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Oliver Brown: El escape y la mordida

Oliver Brown es un adolescente de dieciséis años que, junto a sus mejores amigos, descubre que es descendiente de una familia mágica de gran prestigio. Dando inicio a su aventura, pasando a ser un aprendiz de mago y su maestra será… ¡¿Su amor platónico?!

Confirmo_TIY · แฟนตาซี
เรตติ้งไม่พอ
9 Chs

Capítulo dos (Cuarta parte)

Es un sábado, el trío de chicos se encuentra en casa de la apuesta y talentosa Stephannye Kings, pero esta vez no están entrenando sino compartiendo la tarde de invierno como un grupo de amigos. Dejaron sus abrigos colgados en el perchero que se encuentra junto a la entrada de la mansión. La muchacha rubia no estaba de acuerdo con realizar dicha actividad, pero lo habían puesto a votación y se ganó cuatro a dos, los únicos que se negaban eran Stephannye y Michel. No tienen que preocuparse por el frío, ya que la calefacción del lugar los protege.

—Ara, ara, ya no puedo comer más… —Alexa se tumba en el sofá entre sus dos amigas y comienza a frotar su panza que ahora se encuentra hinchada.

—No sabía que comías tanto... —Habla Oliver rascándose la cabeza con una gota de sudor simbolizando su asombro.

—Por supuesto ¿De dónde crees que salen estos? —Responde tocando sus pechos y sacando la lengua sin vergüenza.

El muchacho ante tal comentario suelta una risa tímida.

—Steph, Mich, deberían comer algo —Agrega Alexa mirando al par que se encuentra con cara de ogro tecleando en sus celulares.

—No —Responden a la par.

—Vamos Michel, esto no es divertido si ustedes están sentados sin socializar. Necesitamos un poco de humor negro —Habla Edd con tono pícaro haciendo referencia al color de piel de su amigo.

Stephannye, detrás de su celular, comienza a mover los labios intentando contener la risa.

—¡Ah! —Exclama el moreno—. Si tanto me necesitan…

Está acostumbrado que en su trío se hagan burlas de ese tipo, por lo cual acepta tales bromas por parte de Edd y Oliver.

—Hermana, creo que es hora de que realicemos ese juego —Sugiere Eliza con su tono robótico.

—Yo también ¡Yuph! —Responde Alexa y se pone de pie.

—¿Qué juego? —Stephannye levantando una ceja y corre su celular de frente a su cara.

—Las escondidas.

—¿No estamos un poco grandes para eso? —Pregunta el moreno de la sala.

—Por eso lo podremos más interesante, la persona que sea encontrada recibirá un castigo que decidirá su descubridor.

—Nos dividiremos y tres personas tendrán que buscar a las otras tres —Agrega Eliza —Para eso haremos un sorteo.

Alexa se acerca a la mesa, toma un papel y bolígrafo, y comienza a escribir los nombres de las personas presentes para luego cortar el papel. Vuelve pelotita los nombres, los pone en sus manos y las sacude. Eliza se acerca y saca el primer papel.

—Alexa tendrá que buscar a... Michel.

Repite los pasos y esta vez quedando: Edd busca a Eliza y Stephannye busca a Oliver.

—¿Qué? ¿Por qué me toca con el híbrido?

La chica rubia protesta ante los resultados, apenas soporta estar en la misma habitación que ese híbrido. ¿Y ahora tiene que buscarlo? Ni que fuera el amor de su vida. «¡Espera Stephannye!». Su propia voz resuena en su cabeza: «si lo encuentras, podrás ponerle el castigo que quieras, entonces lo harás sufrir al punto que no querrá volver a entrar a tu casa y ya no tendrás que entrenarlo» agrega su subconsciente con tono malevo.

—Es verdad... —Susurra para sí—. ¡No hay problema! —Agrega sonriente, cambiando de opinión.

Los demás miran incómodos ante la sonrisa macabra de Stephannye.

—Muy bien, Michel, Oliver y yo tenemos cinco minutos para escondernos —Habla Eliza.

El trío que tiene que ocultarse sale de la habitación y cada cual toma caminos separados. Eliza corre a las escaleras que se encuentran cerca de la entrada principal, las que llevan a la planta superior: el sonido de sus zapatos anuncian que irá por el pasillo izquierdo, directo a la habitación de Stephannye. Abre rápidamente la puerta y luego la cierra tras sí. «Aquí será un buen lugar» piensa y se dirige al closet de su amiga rubia. Lo abre y ve las cosas que hay dentro, desde vestidos hasta pijamas, cajones con ropa interior, zapatillas y zapatos en estantes, prácticamente es una habitación dentro del cuarto de Stephannye. Analiza el lugar unos momentos y ve su escondite perfecto. En una esquina están los peluches de la infancia, osos de peluche, almohadones con cara de personajes animados, etc. Con pasos rápidos se lanza entre los peluches y se esconde bajo ellos.

