo fuerte… ¿Qué secretos esconde Guisante? ¿Qué tipo de vida tuvo en el jardín zen?
—¡¿Cual es, cual es?! —el pequeñín no logra encontrar el baño, hay un cuarto que dice "Bathroom" pero él prefiere no entrar. No hay que entrar a un ropero de batmans, ¿Para qué arriesgarse?
…
A veces Suny se arrepiente y prefiere estar tomando aguita tibia y nutrientes para realizar la fotosíntesis en la comodidad de su casa, la verdad siempre fue algo hogareña. Cuando cruza la entrada a la casa del tejado rojo encuentra al resto de plantas recibiendo sus minerales y proteínas de la tarde, de alguna manera podría llamarse almuerzo. Suny le pide a las margaritas que la atiendan y algunas la ven mal ¿No es normal en este jardín acaso? le entregan una sopa de nutrientes que no se ve apetitosa, ahora hay que buscar donde comer. La girasol agudiza la vista, logra ver a los cuatro girasoles de ayer sentados encima de una cajonera, ¿Sería prudente ir con ellos después de tratarlos mal? No, son girasoles de segunda.
—¡Colin! —Suny escucha el grito de Nuez al ver a su amigo, voltea a ver hacía el comedor, Guisante, Nuez y Colin están sentados comiendo.
—¡Hola! ¿No les incomoda que me siente con ustedes, ¿verdad? —pregunta Colin, quien empieza a comer junto a los otros dos, con la boca llena continua hablando— Es que, mis hermanos no quieren que coma con ellos, ¡Ah, Guisante! Perdoname por no ayudarte ayer, los zombies me dan algo de miedo.
Guisante no responde.
—Yo ya sabía cómo eran, —anuncia Wallnut—. De pequeño vi una guerra en el jardín pero ayer fue… ¿extraño?
—¿Extraño? ¡Fue aterrador! ¿Viste la cara de Guisante? ¡Estaba más asustado que…! —Colin deja de hablar, ve a Suny acercarse hacía la mesa, él queda completamente atónito, la girasol camina con una elegancia y presencia, los pétalos de su cabeza se mueven en armonía con los movimientos de su tallo y sus hojas, ¿lo más extraño? que la girasol ni siquiera parece esforzarse para caminar así.
—Hola, ¿puedo? —pregunta ella.
—Lo siento —responde nuez—, estamos llenos y…
—¡Claro que si puedes! —Colin lo golpea de un codazo para que se calle—. Siéntate.
—Gracias.
Ella obedece frunciendo el ceño a Nuez, este permanece con un rostro que dice "¿Y yo qué hice?" con algo de culpa. Guisante no pronuncia ni una palabra mientras meriendan.
Después de un rato ya es momento de entrenar. Las plantas cumplen con cierto horario en el jardín de Dave pero no se trata de algo precisamente complicado, con entrenar para el combate ya se cumple con el deber. Todos se levantan menos Suny.
—¿A dónde van? hay que entrenar y el jardín queda por allá —la girasol señala la entrada de la casa.
—Hay que ir a limpiar los platos, ¿O crees que las margaritas lo hacen todo?
—¡¿Limpiar los…?! —Suny reprime su molestia— Okey, okey ¿y donde hago eso?
—Si… Yo… Yo tampoco sé donde es —dice Guisante.
—No se preocupen, pueden seguirme.
Nuez lleva a sus amigos a la cocina. No, las margaritas no lo hacen todo, ellas deciden que hacer y qué no hacer, algunos son buenos cocinando, algunas son buenas apoyando en combate. Hablando de margaritas, colocaron un increíble disco de jazz que empezó a sonar en toda la casa, una patatapum grita preguntando por la canción. "Grasswalk" le responden.
Todos salen y se reúnen para empezar el entrenamiento. Guisante, Suny, Nuez y Colin permanecen juntos bajo el sol que continúa con ansias de explotar iluminando cada pedazo de cielo, el pequeñín sigue fascinado por tal cosa enorme, El mundo es realmente grande a los ojos de él; el césped completamente limpio con ese patrón de cuadrados, el pavimento color hueso que lo rodea, las vallas del mismo color, la enorme casa detras de el ¿Acaso hay un tapete que dice "Welcome" en el suelo? Sí, eso parece, ¿Y un triciclo rosa? ¿Quien aquí usaría ese triciclo? ¿Y para qué sirve esa gran serpiente amarilla del suelo? ah, no es una serpiente, es una manguera, Guisante aún debe descubrir mucho acerca de su nuevo hogar.
