En las puertas principales del almacén de la base secreta, los dos hackers de la Federación que habían estado haciéndose pasar por guardias junto a las puertas estaban ahora tumbados en el suelo. Inmóviles, yacían en un rincón oscuro, no muy lejos de las puertas. Mientras tanto, Tierra Hueca, que había estado protegiendo las puertas mientras se fusionaba con la oscuridad, ya no podía ocultar su figura en ese momento. Se cayó para sentarse dentro de un rincón oscuro. Bajo sus rasgos borrosos, solo él sabía cuán torturada era su expresión. Ya había estado aguantando casi dos horas enteras.
En ese momento, a unos veinte o treinta metros de distancia de Tierra Hueca, dos figuras vestidas de negro emergieron repentinamente de la oscuridad. Su apariencia se parecía a la de Tierra Hueca, con rasgos borrosos mientras sus cuerpos enteros estaban envueltos en sus túnicas negras.
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