Li Lanfeng sonrió y miró a Luo Lang. —Tengo un cerebro.
Luo Lang casi se desmayó de ira. —Maldito…
Ling Lan miró con impotencia la conversación infantil entre las dos personas frente a ella. Sabía que, durante este tiempo, Li Lanfeng siempre provocaría a Luo Lang para que no pensara en la muerte de Xie Yi.
Cada vez que Luo Lang estaba enojado y molesto, estaba más enérgico que cuando estaba callado. Ling Lan lo sabía, así que no hizo nada sobre la pequeña discusión de Li Lanfeng y Luo Lang.
Ella miró ese pedazo de granito y luego lo pisó con gran fuerza.
Una fuerza atravesó su pierna y luego escucharon un suave clic.
Detrás de ellos, a 20 metros de la pared de la montaña, un agujero apareció de repente en el suelo.
—Mierd*, en realidad está tan lejos de nosotros. ¿Quién pensaría en mirar allí? —Luo Lang ya se había olvidado de pelear con Li Lanfeng. Saltó y alcanzó el borde del agujero.
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