Incluso las sombras que se proyectan en la maleza del jardín ayudan a mantener el encanto del día, y ni hablar de la tan carismática canción que sale de la casa ¿Como es que se llamaba el disco? bueno, no importa. Es momento de dar un paseo por la hierba.
—Bien… yo debo irme —Dice Colin a las otras tres plantas—, yo entreno en los tejados… así que creo que nos veremos luego.
—¿En el tejado? —pregunta Guisante en voz baja.
—Luego hablamos Colin —responde Nuez— realmente estoy feliz de que tú…
Pero la coltapulta interrumpe al fruto seco, pues no le prestaba ni la más mínima atención. Se arrodilla delante de Suny y toma su mano.
—¿Y a este que le pasa? —ella intenta retraer su hoja, la cual Colin tiene la intención de besar.
—Un placer conocerte, querida Suny.
—Eh, ¡si! yo igual —Se nota el sarcasmo en su sonrisa. Colin se retira, ella quiere golpearlo en la cara, que vergüenza da esto.
Algo imprevisto ocurre al frente del jardín, la camioneta de Dave se detiene y abre sus puertas, Melonpulta y el loco del sartén salen de ahí, parecen ser mejores amigos o algo parecido, todo se puede esperar de Dave. ¿Y la camioneta? todas las plantas la vieron con curiosidad, tiene pinta de que debe llamarse "Penny"
—¡En el jardín no necesitan macetas! —grito melonpulta desde el otro extremo, deja su suya sobre el pavimento y aterriza sus raíces en la hierba fresca— ¡Aquí pueden moverse con libertad!
Las plantas obedecen, Melonpulta se acerca con Dave justo detrás, su barriga salta con cada paso da.
—Hola plantas, espero que les este gustando el jardín —Agarra el mango del sartén y lo gira aún puesto sobre su cabeza—. Me llamo Dave el loco, pero pueden llamarme Dave el loco.
Guisante entrecierra un ojo sin entender muy bien.
—Las plantas más experimentadas del jardín ayudarán a entrenarlos, pero la cosa es muy sencilla. —dice Dave mientras se rasca la barba—. Ataquen todo lo que se mueva a excepción de los caracoles, ese viejo truco no me ha fallado ni una vez. Ah, y si ven a un tal Harvey Flaxcaster no le disparen, se convirtió en zombie hace muchos años pero aún es mi amigo, estoy seguro.
—¿Algo de lo que dice tiene sentido? —pregunta Suny.
—A veces sí, a veces no —responde Nuez.
—Yo ya debo irme, la que se va a liar aquí… Wabby Wabbo, ¡Ta' luego!
Dave se devuelve a su camioneta y se marcha, sin más. Melonpulta permanece en el jardín al frente del resto de plantas, da una pequeña introducción de la manera en la que las plantas van a entrenar y les recomienda que se preparen para el combate, para Guisante es un poco difícil prestar atención con tantas cosas que observar e interpretar, tampoco es que se las apañe bien.
El primer entrenamiento es dado por "el general" una guisantralladora exmilitar extremadamente ruda y estricta, es un lanzaguisantes convencional a excepción de cargar con un casco y marcas de guerra en las mejillas "Viví cosas peores en Vietnam" Suele decir. El pequeñín se pregunta si algún día podría ser como esa planta pero ni siquiera está seguro de si le gusta esto de disparar, sus guisantes siguen haciendo el ridículo y siguen sin llegar al blanco objetivo de pruebas que hay alrededor del patio. Como no podía ser sorpresa, Suny dispara rayos de sol que son rápidos y precisos, a pesar de no hacer mucho daño ella hace notar su experiencia en el disparo, "es poca cosa" dice de forma arrogante. A Nuez le enseñan muchas cosas que nadie se esperaba, puede rodar y golpear a diferentes objetivos rebotando entre ellos, un poco arriesgado y poco particular pero sin duda increíble, todo el tiempo Wallnut menciona los distintos métodos que tiene para aguantar la respiración mientras sufre daños, pero parece que no es problema para él, "Es como cosquillas en la espalda, no duele" asegura.