—Supongo que estará por aquí —Habla para si el muchacho de tez mestiza y cabello oscuro.

Siempre es subestimado al ser el más perezoso de su trío, pues se la pasa evitando los esfuerzos lo que a veces lo hace parecer tonto; pero no lo es, tiene una gran percepción quizás no tanto como Michel, pero si más que Oliver. Puede ser que sea un poco arrebatado y torpe pero no es un tonto como todos piensan. Camina por la parte superior del lugar, haciendo memoria de por dónde escuchó los pasos de la persona que busca, no la podía confundir es la única que trajo zapatos. Frena lentamente al percatarse que la luz de una habitación está encendida y se puede ver en el pequeño espacio entre el suelo y la puerta. La abre y comienza a inspeccionar el lugar. Parece ser la habitación de Stephannye, se puede notar por el toque de película de hace décadas que tiene. Comienza revisando bajo la cama, pero no encuentra nada, levanta su mirada y se topa con una segunda puerta abierta. Se encamina a la misma y ve que es un closet.

—Dios, sí que vive como una princesa esta chica...

Continúa su búsqueda dentro de la segunda habitación: detrás de las sudadera y chamarras colgando, detrás de los muebles, pero nada.

—¿Dónde estará?

Busca con la mirada hasta que frena en seco en una esquina.

—¿Podrá ser...?

Reactiva su movimiento para llegar a esa esquina. Sus ojos se iluminan como los de un niño en dulcería.

—¡Un peluche Mecoboy! —Exclama, lanzándose a tomar el muñeco sobre la pila de sus pares—. Nunca pude llegar a comprarme uno —Analiza el peluche. «Jijiji» dice como si estuviera por hacer una travesura y comienza a jugar como si pudiera disparar rayos de las manos del peluche, incluso hace los sonidos «piu, piu, piu». Pero en uno de esos gestos apunta al piso y de repente sus manos son rodeadas por unas esferas blancas que lanzan un golpe de energía. Edd sale volando hasta que choca con el techo y cae sobre la pila de peluches que se encuentra bajo la estantería.

—¡Mi cabeza! —Chilla tirado en el suelo, pero se percata de algo muy suave que está bajo su mano. «¿Será un peluche? Parece más como una pelota de felpa» piensa mientras aprieta dicha cosa sin ni siquiera levantar la cabeza para fijarse que es.

—Edward... —Una voz femenina con tono robótico interrumpe los pensamientos del chico.

Se pone en cuclillas y mira entre los peluches bajo él. Por fin ve de que cosas se trata, lo que estaba tocando era uno de los senos de Eliza.

—¡Eliza! —De un brinco se pone de pie y comienza a pedir perdón.

Eliza se levanta rápidamente y vuelve a darle "Esa mirada" a Edd. Parte de su ojo derecho de color carmesí se hace visible, sus mejillas sonrojadas y su mirada sombría.

—Está bien Edward, pero hay que dejarte algo para que recuerdes tener más cuidado la próxima... —Frotando y golpeado sus puños haciendo aparecer sus guantes mágicos. Esferas blancas apresen en sus manos y su cara maliciosa hace tragar saliva a Edd.

—¿Por qué los ricos siempre tienen casas tan grandes? —Protesta el joven moreno que deambula por un pasillo hasta que decide entrar a una habitación. Parece un jardín de interiores con flores, plantas y árboles de diferentes tipos en macetas por todo el cuarto.

—¿Y tú quién eres? —Una voz extraña llama la atención de Michel.

Busca el origen de la misma hasta que ve sobre un árbol a un pequeño animal emplumado, su cuerpo está cubierto por colores rojos, verdes y amarillos.

—¿Un loro?

—Algo así —Responde el animal sin mover su pico.

Michel levanta una ceja admirado y confundido de la manera en que se comunica el animal «¿Poder mental?»

—Veo que acabas de conocer al señor Plumas —Un escalofrío recorre el cuerpo del muchacho moreno, esa voz es de...

—¿Alexa? —Se voltea para ver a la chica sonriente junto al marco de la puerta —¿Pero cómo...?

