—¡Jefa, no te preocupes, ya lo he memorizado todo! —Pequeño Cuatro habló
repentinamente, haciendo que el corazón de Ling Lan diera un salto.
Los ojos de Ling Lan comenzaron a alejarse de las cadenas montañosas y mientras
lo hacía dijo: —Pequeño Cuatro, no me molestes. Quiero saber cuánto puedo
recordar en un minuto.
Pequeño Cuatro entendió y ya no hizo ningún ruido, esperando silenciosamente.
Independientemente de si la jefa podía recordar o no, si había una necesidad, él
saldría y ayudaría.
Después de un minuto, las imágenes de la pantalla grande habían desaparecido.
Ling Lang cerró los ojos, revisando y reforzando lo que había memorizado en el
último minuto. Ling Lan decidió que sólo dependería de su propia fuerza para
resolver los problemas, a menos que no tuviera otro camino. Ella quería
experimentar lo que había aprendido y obtenido de antes y usarlo en la próxima
batalla real.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com