…
El primer día fue divertido para Nuez, aburrido para Suny y complicado para Guisante. El pequeño habla más con su amigo, el cual constantemente le pregunta cosas extrañas o hace chistes en los momentos más inoportunos del entrenamiento. ¿Le molesta al lanzaguisantes? ¡Para nada! De hecho, prefiere tener algo de compañía que estar solo otra vez. Pero con Suny las cosas son distintas, cada vez que observa a la hija de los Aurora una corriente eléctrica recorre su tallo después de nacer entre la tierra, la ve como un ente superior y divino al cual no puede enfrentar. Tartamudea cada vez que le dirige la palabra. Y así fue durante los siguientes días.
Han pasado ya dos semanas desde que las plantas empezaron a entrenar, Guisante debe esforzarse por disparar un solo proyectil, ya se acostumbró a la rutina y al fracaso. Una vez terminado los entrenamientos, entra a casa junto a Nuez y descansan en la misma ventana del primer día. Suny se marcha a su hogar tan pronto como se siente libre, eso limita la interacción entre los tres. Pero en una de las prácticas de combate, algo inusual cambia el rumbo de la primavera.
—¿Cómo te va afuera del jardín zen, Guisante? —Pregunta una planta poniendo su mano sobre el pequeño, él se da la vuelta interrumpiendo su entrenamiento— ¿Cómo te va afuera del jardín zen, Guisante?
Aquel que se encuentra detrás del chiquitín repite dos veces la misma frase, Guisante se encoge en su propia maceta.
—Tienes algo que me pertenece, ¿Verdad?
El miedo se apodera del pequeño, busca a Suny y a Nuez con la mirada, parecen estar muy distraídos entrenado.
—¿Qué harás ahora? —pregunta la repetidora, su mirada no indica nada más que furia.
—Tú ya saliste del jardín zen ¿Que ti-tienes que ver conmigo?
—No me interesa si estás dentro o fuera, Guisante. Pero tú me metiste en varios problemas. Dame el emblema ahora. Ahora… Espera, ¿Repetí "Ahora"?
¿Qué le aporta el emblema a Guisante? realmente nada, el amenazado busca entre su maceta, sus hojas sienten el emblema que lo había sacado del jardín zen, debe entregárselo.
—No lo tengo —responde, Robin lo juzga con sus ojos.
—Seras…
—¡Repetidora! —gritó el general guisantralladora, aquel al que Guisante observa creyendo que jamás será así— ¡Deje de hablar y comience a entrenar ahora mismo!
Guisante pensó que sería salvado por la campana, pero no.
—No se preocupe mi general, solo quise tomar un descanso.
—¡No me interesa si se quiere tomar un descanso o no! ¡Necesito que…!
Robin interrumpe a su superior disparando hacia los blancos del jardín, es capaz de disparar dos proyectiles al mismo tiempo, todos sus tiros dieron en el punto rojo e incluso lo logra con un blanco que estaba al otro extremo del jardín. El general queda ligeramente sorprendido. Las demás plantas, incluyendo a Suny y Nuez, también observan la habilidad de la repetidora. Sin embargo Suny lo hace bajo unos párpados de sospecha.
—Bueno… tiene agallas señor repetidora, pero deje al lanzaguisantes entrenar —Robin se retira observando fijamente a Guisante, tiene razón, ya no es un niño que recurre a molestar y molestar para obtener lo que quiere, esta vez logra fastidiar al pequeño de otra manera.
¿Metió en varios problemas a Robin? ¿Cuáles?
Guisante se retira del jardín, el general le presta muy poca atención como para darse cuenta de ello. El pequeño entra en la casa y observa desde la ventana como todos siguen entrenando, evita mirar en cuanto Robin vuelve a disparar, sería de cobardes admitir que no tiene potencial, realmente es bueno disparando.
—¿Por qué no puedo hacerlo igual de bien? —se pregunta a sí mismo. Saca de entre la tierra de su maceta el emblema plateado de la doctora Humoseta, vuelve a inspeccionar como lo había hecho aquel día que salió del jardín zen, al parecer ahora le tiene cariño, gracias a ese objeto su vida terminó para comenzar una nueva, gracias a eso tiene otras plantas que lo acompañan, Nuez lo ayuda y responde todas sus preguntas, es difícil conocer un mundo por cuenta propia. Pero Suny… ¿Quién es ella exactamente?
—¿Y Guisante? —Suny estira el tallo para buscarlo.
—¿Qué pasa? —Nuez hace lo mismo, aunque no tiene tallo, tampoco lo encuentra—, ¿a dónde se fue?
Siguen buscándolo durante un breve momento mientras sonidos de guisantes se escuchan explotar y golpear blancos, el pequeñín no está en ningún sitio.
—Nuez… ¿No crees que él es un poco…?