—Quizás seas rápido, pero yo soy sigilosa y buena rastreadora. Ya que perdiste, ven conmigo que te daré tu castigo —Tomando la mano del moreno y sacándolo del cuarto.

«Je, je, je, nadie dijo que no se podía usar magia» dice en su cabeza con tono malicioso la muchacha rubia con los guantes blancos que está usando magia para encontrar a Oliver, un mapa con la ubicación del muchacho que busca está en sus manos. Ya está cerca, al parecer se escondió detrás de un mueble cerca de la salida al patio.

—Te encontré.

Oliver se levanta lentamente rascándose la cabeza.

—Eso parece... ¿Cuál será mi castigo?

Stephannye mira el patio y tira de la remera del chico hasta sacar lo fuera y lo para en medio.

—¿Qué...? —Intenta pregunta el joven, pero es interrumpido por un «Cállate» de la chica rubia.

Stephannye toma aire y levanta su mano derecha apuntando a Oliver, la magia se materializa alrededor de su palma y del suelo comienzan a salir bichos de roca que encierran al chico hasta dejar un mínimo espacio para que pueda estar parado.

—Te quedarás aquí en medio del frio hasta que yo decida.

—¿Qué? ¡Espera, no, me puedo enfermar y además no me gusta estar en lugares cerrados! ¡Te ruego que me saques de aquí! —Oliver comienza a desesperar y golpear la roca.

Stephannye solo ríe y se vuelve al interior de la casa. Comienza a caminar por los pasillos hasta que llega a la sala y se encuentra con el resto de los chicos. Eliza está cruzada de brazos con Edd a su lado; el pobre muchacho parece que recibió una paliza que casi lo mata. Mientras tanto Alexa esta junto con Michel que por alguna razón se encuentra en ropa interior.

—Steph, llegas justo, como castigo Michel está por correr en ropa interior alrededor de tu casa.

Eso aclara sus dudas de porqué el moreno esta así ¿Qué más se podía esperar de la pervertida de Alexa?

—Steph ¿Y Oli?

—Está cumpliendo su castigo —La cara de la rubia se torna maliciosa con una gran sonrisa de villano.

—¿Qué le hiciste? —Ahora es Michel el que pregunta con tono de sospechas.

—Lo encerré en el patio trasero.

—¿Hiciste qué? —Edd y su amigo exclaman.

—¡Oliver tiene claustrofobia! —Agrega Michel molesto —Llévanos con él ¡Ya!

—¡Stephannye! ¡Stephannye!

Los gritos por auxilio de Oliver cada vez son más desesperados y fuertes, como si sus cuerdas vocales fueran un parlante en aumento que repite el mismo nombre.

—Vaya, vaya Oliver... ¿La chica te encerró?

De repente todo se torna oscuro y un muchacho comienza a acercarse a Oliver. Su cabello gris ceniza se mueve con sus pasos, sus ojos color sangre brillan y destacan de su piel pálida como la de un cadáver.

—Tú...

—¿Necesitas mi ayuda? Yo puedo sacarnos de aquí fácilmente...

—No te conozco. ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —Responde Oliver comenzando a hiperventilarse.

Quizás no puede ver su celda porque ahora está en otro lugar, pero por alguna razón siente la presión de estar encerrado.

—Tendrás que descubrirlo...

El chico de ojos rojos extiende su mano derecha a Oliver como esperando su confirmación para cerrar un trato.

—Es que eres tonta... —Habla molesto Michel. Ya están llegando a la puerta que da para el patio trasero y se puede ver la especie de cúpula de piedra ahí afuera—. ¿Ya lo ven? Ya se calmó.

—Sácalo ya —Dice Edd.

La rubia suelta un «¡Ah!» como quejido y levanta su mano derecha apuntando a la cúpula, pero de repente unos fuertes golpes detienen su movimiento. La tierra comienza a temblar por los impactos que parecen venir de entre las rocas frente a ellos.

—¿Oliver...? —Pregunta asustado Edd que todavía tiene los guantes blancos. «¡PUM!» las piedras se rompen y salen volando por todos lados haciendo retroceder a los jóvenes. Fijan su mirada en donde estaba la cúpula de rocas y mientras el polvo se disipa se puede ver la figura de un muchacho: es Oliver, pero se ve diferente, su piel como la de un muerto, su cabello está gris como el de un hombre mayor y sus ojos brillan en un tomo rojo sangre.

—¿Oliver? ¿Estás bien? —Pregunta Michel.

