En ese momento, Lan Luofeng no pudo abstenerse de decir: —Ling Lan, no te preocupes demasiado. Tu padre puede manejar las cosas.
Aunque Lan Luofeng estaba extremadamente molesta con Ling Xiao, su confianza en él seguía inquebrantable.
Ling Lan pensó por un momento, y luego preguntó: —¿Puedes asegurarte de que no se descubra mi género?
Como Ling Xiao había decidido enviarla a la academia militar, él debía tener un plan seguro.
—Sí, arreglaré todo.
Los ojos de Ling Xiao estaban llenos de confianza; nunca se arriesgaría con la vida de su hija.
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