Sin lugar a duda, el Rey del Trueno era una maravilla, y Wei Ji esperaba que Wang Hui pudiera reproducir ese logro milagroso del Rey del Trueno. De esa manera, unos años más tarde, cuando el Rey del Trueno se graduara y abandonara la academia militar, sería el momento de que su Clan Meka Wuji subiera a la cima.
Aprendiendo del nivel de combate de Wang Hui, los ojos de Zhao Jun brillaron intensamente.
—No está mal, con la adición de estos dos talentos, ¡el futuro de Wuji no tiene límites!
Las palabras de Zhao Jun hicieron que Han Yu y Wei Ji se rieran, complacidos. En contraste con el astuto e insondable Li Lanfeng, Zhao Jun, quien solo sabía pelear, era mucho más simple: sus palabras nunca se torcían y giraban; lo que dijo fue lo que quiso decir.
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