—¿Pequeño? ¿Callado? sí, sí lo es.
—¿Entonces por qué lo ayudas? Quiero decir, claro que debemos ayudar a todo el mundo, se supone. Pero… Pero guisante es como un niño.
—Sí pero eso no nos molesta ¿verdad?
—Quizás se convierta en una responsabilidad para tí.
—No lo creo Suny, yo una vez fui así…
—¿Cuándo?
—Hace varios años ya, la única planta que me quería era abuela Nuez. Aquí me apoyaron y ayudaron. Hay que hacer lo mismo con los demás —el argumento de Wallnut hace aburrir a la girasol, sin embargo ella continúa escuchando—. Déjame preguntarte algo, Suny… ¿Tú eres su amiga?
Ella duda de la respuesta, su rostro de preocupación brilla por el intenso sol de la tarde, abre la boca para responder…
—Yo…
Pero las barras grises del cementerio se escuchan doblarse. Algo intentaba salir.
Las plantas empiezan a gritar, nadie sabe qué hacer y nadie es capaz de disparar, uno de los no muertos sale de entre las tinieblas moradas mientras otros muchos salen de sus tumbas justo detrás del primero, los ojos del jardín se petrifican, nadie acepta la realidad. Es un zombie, idéntico al que atacó hace algunas semanas. Un zombie, uno de verdad.
—¡Los zombies están llegando! ¡Disparen! —Grita el general—. ¡Esto no es un simulacro!
Todos en la casa observan desde las ventanas y el tejado pero solo el jardín delantero dispara en cuanto el zombie pisa el jardín.
"The Zombies are Coming"
Todo se vuelve un frenesí de cuerpos vegetales, los pequeños soldados disparan hacia el frente sin poder moverse, están tan tensionados y nerviosos como un chico introvertido, es un verdadero caos del cual nadie está preparado, un caos lleno de proyectiles volando por los aires y plantas preocupadas, ellas a un lado y zombies al otro ¿Qué buscan esos horribles seres? Algunos pierden sus brazos y otros pierden sus cabezas, no logran avanzar hasta el jardín. Melonpulta sale de la casa tan pronto como puede lograrlo su edad, se dirige a la guisantralladora.
—¡General! ¿Qué está sucediendo?
—No se preocupe Maestro, es una oleada diminuta de esos asquerosos zombies —responde el ex militar, ambos están a un costado del jardín.
—¡Estas plantas no tienen idea de como pelear! tenemos que hacer algo, ¡Dispare general!
—¡Confíe en mí, Maestro! —Guisantralladora impide que Melonpulta dispare una de sus sandías—. Nada va a salirse de control, lo sé.
—¡Esas plantas necesitan experiencia! —grita, asustado.
—Concuerdo con usted, hace falta experiencia para aprender y yo veo mucha experiencia ahí al frente —el general señala el cementerio, los zombies avanzan— ¡Bien! ¡Escúchenme sin dejar de disparar! ¡Hagan todo lo que yo les diga!
Guisante siente la responsabilidad caer sobre su corona de hojas, él debía estar ahí y escapó porque una repetidora lo intentó humillar, qué ridículo. Cuando un zombie quiso atacar a Guisante, Suny y Nuez lo defendieron… entonces, ¿No hay que ayudarlos a ellos ahora?
—¡Apunten por encima de sus cabezas! Los proyectiles caen por la gravedad —dice el líder de guerra, instruyendo a sus soldaditos.
—¡Ayúdenos general! —un lanzaguisantes cualquiera exclama.
—No dispararé hasta que sea necesario, confíen en sus habilidades y poderes —Guisantralladora parece muy seguro de lo que habla—. Su naturaleza de supervivencia los hará actuar mejor que en cualquier entrenamiento, ¡Ataquen!
Melonpulta no abandona el lugar, ninguna planta puede salir herida, ninguna más. El general agrupa a las plantas defensivas, incluyendo a Nuez, para formar un muro, ahora la primera línea del jardín se convierte en una trinchera para plantas, y el resto de hierba y asfalto metamorfiza en un campo de guerra. Guisante sale de la casa mientras busca a sus amigos. Ve a Suny delante de las nueces, ella dispara rayos de luz a los zombies.
—¡Aurora! —gritá Melonpulta— ¿Qué crees que haces? ¡Tus compañeros necesitan energía solar, deja de disparar!