Oliver no responde, simplemente comienza a levantar sus manos y de un movimiento rápido hace que una ráfaga de viento golpe a Michel, Alexa, Edd y Eliza haciéndole entrar en la casa por el impacto.

—¿Qué rayos te pasa? ¡Híbrido mal hecho! —Grita Stephannye.

Al ver la acción del chico frente a ella frota y golpea sus puños para que su Magtus aparezca. Algo le dice que debe estar alerta.

—Calla, oxigenada —Habla el chico y con otro movimiento de sus manos forma una palma se viento y atrapa a Stephannye, comenzando a aplastarla.

—¿Qué te est pasando, Oliver?

—No me llames así´, ese no es mi nombre...

—¿Entonces, cuál?

—Llámame Revilo —El muchacho suelta su nuevo nombre y comienza a apretar más, haciendo que la chica grite —Ahora morirás...

—¡Detente! —Suena la voz de Alexa.

La muchacha rápidamente laza una bola de energía que hace volar al chico de cabello ceniza, quedando Stephannye libre.

—¿EstÁs bien? —Pregunta Eliza, ayudando a su amiga rubia. Las hermanas Black no solo portan sus guantes mágicos, sino que también sus uniformes del ejército mágico.

—Sí... —Se limita a responder y en un rápido movimiento pulsa un botón de su pulsera y su vestimenta ahora es la misma que la de sus amigas. El trío de chicas se lanza a la batalla y rodea al Revilo.

—Oli, ¿qué te está pasando?! —Grita Alexa con cara se preocupación.

—¡Que no me llamo así! —Responde el chico y comienza a arrojar esferas de aire condesando que golpea a las chicas. Ellas no se quedan cruzadas de brazos y comienzan a devolver los ataques con las mismas esferas que Alexa había arrojado hace unos momentos.

—Hay que hacer algo… —Desde la puerta Edd y Michel están mirando el enfrentamiento.

—¿Cómo qué? —Pregunta Michel.

Edd mira sus manos y recuerda lo ocurrido con Eliza en el cuarto de Stephannye.

—Vamos, hazlo otra vez... —Susurra.

Levanta sus manos en dirección a Oliver y cierra los ojos repitiendo una y otra vez lo mismo que dijo en el cuarto «piu, piu, piu». Michel mira extrañado a su compañero, pero sin previo aviso unas esferas rodean las manos de Edd y una tercera aparece frente sus manos. Mientras más repite esas palabras más crece, hasta que Edd no resiste más y la dispara. La esfera, ya del tamaño de un balón de fútbol, vuela rápidamente por el aire hasta chocar con el chico de cabello gris. «¡Ah!» suelta un quejido y mira a Edd que está de rodillas y exhausto. Eliza no pierde la oportunidad e invoca su arma mágica y dispara a la rodilla del muchacho haciendo arrodillarse del dolor.

—Maldita...

Un pequeño tornado se forma alrededor del muchacho y la bala que estaba en su rodilla sale de ella. La herida que tiene en ese lugar comienza a sanar a un nivel impresionante rápido hasta quedar en nada.

—¡Sopla, sopla, sopla aire de calma. Calma, calma a éste alma! —Un grito de un hombre mayor se escucha y una esfera blanca gigante llega a la posición de Revilo y lo atrapa. El muchacho lanza sus ataques de viento, pero no surten efecto y poco a poco comienza a bajar el ritmo hasta caer rendido en el suelo recuperando su forma anterior, Oliver.

—Señorita Stephannye ¿no puedo dejarla sola un momento que ya se mete en problemas? —El mayordomo que había realizado el ataque se acerca al lugar donde está el chico tumbado en el suelo. Mira fijamente al muchacho y se percata que su brazo izquierdo está manchado con sangre. Se arrodilla y corre la manga de la remera para ver la herida de Oliver, la mordida ya cicatrizó.

—Alfred ¿Qué le paso a Oliver? —Pregunta Stephannye —¿Y qué clase de magia es esa? No vi que se manifestara su poder mágico.

—Eso no era poder mágico, señorita —Responde el mayordomo haciendo una pausa —. Eso era poder mental...

—¿Poder mental? ¿Eso significa que...? —Ahora es Eliza quien pregunta.

—No lo sé, joven Eliza, pero por ahora les pido que reparen el daño y yo llevaré a los chicos a sus hogares —Alfred levanta a Oliver y lo carga en sus brazos para luego adentrarse en la mansión.

Stephannye callada mira al inconsciente Oliver que se aleja.

—Poder mental...