—Pensé que estábamos aquí para pedir ayuda. ¿No? —Piros parecía dudar al entrar en esta pequeña casa.
—Con Cenit, será una historia diferente —Dario no pudo evitarlo, pero sacudió la cabeza.
Sin embargo, había algo mal cuando entraron en la casa, porque estaba muy tranquila. Con el alboroto que habían creado, no había forma de que el dueño no se diera cuenta de que había un grupo de personas aquí, a menos que esta casa estuviera vacía.
Esta casa no era tan grande. Tenía un segundo piso, pero era un lugar estrecho, en donde los cuatro se apiñaron en el primer piso.
Pero, de repente escucharon este silbido en el aire y el alfa fue el primero en reaccionar. Atrapó algo en el aire y era una aguja.
—Agujas venenosas —Amanecer la reconoció de inmediato. Extendió su mano para tomarla, pero Cenit la lanzó lejos.
—No toques nada venenoso imprudentemente —el alfa gruñó a su compañera, disgustado por su descuido.
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