Suny gruñe para sí misma, a regañadientes retrocede para ponerse detrás del jardín, pero… ¿Dónde están los otros girasoles? Aurora voltea, tres de ellos huyen y entran a la casa, uno se queda y hace su máximo esfuerzo por proporcionar energía solar.
—¡No podrán seguir peleando si no reciben suficiente poder de sol! —grita el general, enseñando a los demás mientras disparan a los zombies que llegan del cementerio, caminan lentamente sin observar a un punto fijo, son como moscas torpes que van hacía la luz— ¡Acérquense a sus girasoles! ¡Así serán más poderosos en combate!
—¡General! —una de las nueces grita al ver uno de los cadáveres andantes acercarse— ¡Que patatas le pasa a esos zombies! ¿Qué es lo que quieren?
—¡A esos zombies le chiflan los cerebros! —Responde, mientras camina de un lado al otro— Cerebros para desayunar, para merendar, para cenar… ¿Sesos putrefactos y malolientes? ¿Sesos que hayan caducado? Ellos se lo zampan igual.
Suny continúa proporcionando sol, se aburre por tan facil tarea, empieza a creer que esos tan temidos zombies, de los cuales hay miles de historias, no son tan amenazantes como lo parecen, son lentos y bobos y caen frente a un jardín de plantas con nada de experiencia que pueden controlar esa oleada de muertos vivientes. Así que son solo historias… Mitos… Y ese tal Jack Clorofil ¿Por qué murió entonces?
Uno de los zombies logró avanzar más que el resto, tiene algo en la cabeza.
—¡Miren! ¡Ese tipo tiene un cono en la cabeza! —dice Nuez mientras ríe solo.
—Hay miles de esos, lo llamamos "El zombie caracono" —Responde el general— avanza sin pensar como cualquier otro zombie. Pero algo hizo que se detuviera en seco, cogiera un cono del suelo y se lo encasquetara en la mollera. Es que le va la marcha.
Los lanzaguisantes disparan mientras Guisante intenta observar cómo lo hacen, la girasol tuerce los ojos, ya le parecen hasta ridículos esos tipos grises con sus corbatas y sus trajes, encima todos visten igual ¿Por qué petalos visten igual?
—¡General! —Melonpulta grita a todo pulmón, una bandera roja con cerebros se levanta entre una gran multitud de zombies, la cosa no parece acabar pronto ni fácil.
—Bien, hay que intervenir maestro. ¡Todas las plantas entran a casa! ¡Ahora!
El desorden vuelve, todos corren buscando refugio, algunos ni siquiera lo piensan, pero algunos pocos otros se quedan en el campo de batalla. Suny, Nuez, Robin y un par de nueces y lanzaguisantes siguen en pie, Guisante igual.
Melonpulta y el general dejan sus macetas y caminan hasta la mitad del jardín, empiezan a atacar. El ex militar le hace justicia al nombre "Guisantralladora" pues dispara tantos guisantes por segundo que es imposible contarlos, hace daño a múltiples zombies y acaba con un número enorme de ellos en tan solo un momento, pero sin duda, Melonpulta es mucho más extraordinaria, las sandías que lanza por los aires caen en las cabezas de los zombies, se rompen en pedazos y dañan al resto de no muertos circundantes al impacto, es realmente increíble ver como estos dos experimentados defienden el jardín por si mismos, pero la cantidad de putrefactos que salen de sus tumbas sigue dando miedo, algunas plantas más se marchan.
—¡Guisante! —Exclama Nuez, Suny voltea para ver al pequeñín— ¿Que haces aquí?
—¡Qui-quiero ayudarlos!
Melonpulta detiene al general justo cuando va a disparar, parece interesado por el comportamiento de la pequeña planta, los zombies avanzan.
—¡Vuelve a casa! —grita Suny—, ¡Es peligroso!
Robin intenta ver mientras dispara, se le hace cuanto menos curioso.
—Es que quiero in-intentarlo —insiste el pequeño.
Melonpulta aprueba su comportamiento con un gesto desde el otro lado del jardín, deja que dispare primero, observa cómo el diminuto lanzaguisantes se prepara para disparar, carga un poderoso proyectil que asciende desde sus hojas de apoyo y sube por el tallo hasta llegar al interior de su boca. Guisante dispara con todas las ganas del mundo, Suny lo observa, Nuez igual. Toda la casa acecha su acto de valentía tras la puerta y las ventanas, pero ningún proyectil llegó a ningún zombie, El guisante cae hasta la mitad del jardín. El zombie abanderado se detiene, mira hacia abajo, deja caer la bandera, se agacha para recoger el guisante y después de olerlo lentamente se lo zampa de un mordisco.
—Bueno, seguro le sabe a sesos —bromea Nuez.
—¡Disparen! —todas las plantas en el jardín empiezan a disparar, incluyendo a Suny, Guisante lo intenta, realmente hace todo lo que está a su alcance.
Los zombies reducen en número, pero cada vez son más resistentes a cualquier golpe, aparece uno con un balde metálico en la cabeza.
—No se preocupen, el zombie caracubo siempre ha llevado ese cubo —dice melonpulta— en parte, para rebelarse contra una sociedad hostil.
—¡¿Rebelarse contra una sociedad hostil?! —Se queja Nuez— ¡Pero si el cubo ese tiene sangre!
—No es sangre, es pintura roja. Todos los cubos de todos los zombies provienen del mismo lugar, alguna construcción debió ser.
—Tanto saben acerca de los zombies… —pregunta Guisante— ¡¿Cómo?!
Suny continúa disparando, intenta observar al pequeñín de reojo, ¿De donde saco tanta valentía ese lanzaguisantes? ¿Y por qué le llama tanto la atención? Guisante se entera de que lo observa, se sonroja y empieza a disparar peor.
—¿Dónde aprendiste a disparar así, Suny? —pregunta Nuez.
—Mis padres… ¡Ah! —responde entre disparos— Mis padres me enseñaron desde que era apenas una semilla.
—Eso suena increíble.
—¡Nuez, cuidado!
Un zombie se acerca lo suficiente al fruto seco, el rueda y esquiva el manotazo de un zombie caracono, Guisantralladora lo derriba con facilidad.
—Eso estuvo cerca… Gracias Suny —Nuez se levanta del suelo.
—Ah, no es nada para mí —responde mirándose las hojas.
El humo del cementerio se dispersa, parece que la guerra ha acabado.
—¿Eso fue todo? —pregunta Guisante, tímido.
Las plantas celebran, aquellas que permanecen en el jardín reciben sus aplausos, Suny considera que la batalla fue más de lo que esperaba, quizá subestimo un poco a los zombies, puede que no sean una amenaza pero en grandes cantidades seguro que son un problema.
—Fue un buen trabajo —admite el general— Parece que ya todo terminó por ahora.
Se marcha junto a Melonpulta, el resto de plantas quedan en el jardín, algunas se sientan debido a su cansancio y otras salen de la casa para reencontrarse con sus amigos. Qué extraña sensación… El patio ya no es lo que era antes a partir de ahora, de un momento a otro da una sensación como si fuera una tierra de reposo, de pausa, para descansar y prepararse en la siguiente batalla, un lugar sin descanso. Tiene cientas de plantas encima y se siente como un jardín vacío. ¿Qué otros secretos esconderá esta casa de tejado rojo? ¿Cuánto duró el combate? ¿Qué es lo que le pasó en el pasado?
El hermoso cielo, grande y respetado, empieza a ponerse de color rosa como un lienzo capaz de cambiar su color. La primavera hace de las suyas y expone a la atmósfera como uno de los cuadros más hermosos del planeta, un cuadro que lleva como nombre "Atardecer". En algún lugar del vecindario el sol está dando sus últimas ofrendas del día, las casas vecinas reflejan esos últimos rayos de sol cambiando a tonalidades naranjas y rojizas como la mandarina, incluso el color del césped se percibe como una hierba ardiente. Es un escenario increíble.
Suny levanta su rostro, cierra los ojos y recibe la melodía del sol. Guisante la observa sintiendo la misma corriente en su cuerpo vegetal, sigue pensando que ella tiene algo que ninguna otra planta tiene. la girasol abre los ojos y ve a su pequeño amigo mientras baja la cabeza, ambos cruzan miradas de nuevo, no es nada igual a charlar mientras meriendan, es algo distinto. Un escalofrío cálido lleno de emociones positivas ataca a ambos. Pero, al mismo tiempo, sienten tensión y angustia. Es un conjunto de emociones contrarias mezcladas, tan mezcladas como el cielo rosa y las nubes anaranjadas que conviven entre si como una hermosa familia. Los pétalos de ella ya no se ven amarillos como los de cualquier girasol, el atardecer los hace parecer como las hojas de una flor ardiente y emocionante, es como ver a la misma planta en una época distinta a la vez, quizás es ahí donde está su diferencia, su magia,
Para Guisante, esa magia quizá lo es todo.